Gracias a Dios terminamos
este complicado año 2014. Lo terminamos algo cansado, pero con salud, felicidad
y ánimo para afrontar el gran reto del 2015.
Durante estos días he
recibido muchos emails felicitándonos mutuamente todos. Todos los recibidos se
concretan en lo siguiente:
¿Cómo será?, ¿qué espero yo
del nuevo año?, ¿qué deseo de verdad?, ¿qué es lo que necesito?, ¿a qué
dedicaré mi tiempo más precioso e importante?, ¿qué sería para mi algo
realmente nuevo y bueno en este año que hoy comienza?
¿Viviré de cualquier manera,
pasando de una ocupación a otra, sin saber exactamente qué quiero ni para qué
vivo, o aprenderé a distinguir lo importante y esencial de lo que es
secundario? ¿Viviré de forma rutinaria y aburrida, o aprenderé a vivir con
espíritu más creativo?
¿Seguiré este año alejándome
un poco más de Dios o empezaré a buscarlo con más confianza y sinceridad?
¿Seguiré un año más mudo ante él, sin abrir mis labios ni mi corazón, o brotará
por fin de mi alma maltrecha una invocación pequeña, humilde pero sincera?
¿Viviré también este año
preocupado sólo por mi bienestar o sabré preocuparme alguna vez de hacer
felices a los demás?, ¿a qué personas me acercaré?, ¿sembraré en ellas alegría,
o contagiaré desaliento y tristeza? Por donde yo pase, ¿será la vida más amable
y menos dura?
¿Será un año más, dedicado a
hacer cosas y más cosas, acumulando egoísmo, tensión y nerviosismo o tendré
tiempo para el silencio, el descanso, la oración y el encuentro con Dios?, ¿me
encerraré solo en mis problemas o viviré tratando de hacer un mundo más humano
y habitable?
¿Seguiré con indiferencia
las noticias que día a día me llegarán desde los países del hambre?,
¿contemplaré impasible los cuerpos destrozados de las gentes de Irak o los
ahogados de las pateras?, ¿seguiré mirando con frialdad a los que vienen hasta
nosotros buscando trabajo y pan? ¿Cuándo aprenderé a mirar a los que sufren con
corazón responsable y solidario?
Lo «nuevo» de este año no
nos vendrá de fuera. La novedad sólo puede brotar de nuestro interior. Este año
será nuevo si aprendo a creer de manera nueva y más confiada, si encuentro
gestos nuevos y más amables para convivir con los míos, si despierto en mi
corazón una compasión nueva hacia los que sufren.
Hemos dejado ya atrás un año
más y nos disponemos a comenzar un año nuevo, nace en estos momentos casi de
forma espontánea en nosotros la reflexión. Son momentos idóneos para realizar
un balance del pasado y proyectar también nuestra mirada hacia el porvenir.
El prólogo del evangelio de
Juan, leído últimamente, nos va a servir para la reflexión.
“En el principio ya existía
la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra
en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y
sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la palabra había vida, y la
vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tiniebla, y la tiniebla no
la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba juan: éste venía
como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a
la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La palabra era luz verdadera,
que alumbraba a todo hombre. Al mundo vino y en el mundo estaba; el mundo hizo
por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la
recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios,
si creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de
amor humano, sino de dios. Y la Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros,
y hemos contemplado su gloria: gloria propia del hijo único del Padre, lleno de
gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: " Éste es
de quien dije: el que viene detrás de mí, porque existía antes que yo".
Pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia: porque la ley se
dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de
Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno
del Padre, es quien lo ha dado a conocer”. Evangelio según San Juan 1, 1-18.
Al comenzar el año, este
texto magistral del evangelio de Juan nos plantea lo más profundo que
encontramos en el Evangelio. Todo se puede resumir en este planteamiento:
" Jesús representa, para todos los seres humanos, no sólo el proyecto de
establecer la "relación" del hombre con Dios, sino algo que es lo
decisivo y determinante, la "unión" de Dios con el ser humano. En el
ser humano, que fue Jesús, Dios se funde y se confunde con lo humano".(JM
Castillo).
"Por medio de la
Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho".
En esto consiste lo sorprendente del Evangelio, que recoge la vida, las
costumbres, las enseñanzas, las palabras y los hechos de Jesús. Y por lo tanto
recoge, lo que le gusta a Dios, cómo es Dios y lo que Dios quiere, espera y
promete a cada uno de nosotros.
Las preguntas que podemos
hacernos son muchas. Aumentaremos nuestro nivel de vida y nuestro confort
quizás, pero, ¿seguirá empequeñeciéndose nuestro corazón? Tendremos tiempo para
trabajar, para poseer, para disfrutar, ¿lo tendremos también para crecer como
personas?
Este año será semejante a
tantos otros. ¿Aprenderemos a distinguir lo esencial de lo accesorio, lo importante
de lo accidental y secundario? Tendremos tiempo para nuestras cosas, nuestros
amigos, nuestras relaciones sociales. ¿Tendremos tiempo para ser nosotros
mismos? ¿Tendremos tiempo para Dios?
Y sin embargo, ese Dios al
que arrinconamos día tras día entre tantas ocupaciones y distracciones es el
que sostiene nuestro tiempo y puede infundir a nuestra existencia una vida
nueva.
Lo «nuevo» de este año no
nos vendrá de fuera. La novedad sólo puede brotar de nuestro interior. Este año
será nuevo si aprendo a creer de manera nueva y más confiada, si encuentro
gestos nuevos y más amables para convivir con los míos, si despierto en mi
corazón una compasión nueva hacia los que sufren.
En la Palabra encontramos el
sentido de nuestra vida. Por eso, estamos obligados a DIFUNDID EL EVANGELIO.
FELIZ AÑO 2015 A TODOS.
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como siempre todos los sábados a las doce de la noche se publica el evangelio del domingo.
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