sábado, 30 de abril de 2011

EVANGELIO DOMINGO 1 DE MAYO. SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA.

Evangelio según San Juan 20,19-31

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: " Paza a vosotros ". Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: " Paz a vosotros . Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo ". Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: " Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados, a quienes se los retengáis les quedan retenidos ". Tomás, uno de los doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: " Hemos visto al señor ". Pero él les contestó: " Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo ". A los ocho días, estaban otra vez los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: " Paz a vosotros ". Luego dijo a Tomás: " Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente ". Contestó Tomás: " ¡ Señor mío y Dios mío ! " Jesús le dijo: " ¿ Por que me has visto has creído ? Dichosos lo que crean sin haber visto ".
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre ".

COMENTARIO.-

Para comprender el evangelio de este 2º Domingo de Pascua, debemos tener en cuenta la teología de Juan, que está basada ya en la experiencia de fe en Cristo Resucitado. Además en este texto, podemos observar como para Juan y su comunidad, la Pascua de Resurrección y Pentecostés acontecen en el mismo día en que Jesús Resucito; no ocurriendo lo mismo en el evangelista Lucas, que descubre Pentecostés a los cincuenta días de la Resurrección.

Pero que nos enseña este evangelio. Que Jesús no es un mero recuerdo histórico, si no una experiencia de fe. Una experiencia de fe que tiene que estar presente en la comunidad, en el grupo de creyentes, en la Iglesia. Pero una experiencia comunitaria que tiene que nacer primeramente en nosotros de una forma individual, como Tomás. Por eso el evangelio consta de dos partes.

La primera la experiencia del Resucitado en la comunidad. Jesús se coloca en medio y dice: " Paz a vosotros ". Una experiencia de fe que se demuestra en la vida; por eso tenemos que buscar a Jesús en la vida. Y buscar a Jesús en la vida, es encontrarlo en medio de nosotros y estando en medio de nosotros es cuando existe la Paz en nosotros. Cuando Jesús no está en el centro se pierde el mensaje y la apertura del Espíritu. Por eso, si no existe la Paz en nosotros, es en la comunidad donde también recibimos el perdón.

En la segunda parte, el evangelista nos descubre la experiencia indivual que cada uno debemos de tener, para llevarla acabo en la comunidad, en la figura de Tomás, con el diálogo de Jesús y Tomás. Tomás había vivido con el Jesús histórico, es decir conocía todo el mensaje de Jesús , sus prodigios y su dolor. Y conociendo todo eso, no creía que Jesús estuviera presente. A los ocho días - dice el evangelio - Jesús le dice: " No seas incrédulo, sino creyente " y Tomás le contesta: " ¡ Señor mío y Dios mío ! ".

También han transcurrido ocho días para nosotros desde la Pascua de Resurrección, estamos nosotros como Tomás resistiéndonos a creer. Necesitamos nosotros palpar también las heridas de Jesús, para creer. Pues, palpar las llagas de Jesús después de la muerte es palpar la humanidad de Jesús en los que sufren y en los necesitados de este mundo.

Para creer que Dios se ha fundido con lo humano no basta palpar la " encarnación ". Además de eso, hay que palpar también la " resurrección ".

FELIZ DIA DEL SEÑOR.

DIFUNDID EL EVANGELIO. PÁSALO.

viernes, 29 de abril de 2011

BEATIFICACION DE JUAN PABLO II SI, PERO DE MONSEÑOR ROMERO TAMBIÉN.

Beatificar a una persona no significa decir que jamás pecó o nunca hizo nada malo, sino que su ejemplo de vida es válido para los creyentes.

Desde este pensamiento, la Iglesia continua con su política de beatificaciones, posiblemente pensando que la realización de estas beatificaciones pueden llevar a una imagen de mayor compromiso social de ella, a través de sus santificados.

El próximo domingo 1 de Mayo se llevará a cabo en la Ciudad del Vaticano la beatificación de Juan Pablo II. Beatificación que tendrá lugar a los seis años de su muerte.
No dudo de que el Papa Juan Pablo II sea digno de subir a los altares, pero discrepo de la inmediatez del proceso, y quedan en mí, márgenes de dudas ante determinadas actuaciones...

Pero el pasado 24 de Marzo, se cumplieron 31 años que el arzobispo de San Salvador, Mons. Oscar A. Romero, fue asesinado, mientras celebraba la eucaristía en la capilla del hospital para enfermos terminales donde él mismo vivía. Un tirador profesional le puso la bala mortal en el corazón. Su cuerpo ensangrentado cayó sobre el altar en el momento del ofertorio.
A Mons. Romero no lo mataron por comunista. Ni por meterse en política. A Mons. Romero lo mataron porque se puso de parte de un pueblo machacado por la ambición de 12 familias, que eran los dueños de todo aquel país, El Salvador.

Han pasado 31 años. En estos años, han subido a los altares cientos y cientos de santos y beatos. El arzobispo Romero sigue esperando en la cripta de la catedral de San Salvador, que en Roma se acuerden de él. Esto da que pensar.

Pero no importa, por que los pobres lo han subido al alta.

Pero lo más importante no es que Roma lo canonice, ni que sus ex-compañeros en el episcopado lo propongan. Sino que Roma y sus ex-compañeros en el episcopado, aprendan lo que representa y exige la libertad al servicio de la misericordia.

martes, 26 de abril de 2011

ANÁLISIS Y RESUMEN DE LA SEMANA SANTA

Transcurrida la semana santa, es frecuente, escuchar voces de la jerarquía eclesial y de ciertos grupos laicales sobre la poca asistencia de los fieles a los oficios del triduo sacro y especialmente a la celebración más importante para un cristiano, que debe ser la vigilia pascual.

Lógicamente, salen a relucir los comentarios clásicos de que todo es motivado por una sociedad; que tiene un verdadero abandono de Dios, de las campañas de destrucción de lo religioso y en contra de la Iglesia por parte del gobierno, etc.... Y posiblemente, todo esto influya. Pero lo que si creo, que es incomprensible, es que en parroquias donde tenemos dos o tres hermandades de penitencia y algunas de gloria; que a la hora de realizar sus desfiles procesionales pueden congregar a unos 300 hermanos y que después ni las juntas de gobiernos de esas hermandades participan en los oficios del triduo sacro y ni decir en las celebraciones dominicales de todo el año.

Yo creo, que no estaría mal, que la Iglesia - que somos todos los bautizados en Cristo - con una gran humildad, realizará un examen de conciencia interior de ella misma. Por qué, siempre tendemos a buscar los problemas en el exterior, cuando a lo mejor pueden estar más en el interior, que en el exterior.

Pues una Iglesia formada por cristianos que se relaciona con un Jesús mal conocido, confesado solo de manera abstracta, un Jesús mudo del que no se escucha nada de interés para el mundo de hoy, de un Jesús apagado que no seduce, que no llama y toca los corazones..., es una Iglesia que corre el riesgo de irse apagando, envejeciendo y olvidando.

Ante esto, sale también el clásico tema de la falta de formación religiosa en todos los niveles. Y es verdad; pero aquí también podemos caer en un grave error, y es creernos que la formación consiste en tratar de iniciar la fe o alimentarla, dando primacía a la exposición doctrinal, explicada casi siempre en claves pre-modernas.

Cuando a mi juicio, lo que debemos es de dar relevancia a la experiencia fundante que vivieron junto a Jesús los primeros discípulos, y, sobre todo, a la enseñanza de su estilo de vida. Es decir, como diría el teólogo Jose A. Págola: "poner el Evangelio, en contacto con las preguntas, miedos, sufrimientos, aspiraciones y gozo de los tiempos que nos han tocado vivir. Hemos de despedir lo que ya no evangeliza y no abre caminos al Reino de Dios, para estar más atentos a lo que nace y abre hoy con más facilidad los corazones a la Buena Noticia. "

Desde mi punto de vista, creo que debemos dedicar hoy en día más tiempo a la escucha del evangelio, a la oración y a la apertura de nuevos carismas, que nos permitan comunicar hoy la experiencia de JESÚS RESUCITADO.

No tomen, esto como una crítica; si no como un amor a la Iglesia, en la cual todos hemos encontrado nuestra fe y en la cual todos maduramos dicha fe. Es por que si ella nos da tanto, nosotros pensemos en ella, para ayudarla.

domingo, 24 de abril de 2011

EVANGELIO DOMINGO 24 DE ABRIL. DOMINGO DE PASCUA DE RESURRECCIÓN.

Evangelio según San Juan 20, 1-9

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien quería Jesús, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos donde lo han puesto". Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que El había de resucitar de entre los muertos.

COMENTARIO.-

Ruego leer el comentario anterior a este, el de la vigilia pascual, para poder entender este comentario algo mejor.

Los especialistas en el estudio de los evangelios, nos dicen que en los evangelios de Marcos y Mateo sitúan las apariciones de Jesús después de su resurrección en Galilea, mientras que Lucas las pone en Jerusalén. En Marcos Jesús se apareció a las mujeres, y éstas tenían miedo, en Mateo y Lucas se alegran y van a contarlo a los discípulos.

Lo que interesa, al leer estos relatos de las apariciones, es caer en la cuenta que Jesús no está en el sepulcro. Es decir, Jesús no está en el sitio de la muerte.

Por eso Juan en su relato no destaca la resurrección como un acontecimiento de grupo, sino como un acontecimiento individual. Por ello en su evangelio no habla del grupo de mujeres que acuden al sepulcro, ni del deliro de los onces y los demás, como recogen los otros evangelistas. Si no destaca la experiencia individual de María Magdalena que vio, aún cuando estaba oscuro. Y la del discípulo querido - que Juan no pone nombre -; el cual había llegado primero, pero no entró, y luego entró, vio y creyó.

Que nos quiere decir todo esto, que la fe en Cristo resucitado, no nace en nosotros de una forma espontánea, solamente escuchando la palabra y su explicación. Para abrirnos a la fe de Cristo Resucitado, debemos de hacer como aquel discípulo querido por Jesús - en este evangelio -, nuestro recorrido, nuestro camino, pero sin prisa, haciendo nuestras paradas, nuestras reflexiones sobre nuestra experiencia en Cristo, como el discípulo de este evangelio que llego primero, pero no entró y después con tranquilidad entró, vio y creyó.

Pero que vio y creyó, que ha Jesús no se le encuentra entre los muertos, sino entre los vivos, por eso estaba el sepulcro vacio.

A este Jesús Resucitado, no lo encontramos en una religión reducida a cumplimientos, normas y celebraciones, ni entre cristianos divididos y enfrentados por el protagonismo y la pasión estéril del Evangelio.

Con esto no se duda de la fe en la Resurrección. Lo que si debemos de tener claro, y más en estos tiempos que corren, que nuestra fe se basa en el testimonio que nos dejaron los primeros discípulos: ellos tuvieron la experiencia cierta de que Jesús había resucitado. Con esto no se duda de la fe en la Resurrección, pues Jesús no se vive en la memoria de los relatos evangélicos, sino en la experiencia de la fe.

JESUCRISTO HA RESUCITADO. EMPEZEMOS A SER TESTIGOS DE LA ESPERANZA QUE HEMOS RECIBIDO.

FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN.

DIFUNDID AL RESUCITADO. PÁSALO.

sábado, 23 de abril de 2011

JESUCRISTO HA RESUCITADO. EVANGELIO DE LA VIGILIA PASCUAL

En la madrugada del sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María la Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos. El ángel habló a las mujeres: "Vosotras no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: Ha Resucitado, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía e id aprisa a decir a sus discípulos: "Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis". Mirad, os lo he anunciado". Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: "Alegraos". Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies. Jesús les dijo: "No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea. Allí me verán". ( Evangelio de Mateo 28, 1-10 de la Vigilia Pascual ).

COMENTARIO.-

Lo primero que debemos de tener claro es que no es lo mismo revivir que resucitar. Hace dos semanas leíamos la reviviscencia de Lázaro, es decir; Lázaro volvió al tiempo y espacio de su historia y luego volvió a morir. El que resucita Jesús supera el espacio y el tiempo, y trasciende todas las dimensiones de la historia, y no vuelve a morir, sino que vive para siempre, porque la resurrección es el trascender de esta vida. De aquí la enorme dificultad que tenemos para comprender y aceptar la resurrección de Jesús. Y también nuestra resurrección.

Si la resurrección no acontece dentro de la historia, sino más allá de ella, resulta lógico decir que la resurrección se acepta, no por la evidencia que se impone, sino por la fe que se acepta. Pero sabemos que la fe es siempre un acto libre, que se basa en una decisión en libertad. Y la libertad nunca da seguridad total. Por eso es correcto decir que el Resucitado es una fuente de esperanza.(JM.Castillo).

En definitiva podemos decir, que la resurrección significa que Jesús es el gran argumento, que el cristiano ofrece a la humanidad, para mostrar que la vida es más fuerte que la muerte. La resurrección, es cuando nosotros confesamos que somos seguidores de Jesús y nuestro destino no es la muerte, sino la vida y, la vida en el mundo que nos ha tocado vivir, en la medida que hacemos felices a todos los que nos rodean.

Porque nunca deberíamos olvidar que la resurrección en la otra vida, comienza en esta. Ya que existen personas que por ser fieles a sus creencias en la eternidad, menosprecian otras creencias, menosprecian a las personas, y crean en su alrededor una vida totalmente deshumanizada, olvidándose que, en el Resucitado nació la humanización de Dios.

La eternidad comienza cuando humanizamos a Dios en esta vida y no cuando solamente divinizamos a Jesús en la otra vida.

JESUCRISTO HA RESUCITADO. EMPEZEMOS A SER TESTIGOS DE LA ESPERANZA QUE HEMOS RECIBIDO.

FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN.

DIFUNDID AL RESUCITADO. PÁSALO.

miércoles, 20 de abril de 2011

REFLEXIONES PARA EL TRIDUO SACRO.

No está de más que en estos días, independientemente de cómo y dónde los vivamos dediquemos algunos minutos al día, para profundizar en el sentido de lo que como cristianos celebramos. Teniendo como base el pasaje evangélico de Juan 18, 1-42 donde nos redacta la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesús, hago unas reflexiones que recorrerán el triduo sacro, esperando que nos ayude a vivir con un sentido cristiano estos días centrales de la liturgia cristiana.

Vivir este triduo sacro es muchos más, o debe ser; muchos más, que recordar el sufrimiento y el dolor de Nuestro Señor Jesucristo, y reunirnos para actos celebrativos y desfiles procesionales.

En estos días debemos de intentar encontrar y descubrir esos sentimientos de Cristo. Encontrar los sentimientos de Cristo, es ver el drama del hombre, que actuando como tal, se rebajo hasta la muerte y muerte de cruz. Tener los mismos sentimientos, es abrazarnos a la cruz de la vida, sabiendo defender el derecho a la vida de todos los seres humanos nacidos y concebidos y no nacidos; es abrazar la cruz que ya hace dos mil años proclamo todos los derechos de la humanidad; abrazar la cruz es defender la dignidad de todos los marginados; abrazar la cruz es defender la justicia, es dar de comer al hambriento y de beber al sediento, de vestir al desnudo y de llevar el consuelo al enfermo, es abrazar la cruz que lleva la felicidad, el amor y la paz que Jesús nos enseñas.

Todo ello, nos debe llevar al Jueves Santo donde celebraremos el día del Amor Fraterno y la institución de la Eucaristía. Como preámbulo a su primera Eucaristía Jesús lavó los pies a sus discípulos, como señal de que la mejor preparación de la Eucaristía es el servicio humilde y el perdón de los hermanos. Jesús explica que la ley del amor es la Eucaristía. Y es, en ella donde Jesús marca los afectos filiales al Padre y a los hermanos. Por eso cada Eucaristía para nosotros debe ser el compromiso de entregar nuestro propio cuerpo y nuestra sangre - nuestra persona y nuestra vida - por los mismos motivos que Él y con la misma fidelidad.

El Viernes Santo, viviremos la muerte de Nuestro Señor en la Cruz; por eso en la liturgia de este día, la realizaremos en la adoración a la cruz. Donde todos seremos llamados a mirarla y adorarla, " MIRAD, MIRAD TODOS EL ARBOL DE CRUZ DONDE ESTUVO CLAVADA LA SALVACIÓN DEL MUNDO. VENID ADORARLA ". La cruz nos enseña que Dios es el primero que se ve afectado por el amor en libertad que él mismo nos ha dado. Nos descubre hasta dónde llega el pecado, pero al mismo tiempo nos descubre hasta donde llega el amor. La cruz de Cristo nos enseña que no se trata de cerrar los ojos a la realidad negativa del mundo, sino de transformar la realidad con los ojos bien abiertos. Saber ver hoy la presencia sufriente de Cristo en los enfermos mal atendidos, en los jóvenes desesperados y maltratados por las drogas, en los ancianos ante la soledad, en las familias destrozadas donde los niños viven las mayores consecuencias, los pobres de espíritu y los pobres materiales, que no tienen pan, agua, casa. Estando junto a estas innumerables cruces actuales, es donde el sábado por la noche podremos encontrar al Resucitado en la vigilia pascual.

CRISTO VIVE, CRISTO VIVE. Es el anuncio gozosos de la noche de Pascua: " ¿ Por qué buscáis entre los muertos entre los muertos al que vive ?". Jesús no es un mero recuerdo histórico, sino es una experiencia de fe. Es decir esta experiencia debe orientar nuestro comportamiento al hombre nuevo, que nace del bautismo, es vivir ahora como Cristo y comprometidos con su evangelio en la construcción del Reino de Dios que Él empezó.

Lo que si es verdad que con este paso de la muerte a la vida, si queremos encontrar a Jesús no lo encontraremos en la tristeza, sino en la felicidad, el gozo y el disfrute de la vida y sobre todo en nuestro paso por esta vida, haciendo el bien a todos, como fue lo que hizo Nuestro Señor Jesucristo.

Pues bien, que estos días de Semana Santa, acudamos al encuentro con Jesús y con nuestros hermanos en la fe y que estas celebraciones litúrgicas a las cuales debemos asistir, si nos consideramos cristianos comprometidos nos ayuden a renovar nuestra vida para ser constructores de una nueva sociedad marca por la solidaridad, la libertad y el respeto a todos los derechos de los hombres y mujeres.

martes, 19 de abril de 2011

SEXTO ANIVERSARIO DEL PAPA BENEDICTO XVI‏

Hoy, 19 de Abril, se cumple el sexto aniversario, en el que el cardenal Joseph Ratzinger, fue elevado a ocupar como el 265º Papa de la Iglesia Católica la silla de Pedro.

Como miembro de esta Iglesia, en la cual he encontrado mi vida y el sentido de mi vida, es por lo que quiero aprovechar esta ocasión para manifestar mi opinión, desde mi gran sentimiento y cariño a ella, y mi gran sufrimiento, cuando veo con gran asombró sus problemas.

Por ello, me parece que, en estos momentos, es de suma importancia tener claro que el amor a la Iglesia no se reduce ni se debe concentrar en el amor al Papa. Es decir, enjuiciar los fallos que el Papa tiene, o pueda tener, no es actuar en contra de la Iglesia, del Papado o de la fe católica. En la Iglesia, como todos sabemos y especialmente los que nos consideramos comprometidos en ella, se hacen y se toleran cosas que escandalizan a la gente, que desprestigian a las autoridades eclesiásticas sobre la opinión pública, y son motivo de que cada día aumente el número de personas que abandona su fe y se alejan de la Iglesia. Posiblemente, callarse es hacerse cómplice de lo que está pasando. Por ello, creo que ya basta de hablar y que debemos más actuar, más que hablar.

Y donde actuar. En la cercanía y en la humanidad, eso creo yo que nos hace falta en nuestras Iglesias locales. Dejémonos del concepto de parroquias administrativas en todos los conceptos, en el concepto sacramental y en el concepto burocrático y hagamos unas parroquias más cercanas a las personas que nos rodean. En las cuales, todos podamos tomar decisiones, con el objeto de ir presentando esa Iglesia más cercana y más humana a la gente.
La burocracia vaticana, tarda muchos años en llegar al pueblo de Dios, cincuenta años ya mismo del Concilio Vaticano II y todavía no sabemos por donde van. Desde lo sencillo y lo humilde empezó nuestro Señor.

lunes, 18 de abril de 2011

LA SALVACIÓN DEL CRISTIANO NO VIENE DEL SUFRIMIENTO DE LA CRUZ, SINO DE LA VIDA QUE NACE EN LA CRUZ.

Los cristianos hacemos de nuestra cuaresma y sobre todo de la Semana Santa, el mayor de los elogios triunfales del dolor, del tormento y del fracaso de la vida de Jesucristo en la Cruz.

Por que eso, y no otra cosa, es lo que hacemos cuando paseamos por nuestras calles, nuestras imágenes de amargura, soledad, tortura, agonía y muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Y todo ello curiosamente acompañado con el más lujoso de nuestros “ pasos “. Dando así un verdadero culto al dolor y al sufrimiento de Jesús en su paso por este mundo, buscando con ello seguramente nuestro acercamiento más sincero a Dios Padre y a Jesús, de manera que se nos permita nuestra ansiada salvación.

Sin duda alguna, ningún trozo evangélico ha sido tan distorsionado en su mensaje a lo largo de nuestras enseñanzas, que la llamada de Jesús a “ tomar la cruz “

He aquí la clave de mi meditación.

ES LA CRUZ SOLAMENTE PUNTO DE ENCUENTRO DE NUESTRA SALVACIÓN Y DE LA DEL MUNDO A TRAVÉS DEL SUFRIMIENTO Y EL DOLOR; O POR EL CONTRARIO EN LA CRUZ EMPIEZA PARA NOSTROS UNA NUEVA VIDA DONDE PODEMOS ENCONTRAR NUESTRA SALVACIÓN A TRAVÉS TAMBIÉN DE NUESTRA FELICIDAD; ES DECIR ES LA CRUZ ENCUENTRO DE FELICIDAD PARA EL CRISTIANO O ES SOLAMENTE ENCUENTRO DE TRISTEZA, DOLOR Y SUFRIMIENTO.

LA SALVACIÓN DEL CRISTIANO NO VIENE DEL SUFRIMIENTO DE LA CRUZ, SINO DE LA VIDA QUE NACE EN LA CRUZ.

Cómo leeremos el viernes en la pasión de Jesús, cuando escuchemos que al morir Jesús, el templo del cielo se abrió en dos. Es decir, se rompió la vida vieja, para empezar una nueva vida.

sábado, 16 de abril de 2011

DOMINGO DE RAMOS. ENTRADA DE JESÚS EN JERUSALÉN.

El evangelio de la liturgia de hoy, Domingo de Ramos, corresponde a la Pasión y Muerte de Jesús según San Mateo 26, 14-27,66. Ya tendremos tiempo, durante esta Semana Santa de reflexionar sobre la Pasión y Muerte de Jesús.

Por eso, voy a recoger para este domingo, el pasaje evangélico de la entrada de Jesús en Jerusalén según el Evangelista Mateo 21, 1-11.

La Pasión y la Muerte de Jesús, comienza con su llegada a Jerusalén

"Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagé, junto al monte de los Olivos, Jesús mandó a dos discípulos, diciéndoles: "Id a la aldea de enfrente, encontraréis enseguida una borrica atada con su pollino, desatadlos y traédmelos. Si alguien os dice algo contestadle que el Señor los necesita y los devolverá pronto". Esto ocurrió para que se cumpliese lo que dijo el profeta: "Decid a la hija de Sión: Mira a tu rey, que viene a ti, humilde, montado en un asno, en un pollino, hijo de acémila". Fueron los discípulos e hicieron lo que les había mandado Jesús: trajeron la borrica y el pollino, echaron encima sus mantos y Jesús se montó. La multitud extendió sus mantos por el camino, algunos cortaban ramas de árboles y alfombraban la calzada. Y la gente que iba delante y detrás gritaba: "¡Viva el Hijo de David!""¡Bendito el que viene en nombre del Señor!""¡Viva el Altísimo!". Al entrar en Jerusalén, toda la ciudad preguntaba alborotada:"¿Quién es éste?". La gente que venía con él decía: "Es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea".

COMENTARIO.-

A la hora de leer este pasaje evangélico, es conveniente distinguir, el hecho histórico que se nos narra y la enseñanza religiosa que se nos transmite.

El hecho histórico es la llegada y entrada de Jesús a la Ciudad Santa, Jerusalén. Jerusalén la ciudad del Templo, donde se encuentra el arca de la alianza.

Debemos de tener en cuenta, que todos los evangelios, son escritos a partir de los cincuenta años, de este acontecimiento en la vida de Jesús. Y es, por lo que nosotros, podemos deducir que, los evangelistas describen que Jesús sabía lo que se iba a encontrar a su llegada a Jerusalén. Ya que la pregunta es inmediata, ¿Esperaba Jesús que le sucediera verdaderamente, lo que le pasó ?.

Independientemente de esa incógnita, lo cierto es que la llegada de Jesús a Jerusalén, será la culminación, y no como un derrotado, sino como aclamara el pueblo: "Bendito el que viene en nombre del Señor".

Es de aquí, de donde parte la según enseñanza de este trozo evangélico. El que viene a la ciudad, centro de la espiritualidad religiosa, es el hombre que viene en nombre del Señor, el Hijo de David, el Hijo de Dios.

El evangelista recoge muy bien en este evangelio, como prepara Jesús, su llega al Templo, a la Ciudad Santa, como prepara el también su camino de espiritualidad. Jesús no deja que nadie lo prepare, lo prepara él y le encarga a sus discípulos como tienen que hacerlo. Pero como tiene que hacerlo para Él y para ellos.

Jesús no entra como un triunfador victorioso. Sino al contrario, con sencillez, con humildad y bondad, rodeados de todos en un ambiente de paz y alegría.

Lógicamente tendríamos que preguntarnos, como es nuestra entrada en nuestro templo, en nuestra religión. Como es nuestro camino hacia Jesús. Como es nuestro caminar por la vida.

Reconozcamos y reflexionemos honestamente durante esta semana santa, que la Iglesia se ha equivocado. Jesús se subió a una borrica, mientras que sus representantes utilizan hoy los vehículos más sofisticados y lujosos. Y esto no es demagogia, esto es una realidad, que ha anulado la sencillez, la humildad con la que Jesús nos quiso enseñar como deberíamos empezar para poderle seguir y entrar en el camino de Dios Padre.

DIFUNDID EL EVANGELIO. PÁSALO.
FELIZ SEMANA SANTA A TODOS.

viernes, 15 de abril de 2011

REFLEXIÓN PARA LA SEMANA SANTA

No está de más que en estos días, independientemente de cómo y dónde los vivamos, dediquemos algunos minutos al día durante esta semana, para profundizar en el sentido de lo que como cristianos celebramos.

Celebrar la Semana Santa es muchos más, o debe ser; muchos más, que recordar el sufrimiento y el dolor de Nuestro Señor Jesucristo, y reunirnos para actos celebrativos y desfiles procesionales.

Pues todo ello, es inútil, si no tratamos de revivir hoy a Cristo que cambia los esquemas humanos y que nos señala una nueva forma de la existencia. Como nos recuerda el Apóstol San Pablo, " Procurad tener los mismos sentimientos que Cristo... "( Flp.2, 5). Y tener esos sentimientos de Cristo, es ver el drama del hombre, que actuando como tal, se rebajo hasta la muerte y muerte de cruz. Tener los mismos sentimientos, es abrazarnos a la cruz de la vida, sabiendo defender el derecho a la vida de todos los seres humanos nacidos y concebidos y no nacidos; es abrazar la cruz que ya hace dos mil años proclamo todos los derechos de la humanidad; abrazar la cruz es defender la dignidad de todos los marginados; abrazar la cruz es defender la justicia, es dar de comer al hambriento y de beber al sediento, de vestir al desnudo y de llevar el consuelo al enfermo, abrazar la cruz es llevar la felicidad, el amor y la paz que Jesús nos enseñas.

jueves, 14 de abril de 2011

LOS CRUCIFIJOS EN LAS CALLES.

Nos acercamos a la Semana Santa. Durante esta semana nuestra religiosidad popular, procesionará una multitud de imágenes de Cristo crucificado, haciendo de ello, el mayor de los elogios triunfales del dolor, del tormento y del fracaso de la vida de Jesucristo en la Cruz.

Por que eso, y no otra cosa, es lo que hacemos cuando paseamos por nuestras calles, nuestras imágenes de amargura, soledad, tortura, agonía y muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Y todo ello curiosamente acompañado con el más lujoso de nuestros “ pasos “. Dando así un verdadero culto al dolor y al sufrimiento de Jesús en su paso por este mundo, buscando con ello seguramente nuestro acercamiento más sincero a Dios Padre y a Jesús, de manera que se nos permita nuestra ansiada salvación.

Sin duda alguna, ningún trozo evangélico ha sido tan distorsionado en su mensaje a lo largo de nuestras enseñanzas, que la llamada de Jesús a “ tomar la cruz “.

Cuando veamos esta semana a nuestros crucificados, recordemos que la cruz nos enseña que Dios es el primero que se ve afectado por el amor en libertad que él mismo nos ha dado. Nos descubre hasta dónde llega el pecado, pero al mismo tiempo nos descubre hasta donde llega el amor. La cruz de Cristo nos enseña que no se trata de cerrar los ojos a la realidad negativa del mundo, sino de transformar la realidad con los ojos bien abiertos. Saber ver hoy la presencia sufriente de Cristo en los enfermos mal atendidos, en los jóvenes desesperados y maltratados por las drogas, en los ancianos ante la soledad, en las familias destrozadas donde los niños viven las mayores consecuencias, los pobres de espíritu y los pobres materiales, que no tienen pan, agua, casa. Estando junto a estas innumerables cruces actuales, es donde el sábado por la noche podremos encontrar al Resucitado en la vigilia pascual.

martes, 12 de abril de 2011

REFLEXION SOBRE LA MUERTE DE JESÚS PARA LA SEMANA SANTA

Una cosa es la historia de la muerte de Jesús y otra cosa es su interpretación teológica que se le ha dado a esta muerte. La historia de la muerte nos dice que los sumos sacerdotes se dieron cuenta de que Jesús y la Religión (tal como ellos la entendían) son incompatibles: "Nosotros tenemos una ley y según esa ley tiene que morir". Jesús es irreconciliable con la Religión cuando en ella unos hombres (los dirigentes) se sirven de Dios para dominar, someter y ejercer violencia sobre los demás seres humanos.

La interpretación teológica de la muerte de Jesús no puede hacerse de forma que, en definitiva, se termine diciendo que "sin derramamiento de sangre no hay perdón"(Heb 9,22). Porque ese criterio está rechazado en la carta a los hebreos. Y porque semejante principio lleva derechamente a la idea del "dios vampiro", que necesita sangre y muerte para perdonar. Una blasfemia.

De lo dicho se sigue que la muerte de Jesús no se puede entender desde la religión; porque no fue un acto religioso, sino la ejecución de un condenado por la autoridad civil. Ni se entiende desde la devoción, porque un crucificado no es una imagen de piedad, sino el símbolo más fuerte de la exclusión social. Tampoco se entiende desde la política, porque Jesús nofue un subversivo nacionalista, sino que acabó así su vida por fidelidad al designio del Padre del cielo. La muerte de Jesús sólo se puede comprender como exponente cumbre de la lucha por la libertad, es decir, la lucha por la humanización que supera la deshumanización.( El seguimiento a Jesús de J.M.Castillo).

sábado, 9 de abril de 2011

EVANGELIO DOMINGO 10 DE ABRIL. 5ª SEMANA DE CUARESMA

Evangelio según San Juan 11, 1-45

En aquel tiempo, las hermanas de Lázaro le mandaron recado a Jesús diciendo: "Señor, tu amigo está enfermo". Jesús, al oírlo, dijo: "Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella". Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo se quedó todavía dos días donde estaba. Sólo entonces dijo a sus discípulos: "Vamos otra vez a Judea". Cuando llegó Jesús, llevaba ya cuatro días enterrado. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en su casa. Y dijo Marta a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mí hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios se lo concederá". Jesús dijo: "Tu hermano resucitará". Marta respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día". Jesús le dijo: "Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque hay muerto vivirá; y el que está vivo, y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?". Ella contestó: "Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo". Jesús, viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que le acompañaban, sollozó y, muy conmovido, preguntó: "¿Dónde lo habéis enterrado?". Le contestaron: "Señor, ven a verlo". Jesús se echo a llorar. Los judíos comentaban: "¡Cómo lo quería". Pero algunos dijeron: "Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?". Jesús, sollozando de nuevo, llegó a la tumba. Dijo Jesús: "Quita la losa". Marta, la hermana del muerto, le dijo: "Señor, ya huele mal porque lleva cuatro días". Jesús le replicó: "¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?". Entonces quitaron la losa. Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: "Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado". Y dicho esto, gritó con voz potente: "Lázaro, ven a fuera". El muerto salió, los pies y las manos atadas con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: " Desatadlo y dejadlo andar". Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él".

COMENTARIO.-

En los domingos anteriores, hemos dejando muy claro que el Evangelio de Juan, es un evangelio lleno de simbolismo. El de este domingo reconocido como el de la "resurrección de Lázaro", es sin duda uno de los más llenos de simbolismos. De aquí posiblemente, al encontrarnos nosotros fuera de la mentalidad de Juan y del contexto de su época, nos resulte algo difícil su comprensión hoy en día.

Normalmente, hemos destaco en este pasaje, el milagro que Jesús realiza sobre Lázaro, resucitándolo y dándole nuevamente la vida. Quedándonos simplemente en ese acontecimiento, sin tener en cuenta que este mismo capítulo 11 del evangelio en su versículo 53 nos dice sobre Jesús que aquel día acordaron matarlo. Este milagro de la resurrección de Lázaro, será la gota que colma la paciencia de los enemigos de Jesús. Por eso, ha sido elegido para este último domingo, antes de la semana santa. Acercándonos al clima del drama de la vida de Jesús, siendo hecho de su vida, el presentado por Juan como el que, provoca el desenlace final.

La siguiente conclusión que, podemos sacar de todo esto, es que Jesús no es el camino de la muerte, sino al contrario es el camino de la vida. Otra cosa es que posiblemente el seguimiento integro a Jesús, nos pueda costar la vida. Pero Jesús en su paso por esta vida nos dejo muy claro, que con su estilo de vida la humanidad encuentra la vida. A nosotros no nos debe llamar tanto la atención los milagros de Jesús como sus actitudes y su vida. Debemos mirarlo en su lado imitable más que en su aspecto simplemente admirable que no podemos imitar.

Este creo yo que debe ser el argumento central del evangelio de este domingo. Pero ahora bien, normalmente solemos utilizar este pasaje para reforzar el tema de la resurrección. Un tema complejo de reflexión, que debemos de ir encauzando hacia un entendimiento más del triunfo de la vida, más que de la muerte.

Es decir, es en la vida, dónde tenemos que realizar las cosas, es en la vida dónde tenemos que dejar huellas de seguidores de Cristo; por eso Jesús es la vida.

El evangelista, no recoge nada más de Lázaro en su evangelio después de este acontecimiento, lo que quiere decir, que Lázaro volvió a morir, no es una resurrción, sino una "reviviscencia".

Es bien probable que en la cabeza de la mayor parte de nosotros, la idea de «resurrección» que hay es una idea equivocada. «Resucitar» es otra cosa. No es sólo que la diferencia será que «aquella vida no se acaba», o que «no tiene necesidades materiales» porque «allí serán como los ángeles del cielo»… No. Es que es otra cosa. Y es que es sobre todo un misterio. Nuestra llamada «fe en la resurrección» no es un creer que hay un «segundo piso» al que subimos tras la muerte y allí «continuamos viviendo»… Podríamos decir que todas esas «imágenes» no corresponden al «misterio» en el que creemos, y como tales, pueden ser dejadas de lado (Koinonia). También aquí, yo puedo creer en lo que denominamos «resurrección» sin aceptar la interpretación facilona de que Dios nos creó aquí primero para luego llevarnos a un lugar definitivo….

DIFUNDID EL EVANGELIO. PÁSALO. Rafael González Martín.

viernes, 8 de abril de 2011

SE AFIRMA QUE LA SOCIEDAD DE HOY VIVE SIN DIOS

Las declaraciones del Arzobispo de Oviedo D. Jesús Sanz:"los europeos conviven sin identidad en una Europa que está sin Dios». Me van a servir para la reflexión de hoy, y para terminar la reflexiones que durante toda está semana he llevado a cabo sobre la fe.

Es frecuente escuchar hoy en día estas afirmaciones de que la sociedad de hoy vive sin Dios. Que es lo mismo que decir, que no tiene fe en Dios.

El planteamiento que nos debemos de hacer es inmediato, ¿Por que la sociedad de hoy no cree en Dios?. A la pregunta está, damos una respuesta inmediata. No tiene fe en Dios, porque no confía en Dios. Luego, el problema no está en los que no tienen fe en Dios, sino más bien en los que tenemos fe en Dios. Porque deberíamos preguntarnos, en que Dios creemos nosotros, que Dios transmitimos nosotros, que no convence a los demás.

El problema de todo esto, creo yo que está en que a lo largo de nuestra enseñanza religiosa, hemos desplazado nuestra fe en Jesús, nuestra confianza en Él, a la fe racional de las creencias dogmáticas. Creando a la vez con ello un Dios, que supone una carga insoportable a los de aquí abajo. No podemos plantear la fe como si «Dios desde arriba» jugase a ver si aquí abajo los humanos damos crédito o no a las tradiciones que les cuentan sus predecesores en la fe referentes a Jesús de Nazaret.

Si queremos que nuestra sociedad se encuentre nuevamente con Dios, tenemos que partir del encuentro, de la fe, del seguimiento primero de Jesús. Porque como Él dijo " nadie conoce al Padre sino el Hijo "; no olvidemos nuestro Dios es el Dios de Jesús, no el Dios de nuestras creencias. Y al Dios de Jesús solamente se conoce, a través de la fe en Jesús.

jueves, 7 de abril de 2011

¿ QUÉ IMPOSIBILITA LA FE EN JESÚS ?

Continuando con nuestra reflexión sobre la fe, que estamos llevando esta semana. Debemos decir, que la fe se hace imposible para aquellos que buscan gloria unos de otros y no buscan la gloria que viene de Dios.( Castillo)

Es humano y es lógico que un individuo normal sienta el lógico deseo de llegar a ser una persona honorable, con la debida reputación y dignidad; y que quiera alcanzar cotas de poder, influencia y reconocimiento. Todo esto es perfectamente comprensible. Porque así somos los humanos. El problema está en que, con demasiada frecuencia, esos deseos y esos sentimientos son los que imponen en la vida. Y se imponen por encima de otras cosas, situaciones y necesidades que son apremiantes y, no raras veces, de enorme gravedad. Bien sabemos que hay hombres que, por lograr un título o un puesto de altura, van por la vida dando codazos a derecha e izquierda, se van dejando tirados a los que les estorban en su pasión por trepar.

Resulta evidente que, cuando la pasión por el poder y la gloria es más determinante que la dignidad, los derechos o el sufrimiento de las personas, en tales condiciones no es posible creer en Jesús. Porque según podemos leer en los evangelios, Jesús antepuso el bien de los otros, sobre todo el bien de los más desamparados y desdichados, a su propia fama, su propia credibilidad, su propia respetabilidad. Jesús no temió incluso escandalizar. Lo primero es lo primero en la vida.

Jesús dejó muy claro que antes de los propios éxitos, está la dignidad y felicidad de los demás.(J.MªCastillo)

miércoles, 6 de abril de 2011

¿ HACIA DÓNDE VAMOS ?.

Durante esta cuaresma, algunas hermandades de Sevilla y ciertos grupos eclesiales, celebran la Eucaristía según el rito extraordinario de la liturgia. Es decir, la Eucaristía como se celebraba antes del Concilio Vaticano II. Entonces esto quiere decir, que también se celebra la Eucaristía de una forma ordinaria; ósea la que solemos celebrar normalmente, o litúrgicamente aprobada después del Concilio Vaticano II.

Mis preguntas a todo esto es:¿ Hacia dónde vamos ?. Por qué si vamos a mirar hacia atrás, podíamos celebrar la eucaristía en las casas, como lo hacían los primeros cristianos.

Por otro lado podíamos preguntarnos, ¿ Creemos qué así atraeremos más a los creyentes a la celebración eucarística ?. Sí es tal como la tenemos, y no sabemos lo que celebramos, hemos pensado de esa forma " extraordinaria ", lo que celebraríamos.

Seamos consecuente y coherente con lo que hacemos. Pues no se trata ya de más sacramentalísmo, si no de más vivencialismo, como nos dice el evangelio.

El Evangelio, nos enseña, que los dos discípulos de Emaús, no reconocieron a Jesús en su aparición, si no en el partir el pan. Es decir, a Jesús no lo vamos a encontrar en las cosas extraordinarias, en las grandezas, en el triunfo, en el poder, en el lujo, etc...; si no en el partir el pan, ósea en el compartir, el sufrimiento de los necesitados y en la alegría y el gozo de la vida y de las cosas bien hechas a los demás.

martes, 5 de abril de 2011

ADMIRADORES O SEGUIDORES DE JESÚS. PUNTO CLAVE DE NUESTRA FE.

Profundizando un poco más en la cuestión de ayer sobre la fe en el seguimiento de Jesús, mi pregunta hoy es: ¿ por qué entre los creyentes existen más admiradores que seguidores ?.

La figura de Jesús, no fue solamente admirada por las gentes de su época, sino que ha sido admirada a todo lo largo de la historia. Hoy en día, también sigue siendo admirada, no solamente entre las personas mayores, sino entre las personas de todas las edades y especialmente entre los jóvenes.

Ahora bien, laa cuestión es saber, si Jesús lo que quiere es admiradores o seguidores

Lógicamente a nada más que hagamos una lectura superficial de los Evangelios deducimos que Jesús lo que quiere son seguidores y no admiradores.

La pregunta es obvia: ¿ por qué entre los creyentes existen entonces más admiradores que seguidores ?.

Por que la admiración, se queda en lo maravilloso del personaje, posiblemente en su divinidad y esto no requiere compromiso ninguno con Jesús. El seguimiento requiere un encuentro con lo humano para encontrar lo divino, es decir imitar a Jesús, vivir como Jesús y esto es ir en contra de muchos principios dogmáticos sociales y eclesiales.

Lo que hace más humano y construye el Reino de Dios en este mundo, son las personas que se parecen e intentan vivir como Jesús y no las gentes que sólo lo admiran y veneran.

Nuestra fe será plena cuando seamos seguidores y no admiradores de Jesús.

lunes, 4 de abril de 2011

ES IMPORTANTE ENTENDER: "LO QUE SE CREE" Y "EN QUIEN SE CREE"

Este fin de semana el mundo cofrade, ha estado en su momento más alto de la cuaresma, lleno de multitud de actos, pregones, meditaciones, besamanos, besapies,trasaldos de imagenes, etc...

Durante mi asistencia a algunos de los actos, he podido comprobar las dificultades que plantea la fe en este mundo cofrade y posiblemente también fuera de este mundo cofrade.

Y digo esto, porque sería conveniente que algunas Hermanandes, establecieran cursos de formación entre sus hermanos con el fin de ir dejando claro ciertos conceptos.

Lo primero, que deberíamos tener claro, es que una cosa es "lo que" se cree; y otra cosa es "en quién" se cree. Ya que, no es lo mismo lo uno que lo otro. Ni mucho menos.

Para dejar claro todo este tema, escribo el estudio que sobre esto hace el teólogo D.José María Castillo sobre las dificultades de la fe.

"Lo que" se cree: se refiere a verdades, dogmas, normas, mandamientos, ritos, ceremonias...,"En quién" se cree: se refiere a personas. Y, como es lógico, no es lo mismo relacionarse con "verdades" que relacionarse con "personas". A las verdades se las acepta con la cabeza y la razón. A las personas se las acepta con el corazón y la vida.

En sus orígenes más remotos, el asunto éste de la fe se expresaba, en la literatura clásica, mediante el sustantivo griego pistis, que significaba confianza. Así consta en Hesíodo (Op. 372) y Sófocles (Oed. Tyr. 1445). La fe era, pues, una actitud de profundo respeto y credibilidad ante alguien o hacia alguien (hombres o dioses). Se creía en aquela persona a la que se le concedía crédito, como indica Demóstenes (36, 57). Por eso, la falta de fe era lo mismo que desconfianza (Teognis, 831) o deslealtad (Sófocles, Oed. Col. 611). En definitiva, la fe era lo miismo que fidelidad hacia los demás, como queda claro en Epicteto (II, 4, 1-3; II, 22). Esta misma idea de fidelidad era la determinante de la fe, en el judaísmo en tiempos de Jesús, de forma que un "hombre de fe" ('anssê 'amanah), según la literatura rabínica, era el que vivía la fidelidad.

Por todo esto se comprende que, en los evangelios, se fe se entiende como confianza en Jesús y como fidelidad hacia Jesús. Era, por tanto, la actitud de aquellas personas que veían en la forma de la vida, que llevaba Jesús, la forma de vida que ellos debían llevar también. O sea tenían fe en Jesús quienes se fiaban de él, quienes querían se relacionaban con él sin trampa ni cartón, quienes tomaban en serio lo que decía Jesús. Y estaban convendicos de que, en su vida y en sus enseñanzas, estaba la solución y la respuesta a las aspiraciones más hondas y más serias de la vida.

Sin embargo, la fe, tal como a nosotros nos la han enseñado, se refiere, más bien, a "tener por verdadero lo que Dios nos ha revelado". Esto es lo que nos enseñaron en las clases de religión, en los catecismos y en los sermones. Lo cual quiere decir que, en nuestra educación religiosa, se produjo un desplazamiento, de la "fe personal" en Jesús, a la "fe racional" en los dogmas. Lo cual representa una dificultad enorme, casi insuperable, en los tiempos que corren. Porque la "fe racional" en verdades que la razón no entiende, ni puede entender, es algo que sólo se puede aceptar si el que enseña eso merece un crédito y tiene una credibilidad que, en este momento y para mucha gente, ya no lo merece ni lo tiene el clero: obispos, sacerdotes, teólogos... Por eso, la fe se va quedando cada vez más arrinconada o, si se prefiere, más marginada. La fe, de esta manera, se ha quedado como un sentimiento que (por parte de los que pueden) se vive en la intimidad de los sujetos, entre dudas, oscuridades, confusiones, cosas que no cuadran...
De esta manera, nos hemos metido en un barullo de oscuridades y confusiones. Y así nos hemos alejado de la vida que llevó Jesús y de Jesús mismo. O sea, nos hemos alejado de la fe.

¿Tiene esto solución? Por lo menos, la que a mí me sirve es ésta: yo he puesto mi fe-confianza en Jesús. Intento poner mi fidelidad en Jesús. Y eso, para mí, significa en concreto centrar mi vida en el respeto que Jesús le tuvo a la gente; en la estima y la tolerancia que Jesús tuvo a los demás (Jesús sólo fue intolerante con los intolerantes: sacerdotes, fariseos, letrados...); en la bondad, o sea intentar ser siempre bueno, nunca echar en cara nada a nadie, saber soportar las cosas que me resultan impertinentes, poner buena cara siempre... Es decir, a través de estas cosas elementales y mediante la honradez y el deseo sincero de hacer felices a los que se rozan conmigo, así - y sólo así - creo en Dios, creo en el Dios de Jesucristo, creo en el Espíritu de Jesús y su Evangelio. En todo esto es donde yo veo la dificultad y la solución de la fe.

sábado, 2 de abril de 2011

EVANGELIO DOMINGO 3 DE ABRIL. 4º DOMINGO DE CUARESMA

Evangelio según San Juan 9, 1-41

En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron: "Maestro, ¿quién pecó: éste o sus padres, para que naciera ciego?". Jesús contestó: "Ni éste pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios. Mientras es de día tengo que hacer las obras del que me ha enviado: viene la noche y nadie podrá hacerlas. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo". Dicho esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: "Ve a lavarte a la piscina de Siloé"(que significa Enviado). El fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: "¿No es ése el que se sentaba a pedir?". Unos decían: "El mismo". Otros decían: "No es él, pero se le parece". El respondía: "Soy yo". Y le preguntaban: "¿Y cómo se te han abierto los ojos?". El contestó: "Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé, y empecé a ver". Le preguntaron: "¿Dónde está él?. Contestó: No sé. Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día en que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. El les contestó: "Me puso barro en los ojos, me lavé y veo". Algunos de los fariseos comentaban: "Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado". Otros replicaban: "¿Cómo puede un pecador hacer semejante signo? Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: "Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?. El contesto: "Que es un profeta". Pero los judíos no se creyeron que aquel había sido ciego y había recibido la vista, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron: "¿Es éste vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?". Sus padres contestaron: "Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ve ahora, no lo sabemos nosotros, y quién le ha abierto los ojos, nostros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse". Sus padres respondieron así porque tenían miedo a los judíos: porque los judíos habían acordado excluir de la sinagoga a quien reconociera a Jesús por Mesías. Por eso sus padres dijeron: "Ya es mayor, preguntádselo a él". Llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: "Confiésalo ante Dios: Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador". Contestó él: "Si es un pecador, no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo". Le preguntaron de nuevo: "¿Qué te hizo, cómo te abrió los ojos?. Les contestó: "Os lo he dicho ya, y no me habéis hecho caso: ¿para qué queréis oírlo otra vez?, ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos?". Ellos lo llenaron de improperios y le dijeron: "Discípulo de ése lo serás tú; nosotros somos díscipulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ése no sabemos de dónde viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es religioso y hace su voluntad. Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; siéste viniera de Dios, no tendría ningún poder". Le replicaron:"Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?". Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: "¿Crees tú en el Hijo del Hombre?". El contestó: "¿Y quién es, Señor, para que crea en él?". Jesús le dijo: "Lo estás viendo: el que está hablando, ése es". El dijo: "Creo, Señor". Y se postró ante él. Dijo Jesús: " Para un juicio he venido yo a este mundo: para que los que no ven vean, y los que ven se queden ciegos". Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le preguntaron: "¿También nosotros estamos ciegos?". Jesús les contestó: "Si estuvierais ciegos, no tendíais pecado; pero como decís que veis, vuestro pecado persiste".

COMENTARIO.-

No olvidemos que es Juan quien escribe, y que su Evangelio se mueve siempre en un alto nivel de sofisticación, de recurso al símbolo y a la expresión indirecta.

Es «ciego de nacimiento». No sabe lo que es la luz. Nunca la ha conocido. Ni él ni sus padres tienen la culpa, pero allí está él, sentado, pidiendo limosna. Su destino es vivir en tinieblas.
Un día, al pasar Jesús por allí, ve al ciego. El evangelista dice que Jesús es nada menos que la «Luz del mundo». Tal vez recuerda las palabras del viejo profeta Isaías asegurando que un día llegaría a Israel alguien que «gritaría a los cautivos: ¡salid! y a los que están en tinieblas: ¡venid a la luz!».

Jesús trabaja los ojos del pobre ciego con barro y saliva para infundirle su fuerza vital. La curación no es automática. También el ciego ha de colaborar. Hace lo que Jesús le indica: se lava los ojos, limpia su mirada y comienza a ver.

Cuando la gente le pregunta quien lo ha curado, no sabe cómo contestar. Ha sido «un hombre llamado Jesús». No sabe decir más. Tampoco sabe dónde está. Sólo sabe que, gracias a este hombre, puede vivir la vida de manera completamente nueva. Esto es lo importante.

Cuando los fariseos y entendidos en religión le acosan con sus preguntas, el hombre contesta con toda sencillez: pienso que «es un profeta». No lo sabe muy bien, pero alguien capaz de abrir los ojos tiene que venir de Dios. Entonces los fariseos se enfurecen, lo insultan y lo «expulsan» de su comunidad religiosa.

La reacción de Jesús es conmovedora. «Cuando se enteró de que lo habían echado fuera, fue a buscarlo». Así es Jesús. No lo hemos de olvidar nunca: el que viene al encuentro de los hombres y mujeres que se sienten echados de la religión. Jesús no abandona a quien lo busca y lo ama, aunque sea excluido de su comunidad religiosa.

El diálogo es breve: «¿Crees tú en el Hijo del Hombre?» Él está dispuesto a creer. Su corazón ya es creyente, pero lo ignora todo: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?». Jesús le dice: no está lejos de ti. «Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es». Según el evangelista, esta historia sucedió en Jerusalén hacia el año treinta, y sigue ocurriendo hoy entre nosotros en el siglo veintiuno.

DIFUNDID EL EVANGELIO. PÁSALO.

viernes, 1 de abril de 2011

CRUCIFIJOS Y CAPILLAS

Durante esta semana, he recibido varias veces un mismo correo desde varios destinatarios, en el cual me invitaba a votar en dos encuestas que realiza el periódico El País. Una sobre el uso de símbolos religiosos en las escuelas por la intención del Gobierno de eliminar los crucifijos de la escuela. La segunda sobre la existencia de capillas en las Universidades.

A nada más, que analicemos un poco los acontecimientos que nos rodean diariamente, podremos observar que todos ellos nos llevan, a la polémica. Posiblemente, reflejo de una sociedad, que vive en continua crispación. Todo ello, quizás motivado en la creencia de que solo tenemos derechos y pocas obligaciones. Circunstancias, que posiblemente nos lleve, a una alteración de nuestros valores. Especialmente, la del respeto a los demás.

Estos hechos, y especialmente el tema de los crucifijos, que concierne a nuestra creencia. Están siendo por nuestra parte, motivo de debates en nuestras tertulias diarias, por personas creyentes y no creyentes.

El tema de los crucifijos, para los creyentes, se centra principalmente en que se permita poner, o no, un crucifijo en la pared. Sin preguntarnos, posiblemente nada más. Quedándonos tranquilos y satisfechos, si conseguimos que no se quiten.
Pero, como siempre nos pasa, miramos hacia fuera, en lugar de mirar hacia dentro.

Nos hemos preguntado, si el tener, el crucifijo en los colegios religiosos de nuestra creencia, - en los cuales se supone, que debe de haber, uno en cada clase -, ha conseguido que nuestros jóvenes estén más comprometidos con Jesús y la Iglesia. Pues es notable, la ausencia de ellos en nuestra vida parroquial. Al parecer existen personas que se imaginan que por tener un crucifijo colgado en la pared, tenemos mayor educación cristiana.

Nos hemos preguntado, que explicaciones se le dan de ese crucificado. Las ideas y los criterios que representan a Jesús colgados en la cruz . O las ideas y los criterios por los cuáles crucificaron a Jesús.

Creo, que verdaderamente lo que nos debe de importar, y posiblemente hagamos que se interroguen, los jóvenes y los mayores, ES QUE NOSOTROS VIVAMOS Y NOS VEAN VIVIR COMO, VIVIO EL CRUCIFICADO, lo tengamos en la pared o no.

Sobre la polémica desatada últimamente en las Universidades, en relación a la existencia de capillas dentro ellas, quiero decir que lógicamente, estos acontecimientos son para mí de una gran preocupación.

En primer lugar, por que son el reflejo de la crispación social existente en estos momentos. Crispación social que ha llegado incluso a uno de los estamentos sociales, que debería servir de ejemplo de convivencia, tolerancia, respeto y diálogo. Porque si en la Universidad, lugar de fomento de ideas y principios, no existe los valores de la convivencia, tolerancia, respeto y diálogo de futuras generaciones, ¿ qué tendremos el día de mañana ?.

En segundo lugar, por que es lamentable que en un lugar - la Universidad -, donde se supone están personas con una cierta capacidad mental desarrollada por su formación intelectual y conocedora de los más mínimos derechos y las libertades de los ciudadanos, actué pisoteando esos derechos, ¿ qué personas tendremos el día de mañana ?.

El razonamiento lógico sería el de plantarse en primer lugar, si debe existir en una universidad pública una capilla o no. Ahora bien, si existe, que malo tiene que la usen para actos religiosos, sean de la religión que sea, si es un lugar creado para ello. Además donde esta la polémica, si es un acto voluntario, va el que quiere ir.

Yo creo que la Universidad, debe de ser un lugar de encuentro de culturas y pensamientos. De esta manera, podremos tener una generación responsable, tolerante, respetuosa, dialogante, dentro de los derechos y libertades que marca nuestra Constitución.