Continuando, en el tema de las vocaciones, yo pienso, que la escasez es motivada por la no existencia de comunidades. Me explico, en el primer milenio de la Iglesia la vocación se entendía como una llamada de la comunidad. Es decir, la comunidad elegía a una persona de ella, a la cual consideraba idónea para el ministerio. Aquí la única objeción, era que no quisiera ser ministro por que no se veía con cualidades. Claro donde esté, el problema hoy en día. Está en que entendemos la vocación como una llamada de Dios y no como una llamada de la comunidad. El sacerdocio, no es una carrera, ni el primer perdaño, para ser importante en la Iglesia. El sacerdocio, es y debe ser un servicio a la Iglesia, ya que la Iglesia debe de ser de todos y no solo del clero.
Creo también, que se debería, fomentar todas las vocaciones ministeriales, entre ellas la del diaconado permanente. Un ministerio, que puede ser de gran ayuda en las parroquias, ante la escasez de párrocos. Además, de ir abriendo pasó a otro posible estado del ministerio prebisterial.
Pues no debemos de olvidar, que de esta forma o de otra forma, la misión nuestra como testigos de Jesucristo, es la de continuar lo que él inició, CONSTRUIR EL REINO DE DIOS EN LA TIERRA.
jueves, 14 de julio de 2011
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