sábado, 26 de noviembre de 2016

EVANGELIO DEL DOMINGO 27 DE NOVIEMBRE 2016. PRIMER DOMINGO DEL TIEMPO DE ADVIENTO.


Evangelio según San Mateo 24,37-44.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
Lo que pasó en tiempos de Noé, pasará cuando venga el Hijo del hombre.
Antes del diluvio la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y, cuando menos lo esperaban, llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.

COMENTARIO.-


A este tiempo de cuatro semanas antes de la Navidad, se le llama ADVIENTO. “Adviento” significa: “venida, llegada”. Estas cuatro semanas están pensadas para que los cristianos nos preparemos para conmemorar la venida de Jesús al mundo. Y ¿de qué se trata esto?

En primer lugar se trata de ir pensando que el día de Navidad recordaremos que Dios, en Jesús, se hizo presente en la historia de la humanidad. Y que desde el mismo instante en que Dios entra a formar parte de la historia de la humanidad en la persona de Jesús, esto debe de desencadenar en nosotros los seguidores de Jesús, una nueva forma de entender la religión y la vida.

Pero aunque el evangelio de este domingo, nos habla de la venida del Hijo del Hombre. No lo hace en la forma de una espera anunciada que no conocemos, sino que lo hace de una forma más de sentido escatológico. 


Este texto evangélico, es el claro reflejo de la teología de los evangelistas, en este caso Mateo. Pues como es bien sabido, la Iglesia que nace tras la resurrección del Señor, vivió en una apremiante expectativa del fin de los tiempos y por lo tanto de la venida inminente del Señor, de forma que así se llevaría la salvación.

Pero si leemos detenidamente este evangelio, es muy difícil precisar que esas palabras las dijera Jesús. Ya que, está escrito de una forma muy amenazante, postura que nos corresponde con la de Jesús en el resto de los evangelios.

Que debemos de aprender de este evangelio. En primer lugar, que no debemos de vivir angustiados, agobiado y triste porque debemos de estar en continua vela por la llegada día en que venga el Señor. Porque Jesús, no es un cazador de aquí te pillo, aquí te mato.

EN VERDAD, LO QUE JESÚS QUIERE ES QUE ESTEMOS, EN VELA, PENDIENTE Y ATENTO DE TODO LO QUE OCURRE A NUESTRO ALREDEDOR Y QUE ESTEMOS PREPARADOS PARA PODER DAR  RESPUESTA Y TESTIMONIO DE ÉL EN ESOS ACONTECIMIENTOS. PORQUE EN FUNCIÓN DE NUESTRO COMPORTAMIENTO, DE NUESTRA RESPUESTA ASÍ SERÁ SU VENIDA.

Y digo esto, porque abundan las personas que esperan hechos prodigiosos de la religión. Espera la bajada de un ángel que nos solucione todo. Las soluciones las tenemos que trabajar nosotros, con nuestra forma de vivir honradamente y llena de generosidad. En lugar de esperar soluciones bajadas del cielo, asumamos nuestra responsabilidad en nuestro entorno.

CRISTO VIENE Y LLEGA A TRAVÉS DE NOSOTROS, HOMBRES Y MUJERES DEL SIGLO XXI.



FELIZ DOMINGO. DIFUNDID EL EVANGELIO. PÁSALO.

viernes, 25 de noviembre de 2016

COMENZAMOS EL TIEMPO DE ADVIENTO



El próximo domingo 27 de Noviembre,  comenzamos el tiempo de adviento y a la vez un nuevo año litúrgico. El Año litúrgico o calendario litúrgico es el ciclo de las celebraciones litúrgica que durante el año la Iglesia cristiana lleva acabo y que determina cuándo se celebran las fiestas, memoriales, conmemoraciones y solemnidades y qué trozos de los libros bíblicos deben ser leídos.

El año litúrgico, por lo tanto no coincide con el año civil. Sino que este empieza cuatro semanas antes de la Navidad. A este tiempo de cuatro semanas se le llama ADVIENTO. “Adviento” significa: “venida, llegada”.

Estas cuatro semanas están pensadas para que los cristianos nos preparemos para conmemorar la venida de Jesús al mundo.

Y ¿de qué se trata esto?

En primer lugar se trata de ir pensando que el día de Navidad recordaremos que Dios, en Jesús, se hizo presente en la historia de la humanidad. Y que desde el mismo instante en que Dios entra a formar parte de la historia de la humanidad en la persona de Jesús, esto debe de desencadenar en nosotros los seguidores de Jesús, una nueva forma de entender la religión y la vida.

La religión con Jesús no está en los templos solamente, sino que la religión con Jesús está y debe de estar presente en el mundo. Y en la vida siendo testigos de la esperanza que vamos a recibir en Él, actuando con honradez y responsabilidad en todos los ámbitos sociales.

El Adviento, debe de suponer también para nosotros una preparación para la llegada al realismo de Jesús. Estamos viviendo unos momentos difíciles a todos los niveles, especialmente en el económico. Posiblemente en estas fechas, seremos algo más esplendidos en nuestro quehacer caritativo, olvidándonos de todo ello cuando pase la festividad de los reyes magos. Es verdaderamente está, la realidad que Jesús nos va a pedir.

Por eso deberíamos preguntarnos en este Adviento: - ¿Es posible contagiar la fe en este mundo, sin estar nosotros en el mundo?,- ¿Es posible llevar el Evangelio al mundo, ignorando los pensamientos, los sentimientos de los hombres y mujeres que nos rodean en este mundo?, - ¿No es un error, dar respuestas de otros tiempos y momentos?

Invitemos en nuestras parroquias, comunidades, hermandades, a nuestros hermanos a vivir el Adviento. Lleguemos todos unidos a la Navidad, recibamos todos esa Navidad, como una revolución de valores.


Que también este domingo no sea solo la apertura al año litúrgico, sino la continuación en la vivencia de la Iglesia de ese año litúrgico.

25 DE NOVIEMBRE DIA INTERNACIONAL CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO



En este día internacional contra la violencia de género, creo que nosotros los cristianos debemos de hacer una gran reflexión.

Pues los Evangelios están llenos de pasajes que muestran constantemente la preocupación de Jesús por los pobres y las mujeres. Son conmovedores los pasajes en los que Jesús iguala la dignidad de la mujer a la del hombre, en una época donde la mujer era esclava. Por ello, los seguidores de Jesucristo debemos de manifestar que el hombre y la mujer son iguales en dignidad; debemos de reivindicar la necesidad de redefinir la masculinidad y la feminidad desde otros parámetros distintos a los actuales, caminar hacia una cultura y educación que promueva otros valores como el amor, el respeto, la comprensión, el compartir vida y responsabilidades.

No se podrá romper la cadena de violencia sólo con medidas de carácter penal, sino que se necesita también una educación alternativa, basada en el amor, el respeto mutuo y la igualdad entre mujeres y hombres, que redefina la masculinidad y la feminidad desde valores solidarios.


Por eso la Iglesia debe unirse a todas las organizaciones sociales, para unir esfuerzos a los de todas aquellas personas y colectivos que trabajan para erradicar la violencia de género, haciendo posible una vida más digna para la mujer y el hombre. Sólo así será posible una sociedad más humana y más justa donde impere la paz y el amor.


sábado, 19 de noviembre de 2016

EVANGELIO DOMINGO 20 DE NOVIEMBRE 2016. FESTIVIDAD DE JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO.



Evangelio según San Lucas 23, 35-43.

En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús diciendo:- A otros ha salvado, que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido.
Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo:- Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: «Éste es el rey de los judíos».
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo:- ¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.
Pero el otro le increpaba:- ¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada. Y decía:- Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino.
Jesús le respondió:- Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.

COMENTARIO.-

La liturgia de este domingo nos presenta la festividad de Jesucristo Rey del Universo. Esta festividad es muy reciente en la historia Iglesia. Fue instituida por el Papa Pio XI, el 11 de diciembre de 1925, instituyó esta solemnidad como cierre del año litúrgico. Su propósito es recordar la soberanía universal de Jesucristo.

Después de leer detenidamente el texto evangélico de este domingo,  nos debemos de parar un poco a meditar bien la festividad que celebramos hoy;  y es que, el título de rey aplicado a Jesús, tropieza con dos dificultades, la primera.- la secular " mundanización "; segunda.- el exagerado " misticismo”. (Castillo).

En el primer caso, el título de rey es una cosa mundana. Que además está asociado, en la mentalidad de mucha gente, a las antiguas monarquías absolutas. Por eso, aplicarle a Jesús el título de " rey " tiene peligro de evocar el poder político que tuvo la religión de Israel. Y el poder temporal que, desde el emperador Constantino, la Iglesia ha ejercido con tanta frecuencia. Un poder que además, hoy pretende seguir ejerciendo, basándose en el argumento según el cual la religión es la referencia última en los asuntos relacionados con el comportamiento ético, como nos recordó Benedicto XVI, en la presentación de la exhortación apostólica 'Verbum Domini'. En los tiempos que corren, creo que fijar los límites de la religión en este orden de cosas, puede ser uno de los asuntos más importantes, para el acercamiento de las personas a la Iglesia.

El segundo tema puede ser el misticismo, que el que algunas personas pueden ven a Jesús como Rey, clavado en la cruz. El peligro está aquí en asociar la cruz solamente con el sufrimiento, llegándonos a creer, que nuestro seguimiento en Jesús debe de estar basado en nuestro sufrimiento y en nuestro dolor.

La muerte de Jesús en la cruz NO DEBEMOS SOLAMENTE ASOCIARLA CON EL SUFRIMIENTO, SINO COMO LA LUCHA CONTRA EL SUFRIMIENTO DE LOS DEMÁS.

Por eso el Evangelio de este domingo nos enseña que COGER LA CRUZ DE CRISTO, NO ES MORTIFICARSE, VIVIR EN LA TRISTEZA Y EN EL DOLOR. COGER LA CRUZ DE CRISTO ES SER RESPONSABLE CON LA REALIDAD QUE NOS RODEA Y ACTUALIZAR SU MENSAJE A LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS.

Con este domingo finalizamos el año litúrgico y clausuramos el año jubilar de la MISERICORDIA.

Transcurrido este año ¿Cuándo nos vamos a sentar para aunar fuerzas, reflexionar juntos y buscar entre todos el camino que hemos de seguir? ¿No necesitamos dedicar más tiempo, más escucha del evangelio y más meditación para descubrir llamadas, despertar carismas y cultivar un estilo renovado de seguimiento a Jesús?

Jesús llama también al realismo. Estamos viviendo un cambio sociocultural sin precedentes. ¿Es posible contagiar la fe en este mundo nuevo que está naciendo, sin conocerlo bien y sin comprenderlo desde dentro? ¿Es posible facilitar el acceso al Evangelio ignorando el pensamiento, los sentimientos y el lenguaje de los hombres y mujeres de nuestro tiempo? ¿No es un error responder a los retos de hoy con estrategias de ayer?

Sería una temeridad en estos momentos actuar de manera inconsciente y ciega. Nos expondríamos al fracaso, la frustración y hasta el ridículo. Según la parábola, la "torre inacabada" no hace sino provocar las burlas de la gente hacia su constructor. No hemos de olvidar el lenguaje realista y humilde de Jesús que invita a sus discípulos a ser "fermento" en medio del pueblo o puñado de "sal" que pone sabor nuevo a la vida de las gentes.


JESUCRISTO ES REY, POR QUE FUE BUENO Y PASO HACIENDO EL BIEN A TODOS.

FELIZ DOMINGO. DIFUNDID EL EVANGELIO. PASALO.


viernes, 18 de noviembre de 2016

UN AÑO PENSANDO EN LA MISERICORDIA. ¿QUÉ HEMOS MADURADO EN LA MISERICORDIA?



Este domingo clausuramos el año de Jubilar de la MISERICORDIA que comenzábamos en la festividad de la Inmaculada del año pasado (8 de Diciembre 2015), de acuerdo con lo que nos pedía el Papa Francisco que dijo la "Iglesia necesita este momento extraordinario” y que se trata de una ocasión única para "experimentar en nuestra vida el perdón de Dios”.

También señaló que la misericordia es una necesidad imperiosa en las instituciones, en la Iglesia en primer lugar. Esta debe convertirse en la "ciudad puesta en la cima de una montaña que no puede permanecer escondida”. Debe resplandecer por su misericordia.

¿Qué significaba este Año Santo? Celebrar un Jubileo de la Misericordia significaba poner en el centro de nuestra vida personal y de nuestras comunidades el contenido esencial del Evangelio: Jesucristo. Él es la Misericordia hecha carne, que hace visible para nosotros el gran Amor de Dios. 

Se trataba pues de una ocasión única para experimentar en nuestra vida el perdón de Dios, su presencia y su cercanía, especialmente en los momentos de mayor necesidad. Además, significa aprender que el perdón y la misericordia son lo que más desea Dios, y lo que más necesita el mundo, sobre todo en un momento como el actual en el que se perdona tan poco, en la sociedad, en las instituciones, en el trabajo y también en la familia. 

Pero, frente a tantas necesidades en el mundo, ¿es suficiente con contemplar la misericordia de Dios? Ciertamente, hay mucho que hacer. Pero, hay que tener en cuenta que la raíz de la falta de misericordia está en el amor propio, que se reviste bajo el manto de la búsqueda del propio interés, de los placeres, los honores y las riquezas. También en la vida de los cristianos está presente bajo el aspecto de la hipocresía y la mundanidad. Por eso todos, necesitamos reconocer que somos pecadores, para que se fortalezca en nosotros la certeza de la misericordia de Dios.

Por eso, transcurrido este año lo primero que deberíamos tener claro, es una cosa. Y es que, una cosa es “lo que” se cree; y otra cosa es “en quién” se cree. Y aunque a simple vista parece lo mismo, pues no es lo mismo. “Lo que” se cree: se refiere a verdades, dogmas, normas, mandamientos, ritos, ceremonias… Es, por tanto, un acto intelectual esencialmente. “En quién” se cree: se refiere a personas. Que quiere decir esto, que tener fe en alguien, es fiarse de esa persona, es decir, confiar, ser fiel (tener fidelidad). Claro aquí la fe, ya no es esencialmente un acto intelectual, sino una experiencia, que nos lleva a tener confianza, a fiarnos y ser fiel.

Quiero decir con todo esto que no es lo mismo relacionarse con “verdades”, que relacionarse con “personas”. A las verdades se las acepta con la cabeza y la razón. A las personas se las acepta con el corazón y la vida.

Llevado este razonamiento a nuestra fe cristiana, debemos de deducir, que antes que la fidelidad a la “verdades” que enseñó Jesús, está la fidelidad a la vida que llevó Jesús. Es decir, que nuestra fidelidad, nuestra fe, no nos debe de llevar sólo a lo que dijo Jesús, sino, antes que eso, a la persona misma de Jesús.

Por todo esto se comprende que, en los evangelios, la fe se entiende como confianza en Jesús y como fidelidad hacia Jesús. Pero no sólo del Jesús Resucitado, si no que antes de nada, del Jesús, que recorrió los caminos y las aldeas de Galilea, y murió crucificado en Jerusalén. Es decir, que la fe cristiana no puede prescindir de la vida y de la historia de Jesús.

Así nos los demuestran y, nos lo resuelven los estudios teológicos.  Estos estudios, nos plantean que el problema que ha presentado la propagación de la fe cristiana, es que esa fe cristiana fue explicada, primero, por san Pablo (entre los años 50 al 55). Y mucho más tarde (entre los años 70 al 80) fue explicada por los evangelios. Y aquí, lógicamente empezó el dilema, ya que Pablo, no conoció al Jesús terreno. Pablo sólo conoció al Cristo Resucitado. Y, por consiguiente, explicó la fe, no como una experiencia que se refiere a algo que se vive en esta vida, sino como una experiencia que se refiere a verdades que trascienden de este mundo y tienen su centro en el otro mundo. Por eso, cuando Jesús les decía a los enfermos: "Tu fe te ha salvado", se refería obviamente a que la confianza y la fidelidad, que aquellas pobres gentes ponían a Jesús, las liberaba de sufrimientos, penas y otras desgracias de esta vida. Mientras que, cuando Pablo dice "estamos salvados por la fe", se refiere a la salvación sobrenatural y eterna, algo que trasciende este mundo. Pero además, la cuestión, se complica cuando caemos en la cuenta, de que Pablo presenta la fe como fe en Cristo crucificado, que sufrió y murió por nuestros pecados, y que así, con su pasión y su muerte, se constituyó en "sacrificio" de "expiación", que aplacó la ira de Dios contra los pecadores. Hasta el punto de que Pablo llega a decir que Dios "no perdonó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros" (Rom 8, 32). (JM Castillo).

A nada más que realicemos un reposado estudio de lo expuesto anteriormente, podemos concluir que, la fe que resulta de todo esto, es una fe que:

1.- Consiste en aceptar verdades que no podemos conocer porque no están a nuestro alcance.
 2.- Consiste en aceptar a un Dios que necesita el sufrimiento y la muerte de su propio Hijo, para perdonar a los que le ofenden.
3.- Consiste, por tanto, en creer lo que no podemos comprobar, ni demostrar, creer algo increíble, absurdo, que parece, más una patología mental, que una virtud o excelencia que merezca recompensa alguna.

Por todo esto, resulta evidente que, para comprender la fe cristiana, tenemos que empezar por la fe de Jesús y la fe en Jesús. Ya que de esta manera, es la única de que podamos conocer al Dios de Jesús, y por lo tanto comprender a Dios.

Jesús llama también al realismo. Estamos viviendo un cambio sociocultural sin precedentes. ¿Es posible contagiar la fe en este mundo nuevo que está naciendo, sin conocerlo bien y sin comprenderlo desde dentro? ¿Es posible facilitar el acceso al Evangelio ignorando el pensamiento, los sentimientos y el lenguaje de los hombres y mujeres de nuestro tiempo? ¿No es un error responder a los retos de hoy con estrategias de ayer?

Transcurrido este año jubilar de la Misericordia ¿Cuándo nos vamos a sentar para aunar fuerzas, reflexionar juntos y buscar entre todos el camino que hemos de seguir? ¿No necesitamos dedicar más tiempo, más escucha del evangelio y más meditación para descubrir llamadas, despertar carismas y cultivar un estilo renovado de seguimiento a Jesús?


Sería una temeridad en estos momentos actuar de manera inconsciente y ciega. Nos expondríamos al fracaso, la frustración y hasta el ridículo. Según la parábola, la "torre inacabada" no hace sino provocar las burlas de la gente hacia su constructor. No hemos de olvidar el lenguaje realista y humilde de Jesús que invita a sus discípulos a ser "fermento" en medio del pueblo o puñado de "sal" que pone sabor nuevo a la vida de las gentes.

Desde este año que hemos dedicado a la MISERICORDÍA y desde el compromiso que nació en Jesús de crear la gran familia del Reino de Dios, VIVAMOS EN LA MISERICORDÍA, sin olvidar que para VIVIR EN LA MISERICORDÍA, DEBEMOS PRIMERO ACOGER EN LA MISERICORDÍA.



sábado, 12 de noviembre de 2016

EVANGELIO DOMINGO 13 DE NOVIEMBRE 2016. 33ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO. DÍA DE LA IGLESIA DIOCESANA.



Lectura del santo evangelio según san Lucas 21. 5-19

En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: - «Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.»
Ellos le preguntaron: - «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?»
Él contestó: - «Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: “Yo soy”, o bien: “El momento está cerca; no vayáis tras ellos.
Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.
Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.»
Luego les dijo: - «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre.
Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.
Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio.
Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía.
Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.»

COMENTARIO.-

Estamos ya concluyendo el Año Litúrgico y el Año Jubilar de la Misericordía, por eso los textos de la Escritura de este domingo nos invitan a reflexionar sobre las realidades últimas, sobre el fin de la historia y la venida definitiva de Cristo.

Durante mucho tiempo hemos identificado este texto evangélico como lo que puede ocurrir como primicia del fin del mundo. En la historia del cristianismo, el final del mundo ha sido un tema siempre presente. Ser cristiano implicaba creer que nuestra vida va acabar con un juicio de Dios sobre nosotros, y también la existencia del mundo como conjunto: Dios decidiría en algún momento- muy probablemente por sorpresa - el final del mundo, y toda la humanidad sería convocada a juicio.

Pero si durante mucho tiempo hemos identificado este texto como lo que puede ocurrir como primicia del fin del mundo. Hoy debemos de mirarlo desde otro punto de vista. 

En este texto Jesús lo que quiere presentarnos ES QUE EL HOMBRE CUANDO DESTRUYE SU RELACIÓN CON DIOS, ESTA DESTRUYENDO LA RELACION DE LA HUMANIDAD, Y LA RUPTURA DE ESTA RELACION NOS LLEVARA Y NOS ENCAMINARA AL FIN DE LOS TIEMPOS.

Si leemos este texto del evangelio de hoy, sin tener referencia en sus sinópticos en Mt 24, 1-2 y Mc. 13, 1-2; que se escribieron antes. Nos costará trabajo comprender que el templo al que se alude al principio del texto evangélico, es el Templo de Jerusalén. Pues sin tener la referencia de Mateo Y Marcos, podemos entender en Lucas, que el templo del cual habla en este pasaje no es el Templo de Jerusalén, sino que nosotros somos los templos de Jesús, como templo de la vida.

Es importante tener en cuenta que el Templo era el centro de la religión. El judaísmo tenía la firme convicción de que Dios está en el Templo. De ahí que hablar de la destrucción del Templo es hablar de la destrucción de la religión. Por eso, para Jesús la destrucción de la religión, es la destrucción del Dios de ley por el Dios del amor.

Jesús nos enseña, LA BUENA RELACION CON DIOS NO ESTA EN EL TEMPLO, SINO QUE LA BUENA RELACION CON DIOS ESTA CON LOS DEMÁS SERES HUMANOS EN EL MUNDO.

Pero Jesús quiere dejar constancia a sus seguidores, de que el camino a seguir no es fácil, estará lleno de dificultades y luchas.

Los profundos cambios socioculturales y económicos que se están produciendo en nuestros días, nos han de urgir más que nunca a buscar en Jesús la luz y la fuerza que necesitamos para leer y vivir estos tiempos de manera lúcida y responsable.

Es ahora precisamente cuando hemos de reavivar entre nosotros la llamada a ser testigos humildes pero convincentes de Jesús, de su mensaje y de su proyecto.




DIFUNDID EL EVANGELIO. PÁSALO.



En este domingo se celebra también el día de la Iglesia diocesana, bajo el lema “Somos una gran familia CONTIGO”. Esta celebración nos hace tomar conciencia de que formamos parte de una comunidad más amplia que nuestra parroquia y que debemos orar y velar por ella para que toda ella de testimonio de Cristo resucitado ante un mundo con frecuencia hostil al mensaje evangélico.

EL CAMBIO DE ÉPOCA, NOS LLEVA A LA DESHUMANIZACIÓN



Después de una de las campañas más divisivas en la historia de los EEUU, marcada por innumerables escándalos e insultos personales y por una presentación de proyectos políticos por parte de Trump que hacen retroceder las conquistas humanas y sociales siglos atrás. El pasado martes, el pueblo americano libremente eligió a Donald Trump, como presidente de los EEUU. Estado que marca (por el momento) las pautas de funcionamiento de este mundo globalizado.

Pues bien, mucha gente no se da cuenta de que lo más importante, lo que estamos viviendo ahora mismo, no es el cambio de gobierno en los EE.UU., ni el deseado cambio en la economía, ni el anhelado (o temido) cambio de no pocas leyes y costumbres, ni los cambios en la religión y sus gobernantes. Todo eso, por supuesto, se está produciendo. Pero, la raíz de todos los cambios está, en este momento, en la radical transformación que estamos viviendo en nuestra sociedad, en nuestros pensamientos, en nuestros valores, que nos anuncian cada vez más el  nuevo cambio de época en la historia de la humana. Pero el mayor cambio que se está produciendo también en esta sociedad que hemos llamado de la comunicación y de la información es la gran DESHUMANIZACIÓN del ser humano. Por eso anda todo revuelto. Y por eso también, en esta inquietante situación, son muchas (muchísimas) las personas que se hacen (o nos hacemos) incontables preguntas para las que no encontramos respuesta.

A nada más que, realicemos un breve estudio de la economía a lo largo de la historia, podremos observar que estás han sido muy distintas. Sin embargo, en todas esas épocas económicas, la relación del hombre con los bienes materiales, ha sido siempre igual, la de atesora más y más. A esto se le ha denominado codicia
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Ahora bien, la codicia a la que el ser humano está llegando en esta sociedad de la globalización, es la causa fundamental de la enorme crisis económica que se está padeciendo y que tanto sufrimiento está produciendo, sobre los más pobres. Pues estamos viendo que, en una economía global, los destrozos de la codicia también son globales.

Por eso, en los evangelios podemos aprender que el que tiene centrada su vida en el propio dinero y en el propio capital pervierte su visión de la vida, del mundo y de todo, hasta el extremo de llegar a cegarse sólo en el atesorar y atesorar más. De forma que, una persona así, vive en la plena oscuridad de la vida. No ve, la injusticia en que vivimos y el destrozo humano cargado de dolor y desesperanza que todo ese poder económico de más y más trae consigo.

De ahí la fuerza de la frase de Jesús: “No podéis servir a dos Señores a Dios y al dinero”. La fuerza de esta sentencia evangélica está en que quién centra su vida en el dinero, lo que hace es construir al dinero en amo, al tiempo que él mismo se vende como esclavo a semejante dueño. Así, el codicioso, creyendo que es libre, en realidad es un hombre que perdido su libertad. Y vive a merced de lo que le manden los mercados económicos.

De aquí que desde este punto de vista cristiano urge levantar la voz para proclamar la más amplia de la justicia social, de manera que nos llegue a humanizarnos plenamente, porque en la medida que nos humanicemos estamos en el camino de la construcción del Reino de Dios en la tierra.


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sábado, 5 de noviembre de 2016

EVANGELIO DOMINGO 6 DE NOVIEMBRE DEL 2016. 32ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO.



Evangelio según San Lucas 20, 27-38.

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección y le preguntaron: " Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella”.

Jesús les contestó: "En esta vida hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: " Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. No es Dios de muertos sino de vivos: porque para él todos están vivos”.

COMENTARIO.-


La verdad, que hacer un comentario de este texto evangélico es algo complicado, ya que nunca creo yo, que sabremos en este mundo lo que es la vida que, por la fe, esperamos después de la muerte.

Para entender este extraño caso, que los saduceos le plantean a Jesús, hay que tener en cuenta: 1) que la teología particular del partido saduceo no admitía la resurrección de los muertos, un asunto en el que diferían radicalmente de los fariseos, que creían en la futura resurrección. 2) que en el antiguo Oriente Próximo estaba bastante extendida la ley del matrimonio levirático, que consistía en que el cuñado de una mujer tenía que dar hijos a su propio hermano muerto sin descendencia, para perpetuar el nombre del difunto. Esta costumbre había sido aceptada por los asirios, hititas y cananeos. Los judíos asumieron esta forma de matrimonio, como consta en Deut 25,5 y Gen 38, 8. (Castillo).

Lo que menos interesa, en este relato, es el caso esperpéntico que los saduceos le plantean a Jesús. Tampoco interesa, en la respuesta de Jesús, el tema de sexualidad, en el sentido de que aquí el evangelio estaría enseñando que el sexo es asunto de esta vida y de la otra vida. En la ley del levirato, lo que estaba en juego no era la sexualidad, sino la descendencia, cosa que, en caso de que haya otra vida, es un asunto que ya no interesa. (Castillo).


Lo que Jesús quiere dejar claro es que, en cualquier caso, el Dios de Jesús, el Dios que se nos revela en Jesús, es Dios de vida. O sea, es un Dios necesariamente vinculado a la vida, no a la muerte. De ahí que, si Dios sigue siendo Dios para los se nos van de este mundo, su destino no es la muerte, sino la vida. No sabemos cómo será esa vida. Lo que sabemos es que, con la muerte, no se acaba la vida. La vida sigue adelante. Y sigue, sin las limitaciones propias de esta vida. Eso es lo que este evangelio enseña.


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viernes, 4 de noviembre de 2016

SI NOS INTERESA LA RELIGIÓN, DEBEMOS TENER MAYOR COMPROMISO SOCIAL


Por mucho que leo y releo los Evangelios, en ellos, encuentro que el centro de las preocupaciones de Jesús no fue la religión oficial del judaísmo, sino el sufrimiento de la gente que lo rodeaba. 

Lo mismo, que no se cansa de recordarnos el papa Francisco, desde que comenzó su pontificado. Recordándonos a todos - empezando por el clero - que, por muy importante que sea la religión, es mucho más apremiante remediar el hambre y atender a la salud de niños, ancianos y enfermos.

No quiero decir con esto, que las personas que se encuentran en el ambiente de la religión no estén pendientes del sufrimiento de las personas que están en su entorno. Es verdad que instituciones religiosas como Caritas, parroquias, ongs y otras instituciones similares derrochan caridad y generosidad con incontables personas necesitadas. Esto es justo y necesario reconocerlo

Este gran problema social y humano que nos rodea debe de ser para nosotros los cristianos, un hecho de reflexión desde nuestra fe, y desde un discernimiento de los evangelios, que nos lleven a una nueva renovación de nuestro compromiso social, en función de los signos de los tiempos.

Yo supongo que nuestros políticos se dan cuenta de esto. Pero si es que ni de esto se enteran (o no les interesa), que no nos hablen más de los presuntos crecimientos económicos, que sólo cuadran con sus cuentas y proyectos. No queremos el modelo de sociedad que ellos quieren. Queremos una España más igualitaria, más justa y más honrada. O digamos, por las claras, que ni nos importa España. Ni nos interesa su religión.

Más que nunca quizás, los cristianos católicos debemos de participar con mayor compromiso en la vida política, al igual que lo hacemos en la vida universitaria, empresarial, profesional, cultural. Ignorar lo que está pasando en la calle y en las redes sociales puede ser irresponsable. En España hay una distancia creciente entre buena parte de la sociedad y sus representantes. Y el resultado se traduce en desesperanza y desencanto.

Como creyente que se siente interpelado a evangelizar, a través de su testimonio, creo que, hay motivos para apostar por una regeneración ética de nuestra sociedad. Y, si esos motivos existen, los valores que emanan del Evangelio y del Concilio Vaticano II en su Gaudium Spet, son una alternativa creíble y factible para implicarnos en esa regeneración ética.


"Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanza, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo” (GS 1).


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miércoles, 2 de noviembre de 2016

2 DE NOVIEMBRE. FESTIVIDAD DE LA CONMEMORACION DE LOS FIELES DIFUNTOS

La Conmemoración de los Fieles Difuntos, popularmente llamada Día de Muertos o Día de Difuntos, es una celebración cristiana que tiene lugar el día 2 de noviembre, cuyo objetivo es orar por aquellos fieles que han acabado su vida terrena y, especialmente, por aquellos que se encuentran aún en estado de purificación en el Purgatorio.

Pero cuando los cristianos hablamos de la muerte, es importante tener en cuenta que el ser humano no es un compuesto de dos elementos, el cuerpo y el alma, que se separan en el momento de morir y se volverán a juntar al final de los tiempos, cuando todos seamos convocados al llamado juicio final. Esta antropología corresponde al dualismo del pensamiento helenista, que influyó en el pensamiento de la Iglesia primitiva y ha marcado la cultura de Occidente. Por el contrario, el pensamiento bíblico no es dualista, sino unitario. El ser humano implica esencialmente corporalidad, es decir, se constituye por un " cuerpo " animado por un " espíritu ", fundidos en una unidad perfecta, que (al menos, hasta el día de hoy) resulta imposible establecer dónde y cómo se sitúa el punto de sutura de lo corporal con lo espiritual en cada ser humano. (Castillo).

Por eso, en este día de los difuntos, es lógico, es natural, es inevitable que recordemos a los que murieron, especialmente a quienes, por el motivo que sea, representan para nosotros algo importante en la vida. Sin embargo, lo que más importa, en este día, no es mirar al tiempo pasado, sino fijarnos que si sus recuerdos nos ayudan en nuestra humanidad y en nuestro encuentro con Dios, estos nos acompañaran en la eternidad. Esta transformación del ser humano temporal en el ser que transciende en el espacio y el tiempo, de forma que entra en una condición nueva de existencia en la vida de los demás seres humanos, es el momento de la resurrección.

Esta debería de ser la Conmemoración de nuestros fieles difuntos.



martes, 1 de noviembre de 2016

1 DE NOVIEMBRE. FESTIVIDAD DE TODOS LOS SANTOS.

El día 1 de Noviembre celebramos la festividad de todos los Santos. La liturgia para este día, elige sabiamente el evangelio de las bienaventuranzas.

Evangelio según San Mateo 5, 1-12ª.

“En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar enseñándolos: " Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan, y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos porque vuestra recompensa será grande en el cielo”.

COMENTARIO.-

Lo sorprendente de este texto evangélico está en que, leyendo y releyendo, las nueve bienaventuranzas, las nueve condiciones para alcanzar el Reino de los Cielos y la recompensa del cielo, nos encontramos con lo inesperado: ninguna de esas nueve bienaventuranzas indican prácticas relacionadas con la religión. Las nueve indican conductas relacionadas con la vida, con las condiciones y actitudes desde las que se puede hacer algo eficaz para que esta vida sea más humana, más soportable, más llevadera, más feliz. Lo que viven así en esta vida, y sólo los que viven así en esta vida, tienen garantizada la promesa de felicidad sin fin en esa forma de existencia en la que soñamos, aunque nos cuesta creer en ella, y a la que denominamos la vida eterna. Es, en definitiva, la vida de todos los santos. (Castillo).

Por eso, hoy no es solamente el día de aquellos Santos que la Iglesia a canonizado. Si no, que también es el día, de todos aquellos que durante su vida fueron verdaderos testigos de Jesucristo. Y también es el día de todos, aquellos que viven todavía y son santos porque de su vida nace el amor de Dios, y no porque estén todo el día en el templo, ni rezando, ni de novenas; son santos por que viven las bienaventuranzas en el entorno que le rodea.

No olvidemos que el Reino de los Cielos comienza aquí en la tierra y termina aquí en la tierra.



TODOS HEMOS SIDO LLAMADOS A LA SANTIDAD. VIVAMOS ESA SANTIDAD.

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