El discurso religioso puede ser maravilloso, pero solo queda en palabra maravillosas, que vinieron los pájaros y se la comieron. El discurso religioso puede ser coherente en el fondo, pero sólo queda en la exposición teológica. El discurso religioso puede ser comprometedor, pero sólo queda la intención de hacer.
El discurso religioso puede dar fruto, en nuestro tiempo, solamente cuando las personas que transmiten la palabra, viven de tal forma y de tal manera, que el mensaje que transmiten. Solamente en la medida en que somos capaces de vivir lo que predicamos, en esa misma medida la palabra que predicamos, se convierte en semilla que puede dar buen fruto.
Existen demasiados sembradores de la Palabra, pero solamente de la palabra, por eso su semilla es estéril. Y el problema está muchas veces en que los sembradores de la semilla y el Evangelio no siempre coinciden.
jueves, 21 de julio de 2011
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