miércoles, 30 de abril de 2014

¿CUAL ES EL PRECIO PARA SER CANONIZADO?

El pasado domingo 27 de Abril, se llevó a cabo en la Ciudad del Vaticano la canonización de los Papas Juan XXIII y Juan Pablo II.

Canonizar a una persona,  no significa decir que jamás pecó o nunca hizo nada malo, sino que su ejemplo y estilo de vida es válido para los que formamos parte de la Iglesia Católica.

Desde este pensamiento, observo como la Iglesia continúa enseñándonos a todos como a través de una vida sencilla de nosotros en el mundo que nos rodea también podemos ser santos. A la vez, que nos recuerda también, que estas beatificaciones y canonizaciones pueden llevar a una imagen de mayor compromiso social de todos los que formamos parte de ella, a través de sus santificados.

Mi reflexión de hoy, no va encaminada a dudar por ningún momento de las canonizaciones de Juan XXIII y Juan Pablo II, ni mucho menos a sus pontificados, que como cualquier obra humana están llenos de luces y sombras.

Lo que si me llama a mí la atención, son los criterios que se utilizan en el seno de la Iglesia para analizar las causas de los santos.

Y digo,  todo esto, porque el pasado 24 de Marzo, se cumplió 34 años que el arzobispo de San Salvador, Mons. Oscar A. Romero, fue asesinado, mientras celebraba la eucaristía en la capilla del hospital para enfermos terminales donde él mismo vivía. Un tirador profesional le puso la bala mortal en el corazón. Su cuerpo ensangrentado cayó sobre el altar en el momento del ofertorio. A Mons. Romero no lo mataron por comunista. Ni por meterse en política. A Mons. Romero lo mataron porque se puso de parte de un pueblo machacado por la ambición de 12 familias, que eran los dueños de todo aquel país, El Salvador.

Han pasado 34 años. En estos años, han subido a los altares cientos y cientos de santos y beatos. El arzobispo Romero sigue esperando en la cripta de la catedral de San Salvador, que en Roma se acuerden de él, por lo menos para hacerlo beato. Esto da que pensar ¿No?.

Yo creo, que lo más importante, en todos estos procesos de beatificaciones y canonizaciones, no es que Roma beatifique o canonice, a una persona. Lo importante es que los que formamos parte de esa comunidad eclesial, reconozcamos a esa persona por su estilo de vida y seguimiento de Jesús. Por eso mismo, lo importante en Mons Romero, no es que Roma lo reconozca, ni mucho menos, que sus ex-compañeros en el episcopado lo propongan. Lo importante es que todos aprendamos lo que representa y exige la libertad al servicio de la misericordia. Este es el precio de la santidad.

Pero no importa que a Mons Romero no lo suban a los altares, porque sus pobres de su pueblo, de su comunidad, lo han subido al altar de su corazón.


martes, 29 de abril de 2014

LA CANONIZACIÓN DE JUAN XXIII , JUAN PABLO II Y LOS POSIBLES EVENTOS MEDIÁTICOS EN LA IGLESIA CATÓLICA

Tras la solemne y apoteósica canonización de los Papa Juan XXIII y Juan Pablo II, el pasado domingo 27 de Abril, en la plaza de San Pedro, con la asistencia de un millón de fieles. Llega, transcurrido unos días, la resaca de tal acontecimiento, con algunas voces que siguen aclamando la acertada canonización de Juan XXIII,  sobre el cual, el Papa Francisco no ha querido aprobar ningún "milagro externo" (siempre dudoso) para canonizarlo, sino que ha escuchado la voz de millones de católicos y cristianos (y hombres de buena voluntad, fuera y dentro de las iglesias) que le han amado y le siguen amando.   Sobre su vida y obra de papa cristiano que supo "desatar" el nudo que la Iglesia había corrido, cerrándose a sí misma, y pudo lograr así que actuara el Espíritu Santo en el Concilio Vaticano II. Otras voces, aclaman la rapidez de la canonización de Juan Pablo II, por algunas de sus asignaturas pendientes, como las sombras alargadas de Marcinkus, de Marcial Maciel y sus Legionarios de Cristo, del cardenal Groer y la pederastia, el abandono de Monseñor Romero, que le llevó a la muerte. Los teólogos de la Liberación condenados, la marginación de la mujer en la institución. La involución eclesial y de la prepotencia de los nuevos movimientos que, de su mano, coparon el poder en la Iglesia, desactivaron el Vaticano II y ahogaron cualquier intento de pluralismo.

Mi reflexión de hoy, no va encaminada a dudar por ningún momento de las canonizaciones de ambos Papas, ni mucho menos de sus pontificados, que como cualquier obra humana están llenos de luces y sombras.

Mi reflexión va sobre cómo estamos convirtiendo en la Iglesia Católica todos los actos en grandes eventos algo mediáticos, que muchas veces dejan desde mi punto de vista ser fuente evangélica.

Debe ser notable, que Europa se descristianiza y son cada vez menos los seguidores de la Iglesia Católica. Esto, preocupa en Roma y preocupa lógicamente a todos los que formamos parte de esta Iglesia. Quiero recordar, que en el Pontificado de Juan Pablo II, fue sorprendente el número de eventos masivos organizados de forma mediática, con el fin de seguir mostrando al mundo que la religión católica está viva, de que el Papa es importante, de que los Obispos tienen una presencia social a tener en cuenta. Concentraciones que se preparan cuidadosamente y en las cuales se invierte una asombrosa cantidad de dinero. Posiblemente con el fin de que el mundo nos vea, nos escuche; además de canalizar dichos eventos como procesos evangelizadores.

No digo, que todo esto esté bien, ni tampoco que todo esto está mal. Lo que quiero es aprovechar, todo esto, para realizar un profundo análisis sobre cómo estamos orientando la presencia de la Iglesia en el mundo. Ya que, el resultado después en nuestra vida cotidiana, es muy distinto de la euforia con la cual vivimos estos acontecimientos. Pues, nada más que tenemos que contemplar como nuestros templos se encuentran cada vez más vacíos. Como esos miles de jóvenes que tanto aparecen por la televisión, después no los vemos por nuestras parroquias, preguntándonos una y otra vez por las vocaciones.

Estos acontecimientos suelen ser ocasión, creo yo, de no pocos interrogantes, entre las personas que forman parte de la Iglesia Católica y para los que no pertenecen a ella; y que yo no voy a descubrir aquí, pues está en la mente de todos. Lo que si deberíamos preguntarnos, es si esa imagen que transmitimos es el reflejo de una verdadera Iglesia de Cristo; o más por el contrario seguimos buscando el reconocimiento del mundo, más por nuestro poder que por nuestro servicio.

Es verdad, que nos encontramos en un cambio de época y de una nueva visión del mundo que todavía no sabemos muy bien por donde encaminar. Y que, como consecuencia de todo ello, la Iglesia que esta inmensa en ese mundo, esta también buscando su camino para llevar el Evangelio de Jesús. Pero desde mi punto de vista, creo que el Evangelio no consiste en concentrar a personas en un espectáculo de masa, si no en vivir el Espíritu que se desprende de él.  Y, es por lo que deberíamos de ir pensando en centrar a la Iglesia con más verdad y fidelidad en la persona de Jesús y en su proyecto del Reino de Dios, como el Papa Francisco nos lleva recordando desde el inicio de su pontificado.

Muchas cosas habrá que hacer, pero ninguna más decisiva que esta conversión, la de volver al mensaje de Jesús. Una Iglesia más sencilla, fraterna y buena, humilde y vulnerable, que comparte las preguntas, conflictos, alegrías y desgracias de la gente. Creando nuevas formas y lenguajes de evangelización, basado en el diálogo y en nuevos carismas que nos permitan comunicar la experiencia viva de Jesucristo. No sé, la verdad, si con estos eventos tan masivos conseguimos construir la Iglesia que nació del mensaje de Jesucristo.



lunes, 28 de abril de 2014

LA CANONIZACIÓN DE JUAN XXIII Y JUAN PABLO II. MOTIVO DE REFLEXIÓN PARA EL CAMINO A SEGUIR POR LA IGLESIA.

Ayer domingo, se vivió una jornada histórica en la Ciudad del Vaticano.

El Papa Francisco canonizó a dos de sus antecesores, Juan XXIII y Juan Pablo II, en presencia de su inmediato antecesor, el Papa emérito Benedicto XVI. Más de un millón de fieles abarrotaron la Ciudad Eterna. En su mayoría, los antiguos “papaboys”, que siguieron a Juan Pablo II por todo el mundo, y que hace nueve años gritaron aquel “santo subito” desde esta misma plaza. Y es, que la canonización de Juan Pablo II ha sido la más rápida de la bimilenaria historia de la Iglesia.

Desde hace unos años atrás, en la Iglesia hemos emprendido un camino de llevar a los altares a un número elevado de personas, cosa que antiguamente no era así, pasaban muchos años sin que nadie subiera a los altares. Posiblemente este cambio, venga encaminado en la actualidad a recordarnos a todos, como a través de una vida sencilla de nosotros en el mundo que nos rodea también podemos ser santos. A la vez, que nos recuerda también, que estas beatificaciones y canonizaciones pueden llevar a una imagen de mayor compromiso social de todos los que formamos parte de la Iglesia, a través de sus santificados.

Pero, lo que posiblemente nos llamará ayer, un poco a la atención es la canonización de dos Papas contemporáneos y tan distintos a la vez.

Mi reflexión de hoy, no va encaminada a dudar por ningún momento de las canonizaciones de Juan XXIII y Juan Pablo II, ni mucho menos a sus pontificados, que como cualquier obra humana están llenos de luces y sombras. Pero sí, a pensar, si el Papa Francisco durante su primer año de pontificado, ha querido preparar este acontecimiento para hacernos reflexionar un poco hacía donde le pedimos a él que encamine el rumbo de la Iglesia.

Y, digo esto, por es notorio la gran diferencia del mensaje que nos transmitían ayer los dos papas canonizados. Por un lado tenemos a Juan XXIII, un Papa que en tan sólo cinco años de pontificado, supo quitar el paso de rosca apretada que la Iglesia con respecto al mundo. Juan XXIII, abrió las puertas de la Iglesia al mundo, con el Concilio Vaticano II que empujó a la Iglesia católica al siglo XX después de 450 años anclada en la Contrarreforma de Trento. Por su parte, Juan Pablo II con 25 años de pontificado, llenos de una gran actividad pastoral, sin duda alguna; creo que no supo continuar esa apertura de la Iglesia a las necesidades del mundo del siglo XX.

La llegada del Papa Francisco, a su puesto nuevamente una visión nueva de la Iglesia en el mundo. Una visión, que posiblemente haya creado sus más y su menos en los muros vaticanos, llegando al planteamiento de hacia dónde encaminamos la Iglesia.

Porque, a mi juicio, las semejanzas entre Juan XXIII y Francisco van más allá de su talante y de sus gestos. La sintonía se manifiesta en su espíritu reformador del cristianismo con la mirada puesta en el Evangelio desde la opción por el mundo de la exclusión y el compromiso por la liberación de los empobrecidos. Juan XXIII y Francisco coinciden en la necesidad de construir una “Iglesia de los pobres”.

Juan XXIII era consciente de que la humanidad estaba viviendo un cambio de era y la Iglesia católica no podía volver a perder el tren de la historia, sino que debía caminar al ritmo de los tiempos. Era necesario poner en marcha un proceso de transformación de la Iglesia universal en sintonía con las transformaciones que se sucedían en la esfera internacional. Francisco es igualmente consciente de estar viviendo un tiempo nuevo, lo que le exige dejar atrás los últimos 35 años de involución eclesial que pesan como una losa y activar una nueva primavera en la Iglesia en sintonía con las primaveras que vive hoy el mundo.


Importante también es destacar la figura del Papa emérito Benedicto XVI ayer, como símbolo de si en la Iglesia se pueden hacer cambios. ¿Por qué quien pensaba que un Papa podía dimitir?

sábado, 26 de abril de 2014

EVANGELIO DOMINGO 27 DE ABRIL 2014. SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA.

Evangelio según San Juan 20,19-31.

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: " Paz a vosotros”. Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: " Paz a vosotros”. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: " Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados, a quienes se los retengáis les quedan retenidos”. Tomás, uno de los doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: " Hemos visto al señor”. Pero él les contestó: " Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo”. A los ocho días, estaban otra vez los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: " Paz a vosotros”. Luego dijo a Tomás: " Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente”. Contestó Tomás: " ¡Señor mío y Dios mío!” Jesús le dijo: " ¿Por qué me has visto has creído? Dichosos lo que crean sin haber visto “.

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre”.

COMENTARIO.-


Para comprender el evangelio de este 2º Domingo de Pascua, debemos tener en cuenta que la teología del evangelista Juan, está basada ya en la experiencia de fe en Cristo Resucitado. Podemos observar como para Juan y su comunidad, la Pascua de Resurrección y Pentecostés acontecen en el mismo día en que Jesús Resucito; no ocurriendo lo mismo en el evangelista Lucas, que descubre Pentecostés a los cincuenta días de la Resurrección.

Independientemente de que los hechos ocurrieran así, el evangelio de este domingo nos presenta dos enseñanzas importante para nuestra vida como seguidores de Jesús.

La primera conclusión, que nos presenta el evangelio,  está en la figura de Tomás. Es, la experiencia individual que cada uno de nosotros debemos de tener de Cristo resucitado, para poderla llevar a cabo en la comunidad.

Tomás había vivido con el Jesús histórico, es decir conocía todo el mensaje de Jesús, sus prodigios y su dolor. Y conociendo todo eso, no creía que Jesús estuviera presente. A los ocho días - dice el evangelio - Jesús le dice: " No seas incrédulo, sino creyente " y Tomás le contesta: " ¡Señor mío y Dios mío!”.

También han transcurrido ocho días para nosotros desde la Pascua de Resurrección, ¿estamos nosotros como Tomás resistiéndonos a creer? ¿Necesitamos nosotros palpar también las heridas de Jesús, para creer?

La segunda enseñanza de este evangelio, es la experiencia del Resucitado en la comunidad. Jesús se coloca en medio y dice: " Paz a vosotros”. Una experiencia de fe que se demuestra en la vida; por eso tenemos que buscar a Jesús en la vida. Y buscar a Jesús en la vida, es encontrarlo en medio de nosotros y estando en medio de nosotros es cuando existe la Paz en nosotros. Cuando Jesús no está en el centro se pierde el mensaje y la apertura del Espíritu. Por eso debemos de preguntarnos posiblemente hoy más que nunca ¿Está Cristo en medio de la Iglesia?; o mejor dicho ¿Tenemos los que nos consideramos miembros de la Iglesia a Cristo en el centro de la Iglesia?

Es doloroso para mí escuchar y comprobar cómo cada día abundan más los cristianos que, al no estar de acuerdo en muchas cosas con el papa, con la mayoría de los obispos y de muchos curas, es decir con la jerarquía eclesial, deciden abandonar la Iglesia y vivir como "cristianos por libre". Son, por lo general, personas que admiran a Jesús y ven en el Evangelio un proyecto que puede dar sentido a sus vidas. Pero ven, al mismo tiempo, que la Iglesia "oficial" anda lejos del Evangelio. Pues la gran mayoría de los clérigos hacen lo contrario de lo que predican, sobre todo en el dinero y en el poder. Estas personas de buena voluntad se preguntan: ¿es que para ser cristiano hay que pertenecer a la Iglesia? ¿Es que para pertenecer a la Iglesia hay que hacer cosas (apetencias de cargos, dignidades, dinero, poder...) que prohibió Jesús?

Esto desde mi punto de vista, es preocupante. En primer lugar, porque no entendemos que la fe en Jesús es un hecho comunitario, social, compartido. La fe en Cristo, no se puede vivir en solitario. Y la prueba esta, en que es en la Iglesia comunidad de creyentes, donde todos hemos realizado, nuestro encuentro con Jesús. Y es, en la Iglesia donde hemos encontrado el mensaje de Jesús y es también a ella a la que tenemos que agradecer que haya sabido conservar a lo largo de los siglos, desde Jesús hasta este momento los EVANGELIOS. En segundo lugar me preocupa, porque no sé, hasta cuando tantos creyentes tendrán que vivir sus creencias en la soledad, la oscuridad y la duda.

Por eso, Jesús no es un mero recuerdo histórico, si no una experiencia de fe. Una experiencia de fe, que tiene que estar presente en la comunidad, en el grupo de creyentes, en la Iglesia. Pero una experiencia comunitaria que tiene que nacer primeramente en nosotros de una forma individual, como Tomás, para luego hacerla ardiente en medio de la Iglesia, como Jesús “Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: " Paz a vosotros”.


FELIZ DIA DEL SEÑOR.     DIFUNDID EL EVANGELIO.    PÁSALO.

viernes, 25 de abril de 2014

DAR LA COMUNIÓN A LOS DIVORCIADOS Y VUELTO A CASAR.

Hoy traigo a reflexión nuevamente un tema del cual ya he dado varias veces mi argumentación al respecto. El tema surge con una posible llamada del Papa Francisco a una conocida de Argentina; la cual le dice que estaba divorciada y que desea comulgar. Al parecer, por parte de la pareja de esta mujer, el Papa Francisco le dijo que podía comulgar.

¿Llamó el Papa Francisco a Jaquelina? Y si así fue, ¿le dio permiso para comulgar pese a estar casada con un divorciado? Las reacciones a la noticia, confirmada por el marido de esta argentina, no se han hecho esperar. Y han obligado a que la Santa Sede saliera a la palestra con una breve nota que, más que aclarar, causa más confusión.

En una breve nota, el padre Lombardi evitar confirmar, o desmentir, ambos aspectos, y se limita a señalar que "ha habido numerosas llamadas telefónicas" que han de inscribirse "en el marco de las relaciones personales pastorales del Papa Francisco". Como tales, "no se deben esperar informaciones o comentarios" por parte del Vaticano, al no tratarse "de actividades públicas del Papa".

Roma sí muestra su preocupación por la "amplificación por parte los medios de comunicación" de informaciones que "no tienen confirmación de fiabilidad (tampoco dicen que sean inciertas o falsas) y son fuente de malentendidos y confusión".

"Hay que evitar deducir de esta circunstancia consecuencias relativas a la enseñanza de la Iglesia", culmina la nota, lo que hace pensar que, efectivamente, la llamada se produjo, y que el "permiso" papal también se dio, si bien en el ámbito de lo personal y, al sentir de los fontaneros de San Pedro, "sin querer que trascendiera", y sin que sentara doctrina pues, como es bien sabido, el de la comunión de los divorciados vueltos a casar (en todo caso, la mujer no es la que está divorciada, sino su marido) es uno de los temas que se abordarán en el Sínodo de Obispos.

¿Ha metido la pata el Papa? ¿Ha sido consciente de que sus palabras iban a ser "amplificadas" por los medios, como señala la nota de Lombardi? ¿Es un modo más de continuar el debate abierto por el propio pontífice hace meses? Lo único que parece claro es que Francisco no parece estar por la labor de dejar que el férreo corsé curial impida su cercanía a los fieles, ya sea mediante encuentros personales, presencia público, llamadas o cartas personales.

Ante este nuevo revuelo en esta cuestión, quiero hacer mi reflexión de hoy.

Lo primero que deberíamos preguntarnos, es de donde nace el problema.
Lógico es pensar, que el problema, está en dos pilares desde mi punto de vista. Uno de ello y principal, es el arrastre de unos pensamientos e ideas fijadas de otros tiempos. Y el otro, es la lectura de los evangelios desde un punto de vista literal, olvidándonos que los evangelios, fueron escritos en un contexto donde los estatus del hombre y la mujer, son muy distinto a lo de nuestros tiempos.

Recordando el comienzo del evangelio de Marcos, él cual empieza diciendo: " Comienzo del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios". Que nos quiere decir Marcos, que el comienzo, el punto de partida, para conocer a Jesús es el "Evangelio", que significa literalmente "Buena Noticia". Osea, que el evangelio nos debe de abrir a una nueva noticia, a una nueva esperanza, a una nueva fraternidad, a un nuevo encuentro con Cristo y nuestros hermanos, lógicamente en los tiempos en que vivimos. Es decir, que la lectura de los evangelios, nos deben de ayudar a encontrar nuestro camino de salvación en nuestros momentos y no en tiempos y circunstancias pasadas. El no hacerlo así, es posiblemente no encontrar nuestra felicidad y lógicamente no encontrar la felicidad de los demás. Y consecuencia de todo esto, es no encontrar a Dios, porque a Dios lo encontraremos en nuestra felicidad y en la felicidad de los demás.

Digo todo esto, porque posiblemente realicemos una lectura algo literal y fundamentalista de los pasajes evangélicos que tratan el tema del divorcio.

Siguiendo con el evangelio de Marcos, que es el primero que se escribe y el más cercano por tanto a la tradición de Jesús.

En aquel tiempo se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús para ponerlo a prueba: -¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?.
 Él les replicó:-¿Qué os ha mandado Moisés?.
Contestaron: -Moisés permitió divorciarse dándole a la mujer un acta de repudio.
Jesús les dijo: -Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación, Dios los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.
Él les dijo: -Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio. (Marcos 10, 2-16).

Es curioso, como Jesús empieza a explicar:"Por vuestra terquedad...". Si dejamos esa terquedad atrás posiblemente podremos encontrar la buena noticia del evangelio a nuestro tiempo.

Jesús comienza recordando, que al principio de la creación, Dios los creó hombre y mujer. Es decir, los creo de la misma carne, los creo iguales en todas las condiciones. Y esta igualdad debe permanecer por siempre y no debe de ser destruida, negada, despreciada por ningún hombre o mujer. Está igualdad que nace de Dios, el hombre no la puede separar. Recordemos, que en el tiempo en que Jesús pronuncia estas palabras, la mujer no tenía ningún derecho, ni libertades e igualdades con respecto al hombre. Por eso Jesús, les deja dicho, que la verdadera unión entre el hombre y la mujer debe de nacer desde la igualdad, desde los mismos derechos y libertades. Desde que esto no es así, la unión no es perfecta. Por eso los discípulos al llegar a casa volvieron a preguntarle: "Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio". Posiblemente volvieron a preguntar, porque su mentalidad de la época, no le permitía comprender que la mujer tenía que ser igual al hombre en todo. Es decir, que cuando la separación no se realiza desde la igualdad, comprensión, compasión, respeto y misericordia, si no que, por el contrario se lleva desde la humillación, desprecio, hundimiento del otro, se está actuando fuera de la ley de Dios.

No trato de poner en discusión la visión cristiana del matrimonio, lo que intento es pensar: ¿qué actitud debemos de adoptar ante tantos hombres y mujeres, muchas veces amigos y familiares nuestros, que han roto su unión matrimonial y viven en la actualidad otra unión, que no está bien considerada por la Iglesia?

Debemos de recordar que los divorciados que se han vuelto casar civilmente siguen siendo miembros de la Iglesia. No están excomulgados; no han sido expulsados de la Iglesia. Luego si esto es así, no tiene sentido participar en una comunidad eclesial, que no deja sentarte a la mesa compartida de Cristo. Mesa compartida, que es el pleno encuentro de la comunidad.


Por eso, les digo a todos los divorciados que, cuando nosotros no os comprendemos, Dios Padre seguro que os comprende y os habla en la voz de vuestra conciencia desde su infinita misericordia, amor, comprensión y compasión. Desde vuestra conciencia, estáis llamados a sentaros o no, en la mesa compartida del amor de Cristo.

lunes, 21 de abril de 2014

REFLEXIONES EN LA RESURRECCIÓN DE JESÚS, PARA VIVIR LA EXPERIENCIA DEL RESUCITADO.

Comenzamos la octava de Pascua. Aprovechemos esta semana los evangelios que la liturgia de la Iglesia nos va a ir presentando cada día de esta octava de Pascua, para vivir la experiencia del Resucitado desde la fe de las primeras comunidades en las distintas apariciones de Jesús Resucitado, a sus primeros seguidores.

Desde el evangelio de Marcos, en la vigilia pascual donde se le aparece a las tres María (María Magdalena, María la de Santiago y María Salomé), al evangelio de la liturgia de hoy de Mateo, en el que se nos narra la aparición a las mujeres y le comunica que vaya a Galilea. Para continuar con el evangelista Juan, que nos narrará: "que estaba María Magdalena sola junto al sepulcro, fuera, llorando. Mientras lloraba se acercó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco...". El evangelista Juan nos narrará también como Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Lucas en su evangelio en esta octava de Pascua nos relatará que: "Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día a una aldea llamada Emaús, distante una dos leguas de Jerusalén.....".

Como podemos comprobar en Marcos y Mateo, las apariciones de Jesús se centrará en Galilea, posiblemente para hacernos saber, que para seguir al Resucitado, debemos de volver a donde el empezó su camino, que lógicamente es el camino que nosotros debemos seguir, si queremos ser discípulos del Maestro. Lucas por el contrario centra las apariciones de Jesús en Jerusalén. Esto nos demuestra una vez más que los evangelios nos narra las experiencias de fe de las primeras comunidades cristianas, más que su desarrollo histórico.

Ahora bien, que quede claro y muy claro, que aquí no estoy dudando de la fe en el Resucitado. Pues como he dejado muy claro anteriormente, nuestra fe se basa en el testimonio que nos dejaron los primeros discípulos y ellos tuvieron la experiencia cierta de que Jesús había resucitado. Y la Iglesia cree desde entonces firmemente en esta experiencia que ha transmitido de generación en generación.

Yo, lo que quiero dejar aquí reflejado, es que lo más importante que debemos buscar en los relatos de la resurrección es que la vida y la presencia de Jesús, en este mundo y en esta vida no se acabó con la muerte de Él en la cruz. Si no que por su Resurrección, Jesús prolonga en todos nosotros, en la medida que vivimos como Él, su presencia hasta el fin de todos los tiempos.

Aprovecharemos esta octava para reflexionar desde la fe y la experiencia de Jesús Resucitado en el acontecimiento de la Resurrección.


domingo, 20 de abril de 2014

EVANGELIO DEL DOMINGO 20 DE ABRIL DE 2014. DOMINGO DE RESURRECCIÓN.

Evangelio según San Juan 20, 1-9

"El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro, y el otro discípulo, a quien quería Jesús, y les dijo:"Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto. Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro, se adelantó y llegó primero al sepulcro y asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro. Vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que Él había de resucitar de entre los muertos".

COMENTARIO.-

Celebramos la Resurrección de Jesús. Los especialistas en el estudio de los evangelios discuten si los relatos que cuentan las apariciones del Resucitado, tienen valor histórico. La Iglesia cree firmemente que Jesús venció la muerte y fue resucitado. Lógicamente no se duda de la fe en la Resurrección. Es claro que nuestra fe se basa en el testimonio que nos dejaron los discípulos de Jesús y que las primeras comunidades fueron transmitiendo; y fue la experiencia cierta de que Jesús resucitó. Pero lo que si es verdad es que las experiencias fueron distintas, pues para Marcos y Mateo las apariciones se sitúan en Galilea, mientras que para Lucas en Jerusalén. En Marcos las mujeres tienen miedo, en Mateo y Lucas se alegran y van a contarlo a los discípulos.

La resurrección, significa que Jesús es el gran argumento, que el cristiano ofrece a la humanidad, para mostrar que la vida es más fuerte que la muerte. La resurrección, es cuando nosotros confesamos que somos seguidores de Jesús y nuestro destino no es la muerte, sino la vida y, la vida en el mundo que nos ha tocado vivir, en la medida que hacemos felices a todos los que nos rodean.

Porque nunca deberíamos olvidar que la resurrección en la otra vida, comienza en esta. Ya que existen personas que por ser fieles a sus creencias en la eternidad, menosprecian otras creencias, menosprecian a las personas, y crean en su alrededor una vida totalmente deshumanizada, olvidándose que, en el Resucitado nació la humanización de Dios. 

La eternidad comienza cuando humanizamos a Dios en esta vida y no cuando solamente divinizamos a Jesús en la otra vida.

Celebramos la Resurrección de Jesús; nos identificamos, creemos, nos alegramos y necesitamos de ella recordando a San Pablo: “si no resucitó Cristo, vana es nuestra predicación, vana también nuestra fe” (1 Co. 15, 14).

JESUCRISTO HA RESUCITADO. EMPEZEMOS A SER TESTIGOS DE LA ESPERANZA QUE HEMOS RECIBIDO.

FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN.

DIFUNDID EL EVANGELIO, DONDE SE RECOGE LA ESPERANZA QUE HEMOS RECIBIDO.PÁSALO.


sábado, 19 de abril de 2014

EVANGELIO VIGILIA PASCUAL DEL SÁBADO SANTO.

Evangelio según San Marcos 15, 1-7.

"Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé, compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol, fueron al sepulcro. Y decían unas a otras:"¿Quién nos correrá la piedra a la entrada del sepulcro?" Al mirar vieron que la piedra estaba corrida, y eso que era muy grande. Entraron en el sepulcro y vieron un joven sentado a la derecha, vestido de blanco. Y se asustaron. El les dijo:"No os asustéis. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado?. No está aquí. Ha resucitado. Mirad el sitio donde lo pusieron. Ahora id a decir a sus discípulos y a Pedro: El va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis, como os dijo".

COMENTARIO.-

Lo primero que debemos de tener claro es que no es lo mismo revivir que resucitar. Lázaro revivió, es decir; Lázaro volvió al tiempo y espacio de su historia y luego volvió a morir. El que resucita, Jesús, supera el espacio y el tiempo, y trasciende todas las dimensiones de la historia, y no vuelve a morir, sino que vive para siempre, porque la resurrección es el trascender de esta vida. De aquí la enorme dificultad que tenemos para comprender y aceptar la resurrección de Jesús. Y también nuestra resurrección.

Si la resurrección no acontece dentro de la historia, sino más allá de ella, resulta lógico decir que la resurrección se acepta, no por la evidencia que se impone, sino por la fe que se acepta. Pero sabemos que la fe es siempre un acto libre, que se basa en una decisión en libertad. Y la libertad nunca da seguridad total. Por eso es correcto decir que el Resucitado es una fuente de esperanza.(JM.Castillo).

En definitiva podemos decir, que la resurrección, significa que Jesús es el gran argumento, que el cristiano ofrece a la humanidad, para mostrar que la vida es más fuerte que la muerte. La resurrección, es cuando nosotros confesamos que somos seguidores de Jesús y nuestro destino no es la muerte, sino la vida y, la vida en el mundo que nos ha tocado vivir, en la medida que hacemos felices a todos los que nos rodean.

Porque nunca deberíamos olvidar que la resurrección en la otra vida, comienza en esta. Ya que existen personas que por ser fieles a sus creencias en la eternidad, menosprecian otras creencias, menosprecian a las personas, y crean en su alrededor una vida totalmente deshumanizada, olvidándose que, en el Resucitado nació la humanización de Dios. 

La eternidad comienza cuando humanizamos a Dios en esta vida y no cuando solamente divinizamos a Jesús en la otra vida.

JESUCRISTO HA RESUCITADO. EMPEZEMOS A SER TESTIGOS DE LA ESPERANZA QUE HEMOS RECIBIDO.

FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN.


DIFUNDID EL EVANGELIO, DONDE SE RECOGE LA ESPERANZA QUE HEMOS RECIBIDO.PÁSALO.

viernes, 18 de abril de 2014

VIERNES SANTA. COMENTARIO A LA PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS.

La narración de la pasión según San Juan nos presenta la imagen de Jesús que el evangelista ha querido forjar a través de todo su evangelio: un Jesús que es la revelación del Padre, al mismo tiempo que en él se revela la plenitud del amor. Aún pendiente de la cruz su vida y su muerte es una victoria, porque “todo se ha cumplido” como era la voluntad del Padre.

La muerte ha sido el gran misterio que ha preocupado al hombre a través de toda su historia. Porque aunque éste ha pretendido negar todas las verdades, sin embargo hay una que siempre le persigue y nunca ha podido rechazar: la realidad de la muerte. Ni siquiera los ateos más recalcitrantes se han atrevido a negar que ellos también han de morir.

Jesús murió abandonado por todos; sus discípulos huyeron, los judíos lo despreciaban; el Padre se hizo sordo a su clamor; esa tarde en la cruz colgaba el cuerpo de un ajusticiado, condenado por la justicia humana y rechazado por su pueblo. Parecía que el odio hubiera vencido sobre el amor; el poder sobre la debilidad de un hombre; la tinieblas sobre la luz; la muerte sobre la vida. Aquella tarde cuando las tinieblas cayeron sobre el monte Calvario parecía que todo había terminado y los enemigos de Jesús podían por fin descansar tranquilos.

Pero he aquí que en lo más profundo de los acontecimientos, la realidad era distinta. Jesús no era un vencido, sino un triunfador; no lo aprisionaba la muerte, sino que se había liberado de su abrazo mortal; lo que parecía ignominia se transformó en gloria; lo que muchos pensaban que era el fin, no era sino el comienzo de una nueva etapa de la historia de la salvación. La cruz dejó de ser un instrumento de tortura, para convertirse en el trono de gloria del nuevo rey y la corona de espinas que ciñó su cabeza es ahora una diadema de honor.

Al morir Jesús dio un nuevo sentido a la muerte, a la vida, al dolor. La pregunta desesperada del hombre sobre la muerte encontró una respuesta. Pero esto no significa que podamos cruzarnos de brazos y contentarnos con enseñar que la muerte de Jesús significó un cambio en la vida de la humanidad. Ese cambio debe manifestarse en nuestra existencia porque él no aceptó su muerte con la resignación de quien se somete a un destino ineludible, sino como quien acepta una misión de Dios. Por eso su muerte condena la injusticia de los crímenes y asesinatos, pero nos pide hacer algo contra la injusticia porque no solo condena la explotación de los oprimidos, sino que nos pide mejorar su situación; la muerte de Jesús no solo es un rechazo del abandono de las muchedumbres, sino que nos exige que nos acerquemos al desvalido.

Su muerte no es solamente un recuerdo que revivimos cada año, sino un llamado a mejorar el mundo, a destruir las estructuras de pecado; a restablecer las condiciones de paz; a construir una sociedad basada en la concordia, la colaboración y la justicia.


Cuando veamos esta semana a nuestros crucificados, recordemos que la cruz nos enseña que Dios es el primero que se ve afectado por el amor en libertad que él mismo nos ha dado. Nos descubre hasta dónde llega el pecado, pero al mismo tiempo nos descubre hasta donde llega el amor. La cruz de Cristo nos enseña que no se trata de cerrar los ojos a la realidad negativa del mundo, sino de transformar la realidad con los ojos bien abiertos. Saber ver hoy la presencia sufriente de Cristo en los enfermos mal atendidos, en los jóvenes desesperados y maltratados por las drogas, en los ancianos ante la soledad, en las familias destrozadas donde los niños viven las mayores consecuencias, los pobres de espíritu y los pobres materiales, que no tienen pan, agua, casa. Estando junto a estas innumerables cruces actuales, es mañana sábado por la noche donde podremos encontrar al Resucitado en la vigilia pascual.

jueves, 17 de abril de 2014

JUEVES SANTO. COMENTARIO AL EVANGELIO.

Evangelio según San Juan (13,1-15).

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.
Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo: «Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?»
Jesús le replicó: «Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.»
Pedro le dijo: «No me lavarás los pies jamás.»
Jesús le contestó: «Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.»
Simón Pedro le dijo: «Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.»
Jesús le dijo: «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos.»
Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios.» Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.»

COMENTARIO.-

Estaba cenando con sus discípulos, nos dice el evangelista Juan que se levantó de la mesa, dejó el manto y, tomando un paño, se lo ató a la cintura. Minuciosamente nos describe la escena porque cada uno de estos detalles revelan el verdadero sentido de la acción que Jesús va a ejecutar: el verdadero amor se traduce en acciones concretas de servicio. Cuando se dice que Jesús dejó el manto se expresa cómo deja de lado su vida, la vida que él da por sus amigos. Luego toma un paño, como el que usaban los sirvientes que es, por lo tanto, símbolo del servicio.

Pedro rechaza que el Señor le lave los pies lo que indica que éste no ha entendido la acción de Jesús. Él piensa en un Mesías glorioso, lleno de poder y de riqueza y no admite la igualdad. Aún no sabe lo que significa amor, pues no deja que Jesús le manifieste la grandeza de su amor y su medida: igual que yo he hecho con vosotros, hagáis también vosotros. La medida de nuestro amor a los demás es la medida en que Jesús nos ha amado y esto que parece imposible, se puede hacer realidad si nos identificamos con él. Deberíamos poder decir como Pablo: No soy yo quien vive, sino Cristo quien vive en mí (Gal 2,20).

Sus discípulos tendrán la misma misión: crear una comunidad de hombres y mujeres iguales y libres porque el poder que se pone por encima del hombre, se pone por encima de Dios. Jesús destruye toda pretensión de poder, ya que la grandeza y el poderío humanos no son valores a los que él renuncia por humildad, sino una injusticia que no puede aceptar.

No celebramos la ceremonia del lavatorio de los pies simplemente para recordar un episodio interesante y conmovedor de la vida de Jesús, sino para reconocer en una expresión sacramental la única manera posible de ser discípulos del Maestro. ¿Qué nos dice esto? Que este mundo tiene arreglo en la medida en que hay gente que se niega a hacer de “señor” de los demás; y acepta ir por la vida como “esclavo” de todos.

También hoy es la fiesta de los ministros en la Iglesia. Es el día de recordar el espíritu del Señor en el servicio. El no vino para ser servido sino para servir. Una Iglesia pobre, que sirve, estará siempre cerca de los que aspiran a una liberación material y espiritual, de los que han emprendido el camino del éxodo.


miércoles, 16 de abril de 2014

REFLEXIONES PARA EL TRIDUO SACRO.

No está de más que en estos días, independientemente de cómo y dónde los vivamos dediquemos algunos minutos al día, para profundizar en el sentido de lo que como cristianos celebramos. Teniendo como base el pasaje evangélico de Juan 18, 1-42 donde nos redacta la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesús, hago unas reflexiones que recorrerán el triduo sacro, esperando que nos ayude a vivir con un sentido cristiano estos días centrales de la liturgia cristiana.

Vivir este triduo sacro es muchos más, o debe ser; muchos más, que recordar el sufrimiento y el dolor de Nuestro Señor Jesucristo, y reunirnos para actos celebrativos y desfiles procesionales.

En estos días debemos de intentar encontrar y descubrir esos sentimientos de Cristo. Encontrar los sentimientos de Cristo, es ver el drama del hombre, que actuando como tal, se rebajo hasta la muerte y muerte de cruz. Tener los mismos sentimientos, es abrazarnos a la cruz de la vida, sabiendo defender el derecho a la vida de todos los seres humanos nacidos y concebidos y no nacidos; es abrazar la cruz que ya hace dos mil años proclamo todos los derechos de la humanidad; abrazar la cruz es defender la dignidad de todos los marginados; abrazar la cruz es defender la justicia, es dar de comer al hambriento y de beber al sediento, de vestir al desnudo y de llevar el consuelo al enfermo, es abrazar la cruz que lleva la felicidad, el amor y la paz que Jesús nos enseñas.

Todo ello, nos debe llevar al Jueves Santo donde celebraremos el día del Amor Fraterno y la institución de la Eucaristía. Como preámbulo a su primera Eucaristía Jesús lavó los pies a sus discípulos, como señal de que la mejor preparación de la Eucaristía es el servicio humilde y el perdón de los hermanos. Jesús explica que la ley del amor es la Eucaristía. Y es, en ella donde Jesús marca los afectos filiales al Padre y a los hermanos. Por eso cada Eucaristía para nosotros debe ser el compromiso de entregar nuestro propio cuerpo y nuestra sangre - nuestra persona y nuestra vida - por los mismos motivos que Él y con la misma fidelidad.

El Viernes Santo, viviremos la muerte de Nuestro Señor en la Cruz; por eso en la liturgia de este día, la realizaremos en la adoración a la cruz. Donde todos seremos llamados a mirarla y adorarla, " MIRAD, MIRAD TODOS EL ARBOL DE CRUZ DONDE ESTUVO CLAVADA LA SALVACIÓN DEL MUNDO. VENID ADORARLA”. La cruz nos enseña que Dios es el primero que se ve afectado por el amor en libertad que él mismo nos ha dado. Nos descubre hasta dónde llega el pecado, pero al mismo tiempo nos descubre hasta donde llega el amor. La cruz de Cristo nos enseña que no se trata de cerrar los ojos a la realidad negativa del mundo, sino de transformar la realidad con los ojos bien abiertos. Saber ver hoy la presencia sufriente de Cristo en los enfermos mal atendidos, en los jóvenes desesperados y maltratados por las drogas, en los ancianos ante la soledad, en las familias destrozadas donde los niños viven las mayores consecuencias, los pobres de espíritu y los pobres materiales, que no tienen pan, agua, casa. Estando junto a estas innumerables cruces actuales, es donde el sábado por la noche podremos encontrar al Resucitado en la vigilia pascual.

CRISTO VIVE, CRISTO VIVE. Es el anuncio gozoso de la noche de Pascua: " ¿Porqué buscáis entre los muertos entre los muertos al que vive?". Jesús no es un mero recuerdo histórico, sino es una experiencia de fe. Es decir esta experiencia debe orientar nuestro comportamiento al hombre nuevo, que nace del bautismo, es vivir ahora como Cristo y comprometidos con su evangelio en la construcción del Reino de Dios que Él empezó.

Lo que sí es verdad que con este paso de la muerte a la vida, si queremos encontrar a Jesús no lo encontraremos en la tristeza, sino en la felicidad, el gozo y el disfrute de la vida y sobre todo en nuestro paso por esta vida, haciendo el bien a todos, como fue lo que hizo Nuestro Señor Jesucristo.

Pues bien, que estos días de Semana Santa, acudamos al encuentro con Jesús y con nuestros hermanos en la fe y que estas celebraciones litúrgicas a las cuales debemos asistir, si nos consideramos cristianos comprometidos nos ayuden a renovar nuestra vida para ser constructores de una nueva sociedad marca por la solidaridad, la libertad y el respeto a todos los derechos de los hombres y mujeres.


martes, 15 de abril de 2014

LA SALVACIÓN DEL CRISTIANO NO VIENE DEL SUFRIMIENTO DE LA CRUZ, SINO DE LA VIDA QUE NACE EN LA CRUZ.

Los cristianos hacemos de nuestra cuaresma y sobre todo de la Semana Santa, el mayor de los elogios triunfales del dolor, del tormento y del fracaso de la vida de Jesucristo en la Cruz.

Porque eso, y no otra cosa, es lo que hacemos cuando paseamos por nuestras calles, nuestras imágenes de amargura, soledad, tortura, agonía y muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Y todo ello curiosamente acompañado con el más lujoso de nuestros “pasos “. Dando así un verdadero culto al dolor y al sufrimiento de Jesús en su paso por este mundo, buscando con ello seguramente nuestro acercamiento más sincero a Dios Padre y a Jesús, de manera que se nos permita nuestra ansiada salvación.

Sin duda alguna, ningún trozo evangélico ha sido tan distorsionado en su mensaje a lo largo de nuestras enseñanzas, que la llamada de Jesús a “ tomar la cruz “.

He aquí la clave de mi meditación.

ES LA CRUZ SOLAMENTE PUNTO DE ENCUENTRO DE NUESTRA SALVACIÓN Y DE LA DEL MUNDO A TRAVÉS DEL SUFRIMIENTO Y EL DOLOR; O POR EL CONTRARIO EN LA CRUZ EMPIEZA PARA NOSOTROS UNA NUEVA VIDA DONDE PODEMOS ENCONTRAR NUESTRA SALVACIÓN A TRAVÉS TAMBIÉN DE NUESTRA FELICIDAD; ES DECIR ES LA CRUZ ENCUENTRO DE FELICIDAD PARA EL CRISTIANO O ES SOLAMENTE ENCUENTRO DE TRISTEZA, DOLOR Y SUFRIMIENTO.

LA SALVACIÓN DEL CRISTIANO NO VIENE DEL SUFRIMIENTO DE LA CRUZ, SINO DE LA VIDA QUE NACE EN LA CRUZ.

Cómo leeremos el viernes en la pasión de Jesús, cuando escuchemos que al morir Jesús, el templo del cielo se abrió en dos. Es decir, se rompió la vida vieja, para empezar una nueva vida.


lunes, 14 de abril de 2014

LOS CRUCIFIJOS EN LAS CALLES.

Durante esta semana santa nuestra religiosidad popular, procesionará una multitud de imágenes de Cristo crucificado, haciendo de ello, el mayor de los elogios triunfales del dolor, del tormento y del fracaso de la vida de Jesucristo en la Cruz.

Porque eso, y no otra cosa, es lo que hacemos cuando paseamos por nuestras calles, nuestras imágenes de amargura, soledad, tortura, agonía y muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Y todo ello curiosamente acompañado con el más lujoso de nuestros “pasos “. Dando así un verdadero culto al dolor y al sufrimiento de Jesús en su paso por este mundo, buscando con ello seguramente nuestro acercamiento más sincero a Dios Padre y a Jesús, de manera que se nos permita nuestra ansiada salvación.

Sin duda alguna, ningún trozo evangélico ha sido tan distorsionado en su mensaje a lo largo de nuestras enseñanzas, que la llamada de Jesús a “tomar la cruz “.

Cuando veamos esta semana a nuestros crucificados, recordemos que la cruz nos enseña que Dios es el primero que se ve afectado por el amor en libertad que él mismo nos ha dado. Nos descubre hasta dónde llega el pecado, pero al mismo tiempo nos descubre hasta donde llega el amor. La cruz de Cristo nos enseña que no se trata de cerrar los ojos a la realidad negativa del mundo, sino de transformar la realidad con los ojos bien abiertos. Saber ver hoy la presencia sufriente de Cristo en los enfermos mal atendidos, en los jóvenes desesperados y maltratados por las drogas, en los ancianos ante la soledad, en las familias destrozadas donde los niños viven las mayores consecuencias, los pobres de espíritu y los pobres materiales, que no tienen pan, agua, casa. Estando junto a estas innumerables cruces actuales, es donde el sábado por la noche podremos encontrar al Resucitado en la vigilia pascual.


domingo, 13 de abril de 2014

EVANGELIO DOMINGO 13 DE ABRIL DE 2104. MISA DEL DOMINGO DE RAMOS.

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 27, 1-2. 11-54 (Texto Breve)

¿Tú eres el rey de los judíos?

C. Después de ser arrestado, todos los Sumos Sacerdotes y ancianos del pueblo deliberaron sobre la manera de hacer ejecutar a Jesús. Después de haberlo atado, lo llevaron ante Pilato, el gobernador, y se lo entregaron. Jesús compareció ante el gobernador, y este le preguntó:

S. “¿Tú eres el rey de los judíos?”.

C. Él respondió:

+ “Tú lo dices”.

C. Al ser acusado por los sumos sacerdotes y los ancianos, no respondió nada. Pilato le dijo:

S. “¿No oyes todo lo que declaran contra ti?”.

C. Jesús no respondió a ninguna de sus preguntas, y esto dejó muy admirado al gobernador. En cada fiesta, el gobernador acostumbraba a poner en libertad a un preso, a elección del pueblo. Había entonces uno famoso, llamado Jesús Barrabás. Pilato preguntó al pueblo que estaba reunido:

S. “¿A quién quieren que ponga en libertad, a Jesús Barrabás o a Jesús, llamado el Mesías?”.

C. Él sabía bien que lo habían entregado por envidia. Mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó decir:

S. “No te mezcles en el asunto de ese justo, porque hoy, por su causa, tuve un sueño que me hizo sufrir mucho”.

C. Mientras tanto, los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la multitud que pidiera la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. Tomando de nuevo la palabra, el gobernador les preguntó:

S. “¿A cuál de los dos quieren que ponga en libertad?”.

C. Ellos respondieron:

S. “A Barrabás”.

C. Pilato continuó:

S. “¿Y qué haré con Jesús, llamado el Mesías?”.

C. Todos respondieron:

S. “¡Que sea crucificado!”.

C. Él insistió:

S. ”¿Qué mal ha hecho?”.

C. Pero ellos gritaban cada vez más fuerte:

S. “¡Que sea crucificado!”.

C. Al ver que no se llegaba a nada, sino que aumentaba el tumulto, Pilato hizo traer agua y se lavó las manos delante de la multitud, diciendo:

S. “Yo soy inocente de esta sangre. Es asunto de ustedes”.

C. Y todo el pueblo respondió:

S. “Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos”.

C. Entonces, Pilato puso en libertad a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó para que fuera crucificado.

Salud, rey de los judíos

C. Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron a toda la guardia alrededor de él. Entonces lo desvistieron y le pusieron un manto rojo. Luego tejieron una corona de espinas y la colocaron sobre su cabeza, pusieron una caña en su mano derecha y, doblando la rodilla delante de él, se burlaban, diciendo:

S. “Salud, rey de los judíos”.

C. Y escupiéndolo, le quitaron la caña y con ella le golpeaban la cabeza. Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron de nuevo sus vestiduras y lo llevaron a crucificar.

Fueron crucificados con él dos bandidos

C. Al salir, se encontraron con un hombre de Cirene, llama­do Simón, y lo obligaron a llevar la cruz. Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota, que significa “lugar del Cráneo”, le dieron de beber vino con hiel. Él lo probó, pero no quiso tomarlo. Después de crucificarlo, los soldados sortearon sus vestiduras y se las repartieron; y sentándose allí, se quedaron para custodiarlo. Co­locaron sobre su cabeza una inscripción con el motivo de su condena: “Este es Jesús, el rey de los judíos”. Al mismo tiempo, fueron crucificados con él dos bandidos, uno a su derecha y el otro a su izquierda.

Si eres Hijo de Dios, baja de la cruz

C. Los que pasaban, lo insultaban y, moviendo la cabeza, decían:

S. “Tú, que destruyes el Templo y en tres días lo vuelves a edificar, ¡sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!”.

C. De la misma manera, los sumos sacerdotes, junto con los escribas y los ancianos, se burlaban, diciendo:

S. “¡Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo! Es rey de Israel: que baje ahora de la cruz y creeremos en él. Ha confiado en Dios; que él lo libre ahora si lo ama, ya que él dijo: ‘Yo soy Hijo de Dios’”.

C. También lo insultaban los bandidos crucificados con él.

Elí, Elí, ¿lemá sabactaní?

C. Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, las tinieblas cubrieron toda la región. Hacia las tres de la tarde, Jesús exclamó en alta voz:

+ “Elí, Elí, lemá sabactaní”.

C. Que significa:

+ “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.

C. Algunos de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron:

S. “Está llamando a Elías”.

C. En seguida, uno de ellos corrió a tomar una esponja, la empapó en vinagre y, poniéndola en la punta de una caña, le dio de beber. Pero los otros le decían:

S. “Espera, veamos si Elías viene a salvarlo”.

C. Entonces Jesús, clamando otra vez con voz potente, entregó su espíritu.

(Silencio de adoración).

C. Inmediatamente, el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo, la tierra tembló, las rocas se partieron y las tumbas se abrieron. Muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron y, saliendo de las tumbas después que Jesús resucitó, entraron en la Ciudad santa y se aparecieron a mucha gente. El centurión y los hombres que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y todo lo que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron:

S. “¡Verdaderamente, este era Hijo de Dios!”.

COMENTARIO.-

La lectura de la pasión presenta una dificultad enorme, que consiste en esto: en el imperio romano, crucificar a un hombre era un acto “profano”, “humillante”, un “castigo para los esclavos obstinados en la insumisión y para los rebeldes políticos”(Josefo, Tácito; cf.M.Hengel). Por el contrario en el cristianismo, lo que allí sucedió se recuerda como un acto “sagardo”, “heroico”, “ejemplar”, “divino”. Es decir, lo que fue un “fracaso” y una “exclusión” total, hoy se lee y se predica como un “triunfo” y un “ejemplo” totalizador. Lo que produjo “repugnancia”, hoy se lee con la máxima “devoción” (Castillo).

Hay que tener en cuenta, que una reacción comprensible de los cristianos y de los evangelistas, al tener que relatar el horror que vivieron, fue recurrir a textos de la Biblia para explicar y justificar (de alguna manera) lo que allí se vivió. De ahí las frecuentes referencias en el sentido de decir: “Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura…..”(Castillo)

Desde estas perspectivas ¿Es posible entender la pasión y la cruz (como de hecho fue) un suceso que hoy se lee y se explica de una manera literalmente contradictoria?

Posiblemente, los cristianos tenemos que inventar formas completamente nuevas de recordar la pasión y la muerte de Jesús. Debemos de recordar más porque fue esa muerte, que la vivencia y el sufrimiento de dolor de esa muerte. No debemos vivir esa muerte desde lo sagrado, solemne, piadosa. Porque esa muerte no fue nada más que el proceso de la deshumanización del ser humano. Esa muerte, fue la clara consecuencia del abandono de la voz de Dios por el ser humano.

Si no, que debemos  hacerlo en manifestación de cercanía humana al dolor del mundo, a la marginación social, a la exclusión de los más extraviados, mediante actos que remedien algo lo mal que van las cosas. Pues esta es la realidad que tenemos hoy.

La cruz no fue el final de la humanización de Dios en Jesús, es y fue el principio de esa HUMANIZACIÓN DE DIOS EN EL HOMBRE. Cuando el hombre se ha desprendido de Dios, ha dejado de humanizarse y eso es lo que tenemos en esta sociedad que llamamos del conocimiento y de la información una GRAN DESHUMANIZACIÓN.


DIFUNDID EL EVANGELIO. PÁSALO. FELIZ SEMANA SANTA.