sábado, 26 de septiembre de 2015

EVANGELIO DOMINGO 27 DE SEPTIEMBRE 2015. 26ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO.

Evangelio según san Marcos 9, 38-43. 45. 47-48

En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús:
- «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros.»
Jesús respondió:
-«No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Y, además, el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.»

COMENTARIO.-

El evangelio nos deja muy claro que, Jesús no quiere entre sus discípulos gente cerrada, intolerante o intransigente. Y menos aún gente excluyente, que se considera con el monopolio de la verdad y del bien.

Jesús nos deja claro que todo el que hace el bien, todo el que libera a otras personas del sufrimiento, de opresiones, de abandono espiritual, esté en el grupo que este, sea de la religión que sea, y tenga las creencias que tenga, merece nuestro respeto, nuestra aceptación y nuestra más sincera acogida. Jesús no exigió al exorcista aquél que se uniera al grupo, en esta comunidad o en la otra…Lo único que importaba de verdad es si vamos por la vida haciendo el bien, liberando a la personas de sus sufrimientos y sus penas o, si por el contrario, vamos haciendo obstáculo y motivo de tropiezo para la felicidad de las personas, que eso es justamente lo que significa el “escándalo” en el lenguaje del Evangelio.

Hoy, deberíamos revisar los distintos grupos que componen nuestras comunidades parroquiales; pues muchos se consideran con el derecho a impedir a los demás o incluso marginarlos porque no son de su grupo ideológico. Ya que ellos se ven como los auténticos.

JESÚS FUE TOLERANTE CON TODOS LOS ESTILOS DE VIDA. HOY NOS HACE FALTA ESA TOLERANCIA EN NUESTRO ESTILO DE VIDA.


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LA TEOLOGÍA EVANGÉLICA DEL PAPA FRANCISCO EN SUS DISCURSO, ES LO QUE NOS MUEVE, NOS GUSTA, NOS INTERPELA.

Si su paso por Cuba, nos ha dejado un poco en la expectativa de este viaje; sin dudad alguna, en EEUU está lleno nuevamente de gozo los corazones de los millones de fan que el Papa Francisco tiene tanto católico, como no católico.


Y es que el discurso que el Papa Francisco pronuncio ante el Capitolio de Washington, dirigiéndose a los congresistas y dirigente de lo que hoy reconocemos como la primera potencia mundial, y los representantes de la ONU, no tuvo desperdicio alguno.


Francisco, fue derecho a los asuntos que más directamente afectan a la enorme mayoría de los habitantes de este planeta. Escucharon al Papa decir: "Si es verdad que la política debe servir a la persona humana, no puede ser esclava de la economía y de las finanzas", ante un Congreso en el que la mayoría de sus miembros son millonarios al servicio de los intereses turbios e inconfesables de los mercados. A esto sumamos la condena inapelable del tráfico de armamentos, de las guerras, el pronunciamiento en contra de la pena de muerte, y la solidaridad con los pobres de este mundo.


Llegado a este punto, yo me pregunto ¿Por qué nos llama tanto la atención los mensajes del Papa?, cuando el Papa lo único que hace es hacer una teología narrativa de las actuaciones del personaje principal de los evangelios, Jesús de Nazaret; o es que acaso, Jesús no hubiera dicho lo mismo o más.


El papa Francisco no se cansa de repetir que tenemos que recuperar el Evangelio, que tenemos que leerlo, meditarlo, entenderlo, llevarlo en el bolsillo. Si no hacemos esto, y si esto no se hace vida en nosotros, caemos sin más remedio en el cristianismo de la religiosidad, la sacramentalidad, en definitiva de la mentira y el engaño.


Por eso, Francisco llega, nos gusta, nos interpela, porque no se queda en la especulación de los tratados teológicos de pensamientos académicos, sino que el Papa lleva consigo, incorporado en su vida, las enseñanzas y la "memoria peligrosa y subversiva" de Jesús (J.B. Metz).


Por eso, los mensajes del Papa llega y nos gustan, porque es la realidad del evangelio cuando a los poderosos les recuerda que no se puede soportar que unos pocos naden en todas las abundancias, al tiempo que la inmensa mayoría de la humanidad se ahoga, se muere, entre gritos de desesperación. Esto es construir el Reino de Dios y su justicia en la tierra.


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sábado, 19 de septiembre de 2015

EVANGELIO DOMINGO 20 DE SEPTIEMBRE 2015. 25ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Evangelio según san Marcos 9, 30-37.

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: - «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.»  Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: - «¿De qué discutíais por el camino?». Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: - «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.»
Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: - «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»

COMENTARIO.-

El Evangelio de este domingo, comienza recordándonos, lo que Jesús previa que le iba a pasar. Pues Él, sabía muy bien que, su mensaje del Reino, chocaba con el estilo de vida de la gente de su época y especialmente con los poderes religiosos. Pero a los discípulos, les daba miedo preguntar a Jesús, por esta cuestión.

Esto nos puede hacer a pensar, si nuestro mensaje y estilo de vida, también choca con el entorno que nos rodea. Posiblemente, también nos pase como a los discípulos de Jesús que nos de miedo preguntarnos a nosotros mismos y a Jesús, si nuestra vida va en consonancia con el Evangelio, de ser servidores de los últimos siendo nosotros de los últimos. Y es que, a lo mejor nos da miedo preguntarnos, porque posiblemente también queremos ser los primeros, como pensaban los discípulos de Jesús.

El texto refleja, la condición plenamente humana de ser los mejores y los primeros, los más importantes. El problema está, cuando uno quiere ser el primero, el más grande, el más importante; pero solo para su servicio y sus intereses y el dominio de los demás. Y no ser consciente de que, los dones que Dios te ha dado para ser el primero, el más grande y el más importante; es para que tú seas un servidor más en la construcción del Reino de Dios.

Este problema ha estado siempre presente en la Iglesia. Los cristianos debemos aceptar la estructura apostólica y jerárquica de la Iglesia universal, como de las Iglesias diocesanas y locales. Teniendo muy claro que, antes que cualquier estructura, está la voluntad de Jesús y por lo tanto la nuestra de reformar la religión, en el momento que está no coincide con su verdadero mensaje, recogido por la tradición de los evangelios, aunque esto posiblemente nos lleve como a Jesús, a ser crucificado.


NO TE DE MIEDO PREGUNTAR A JESÚS, SU RESPUESTA SERÁ TU SERVICIO A LOS DEMÁS

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DAR LA COMUNIÓN A LOS DIVORCIADOS Y VUELTO A CASAR.

No habían pasado ni 48 horas desde que fueron publicados, el 8 de septiembre, los motu proprio Mitis Iudex Dominus Iesus (dedicado a la comunidad latina) y Mitis et misericors Iesus (dedicado a las Iglesias orientales), cuando empezó a circular por la Curia un informe detallado que critica los supuestos atropellos cometidos por Jorge Mario Bergoglio en el primero de estos documentos magisteriales, en los que simplifica los procesos de nulidad matrimonial y pide la gratuidad de los mismos. Según ha podido saber Vida Nueva, un sector de la Santa Sede lo llama "la ley del divorcio católico" y lo califica de "muy preocupante". El sector de la Curia refractario a Francisco considera que la forma en que ha sacado adelante los motu proprio contradice su apuesta por la colegialidad. Los críticos aseguran que no ha respetado la voluntad del Sínodo

La prohibición de la comunión eucarística a los católicos divorciados y vueltos a casar, formó parte de uno de los debates del Sínodo de las Familias que se celebró de forma extraordinaria en Roma.

Ante este nuevo revuelo en esta cuestión, quiero hacer mi reflexión de hoy, reflexión que ya ha quedado varias veces expresada en este blog.

Lo primero que deberíamos preguntarnos, es de donde nace el problema.

Lógico es pensar, que el problema, está en dos pilares desde mi punto de vista. Uno de ello y principal, es el arrastre de unos pensamientos e ideas fijadas de otros tiempos. Y el otro, es la lectura de los evangelios desde un punto de vista literal, olvidándonos que los evangelios, fueron escritos en un contexto donde los estatus del hombre y la mujer, son muy distinto a lo de nuestros tiempos.

Recordando el comienzo del evangelio de Marcos, el cual empezaba diciendo: " Comienzo del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios". Que nos quiere decir Marcos, que el comienzo, el punto de partida, para conocer a Jesús es el "Evangelio", que significa literalmente "Buena Noticia". Ósea, que el evangelio nos debe de abrir a una nueva noticia, a una nueva esperanza, a una nueva fraternidad, a un nuevo encuentro con Cristo y nuestros hermanos, lógicamente en los tiempos en que vivimos. Es decir, que la lectura de los evangelios, nos deben de ayudar a encontrar nuestro camino de salvación en nuestros momentos y no en tiempos y circunstancias pasadas. El no hacerlo así, es posiblemente no encontrar nuestra felicidad y lógicamente no encontrar la felicidad de los demás. Y consecuencia de todo esto, es no encontrar a Dios, porque a Dios lo encontraremos en nuestra felicidad y en la felicidad de los demás.

Digo todo esto, porque posiblemente realicemos una lectura algo literal y fundamentalista de los pasajes evangélicos que tratan el tema del divorcio.

Vamos para ello a coger el evangelio de Marcos, que es el primero que se escribe y el más cercano por tanto a la tradición de Jesús, y que a la vez sirvió de apoyo a los demás evangelistas, vamos a realizar una reflexión sobre él.

En aquel tiempo se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús para ponerlo a prueba: - ¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?
Él les replicó: - ¿Qué os ha mandado Moisés?
Contestaron: - Moisés permitió divorciarse dándole a la mujer un acta de repudio.
Jesús les dijo: - Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación, Dios los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.
Él les dijo: - Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.
Le presentaron unos niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: - Dejad que los niños se acerquen a mí; no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él. (Marcos 10, 2-16).

Es curioso, como Jesús empieza a explicar, "Por vuestra terquedad...". Si dejamos esa terquedad atrás posiblemente podremos encontrar la buena noticia del evangelio a nuestro tiempo.

Jesús comienza recordando, que al principio de la creación, Dios los creó hombre y mujer. Es decir, los creo de la misma carne, los creo iguales en todas las condiciones. Y esta igualdad debe permanecer por siempre y no debe de ser destruida, negada, despreciada por ningún hombre o mujer. Está igualdad que nace de Dios, el hombre no la puede separar. Recordemos, que en tiempo en que Jesús pronuncia estas palabras, la mujer no tenía ningún derecho, ni libertades e igualdades con respecto al hombre. Por eso Jesús, les deja dicho, que la verdadera unión entre el hombre y la mujer debe de nacer desde la igualdad, desde los mismos derechos y libertades. Desde que esto no es así, la unión no es perfecta. Por eso los discípulos al llegar a casa volvieron a preguntarle: "Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio". Posiblemente volvieron a preguntar, porque su mentalidad de la época, no le permitía comprender que la mujer tenía que ser igual al hombre en todo. Es decir, que cuando la separación no se realiza desde la igualdad, comprensión, compasión, respeto y misericordia, sino que, por el contrario se lleva desde la humillación, desprecio, hundimiento del otro, se está actuando fuera de la ley de Dios.

No trato de poner en discusión la visión cristiana del matrimonio, lo que intento es pensar: ¿qué actitud debemos de adoptar ante tantos hombres y mujeres, muchas veces amigos y familiares nuestros, que han roto su unión matrimonial y viven en la actualidad otra unión, que no está bien considerada por la Iglesia?

Debemos de recordar que los divorciados que se han vuelto casar civilmente siguen siendo miembros de la Iglesia. No están excomulgados; no han sido expulsados de la Iglesia. Luego si esto es así, no tiene sentido participar en una comunidad eclesial, que no deja sentarte a la mesa compartida de Cristo. Mesa compartida, que es el pleno encuentro de la comunidad.


Por eso, les digo a todos los divorciados que, cuando nosotros no os comprendemos, Dios Padre seguro que os comprende y os habla en la voz de vuestra conciencia desde su infinita misericordia, amor, comprensión y compasión. Desde vuestra conciencia, estáis llamados a sentaros o no, en la mesa compartida del amor de Cristo.

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sábado, 12 de septiembre de 2015

EVANGELIO DOMINGO 13 DE SEPTIEMBRE 2015. 24 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Evangelio según san Marcos 8, 27-35.

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesárea de Felipe; por el camino, preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Ellos le contestaron: «Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?». Pedro le contestó: «Tú eres el Mesías.» Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días.» Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!» Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.».

COMENTARIO.-

El Evangelio de este domingo, comienza con un interrogante que Jesús planteo a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que soy yo?”. Este mismo interrogante nos hace Jesús hoy a nosotros también, como discípulos de Él:” ¿Quién dice la gente que soy yo?” ¿Qué dice la gente hoy en día de Jesús? ¿Qué decimos los creyentes, los miembros de la Iglesia de Jesús? ¿Qué hablamos de Jesús? ¿Dónde hablamos de Jesús?

“¿Quién dice la gente que soy yo?” Y digo que, esta pregunta es muy interesante, porque normalmente estamos todos muy preocupados en nuestras comunidades, porque vemos como baja el número de personas que acuden a ella. Vemos como los jóvenes cada vez más se alejan del conocimiento de Jesús y por su puesto de la Iglesia. ¿Cuántos años llevamos quejándonos de las faltas de vocaciones, de la ausencia de los creyentes en Jesús de la Iglesia, de los templos vacíos, etc...? De aquí, que sería muy importante tener en cuenta si posiblemente las personas no se plantean el acercamiento a Jesús, porque nosotros hemos presentado a un Jesús con la cruz del dolor y el sufrimiento. De forma que el que quiera salvarse tiene que cargar con su cruz que debe ser la cruz de Jesús. Con ello, hemos dado a entender muchísimas veces que para salvarse el único medio es el sufrimiento y el dolor.

Por eso, para empezar, Coger la cruz de Cristo, no es mortificarse, vivir en la tristeza y en el dolor. Coger la cruz de Cristo es ser RESPONSABLE CON LA REALIDAD QUE NOS RODEA Y ACTUALIZAR SU MENSAJE A LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS. Dios no quiere que nosotros, ni nadie sufra para salvarse. Lo que Dios quiere es que sigamos a Jesús, que hagamos lo que hizo Jesús: aliviar el sufrimiento de pobres y enfermos aunque para eso tuviera que enfrentarse con la religión. DIOS NO QUIERE MÁS SUFRIMIENTO QUE EL QUE NOS VIENE POR CAUSA DE NUESTRA LUCHA CONTRA EL SUFRIMIENTO. En eso consistió la cruz de Jesús. Y en eso tiene que consistir la nuestra.

Jesús, al invitarnos a coger su cruz, nos está llamando a ver y oír la realidad que nos rodea. Estamos viviendo un cambio sociocultural sin precedentes. ¿Es posible contagiar la fe en este mundo nuevo que está naciendo, sin conocerlo bien y sin comprenderlo desde dentro? ¿Es posible facilitar el acceso al Evangelio ignorando el pensamiento, los sentimientos y el lenguaje de los hombres y mujeres de nuestro tiempo? ¿No es un error responder a los retos de hoy con estrategias de ayer?

Sería una temeridad en estos momentos actuar de manera inconsciente y ciega. Nos expondríamos al fracaso, la frustración y hasta el ridículo. Y es aquí posiblemente, donde radique todo el problema, porque ¿Sigue siendo Jesús para nosotros el Mesías?

Si nosotros, no estamos convencido de ello, lógicamente, no podemos convencer a nadie, pues seguir a Jesús, es estar al lado de los últimos de este mundo; y esto no se consigue con palabras, si no con hechos.

QUE JESÚS SEA LA CRUZ DE NUESTRA FELICIDAD.



MIGRACIONES

Traigo aquí la siguiente reflexión del Teólogo José Ignacio González Faus.

Quien mal anda, mal acaba. Quien siembra vientos recoge tempestades… Multitud de refranes recogen esta sabiduría elemental, olvidada por nosotros: las cosas hechas inicuamente, pueden aportar ventajas a corto plazo, pero suelen traer calamidades a largo plazo. Desde la monarquía bíblica hasta la drogodependencia encontramos esa misma lección: Israel rechazó la voluntad divina de ser un pueblo sencillo e igualitario sin rey; en poco tiempo creció hasta convertirse en un pequeño imperio pero, a la larga, acabó en manos de monarcas corruptos, se escindió como nación y terminó exiliado fuera de su tierra.

El pueblo del Antiguo Testamento, desde su mentalidad primitiva, leía esos desastres como “castigos de Dios” lo cual le servía al menos para intentar arrepentirse. Nosotros, que nos creemos más ilustrados, rechazamos con razón eso de los castigos de Dios, pero hemos olvidado que con frecuencia hay una némesis inmanente en la misma naturaleza de las cosas.

Y así nos va: porque algo de lo anterior está ocurriendo en nuestro mundo “desarrollado”, con el fenómeno migratorio. Se ha convertido en problema insoluble: porque ni nosotros podemos dar acogida simultánea a millones de inmigrantes, ni ellos pueden dejar de emigrar dado lo que son sus condiciones de vida y lo que son las nuestras.

Pero, si miramos atrás, deberemos reconocer que se ha llegado a este callejón sin salida porque nuestro desarrollo fue, en buena parte, a costa de ellos. Sin el oro de América, sin el tráfico de esclavos, sin los imperios coloniales, sin el reparto de África entre los europeos a lo largo del s. XIX…, sin tantas necesidades humanas convertidas en ocasión de enriquecimiento y no de ayuda, no tendríamos hoy ese “desarrollo” del que tanto presumimos, y que justificamos apelando a nuestra superioridad y a su “pereza”.

Esa justificación puede tener algo de verdad: pues en ningún sitio está dicho que el ladrón, además de ladrón, no pueda ser audaz e inteligente: sólo en las películas del Oeste el bueno es siempre el que dispara más rápido (pero ya sabemos que los westerns suelen ser tan buenos cinematográficamente como inicuos moralmente). No obstante, esas buenas cualidades nuestras no lo explican todo: Inglaterra tranquilizó su conciencia creando una “commonwealth” que, en realidad, era una “britishwealth”; España justificó el expolio de media América como una “noble gesta evangelizadora” (sin reconocer que los verdaderos evangelizadores fueron precisamente el grupo de obispos y religiosos seguidores de Las Casas y enemigos de la conquista); Estados Unidos se anexionó medio México porque era intolerable que tierras tan ricas estuvieran en manos de los perezosos mexicanos.

Y hoy ¿no convendría cambiar el anagrama de la Unión Europea (UE) por un DE? Aludiríamos así tanto a la actual Dictadura Europea como a Deutschland. Ya dijo un maestro de Schaüble (A. Rustow) que “la igualdad es un ideal falso y erróneo; y la fraternidad, parcial e insuficiente porque ignora la relación de superioridad entre padres e hijos”. Eso permite tildar de perezosos e irresponsables a los griegos, ignorando que “los griegos trabajan un 50% más que los holandeses y un 40% más que los alemanes” (Ha-Joon Chang en El País.Ideas del 2 de agosto), y que más irresponsable que endeudarse temerariamente es prestar a quienes sabes seguro que no podrán devolver. Y la guinda en este pastel de mugre primermundista: Gran Bretaña, tras negarse a colaborar con la UE para ayudar a Italia en su problema migratorio, ¡pide ayuda a Bélgica cuando se ha visto con un problema similar!…

“Dios ama al inmigrante dándole sustento y vestido” (Deut 10,18) dice la Biblia. Si fuéramos mínimamente coherentes, el Occidente llamado cristiano debería organizar una larga liturgia penitencial con un firme propósito de enmienda que no consistiera sólo en repartirse cuotas de inmigrantes, sino en inversiones en los lugares de origen, que cubrieran gastos para subsistir, creando puestos de trabajo y desarrollo, pero sin aportarnos beneficios. Y aun esto, sólo sería solución a medio y largo plazo.

El problema se agrava además porque buena parte de la inmigración que nos suplica desesperadamente ya no emigra por razones económicas sino por razones políticas que son, en parte, resultados de nuestras desastrosas políticas en Oriente Medio. La espantosa política norteamericana, pactando con la extrema derecha islámica para evitar socialismos en Afganistán y demás (¿recuerdan al señor Jeb Bush prometiéndole a España “beneficios incalculables” si apoyaba el terrorismo norteamericano en Irak?), hizo que una parte de esa extrema derecha, con Bin Laden y el EI, se volviera contra EEUU: si “el que se acuesta con niños, meadito se levanta”, no nos extrañará que el que se acuesta con enemigos mortales se despierte apuñalado. Con ello el problema, además de económico, se convierte para nosotros en identitario: porque tememos no poder asimilar de golpe tantas gentes y tan diversas. Entonces, la derecha se convierte a la justicia social para los de dentro, como modo de enfrentarlos con los de fuera. Al “nos quitan puestos de trabajo” se suma el “no nos dejan ser nosotros”. Y dinero e identidad son las dos mayores fuentes de ceguera y violencia.

Y la cosa no acaba aquí porque los entendidos pronostican una tercera ola migratoria, debida a que el cambio climático afectará sobre todo a los países del sur... Parece pues que “aquellos polvos trajeron estos lodos”. Ahora sólo tenemos dos caminos: seguir enlodándonos hasta inspirar repugnancia, o darnos una buena ducha de esa austeridad que tanto hemos impuesto a los más pobres. Si no, seguirán valiendo de nosotros estas palabras que se escribieron de la oscura edad media: “tal vez los bárbaros imperen siempre. Acaso la codicia supere siempre a la prudencia en los consejos de los poderosos. Es posible que el miedo domine siempre sobre la compasión en la mente de un hombre con una espada en la mano”… (Ken Follet, Los pilares de la tierra).

José Ignacio González Faus.



sábado, 5 de septiembre de 2015

EVANGELIO DOMINGO 6 DE SEPTIEMBRE 2015. 23ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO.

Evangelio según San Marcos (7, 31-37).


En aquel tiempo, salió Jesús de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la región de Decápolis. Le llevaron entonces a un hombre sordo y tartamudo, y le suplicaban que le impusiera las manos. El lo apartó a un lado de la gente, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Después, mirando al cielo, suspiró y le dijo:
“¡Effetá!” (que quiere decir “¡Abrete!”). Al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y empezó a hablar sin dificultad.
El les mandó que no lo dijeran a nadie; pero cuanto más se lo mandaba, ellos con más insistencia lo proclamaban; y todos estaban asombrados y decían: “¡Qué bien lo hace todo! Hace oír a los sordos y hablar a los mudos”.

COMENTARIO.-

Debemos de recordar que, los evangelios se escriben para testimoniar la experiencia viva de los primeros seguidores de Jesús; por eso quizás lo menos importante de su narración sea los acontecimientos milagrosos. Lo que debemos de buscar es más la experiencia humana que esos primeros seguidores de Jesús, hacen para tener fe en Jesús y poder continuar su camino.

Como todos sabemos el evangelio de Marcos fue el primero que se escribió, sobre los años 40. Un tiempo, posiblemente suficiente para que los miembros de esa comunidad, fueran haciéndose sordo y mudo ante las experiencias de Jesús. Por eso, el evangelista utiliza posiblemente el encuentro que Jesús tuvo con un sordomudo, para volver a despertar el interés de la comunidad en Jesús. “¡Effetá!” (que quiere decir “¡Abrete!”), la comunidad de Marcos tenía que abrirse a su realidad a su mundo para poder encontrar nuevamente a Jesús.

Posiblemente, también nosotros, nos hemos olvidado de escuchar y proclamar la experiencia viva de Jesús en nosotros. Posiblemente estamos sordos y por lo tanto mudos. Posiblemente debemos escuchar también nosotros esa palabra de Jesús: “¡Effetá!” (que quiere decir “¡Abrete!”),

En estos momentos difíciles que vivimos, muchas personas esperan la voz y el oído de la Iglesia que se llama seguidora de Jesús.

TU FE CONSISTE, EN ABRIR TU CORAZÓN A LA CONFIA Y LA FIDELIDAD EN JESÚS. PÁSALO.


SOMOS SORDO Y MUNDOS A NUESTRA FE

Cada día que pasa, podemos observar como a nuestro alrededor, tenemos a las personas hecha un lío con esto de la fe. Y como, cada día se hace más difícil la fe. Y, lógicamente el problema viene cuando no sabemos distinguir o tener claro en “lo que se cree” y “en quién se cree”; porque lógicamente no es lo mismo.

“Lo que se cree” es las cuestiones referidas a la religión, dogmas, normas, mandamientos, etc.

“En quien se cree”, se refiere a alguien. En nuestro caso a Jesús y al Dios de Jesús.

Por todo esto se debe de comprender que, los evangelios recojan la fe como la confianza y la fidelidad de los seguidores de Jesús. Recogen, por tanto, la actitud de aquellas personas que veían en la forma de vida de Jesús, la forma de vida que ellos debían de llevar también.

Posiblemente aquí puede que radique, desde mi punto de vista los problemas que las gentes tienen hoy sobre la fe. Y es que, hemos abandonado principalmente las experiencias evangélicas, el estilo de vida que Jesús nos marcó; para dejarnos llevar por los dogmas y nomas religiosas. Consecuencia de todo esto, que nos hemos quedado sordos y mudos con el personaje del evangelio del próximo domingo.

Y algo de esto está pasando en nuestra Iglesia en estos tiempos de crisis económica, social y religiosa. Le falta escuchar la palabra que, Jesús pronuncio: “Effeta”, es decir “Ábrete”. Necesitamos abrirnos al mundo y comprender al mundo, escuchar y hablar al mundo, pero siguiendo el estilo de vida de Jesús, los evangelios. De esta manera profundizaremos en la FE.

El próximo martes día 8, festividad de la natividad de María, nos puede servir también, para encontrar la ejemplaridad que comienza en María con su gran experiencia de Dios. El Dios de María es, ante todo, un Dios misericordioso, bondadoso, cercano. No es el Dios lejano, terrible, amenazante, que muchos israelitas tenían en sus sentimientos religiosos; y que muchos de nuestros contemporáneos continúan teniendo. Por eso, el evangelio de esta festividad, termina diciendo que María le pondría a su hijo el nombre de " Enmanuel ", que significa " Dios con Nosotros ". O sea, que en Jesús sabemos cómo es Dios y conocemos a Dios. Por lo que tenemos que aceptar que de Dios podemos conocer y conocemos, lo que de Él se nos reveló en la humanidad de Jesús. Por eso, decimos que Jesús es el Hijo de Dios. Y María, es la Madre de Dios.