miércoles, 31 de diciembre de 2014

EVANGELIO DEL 1 DE ENERO 2015. FESTIVIDAD DE SANTA MARÍA MADRE DE DIOS.

Evangelio según San Lucas 2, 16-21.

En aquel tiempo los pastores fueron corriendo y encontraron a María y a José y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, les contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho. Al cumplirse los ocho día tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

COMENTARIO.-

Hoy, en el primer día del año, la liturgia de la Iglesia celebra la fiesta de la Madre de Jesús, en su advocación más excelsa: María es la “Madre de Dios”. Esta doctrina fue definida como dogma de fe por el Concilio de Efeso (430).

Los cristianos aceptamos, como contenido de nuestra fe, esta afirmación dogmática. El fundamento doctrinal de esta afirmación está en la enseñanza, en que si Cristo “es Dios al mismo tiempo que hombre”. Por tanto, al ser María madre del hombre Jesús, es igualmente madre de Dios. Así se expresó, en el s. V, la grandeza de María.

Todo arranca desde los primeros Concilios de la Iglesia desde Nicea (325) hasta Calcedonia (451), donde se destacó la grandeza y la condición divina de Jesucristo, olvidándose mucho de la ejemplaridad y la condición humana de Jesús.

Pues, lo mismo ha ocurrido con María. De ella, al igual que Jesús hemos exaltado más “lo divino” que lo “humano”. Esto nos ha dificultado para comprender lo que humanamente representó María para Jesús.

María una sencilla y humilde mujer de Nazaret, educó a Jesús, como todas las madres educan a sus hijos. El amor, la bondad, la humildad, la sencillez, la fortaleza y la libertad, el respeto de María fueron valores inculcados a Jesús. Si Jesús con estos valores nos reveló a Dios, ¡qué gran mujer y madre tuvo que ser María¡.

Por eso, para comprender bien a María, no debemos de fijarnos solamente en su aspecto divino, sino más en todo su aspecto humano. Posiblemente aquí encontremos mejor a María.

TENGAMOS A MARÍA COMO VERDADERO EJEMPLO DE CONSTRUIDORA DEL REINO DE DIOS.

Hoy también celebramos la Jornada Mundial por la Paz, fiesta, ésta última, que aunque originalmente es una iniciativa eclesiástica católica, ha alcanzado una notable aceptación en la sociedad, gozando ya de un cierto estatuto civil. Pueden leer el comentario de ayer.

FELIZ AÑO 2015 A TODOS.


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“NUNCA MÁS ESCLAVOS, SINO HERMANOS” 48 JORNADAS MUNDIAL POR LA PAZ.

La verdad que, nos encontramos como todos los finales de años, ante un fin de AÑO lleno de celebraciones que no nos da tiempo a pensar en todo.

Comenzamos el pasado domingo con la fiesta de la familia, para continuar mañana con el primer día del año 2015. Primer día del año civil, « ¡Año Nuevo!», y la Jornada Mundial por la Paz, fiesta, ésta última, que aunque originalmente es una iniciativa eclesiástica católica, ha alcanzado una notable aceptación en la sociedad, gozando ya de un cierto estatuto civil. Litúrgicamente, también mañana es la fiesta de «Santa María Madre de Dios»; también la «octava [los ocho días] de Navidad» y por tanto el recuerdo de «la circuncisión de Jesús», celebración judía que se celebraba al octavo día del nacimiento del niño, y en la que se le imponía el nombre. Pero bueno, vamos con tranquilidad haciendo una pequeña reflexión de todo ello durante estos días.

Dediquemos hoy nuestra reflexión a las 48 Jornadas Mundial de la PAZ, bajo el lema: “NUNCA MÁS ESCLAVOS, SINO HERMANOS”, celebraremos mañana. El tema quiere dar continuidad al mensaje del 2014 dedicado a la fraternidad: "La Fraternidad, fundamento y camino para la paz".

El Papa Bergoglio comienza recordando que al comienzo de un nuevo año, que recibimos como una gracia y un don de Dios a la humanidad, desea dirigir a cada hombre y mujer, así como a los pueblos y naciones del mundo, a los jefes de Estado y de Gobierno, y a los líderes de las diferentes religiones, sus mejores deseos de paz, que acompaña con sus oraciones por el fin de las guerras, los conflictos y los muchos sufrimientos causados por el hombre o por antiguas y nuevas epidemias, así como por los devastadores efectos de los desastres naturales.

“Rezo de modo especial – escribe el Santo Padre –para que, respondiendo a nuestra común vocación de colaborar con Dios y con todos los hombres de buena voluntad en la promoción de la concordia y la paz en el mundo, resistamos a la tentación de comportarnos de un modo indigno de nuestra humanidad. (María Fernanda Bernasconi - RV).

En su mensaje el Papa denuncia que aún hoy “hay millones de personas -niños, hombres y mujeres de todas las edades- privados de su libertad y obligados a vivir en condiciones similares a la esclavitud”. Todo ello a pesar de que la esclavitud, considerada “crimen de lesa humanidad”, está oficialmente abolida en todo el mundo. El Pontífice pide un “compromiso común” para solucionar el problema, ante el que a veces “tenemos la impresión de que todo esto tiene lugar bajo la indiferencia general”.

En el mundo contemporáneo, son múltiples los abominables rostros de la esclavitud: el tráfico de seres humanos, la trata de los migrantes y de la prostitución, el trabajo esclavo, la explotación del hombre por el hombre, así como la mentalidad esclavista respecto de las mujeres y los niños. Como forma para combatir esta plaga social el Santo Padre propone reconocer la inviolable dignidad de toda persona humana.


FELIZ AÑO 2015.


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sábado, 27 de diciembre de 2014

EVANGELIO DOMINGO 28 DE DICIEMBRE 2014. SAGRADA FAMILIA.

Evangelio según san Lucas (2,22-40):

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor. (De acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: "Todo primogénito varón será consagrado al Señor"), y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: "un par de tórtolas o dos pichones".

Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que aguardaba el Consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»

Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.» Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.



COMENTARIO.-

Celebramos la festividad de la Sagrada Familia, es considerado el día de la familia cristiana, dentro del proceso Sinodal sobre la familia iniciado este año y que continuará en el próximo año, promovido por el Papa Francisco.

Una fiesta establecida recientemente para que los cristianos celebremos y ahondemos, no tanto en el formato de la familia cristiana. Si no más bien, en el proyecto de la familia doméstica, hacia el proyecto de la gran familia humana, según el espíritu del Evangelio de Jesús.

El evangelista Lucas, nos redacta que los padres de Jesús lo buscan a la vuelta de la celebración de la Pascua en Jerusalén, y de camino nuevamente a Nazaret. Buscado y encontrado en el Templo, su madre se lo reprocha en cuanto lo encuentra: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados». Jesús los sorprende con una respuesta inesperada: « ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?». El evangelista finaliza el capítulo diciendo: "Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón. Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres".

Jesús progresaba en sabiduría en el seno de su familia y de su entorno. Y progreso no sólo en el concepto de su familia, sino en el concepto de la gran familia humana. Es decir, en una sociedad más fraterna, justa y solidaria, que son los pilares del Reino de Dios.

No podemos celebrar responsablemente la fiesta de hoy sin plantearnos:

¿Viven las familias cristianas comprometidas en una sociedad mejor y más humana, o encerradas exclusivamente en sus propios intereses?

¿Educan las familias cristianas para la solidaridad, la búsqueda de paz, la sensibilidad hacia los necesitados, la compasión, o enseñan a vivir para el bienestar insaciable, el máximo lucro y el olvido de los demás?

El reto de nuestra fe en los tiempos que nos ha tocado vivir, no es solamente construir nuestra familia cristiana católica, si no que con nuestra familia cristiana católica debemos de construir la gran familia humana.

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jueves, 25 de diciembre de 2014

EVANGELIO DEL DÍA DE NAVIDAD. 25 DE DICIEMBRE

Evangelio según San Juan 1, 1-18

“En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La palabra era luz verdadera, que alumbraba a todo hombre. Al mundo vino y en el mundo estaba; el mundo hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de dios. Y la Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: " Éste es de quien dije: el que viene detrás de mí, porque existía antes que yo". Pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia: porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer”.

COMENTARIO.-

Cuatro ideas centrales:

- "La Palabra era Dios". Una "palabra" es signo que "comunica" una idea, un conocimiento. El Dios, que se muestra al mundo con el nacimiento de Jesús, es "comunicación" y "donación" de la realidad misma de Dios (Castillo).
Dios se cambia, de la grandeza de los cielos, a la bajeza de nacer en un pesebre.

- "Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros". La encarnación de Dios en Jesús significa que Dios se despoja de todo su poder y autoridad. Dios se humanizo en Jesús, se hizo hombre despojándose de poderes y dignidades. Por lo tanto, la Palabra, es futuro y esperanza, no en el poder, sino en la dignificación de lo humano.

- "A Dios nadie lo ha visto jamás". Dios está fuera de nuestro conocimiento. Lo que nosotros podemos conocer de Dios es lo que se nos ha revelado en Jesús, en ese niño que nació despojado de todo. La grandeza de Dios está en la grandeza de este niño, que no tiene otra grandeza que la de ser humano.

- "Vino a su propia casa, pero los suyos no lo recibieron”. Es la otra parte que no podemos ignorar cuando contemplamos el misterio de la encarnación. Con todos los siglos de preparación para su venida, el hijo de Dios sufrió el rechazo.

El aspecto histórico de Jesús, no lo podemos pasar por alto tan fácilmente. La dimensión humana de Jesús arranca, entonces, con lo que celebramos hoy, y se va extendiendo hasta la cruz. Ese es el camino que recorreremos también con él durante este año litúrgico que habíamos inaugurado con el adviento.

DIFUNDID EL EVANGELIO.PÁSALO.

FELIZ NAVIDAD A TODOS

Celebramos el nacimiento de Cristo, en la historia de la humanidad. Que en esta navidad, descubramos no solamente la divinidad de Cristo, sino también en Cristo la HUMANIZACIÓN DE DIOS.

Que este nacimiento, os llene de PAZ, AMOR Y BIEN a ti y a todos los tuyos.



miércoles, 24 de diciembre de 2014

EVANGELIO DE LA MISA DE MEDIANOCHE DEL DÍA DE NAVIDAD.

Evangelio según San Lucas 2, 1-14.

En aquel tiempo, salió un decreto del emperador Augusto, ordenando hacer un censo del mundo entero. Éste fue el primer censo que se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad. También José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaba allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada. En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. Y un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor.
El ángel les dijo:
- «No temáis, os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.»
De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
- «Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.»

COMENTARIO.-

Lo que interesa, en este relato, no son los datos históricos que se recogen, sino el mensaje religioso que pretende dejar el evangelista. No está demostrado que Jesús naciera el 25 de diciembre. Ni que fuera en Belén porque no se sabe nada del censo de Augusto. Lo más probable es que todos esos datos se hayan puesto, para poder justificar que Jesús nació en la ciudad del rey David (Belén). Seguramente Jesús nació en su pueblo, Nazaret. Por eso le llamaron siempre “El Nazareno” (Mt 2, 23; 26, 71; Lc 18,37).

Lo importante que podemos destacar del relato evangélico es que Jesús entra en la historia de la humanidad, no sólo a la pobreza y la marginación, sino sobre todo a la exclusión. La señal que dan los ángeles, para encontrar a Jesús, no está entre los pobres, sino entre las bestias. Jesús deja claro, desde el primer instante de su vida en este mundo, que la salvación está vinculada a la exclusión. (Castillo) ¿Qué significa esto?

El valor supremo en nuestro tiempo es el dinero. El valor supremo en las sociedades mediterráneas del siglo primero era el honor. La “buena noticia”, la “gran alegría”, la clave de la felicidad no se encuentra en los valores que aprecia el sistema. La felicidad está donde se encuentra lo más entrañablemente humano (un niño en pañales), esté donde esté, aunque se le encuentre donde menos podemos imaginarlo. (Castillo).

DIFUNDID EL EVANGELIO.PÁSALO.

FELIZ NAVIDAD A TODOS

Celebramos el nacimiento de Cristo, en la historia de la humanidad. Que en esta navidad, descubramos no solamente la divinidad de Cristo, sino también en Cristo la HUMANIZACIÓN DE DIOS.

Que este nacimiento, os llene de PAZ, AMOR Y BIEN a ti y a todos los tuyos.



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martes, 23 de diciembre de 2014

FELIZ NAVIDAD. 2014

"La adoración de los Pastores " El Greco.


FELIZ NAVIDAD

Celebramos el nacimiento de Cristo, en la historia de la humanidad. Que en esta navidad, descubramos no solamente la divinidad de Cristo, sino también en Cristo la HUMANIZACIÓN DE DIOS. 
Que este nacimiento, os llene de PAZ, AMOR Y BIEN a ti y a todos los tuyos. 

Rafael González


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UNA NAVIDAD EN CRISIS, EN LA CRISIS DE LA NAVIDAD.

Una Navidad en crisis, en la crisis de la navidad. El título de este post, posiblemente nos lleve a todos a pensar, en la gran crisis económica que estamos viviendo. Los efectos negativos que está dejando la crisis económica en millones de personas. Y digo, todo esto porque, todos nos volcamos en estas fechas, organizamos eventos para recaudar dinero, para comprar juguetes, comidas y ropas, para todos los que buscan una ayuda. Quizás este año, de una gran crisis económica, nuestra solidaridad sea mayor. Esto posiblemente nos lleve a plantearnos interrogantes profundos: ¿Cómo me afecta esta crisis? ¿Qué puedo y debo hacer?.

Interrogantes que debemos hacernos hoy quienes creemos en la dignidad de todo ser humano. Porque la solidaridad es necesaria, pero más necesario es el compromiso social del cristiano católico en la lucha por unos valores más justo, con una participación más activa en la vida social y política. De esta manera, es como podemos producir un cambio en las estructuras sociales.

Que esta navidad nos lleve no solamente a unos días de solidaridad, si no a un compromiso social.

Pero no solamente, el título del post nos lleva a esta idea. Una Navidad en crisis. Nos puede también, llevar a los creyentes a analizar el sentido que tenemos de la Navidad. Y digo esto, porque en la comunidad creyente celebramos el nacimiento de Jesús, pero posiblemente no somos consciente de lo que supone esa celebración, por eso digo: “Una Navidad en crisis".

Celebrar el nacimiento de Cristo, es ser consciente de la incorporación de Jesús en la historia de la humanidad. Que quiere decir esto, que la Navidad nos debe llevar a recordar que en Jesús, no solamente debemos descubrir su divinidad, sino que en Él debemos descubrir la HUMANIZACIÓN DE DIOS. Dios se hizo hombre en Jesús de Nazaret. Por eso, el estilo de vida de Jesús, refleja el verdadero amor de Dios.

No podremos tener experiencia divina de amor, si no vivimos la experiencia humana del amor.

A Dios sólo lo encontraremos en la medida que vivamos con la humanidad, que vivió Jesús.

Que esta Navidad nos ayude a comprender, que la felicidad no está en el consumo indiscriminado de cosas, sino en tener personas con las cuales podamos compartir lo mucho y lo poco que tenemos, que a veces no es lo material sino nuestro tiempo y nuestra compañía, en definitiva la humanidad que aprendemos de Jesús.


FELIZ NAVIDAD.

lunes, 22 de diciembre de 2014

LAS “QUINCE ENFERMEDADES DE LA CURIA”, SEGÚN EL PAPA FRANCISCO.

El papa Francisco enumeró hoy en un discurso las que consideró las 15 "enfermedades" que acechan a la Iglesia y a la Curia romana, como el "alzheimer espiritual", "el sentirse inmortal" "la mundanidad y el exhibicionismo" o "la vanagloria".

El papa aprovechó el tradicional encuentro en la sala Clementina para felicitar la Navidad a los miembros de la Curia romana, que gestionan el Gobierno de la Iglesia, para advertirles del catálogo de los males que deben evitar.

Francisco comenzó diciendo que "sería bonito pensar que la Curia romana es un pequeño modelo de Iglesia" y agregó que "un miembro de la Curia que no se alimenta cotidianamente con el alimento (de Dios) se convierte en un burócrata".

Y después ante los cardenales presidentes de los varios dicasterios que conforman la Curia fue enumerando una a una las 15 enfermedades y comenzó por la de "sentirse inmortal o indispensable".

"Una Curia que no hace autocrítica y no se actualiza y no intenta mejorar es un cuerpo enfermo", e invitó a los presentes a visitar los cementerios para ver los nombres de tantas personas "que se creían inmortales, inmunes e indispensables".

Para Francisco, "esto deriva de la patología del poder, del complejo de sentirse un elegido y del narcisismo".

Otras enfermedades de este catálogo de males de la Curia es el "excesivo trabajo"; el "endurecimiento mental y espiritual", que "impide llorar con los que lloran y alegrarse con los que se alegran"; "la excesiva planificación" y "la enfermedad de la mala colaboración".

También destacó el "alzheimer espiritual", que se observa en "quien ha perdido la memoria de su encuentro con el Señor y depende sólo de sus propias pasiones, caprichos y manías y construye a su alrededor muros y costumbres".

Otro de los males que enumeró el papa fue el de la "rivalidad y la vanagloria", que surge "cuando la apariencia y el color de los vestidos y las insignias de honor se convierten en el objetivo primario de la vida".

"La enfermedad de la esquizofrenia existencial", está presente en los que viven "una doble vida fruto de la hipocresía típica del mediocre" y afecta a aquellos que "han abandonado el servicio pastoral sólo para hacer los asuntos burocrático", agrego.

"Las habladurías y los cotilleos", son otra de las enfermedades citadas por el papa, así como la de "divinizar a los jefes", al ser "víctimas del carrerismo y del oportunismo" pensando sólo a lo que se debe obtener y no a lo que se debe ofrecer".

Además citó "la enfermedad de la indiferencia hacia los demás"; la de la "cara fúnebre", pues el religioso "debe ser una persona amable, serena y entusiasta y alegre que transmite alegría", dijo "Qué bien hace una buena dosis de humorismo", agregó el papa Bergoglio.

La enfermedad de "acumular bienes materiales", la de pertenecer "a círculos cerrados y la de la "mundanidad y el exhibicionismo", concluyeron la lista.

El papa Francisco también quiso recordar que un día leyó que "los sacerdotes son como los aviones que son noticia cuando sólo cuando se caen".

Entonces subrayó que, sin embargo, "hay muchos que vuelan", pero que "muchos critican, pero pocos rezan por ellos".

Y concluyó advirtiendo: "Cuánto mal puede causar un solo sacerdote que cae a todo el cuerpo de la Iglesia".

Discurso del Papa
"Tú estás sobre los querubines, tu que has cambiado la miserable condición del mundo cuando te has hecho como nosotros" (San Atanasio).
Queridos hermanos, Al término del Adviento nos encontramos para los tradicionales saludos. En pocos días tendremos la alegría de celebrar la Navidad del Señor; el evento de Dios que se hace hombre para salvar a los hombres; la manifestación del amor de Dios que no se limita a darnos alguna cosa o a enviarnos algún mensaje o ciertos mensajeros, sino que se nos da a sí mismo; el misterio de Dios que lleva sobre sí mismo nuestra condición humana y nuestros pecados para revelarnos su Vida divina, su gracia inmensa y su perdón gratuito. Es la cita con Dios que nace en la pobreza de la gruta de Belén para enseñarnos el poder de la humildad. De hecho, la Navidad es también la fiesta de la luz que no viene acogida de la gente ‘elegida' sino de la gente pobre y simple que esperaba la salvación del Señor.
Ante todo, quisiera desear a todos ustedes -colaboradores, hermanos y mujeres, representantes pontificios esparcidos por el mundo- y a todos sus queridos, una santa Navidad y un feliz Año Nuevo. Deseo agradecerles cordialmente por su compromiso cotidiano al servicio de la Santa Sede, de la Iglesia Católica, de las Iglesias particulares y del Sucesor de Pedro.
Puesto que somos personas y no números o denominaciones, recuerdo de manera especial aquellos que, durante este año, han terminado su servicio por razones de edad o por haber asumido otros roles, o porque han sido llamados a la Casa del Padre. También a todos ellos y sus familias van mis pensamientos y gratitud.
Deseo elevar con ustedes al Señor un profundo y sincero agradecimiento por el año que termina, por los acontecimientos vividos y por todo el bien que Él ha querido realizar generosamente a través del servicio de la Santa Sede, pidiéndole humildemente perdón por las faltas cometidas "en pensamientos, palabras, obras y omisiones".

Y partiendo de este pedido de perdón, desearía que nuestro encuentro y las reflexiones que voy a compartir con ustedes se conviertan, para todos nosotros, en un apoyo y un estímulo para un verdadero examen de conciencia para preparar nuestro corazón para la Navidad.
Pensando en este encuentro he recordado la imagen de la Iglesia como Cuerpo Místico de Jesucristo. Es una expresión que, como explicó el Papa Pío XII, "fluye y casi brota de lo que exponen con frecuencia las Sagradas Escrituras y los Santos Padres." En este sentido, San Pablo escribió: "Porque así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo" (1 Cor 12,12).
En este sentido, el Concilio Vaticano II nos recuerda que "en la estructura del cuerpo místico de Cristo existe una diversidad de miembros y oficios. Uno es el Espíritu, que para la utilidad de la Iglesia distribuye sus diversos dones con generosidad proporcionada a su riqueza y a las necesidades de los ministerios (1 Cor 12,1-11)." Por lo tanto, "Cristo y la Iglesia forman el "Cristo total" - Christus Totus -. La Iglesia es una con Cristo."
Es hermoso pensar en la Curia Romana como un pequeño modelo de la Iglesia, es decir, como un "cuerpo" que intenta seriamente y cotidianamente ser más vivo, más sano, más armonioso y más unido en sí mismo y con Cristo.
En realidad, la Curia Romana es un cuerpo complejo, compuesto de muchos Dicasterios, Consejos, Oficinas, Tribunales, Comisiones y numerosos elementos que no tienen todos la misma tarea, pero que se coordinan para poder funcionar en modo eficaz, edificante, disciplinado y ejemplar, a pesar de las diferencias culturales, lingüísticas y nacionales de sus miembros.
De todos modos, siendo la Curia un cuerpo dinámico, no puede vivir sin alimentarse y cuidarse. De hecho, la Curia - como la Iglesia - no puede vivir sin tener una relación vital, personal, auténtica y equilibrada con Cristo. Un miembro de la Curia que no se alimenta todos los días con aquel Alimento se convertirá en un burócrata (un formalista, un funcionalista, un simple empleado): una rama que se seca y muere lentamente y se tira lejos. La oración diaria, la participación regular en los sacramentos, especialmente la Eucaristía y la reconciliación, el contacto diario con la Palabra de Dios y la espiritualidad traducida en caridad vivida son el alimento vital para cada uno de nosotros. Que sea claro a todos nosotros que sin Él no podemos hacer nada (cf. Jn 15, 8).
Como resultado, la relación viva con Dios nutre y refuerza también la comunión con los demás, o sea, cuanto más estrechamente adherimos a Dios, más estamos unidos entre nosotros, porque el Espíritu de Dios nos une y el espíritu maligno divide.
La Curia está llamada a mejorar, siempre mejorar y crecer en comunión, santidad y sabiduría para realizar plenamente su misión. Sin embargo, como cada cuerpo, como todo cuerpo humano, está expuesto a la enfermedad, al mal funcionamiento. Y aquí me gustaría mencionar algunas de estas enfermedades probables, enfermedades de la curia. Las enfermedades más frecuentes en nuestra vida de la Curia son las enfermedades y tentaciones que debilitan nuestro servicio al Señor. Creo que nos va a ayudar el "catálogo" de las enfermedades - como los Padres del Desierto, que hacían catálogos - de las que hablamos hoy: nos ayudará a prepararnos para el Sacramento de la Reconciliación, que será un bello paso para todos nosotros para prepararnos para la Navidad.
1. La enfermedad de sentirse "inmortal", "inmune" o incluso "indispensable" descuidando los necesarios y habituales controles. Una Curia que no se autocrítica, que no se actualiza, que no trata de mejorarse es un cuerpo enfermo. Una ordinaria visita a los cementerios podría ayudarnos a ver los nombres de tantas personas, de las que cuales algunas tal vez creíamos que eran inmortales, inmunes e indispensables. Es la enfermedad del rico insensato del Evangelio que pensaba vivir eternamente (cfr. Lc 12, 13-21) y también de aquellos que se transforman en patrones y se sienten superiores a todos y no al servicio de todos. Esta deriva frecuentemente de la patología del poder, del ‘complejo de los Elegidos', del narcisismo que mira apasionadamente la propia imagen y no ve la imagen de Dios impresa en el rostro de los otros, especialmente de los más débiles y necesitados. El antídoto a esta epidemia es la gracia de sentirnos pecadores y de decir con todo el corazón: ‘Somos siervos inútiles. Hemos hecho lo que teníamos que hacer' (Lc 17,10).
2. Otra: es la enfermedad del ‘martalismo' (que viene de Marta), de la excesiva laboriosidad: es decir de aquellos que se sumergen en el trabajo descuidando, inevitablemente, ‘la parte mejor': sentarse al pie de Jesús (cfr Lc 10, 38-42). Por esto Jesús ha llamado a sus discípulos a ‘descansar un poco', (cfr Mc 6,31) porque descuidar el necesario reposo lleva al estrés y a la agitación. El tiempo de reposo, para quien ha terminado la propia misión, es necesario, debido y va vivido seriamente: en el transcurrir un poco de tiempo con los familiares y en el respetar las vacaciones como momentos de recarga espiritual y física; es necesario aprender lo que enseña Eclesiastés que "hay un tiempo para cada cosa" (3,1-15).
3. También está la enfermedad de la ‘fosilización' mental y espiritual. Es decir, aquellos que poseen un corazón de piedra y ‘tortícolis' (At 7,51-60); de aquellos que, en el camino, pierden la serenidad interior, la vivacidad y la audacia y se esconden bajo los papeles convirtiéndose en ‘máquinas de prácticas' y no ‘hombres de Dios' (cfr. Eb 3,12). Es peligroso perder la sensibilidad humana necesaria para llorar con quienes lloran y alegrarse con aquellos que se alegran. Es la enfermedad de quienes pierden ‘los sentimientos de Jesús' (cfr Fil 2,5-11) porque su corazón, con el pasar del tiempo, se endurece y se convierte en incapaz de amar incondicionadamente al Padre y al prójimo (cfr Mt 22, 34-40). Ser cristiano, de hecho, significa ‘tener los mismos sentimientos que fueron de Jesucristo' (Fil 2,5), sentimientos de humildad y de donación, de desapego y de generosidad.
4. La enfermedad de la excesiva planificación y del funcionalismo. Cuando el apóstol planifica todo minuciosamente y cree que si hace una perfecta planificación las cosas efectivamente progresan, convirtiéndose de esta manera en un contador. Preparar todo bien es necesario, pero sin caer nunca en la tentación de querer encerrar o pilotear la libertad del Espíritu Santo que es siempre más grande, más generosa que cualquier planificación humana (cfr. Jn 3,8). Si cae en esta enfermedad es porque ‘siempre es más fácil y cómodo permanecer en las propias posturas estáticas e inmutables. En realidad, la Iglesia se muestra fiel al Espíritu Santo en la medida en que no tiene la pretensión de regularlo y de domesticarlo... -domesticar al Espíritu Santo- Él es frescura, fantasía, novedad.
5. La enfermedad de la mala coordinación. Cuando los miembros pierden la comunión entre ellos y el cuerpo pierde su armonioso funcionamiento y su templanza, se convierten en una orquesta que produce ruido porque sus miembros no colaboran y no viven el espíritu de comunión y de equipo. Cuando el pie dice al brazo: ‘no te necesito' o la mano dice a la cabeza ‘mando yo', causa malestar y escándalo.
6. La enfermedad del ‘Alzheimer espiritual', es decir el olvido de la ‘historia de la salvación', de la historia personal con el Señor, del ‘primer amor' (Ap 2,4). Se trata de una disminución progresiva de las facultades espirituales que en un más o menos largo período de tiempo causa serias discapacidades a la persona haciéndola incapaz de desarrollar alguna actividad autónoma, viviendo en un estado de absoluta dependencia de sus concepciones, a menudo imaginarias. Lo vemos en aquellos que han perdido la memoria de su encuentro con el Señor; en quienes no tienen sentido deuteronómico de la vida; en aquellos que dependen completamente de su presente, de las propias pasiones, caprichos y manías, en quienes construyen a su alrededor muros y hábitos se convierten, cada vez más, en esclavos de los ídolos que han esculpido con sus propias manos.
7. La enfermedad de la rivalidad y de la vanagloria. Cuando la apariencia, los colores de la ropa o las medallas honoríficas se convierten en el primer objetivo de la vida, olvidando las palabras de San Pablo: ‘No hagan nada por rivalidad o vanagloria, sino que cada uno de ustedes, con humildad, considere a los otros superiores a sí mismo. Cada uno no busque el propio interés, sino también el de los otros (Fil 2,1-4). Es la enfermedad que nos lleva a ser hombres y mujeres falsos y a vivir un falso ‘misticismo' y un falso ‘quietismo'. El mismo San Pablo los define ‘enemigos de la Cruz de Cristo' porque se jactan de aquello que tendrían que avergonzarse y no piensan más que a las cosas de la tierra (Fil 3,19).
8. La enfermedad de la esquizofrenia existencial. Es la de quienes viven una doble vida, fruto de la hipocresía típica del mediocre y del progresivo vacío espiritual que licenciaturas o títulos académicos no pueden llenar. Una enfermedad que sorprende frecuentemente a los que abandonan el servicio pastoral, se limitan a las cosas burocráticas, perdiendo de esta manera el contacto con la realidad, con las personas concretas. Crean así un mundo paralelo, en donde ponen de parte todo lo que enseñan severamente a los demás e inician a vivir una vida oculta y a menudo disoluta. La conversión es muy urgente e indispensable para esta gravísima enfermedad (cfr Lc 15, 11-32).
9. La enfermedad de los chismes, de las murmuraciones y de las habladurías. De esta enfermedad ya he hablado en muchas ocasiones, pero nunca lo suficiente. Es una enfermedad grave, que inicia simplemente, quizá solo por hacer dos chismes y se adueña de la persona haciendo que se vuelva ‘sembradora de cizaña' (como Satanás), y, en muchos casos casi ‘homicida a sangre fría' de la fama de los propios colegas y hermanos. Es la enfermedad de las personas cobardes que, al no tener la valentía de hablar directamente, hablan a las espaldas de la gente. San Pablo nos advierte: hacer todo sin murmurar y sin vacilar, para ser irreprensibles y puros (Fil 2,14.18). Hermanos, ¡cuidémonos del terrorismo de los chismes!
10. La enfermedad de divinizar a los jefes: es la enfermedad de los que cortejan a los superiores, esperando obtener su benevolencia. Son víctimas del carrerismo y del oportunismo, honran a las personas y no a Dios (cfr Mt 23-8.12). Son personas que viven el servicio pensando únicamente en lo que deben obtener y no en lo que deben dar. Personas mezquinas, infelices e inspiradas solamente por el propio egoísmo (cfr Gal 5,16-25). Esta enfermedad podría golpear también a los superiores cuando cortejan a algunos de sus colaboradores para obtener su sumisión, lealtad y dependencia psicológica, pero el resultado final es una verdadera complicidad.
11. La enfermedad de la indiferencia hacia los demás. Cuando cada uno sólo piensa en sí mismo y pierde la sinceridad y el calor de las relaciones humanas. Cuando el más experto no pone su conocimiento al servicio de los colegas menos expertos. Cuando se sabe algo se posee para sí mismo en lugar de compartirlo positivamente con los otros. Cuando, por celos o por astucia, se siente alegría viendo al otro caer en lugar de levantarlo y animarlo.
12. La enfermedad de la cara de funeral. Es decir, la de las personas bruscas y groseras, quienes consideran que para ser serios es necesario pintar el rostro de melancolía, de severidad y tratar a los demás -sobre todo a los que consideran inferiores- con rigidez, dureza y arrogancia. En realidad, la severidad teatral y el pesimismo estéril son a menudo síntomas de miedo y de inseguridad de sí. El apóstol debe esforzarse para ser una persona cortés, serena, entusiasta y alegre que transmite felicidad en donde se encuentra. Un corazón lleno de Dios es un corazón feliz que irradia y contagia con la alegría a todos los que están alrededor de él: se ve inmediatamente. No perdamos, por lo tanto, el espíritu alegre, lleno de humor e incluso auto-irónicos, que nos convierte en personas amables, también en las situaciones difíciles. Qué bien nos hace una buena dosis de un sano humorismo. Nos hará muy bien rezar frecuentemente la oración de Santo Tomás Moro: yo la rezo todos los días, me hace bien.
13. La enfermedad de la acumulación: cuando el apóstol trata de llenar un vacío existencial en su corazón acumulando bienes materiales, no por necesidad, sino solo para sentirse al seguro. En realidad, no podremos llevar nada material con nosotros porque ‘el sudario no tiene bolsillos' y todos nuestros tesoros terrenos -también si son regalos- no podrán llenar nunca aquel vacío, y lo harán más exigente y más profundo. A estas personas el Señor repite ‘tú dices soy rico, me he enriquecido, no tengo necesidad de nada. Pero no sabes que eres un infeliz, un miserable, un pobre, un ciego y desnudo... Sé pues celoso y conviértete' (Ap 3,17-19). La acumulación pesa solamente y ralentiza el camino inexorable. Pienso en una anécdota: un tiempo, los jesuitas españoles describían a la Compañía de Jesús como la ‘caballería ligera de la Iglesia'. Recuerdo la mudanza de un joven jesuita, mientras cargaba el camión de sus posesiones: maletas, libros, objetos y regalos, y escuchó, con una sabia sonrisa, de un anciano jesuita que lo estaba observando: ¿Esta sería la caballería ligera de la Iglesia? Nuestras ‘mudanzas' son signos de esta enfermedad.
14. La enfermedad de los círculos cerrados en donde la pertenencia al grupito se vuelve más fuerte de la pertenencia al Cuerpo y, en algunas situaciones, a Cristo mismo. También esta enfermedad comienza siempre de buenas intenciones, pero, con el paso del tiempo, esclaviza a los miembros convirtiéndose en un ‘cáncer' que amenaza la armonía del Cuerpo y causa tanto mal -escándalos- especialmente a nuestros hermanos más pequeños. La autodestrucción o el ‘fuego amigo' de las comilonas es el peligro más sutil. Es el mal que golpea desde dentro, y como dice Cristo, ‘cada reino dividido en sí mismo va a la ruina' (Lc 11,17).
15. Y la última, la enfermedad del provecho mundano, del exhibicionismo, cuando el apóstol transforma su servicio en poder, y su poder en mercancía para obtener provechos mundanos o más poderes. Es la enfermedad de las personas que buscan infatigablemente el multiplicar poderes y por este objetivo son capaces de calumniar, de difamar y de desacreditar a los demás, incluso en periódicos y en revistas. Naturalmente para exhibirse y demostrarse más capaces que los demás. También esta enfermedad hace mucho daño al Cuerpo porque lleva a las personas a justificar el uso de cualquier medio para alcanzar tal objetivo, a menudo en nombre de la justicia y de la transparencia. Recuerdo un sacerdote que llamaba a los periodistas para decirles -e inventar- cosas privadas y reservadas de sus hermanos y parroquianos. Para él, lo que contaba era verse en las primeras páginas, porque así se sentía ‘poderoso y vencedor', causando tanto mal a los otros y a la Iglesia. ¡Pobrecito!


Hermanos, estas enfermedades y tentaciones son naturalmente un peligro para cada cristiano y para cada curia, comunidad, congregación, parroquia, movimiento eclesial, y pueden golpear sea a nivel individual que comunitario.

Es necesario aclarar que es sólo el Espíritu Santo -el alma del Cuerpo Místico de Cristo, como afirma el Credo: ‘Creo... en el Espíritu Santo, Señor y vivificador'- quien cura cada enfermedad. Es el Espíritu Santo quien sostiene cada sincero esfuerzo de purificación y de cada buena voluntad de conversión. Es Él quien nos da a entender que cada miembro participa en la santificación del cuerpo y a su debilitamiento. Es Él el promotor de la armonía: ‘Ipse harmonia est', dice San Basilio. San Agustín nos dice: ‘Hasta que una parte se adhiere al cuerpo, su curación no es desesperada; aquello que fue cortado, no puede curarse ni sanar'.

La curación es también fruto de la conciencia de la enfermedad y de la decisión personal y comunitaria de curarse soportando pacientemente y con perseverancia la curación. Por lo tanto, estamos llamados -en este tiempo de Navidad y para todo el tiempo de nuestro servicio y de nuestra existencia- a vivir ‘según la verdad en la caridad, tratando de crecer en cada cosa hacia Él, que es el jefe, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien compaginado y conectado, mediante la colaboración de cada empalme, según la energía propia de cada miembro, recibe fuerza para crecer en manera de edificar a sí mismo en la caridad (Ef 4, 15-16).


Queridos hermanos, Una vez he leído que los sacerdotes son como los aviones: sólo hacen noticia cuando caen, pero hay muchos que vuelan. Muchos critican y pocos rezan por ellos. Es una frase muy simpática y muy cierta, porque indica la importancia y la delicadeza de nuestro servicio sacerdotal, y cuánto mal podría causar un solo sacerdote que ‘cae' a todo el cuerpo de la Iglesia. Por lo tanto, para no caer en estos días en los que estamos preparándonos a la Confesión, pidamos a la Virgen María, Madre de Dios y Madre de la Iglesia, curar las heridas del pecado que cada uno de nosotros lleva en su corazón y de sostener a la Iglesia y a la Curia de modo que sean sanos y re sanadores, santos y santificantes, a gloria de su Hijo y para nuestra salvación y del mundo entero. Pidamos a Él hacernos amar a la Iglesia como la ha amado Cristo, su hijo y nuestro Señor, y de tener la valentía de reconocernos pecadores y necesitados de su Misericordia y de no tener miedo a abandonar nuestra mano entre sus manos maternas.
Muchas felicidades por una santa Navidad a todos ustedes, a sus familias y a sus colaboradores. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí. Gracias de corazón.

sábado, 20 de diciembre de 2014

EVANGELIO DOMINGO 21 DE DICIEMBRE 2014. CUARTO DOMINGO DEL TIEMPO DE ADVIENTO.

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas (1,26-38):

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.

COMENTARIO.-

Lo que nos narra el Evangelio de este domingo fue el punto de partida del cambio más asombroso y desconcertante que se ha producido en la historia de las tradiciones religiosas de la humanidad.

Lo que aquí se cuenta tan trascendental para la humanidad, sucede en Galilea, la región de los que en Israel se tenían por ignorantes, impuros, con los que no había que relacionarse (M. Pérez Fernández). Era famoso el dicho de Yojanán ben Zakkai:”Galilea, Galilea, tú odias la Torah”. En un pueblo perdido, de un sitio así, dios se hace presente. Es el estilo del Dios que se revela en Jesús. Así son las costumbres del dios de Jesús. (J.M.Castillo).

En todo este acontecimiento una persona centra todo el relato, María, una mujer desconocida y humilde, de la que se dice que era “virgen”, una palabra que, en el judaísmo de aquel tiempo, designaba a una muchacha, desde su pubertad hasta su primer alumbramiento. El relato de Lucas quiere destacar que el hecho prodigioso, que sucedió en María, es mucho más importante que el de su parienta Isabel. El texto no habla de la virginidad biológica de María, sino de su fidelidad total a Dios. (J.M.Castillo).

Por eso, lo que nos narra el Evangelio de este domingo supuso el punto de partida del cambio más asombroso y desconcertante que se ha producido en la historia de las tradiciones religiosas de la humanidad. La asombrosa novedad, que vino al mundo con la encarnación de dios en Jesús, es que Dios se humaniza, se despoja de su rango y se hace como uno de tantos. A Dios lo conocemos, lo vemos, en un ser humano, en su entrañable sencillez y en su bondad sin límites. De forma que toda agresión a lo humano es agresión a Dios.

Al finalizar este tiempo de Adviento, se trata de ir pensando que el próximo miércoles día de Navidad recordaremos que Dios, en Jesús, se hizo presente en la historia de la humanidad. Y que desde el mismo instante en que Dios entra a formar parte de la historia de la humanidad en la persona de Jesús, esto debe de desencadenar en nosotros los seguidores de Jesús, una nueva forma de entender la religión y la vida.

DIFUNDID EL EVANGELIO. PÁSALO.



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sábado, 13 de diciembre de 2014

EVANGELIO DOMINGO 14 DE DICIEMBRE 2014. TERCER DOMINGO DEL TIEMPO DE ADVIENTO.

Evangelio según San Juan 1,6-8; 19-28.

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. Los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran: ¿Tú quién eres?
Él confesó sin reservas: Yo no soy el Mesías.
Le preguntaron: Entonces, ¿qué? ¿Eres tú Elías?
Él dijo: No lo soy.
- ¿Eres tú el Profeta? Respondió: - No.
Y le dijeron: ¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?
Él contestó: Yo soy «la voz que grita en el desierto: allanad el camino del Señor» (como dijo el profeta Isaías).
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?
Juan les respondió: Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, que existía antes que yo y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

COMENTARIO.-

El Evangelio de este domingo nos presenta la figura de Juan Bautista como un hombre enviado por Dios, que venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. Los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran: ¿Tú quién eres? Juan contestó: Yo soy «la voz que grita en el desierto: allanad el camino del Señor»

El evangelio de hoy es claro y sencillo. Juan venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.

Posiblemente hoy, no suscitamos seguidores de Jesús, porque se nos olvida, que la luz que hemos recibido, no es solamente para nosotros; sino para que nosotros seamos transmisores de esa luz. Nosotros no somos la luz, la luz es Cristo, nosotros somos los que pasamos el testigo de la luz.

Pero la antorcha que debemos dar como testigo a los demás, debe de alumbrar el camino para ver y no crear más oscuridad. Nuestra antorcha debe de allanar el camino, y no hacer agujeros y trampas, para que los caminantes se cansen por el camino.

La figura de Jesús, no fue solamente admirada por las gentes de su época, sino que ha sido admirada a todo lo largo de la historia. Hoy en día, también sigue siendo admirada, no solamente entre las personas mayores, sino entre las personas de todas las edades y especialmente entre los jóvenes, según revelan varias encuestas de opinión.

La cuestión es saber si Jesús, lo que quiere es admiradores o seguidores. Lógicamente de los Evangelios deducimos que Jesús lo que quiere son seguidores y no admiradores.

La pregunta es obvia: ¿por qué entre los creyentes existen más admiradores que seguidores?

Porque la admiración, se queda en lo maravilloso del personaje, posiblemente en su divinidad y esto no requiere compromiso ninguno con Jesús. El seguimiento requiere un encuentro con lo humano para encontrar lo divino, es decir imitar a Jesús, vivir como Jesús y esto es ir en contra de muchos principios dogmáticos sociales y eclesiales.

Lo que hace más humano y construye el Reino de Dios en este mundo, son las personas que se parecen e intentan vivir como Jesús y no las gentes que sólo lo admiran y veneran.

La Iglesia necesita seguidores y no admiradores.

Que este tercer domingo de adviento que vamos a celebrar, no sirva para comprender como diría Pedro, que todos hemos sido llamados hacer testigos de la esperanza recibida.

SOMOS TESTIGOS DE LA LUZ DE CRISTO.


DIFUNDID EL EVANGELIO. PÁSALO.

domingo, 7 de diciembre de 2014

FESTIVIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA.

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 1.26-38.

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: -«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. »
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: -«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel: -«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó: -«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaba estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó: -«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.

COMENTARIO.-

La fiesta de la Inmaculada Concepción nos recuerda uno de los dogmas que la Iglesia nos enseña sobre María, la Madre de Jesús. Este dogma fue definido por el Papa Pío IX, el 8 de Diciembre de 1854. En esta fiesta, la Iglesia celebra que María, la madre de Jesús, no estuvo manchada por el pecado original. Eso quiere decir que María fue una mujer especialmente agraciada por Dios. Más de eso no podemos saber.

El evangelio nos enseña que la madre de Jesús fue una mujer sencilla, de un pueblo pobre y perdido. Dios prefiere lo sencillo y concede su favor a quienes no se creen importantes. Dios se fija en esos valores. Y por esos caminos se hizo presente Jesús en la historia humana.

La ejemplaridad de María, que celebramos en esta fiesta, es motivo de piedad, devoción y, sobre todo, de conducta ética en una vida generosidad y amor.

Cuando el Concilio Vaticano II, no sin dificultades, hizo el esfuerzo de situar la figura de María no solamente a la luz del misterio de Cristo, sino también y muy particularmente a la luz del misterio de la Iglesia, no hizo otra cosa que volver a la mejor tradición eclesial, cuando María ocupaba ya en la comunidad creyente " el lugar más alto y a la vez más próximo a nosotros " ( LG 54 ). Por eso, cuando presentamos a María como " prototipo de la Iglesia ", no se hace en un sentido pasivo como el que hace una copia. Sino que se hace con un sentido profundamente activo. Por ello, creo que podríamos hoy preguntarnos:

¿Cuáles podrían ser los rasgos de una Iglesia más mariana en nuestros días?

- Una Iglesia que fomenta la " ternura maternal " como María. Es decir, una Iglesia de brazos abiertos, que no rechaza a nadie, sino que acoge.

- Una Iglesia que como María proclama la grandeza de Dios y su misericordia.

- Una Iglesia que como María se convierte en signo de esperanza por su capacidad de dar y transmitir la vida.

- Una Iglesia humilde como María, siempre a la escucha de su Señor.

- Una Iglesia del " Magníficat ", que no se complace en los soberbios, potentados y ricos de este mundo, sino que busca pan y dignidad para los pobres y hambrientos de la tierra, sabiendo que Dios está de su parte.


- Una Iglesia atenta al sufrimiento de todo ser humano, que sabe, como María olvidarse de sí misma y " marchar de prisa " para estar cerca del que necesita esta ayudado.


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