Jesús no impresionaba a las gentes con lo que decía, ni por lo bien que lo decía. Ya que Él dijo, que lo que decía eran cosas que, quedaban ocultas para los "sabios y entendidos"(Mt 11,25) y cosas que paradójicamente la saben los "pequeños", los ignorantes, los sencillos.
Esto, justamente, es lo que le ocurrió a Jesús. La experiencia religiosa le cambió. pero lógicamente no lo cambio en "sabio", sino en "sencillo". Y lo que enseñaba era la sabiduria de los últimos, de los nadies, de los excluidos. Es el saber en el que el "ser" y el "deber ser" no se pueden disociar.
A esa sabiduría de los sencillos, le tenemos posiblemente todos. Porque posiblemente si de veras la asumiéramos, cambiarían radicalmente muchas cosas al nuestro alrededor.
viernes, 22 de julio de 2011
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