Evangelio según San Marcos
9, 2-10
“En aquel tiempo, Jesús se
llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y
se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco
deslumbrador, como puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se le aparecieron
Elías y Moisés conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo
a Jesús: "Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres chozas, una
para ti, otra para Moisés y otra para Elías". Estaban asustados y no sabía
lo que decía. Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube: "Este
es mi hijo amado; escuchadlo". De pronto, al mirar alrededor, no vieron a
nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les
mandó:" No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del
Hombre resucite de entre los muertos". Esto se les quedó grabado y
discutían qué quería decir aquello de resucitar de entre los muertos".
COMENTARIO.-
La transfiguración del
Señor, es un acontecimiento que está narrado en los evangelios sinópticos, en
Mt 17, 1-6; Mc 9, 1-8 y Lc 9, 28-36. La Iglesia recuerda y celebra este
acontecimiento, el 6 de agosto y el segundo domingo de cuaresma.
Debemos tener presente, al
leer este pasaje evangélico; que los evangelios se escribieron 50 o 60 años
después de la muerte de Jesús. Lógicamente, en ellos no podemos descartar, la
influencia de la experiencia religiosa vivida por los apóstoles y de las
primeras comunidades, tras la resurrección del Señor.
Por eso, es imposible saber
con seguridad, lo que, en este episodio, hay de historia real o de experiencia
religiosa. Lo que, si debemos, es sin duda alguna, extraer alguna enseñanza.
La primera enseñanza que
debemos sacar es la importancia, que para Jesús tiene la ORACION, como fuente
de unión con el Padre. Esto intenta enseñárselo también a sus discípulos, por
eso nos dice el evangelio: " Jesús se llevó a Pedro, a Juan y A Santiago a
lo alto de una montaña para orar”. El evangelista, nos quiere hacer ver la
importancia de la oración en Jesús, de forma que está lo transfiguraba. Es
decir, realizaba en él un cambio de forma de modo tal, que revela su verdadera
naturaleza. Jesús revela el Dios del Amor.
Tal fue la experiencia
vivida por los apóstoles, en la oración de Jesús, que el evangelista, quiere
simbolizar con Moisés y Elías, la transformación del concepto de Dios. Moisés,
representa el Dios de la Ley. Jesús, representa el Dios del Amor. Jesús es la
transformación de lo antiguo a lo nuevo. Esa armonización de lo antiguo a lo
nuevo está reflejada en la voz de Dios: " Éste es mi hijo, el escogido; escuchadle”.
Quedando más claramente explicado después por el evangelista en la expresión:
" Jesús se encontró sólo”. Ósea, que sólo el seguimiento de Jesús es lo
que basta.
La segunda enseña, que
debemos extraer, de este pasaje evangélico y de la fiesta que celebramos hoy,
es si nuestra oración nos transfigura también como a Jesús.
Hay personas que le da más
importancia a las leyes religiosas, al templo, al culto religioso, a las
imágenes, a los sacerdotes, al papa, olvidándose que lo determinante en nuestra
vida es Jesús, y el seguimiento a Jesús, ya que él es la luz y el motor de
nuestra vida. Solo él.
También la Iglesia como
pueblo de Dios, que nació de la experiencia con Cristo, debe escuchar a Jesús,
y sentirse llamada a la transfiguración, e invitada a salir de su conformismo.
La transfiguración eclesial debe romper con ese estilo de vida sacramentalista
y acomodado en los tiempos y, empezar a abrirse y estar atenta, a la
interpelación que el evangelio, nos pide en función de los signos de los
tiempos.
Este tiempo de cuaresma, nos
debe servir, para intentar encontrar "solo a Jesús", no solo en
nuestras actividades cofrades y cuaresmales, sino también, en un verdadero compromiso
de conversión, a través de nuestro encuentro con Jesús, en nuestra ORACION
individual y comunitaria y especialmente en nuestro comportamiento con los
demás.
LEAMOS EL EVANGELIO, COMO
FUENTE DE TRANSFIGURACIÓN. DIFUNDID EL EVANGELIO.PÁSALO.