sábado, 30 de abril de 2016

EVANGELIO DOMINGO 1 DE MAYO 2016. SEXTO DOMINGO DEL TIEMPO DE PASCUA.

Evangelio según San Juan 14, 23-29

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:

- «El que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado; pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.
La paz os dejo, mi paz os doy: No os la doy como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: "Me voy y vuelvo a vuestro lado." Si me amarais os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.»

COMENTARIO.

Seguimos un domingo más, en el recorrido de este tiempo Pascual hacia la Ascensión del Señor y la venida del Espíritu Santo, ampliando el camino. Este domingo, la liturgia recuerda a los cristianos la importancia que tiene la presencia y la actividad del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia. Ya que, esa comunidad de discípulos seguidores de Jesús, que se deben de amar los unos a los otros, como el mismo Jesús nos amó, no debe de olvidar que, el que ama a Jesús es aquel que mantiene su palabra viva en la comunidad.  Porque esa palabra viva en la comunidad, es la que crea la paz y el amor que Jesús nos dejó, “La paz os dejo, mi paz os doy: No os la doy como la da el mundo”.

Para que, no nos olvidemos de hacer viva esa palabra, el Espíritu Santo, que enviará el Padre, será quién nos lo vaya recordando todo lo que Él nos dijo.

Pero, a lo largo de la historia de la Iglesia, ha ocurrido que la teología del Espíritu y la teología de la Iglesia se han desarrollado independientemente una de otra. La consecuencia de esto, es que es que la Iglesia se ha separado de la voz del Espíritu, dando lugar muchas veces en la Iglesia a que no exista la paz y el amor que Jesús nos dejó.

El Espíritu Santo ha quedado desplazado de la vida de la Iglesia en estos últimos cincuenta años, cuando en la primera de 1963 hablo a través del Concilio Vaticano II. El Papa y los Obispos no hacen sino obedecer al Espíritu, cosa que no está clara ni en la teoría ni en la práctica de la vida de la Iglesia. La llegada del Papa Francisco, parece ser, una nueva voz del Espíritu, que nos invita a caminar hacia una Iglesia más fiel a Jesús y a su Evangelio.

Es importante en este año de la MISERICORDIA, que la Iglesia recupere la presencia del Espíritu en el interior de su vida. Pues, está demostrado que, cuando la Iglesia no escucha la voz del Espíritu, que a la merced de una organización humana, que suele normalmente equivocarse.

SEAMOS SEMBRADORES DE LA PAZ QUE JESÚS NO DEJÓ.


DIFUNDID EL EVANGELIO. PÁSALO.

viernes, 29 de abril de 2016

URGE UNA PRESENCIA VALIENTE Y SIN COMPLEJOS DE LOS CATÓLICOS EN LA VIDA PÚBLICA.

Transcurrida la legislatura más corta, de la joven democracia española, creo que en la inmensa mayoría de los españoles ha quedado la gran sensación de la desolación. Es lo que creo que siente la mayoría de los ciudadanos ante el fracaso para formar gobierno, al que se suma el que cada partido echa la culpa a los otros sin mirar aquello de "la viga en el propio" ojo. Y eso, a pesar de haber proclamado que "los ciudadanos no nos perdonarán si no conseguimos entendernos".

Lo cierto y verdad es que cada día nos levantamos con las preocupantes noticias de los casos de corrupción política, de los papeles de Panamá, de las noticias económicas, y ahora de las futuras elecciones a la que hemos sido abocados por no ser capaces los políticos de buscar el bien común de todos. Dos meses de campaña electoral escuchando nuevamente lo mismo. Dos meses, donde nuestros políticos se acordaran de los rostros sufrientes de los parados, de los pequeños empresarios que intentan con mil esfuerzo mantener a todos sus trabajadores y colabores, de la juventud mejor preparada que se tiene que marchar fuera de España, ….

Por otro lado, es cierto escuchar que no corresponde a la Iglesia jerárquica, como tal, actuar en el ámbito político para construir una sociedad justa, pero sí corresponde este papel y es urgente a los fieles cristianos laicos que actúan como ciudadanos bajo su propia responsabilidad. Pero tan cierto como esto, es que los fieles laicos deben estar apoyados y acompañados por sus pastores, con el mismo interés que se suponen colaboran en las tareas interna de la comunidad en favor del culto, la evangelización y la caridad.

Y más en estos tiempos donde el concepto de izquierda o de derecha, son concepto ya trasnochados y antiguos, pues la realidad nos lo demuestra. Hoy debemos de hablar de personas que buscan el progreso de la humanidad desde el mismo concepto humano, que en función de las circunstancias sociales, económicas y políticas, actúan con verdadera justicia e igualdad.

¿Pero qué partido o que candidatos actúan desde ese modo progresista?

Lógicamente esta pregunta nos lleva a mojarnos y hacer claros con nuestros principios civiles, religiosos y éticos.

Una persona o grupo político es progresista, cuando actúan como unos buenos gestores de la comunidad, en todos sus ámbitos económicos, sociales, culturales, éticos y religiosos.

No se puede tolerar la tardanza en los gobernantes en reconocer y asumir la crisis y adoptar medidas tardías, que con su engaño y mentira perjudican a los más indefensos de la sociedad. Pues, mientras que con dinero público, el de todos, hemos lavado a uno de los causante de esta crisis económica como ha sido el sector bancario. El cual, después de ser ayudado, en estos momentos, son incapaces de perdonar a aquellos que no pueden pagar su hipoteca, y que le devuelven el piso, la casa, el local o la nave industrial, y no consideran con ello extinguida su deuda.

Está crisis, ha sido el claro reflejo de la codicia humana. De la codicia de unos cuantos, que no han sufrido la oposición de unos gobernantes, que tendrían que haber velado por el interés de la mayoría, en lugar del de una minoría.

Me desconcierta unos gobernantes que dicen defender a los más desfavorecidos de la sociedad y que recortan ayudas sociales. Además de no valorar el esfuerzo social de esos más desfavorecidos, que pierden derechos a cambio de mantenerse grandes puestos en la clase política.

Por eso creo que es necesario ya, una presencia valiente, confesante y sin complejos de toda la comunidad católica en la vida pública, y no sólo de los seglares, sino todos los miembros de la comunidad.

El Señor nos pide no encender la luz debajo del celemín, sino ponerla sobre el candelero para que alumbre a nuestro alrededor. La levadura del Evangelio debe penetrar en el mundo de la acción política, en el mundo de la economía, del trabajo, de la cultura y del arte, el ocio, el mundo universitario, y de los medios de comunicación social… para orientar las realidades temporales según el corazón de Dios. Cristo vino para salvar al hombre, a toda la humanidad, en todos los tiempos y circunstancias.


URGE UNA PRESENCIA VALIENTE Y SIN COMPLEJOS DE LOS CRISTIANOS CATÓLICOS EN LA VIDA PÚBLICA.


"Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanza, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo” (GS 1).

sábado, 23 de abril de 2016

EVANGELIO DOMINGO 24 DE ABRIL 2016. QUINTO DOMINGO DEL TIEMPO DE PASCUA

Evangelio según san Juan 13, 31-33a. 34-35

Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús:
- «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Sí Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará.
Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros.
Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros.»


COMENTARIO.-

En el recorrido de este tiempo Pascual camino hacia la Ascensión del Señor y la venida del Espíritu Santo, la liturgia nos ha ido enseñando los distintos lugares, donde podemos encontrar al Señor  Resucitado, la Eucaristía, la comunidad de discípulos, como deben ser los pastores de esa comunidad. Pues bien, el Evangelio de este domingo nos llevar a descubrir la verdadera presencial del Señor en la comunidad de creyentes en Él.

El evangelista Juan,  nos recoge en este evangelio que la comunidad de los seguidores de Jesús, tendrá que ser una comunidad “de amigos”, porque así los ha querido Jesús: “vosotros sois mis amigos”; “ya nos os llamo siervos, a vosotros os he llamado amigos”. La comunidad de Jesús será una comunidad de amistad. Y este será el verdadero gesto de los que, formamos parte de la comunidad de los seguidores de Jesús. Porque, la amistad promueve la igualdad, la reciprocidad y el apoyo mutuo. La amistad promueve lo que nos une, no lo que nos diferencia. Nadie está por encima de nadie. Ningún amigo es superior a otro. Se respetan las diferencias, pero se cuida la cercanía y la relación.

La comunidad cristiana posiblemente a lo largo de la historia ha abusado muchísimo del término amor, no sabiendo aplicarlo, ya que para aplicarlo debemos de aprender el amor de Jesús.

Una comunidad basada en la «amistad cristiana» enriquecería y trasformaría hoy más que nunca a la Iglesia de Jesús. Por eso, el posible camino emprendido por el Papa Francisco, en sus gestos de cercanía, servicio, entrega, preferencia por los necesitados, puede ser un nuevo revulsivo a esa Iglesia que parece que se va diluyendo entre nosotros.  Hemos de recordar aquella famosa frase de Tertuliano  cuando informaba de los cristianos a las autoridades civiles y decía: “Mirad cómo se quieren, hasta el punto de dar la vida unos por otros”

¿Cómo es posible que nuestro cristianismo haya cambiado tanto?

AMÉMONOS CÓMO JESÚS NOS AMÓ.


DIFUNDID EL EVANGELIO COMO SEMILLA DE AMOR. PÁSALO.


viernes, 22 de abril de 2016

LA VERDADERA NOVEDAD DE AMORIS LAETITIA



Amoris Laetitia está dedicada al amor. Basta prestar atención al subtítulo: "sobre el amor en la familia". En la introducción, dice que los dos capítulos centrales (IV y V) son los que están "dedicados al amor" (6). Al mismo tiempo, al inicio del capítulo IV, después de resumir la doctrina sobre el matrimonio y la familia, afirma con contundencia: "Todo lo dicho no basta para manifestar el evangelio del matrimonio y de la familia si no nos detenemos especialmente a hablar de amor"

En torno al gran tema del amor, hay dos grandes preocupaciones del Papa con respecto al matrimonio que atraviesan todo el documento:

1) Desarrollar una "pedagogía del amor", que oriente a los jóvenes hacia el matrimonio.

El documento destaca la necesidad de "presentar las razones y las motivaciones para optar por el matrimonio y la familia" (35), de "ayudar a los jóvenes a descubrir el valor y la riqueza del matrimonio" (205) y de "tocar las fibras más íntimas de los jóvenes, allí donde son más capaces de generosidad, de compromiso, de amor e incluso de heroísmo, para invitarles a aceptar con entusiasmo y valentía el desafío del matrimonio" (40). Pero concreta esta propuesta como "una pedagogía del amor que no puede ignorar la sensibilidad actual de los jóvenes, en orden a movilizarlos interiormente" (211).

2) Estimular el crecimiento del amor de los esposos.

Este segundo eje está mucho más acentuado que el primero. El Papa remarca que "hoy, más importante que una pastoral de los fracasos es el esfuerzo pastoral para consolidar los matrimonios y así prevenir las rupturas" (307). Y pregunta con dolor: "¿quiénes se ocupan hoy de fortalecer los matrimonios?" (52). Constantemente Francisco habla con gran realismo sobre los matrimonios "reales", con todos sus límites, dificultades, imperfecciones, luchas y duros desafíos. Muestra con crudeza que necesitan ayuda, sin dejar de agradecer que "muchas familias, que están lejos de considerarse perfectas, viven en el amor, realizan su vocación y siguen adelante, aunque muchas veces caigan a lo largo del camino" (57).

Pero el asunto es que "el amor matrimonial no se cuida ante todo hablando de la indisolubilidad como una obligación, o repitiendo una doctrina, sino afianzándolo gracias a un crecimiento constante bajo el impulso de la gracia" (134). Nunca "podremos alentar un camino de fidelidad y de entrega recíproca si no estimulamos el crecimiento, la consolidación y la profundización del amor conyugal y familiar" (89).

Entonces el gran objetivo es alentar "acciones pastorales tendientes a ayudar a los matrimonios a crecer en el amor" (208), desarrollar "ante todo una pastoral del vínculo, donde se aporten elementos que ayuden tanto a madurar el amor como a superar los momentos duros" (211). Del mismo modo, "la espiritualidad matrimonial es una espiritualidad del vínculo habitado por el amor divino" (315).

Francisco insiste a diestra y siniestra que "todo esto se realiza en un camino de permanente crecimiento. Esta forma tan particular de amor que es el matrimonio, está llamada a una constante maduración" (134). Nos recuerda que "el amor que no crece comienza a correr riesgos, y sólo podemos crecer respondiendo a la gracia divina con más actos de amor, con actos de cariño más frecuentes, más intensos, más generosos, más tiernos, más alegres" (134).

En ese camino del amor no se excluyen la sexualidad y el erotismo, ya que "Dios mismo creó la sexualidad, que es un regalo maravilloso" (150) y la dimensión erótica del amor es "don de Dios que embellece el encuentro de los esposos" (152). Francisco asombra a muchos al decir que la unión sexual es "camino de crecimiento en la vida de la gracia para los esposos" (74). Por lo tanto, la educación y maduración de la sexualidad conyugal "no es la negación o destrucción del deseo sino su dilatación y su perfeccionamiento" (149).

Invitando a los esposos a hacer renacer el amor en cada nueva etapa, les insiste que "de ningún modo hay que resignarse a una curva descendente, a un deterioro inevitable, a una soportable mediocridad" (232). El amor conyugal tiene que "renacer, reinventarse y empezar de nuevo hasta la muerte" (124).

Si no captamos y aplicamos estos dos grandes ejes, se nos escaparán las grandes preocupaciones del Sínodo y del Papa.


RD. José Antula.

sábado, 16 de abril de 2016

EVANGELIO DOMINGO 17 DE ABRIL 2016. CUARTO DOMINGO DE PASCUA.

Evangelio según san Juan 10, 27-30

En aquel tiempo, dijo Jesús: - «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.»

COMENTARIO.-

Para comprender bien este mensaje, es conveniente que nos situemos un poco. Este mensaje lo pronuncia Jesús en el contexto de la fiesta de la Dedicación, cuando Jesús se encuentra paseando por el pórtico de Salomón del Templo de Jerusalén. Allí es increpado por los judíos que le preguntaba si Él era el Mesías. Jesús le confirma que por sus obras ya lo deberían saber y creer, pero puesto que no creen por eso no son ovejas suyas, porque sus ovejas escuchan su voz, y ellas me siguen.

La respuesta de Jesús, fue apelar a sus “obras”, es decir a lo que hacía. Jesús no aduce ni a títulos, ni cargos, ni dignidades. Jesús apela a su vida, con lo cual Jesús estaba diciendo, que lo determinante en los hombres de la religión no es lo que dicen, sino lo que hacen. Ya que, la coherencia de la vida es lo que convence. Porque las cosas de Dios no se demuestran con argumentos y razones, sino con ejemplos de vida al servicio y felicidad de los demás.

La Iglesia escoge hoy en este cuarto domingo de Pascua, parte de ese texto evangélico para celebrar la fiesta del Buen Pastor.

Teniendo en cuenta lo dicho anteriormente, debemos de decir que las relaciones de los “pastores” con sus “fieles”, en la Iglesia, tiene su modelo tal como lo presenta Jesús en el evangelio. Es decir, una relación de transparencia, basada en el conocimiento y cercanía basada en el seguimiento. Nada, pues, de superioridad. Ni de dominación del pastor, ni sumisión de las ovejas. Esto ha de valer a todos los niveles, desde el Obispo de Roma, que ya da ejemplo de ello, hasta el último sacerdote o diácono.

Como dijo el Papa Francisco, el pastor huele a oveja, cuando se relaciona con sus ovejas, por eso, desde los palacios arzobispales muchos no pueden oler a ovejas.

Estamos llamados a vivir nuestras vidas en una respuesta generosa continua a aquel que nos dio la vida. Estar en presencia del Padre, compartiendo la misión de Cristo y dar testimonio del poder del Espíritu Santo, es lo que significa ser un verdadero seguidor del Buen Pastor.

La Iglesia celebra hoy también las 53 Jornadas Mundial de Oración por las Vocaciones, bajo el título. “TE MIRA CONmPASIÓN”.


JESÚS CONVENCIO DESDE LA CERCANIA. DIFUNDID EL EVANGELIO. PÁSALO.

viernes, 15 de abril de 2016

LIII JORNADAS MUNDIAL DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES. TE MIRA CON PASIÓN.

El próximo domingo día 17 de abril dentro de la fiesta del Buen Pastor, la Iglesia celebra las 53 Jornadas Mundial de Oración por las Vocaciones, bajo el lema. TE MIRA CON PASIÓN.

Se trata de una jornada que, nos invita a toda la comunidad eclesial a tomar conciencia de la necesidad de pedir al Señor, de promover y amparar las vocaciones sacerdotales y religiosas con la oración, así como la invitación a los jóvenes para que se animen a plantearse la vocación sacerdotal o religiosa, como una opción válida en su vida. Especialmente en estos momentos donde es frecuente escuchar voces de gran preocupación en la jerarquía eclesial y en ciertos sectores laicales; ante la tendencia a la baja en el número de seminaristas en los últimos años y de las futuras vocaciones en las distintas órdenes religiosas que forman nuestra Iglesia.

En la actualidad, la vocación se entiende como la llamada de Dios, para atender a una comunidad de cristianos. Mientras que, durante los primeros mil años de la vida de la Iglesia, la vocación se entendía como la llamada de la comunidad, que elegía de entre sus miembros al que consideraba más idóneo para educar en la fe a un grupo de cristianos. Esta manera de entender la vocación estaba tan clara entre los cristianos, que la condición indispensable, para que el obispo admitiera a un candidato a la ordenación para ejercer el ministerio, era no que el sujeto se ofreciera diciendo que Dios le llamaba, sino que se resistiera a ser ordenado, porque se consideraba indigno y sin cualidades para un servicio tan exigente.

Y para comprender un poco lo que quiero decir, traigo aquí una breve historia que ocurría en una parroquia.

Hace algunos años, durante la celebración de la Misa, un sacerdote estaba usando el rito penitencial para bendecir a la asamblea con agua bendita. Apenas comenzaba el rito cuando el sacerdote se dio cuenta que el sacramentario (el libro que se usa para las oraciones durante la liturgia, hoy conocido como el Nuevo Misal Romano), se había quedado en la sacristía. Sin decir una sola palabra, el sacerdote inmediatamente se fue a traer el libro de la sacristía.

Mientras tanto el pequeño monaguillo sin saber que era lo que le había sucedido al Sacerdote, tomó el recipiente con el agua bendita y se fue caminando por la nave central de la iglesia ¡bendiciendo y rociando a la asamblea con el agua bendita! La gente se sonreía y se persignaba y se consideraban bendecidos. Tal fue así que, cuando regresó el sacerdote, se rio y dijo: “Yo no pudiera haberlo hecho mejor”, y continuó con la celebración de la Misa, considerando también por digna y buena la bendición realizada por el monaguillo.

En esta historia de la vida real, nos damos cuenta de cómo un pequeño monaguillo vio la necesidad y se sintió llamado a responder y hacer algo al respecto. El niño había visto este rito litúrgico antes –aquel que nos recuerda nuestro bautismo – y estaba preparado para ser partícipe. En definitiva, en la Iglesia faltan sacerdotes o vocaciones ministeriales, porque las autoridades de la Iglesia han puesto unas condiciones que no permiten otra cosa, pues Jesús no impuso tantas condiciones, solamente le pidió a los discípulos que le siguieran. Tenemos lo que la Iglesia jerarca ha optado que tengamos.

No se trata de modernizarse, sino de actualizarse. Por eso, este día deberíamos dedicarlo a renovar el concepto primero de vocación y en segundo lugar dejarnos iluminar por el Espíritu Santo, para encontrar los caminos propios de los ministerios en la Iglesia de hoy.

Debemos aprovechar esta jornada, para dejarnos iluminar por el Espíritu Santo, y abrir nuestra mente y nuestro corazón a él y, hacer una lectura más profética de nuestro horizonte y preguntarnos:

- ¿ Qué caminos está tratando de abrir hoy Dios para encontrarse con sus hijos e hijas en esta sociedad ?
- En función de estos caminos, ¿Qué vocaciones debemos abrir y fomentar?
- En este AÑO DE LA MISERICORDIA ¿ Qué llamadas está haciendo Dios a la Iglesia de hoy para transformar nuestra manera tradicional de pensar, vivir, celebrar y comunicar la fe, de modo que propiciemos su acción en la sociedad moderna ?.

Yo creo que, nuestra tarea no es ser fieles a una figura de Iglesia y a un estilo de cristianismo desarrollados en otros tiempos y para otra cultura. Lo que nos ha de preocupar es hacer posible hoy el nacimiento humilde de una Iglesia, capaz de actualizar en la sociedad moderna el espíritu y el proyecto de Jesús, como luz del mundo.

Pensemos en este AÑO DE LA MISERICORDIA que, Jesús es, el «regalo» que Dios ha hecho al mundo, no sólo a los cristianos. Estar en presencia del Padre, compartiendo la misión de Cristo y dar testimonio del poder del Espíritu Santo, es lo que significa ser un verdadero seguidor del Buen Pastor.



MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA 53 JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES. DOMINGO 17 DE ABRIL 2016.

La Iglesia, madre de vocaciones



Queridos hermanos y hermanas:

Cómo desearía que, a lo largo del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, todos los bautizados pudieran experimentar el gozo de pertenecer a la Iglesia. Ojalá puedan redescubrir que la vocación cristiana, así como las vocaciones particulares, nacen en el seno del Pueblo de Dios y son dones de la divina misericordia. La Iglesia es la casa de la misericordia y la «tierra» donde la vocación germina, crece y da fruto.

Por eso, invito a todos los fieles, con ocasión de esta 53ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, a contemplar la comunidad apostólica y a agradecer la mediación de la comunidad en su propio camino vocacional. En la Bula de convocatoria del Jubileo Extraordinario de la Misericordia recordaba las palabras de san Beda el Venerable referentes a la vocación de san Mateo: misereando atque eligendo (Misericordiae vultus, 8). La acción misericordiosa del Señor perdona nuestros pecados y nos abre a la vida nueva que se concreta en la llamada al seguimiento y a la misión. Toda vocación en la Iglesia tiene su origen en la mirada compasiva de Jesús. Conversión y vocación son como las dos caras de una sola moneda y se implican mutuamente a lo largo de la vida del discípulo misionero.

El beato Pablo VI, en su exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, describió los pasos del proceso evangelizador. Uno de ellos es la adhesión a la comunidad cristiana (cf. n. 23), esa comunidad de la cual el discípulo del Señor ha recibido el testimonio de la fe y el anuncio explícito de la misericordia del Señor. Esta incorporación comunitaria incluye toda la riqueza de la vida eclesial, especialmente los Sacramentos. La Iglesia no es sólo el lugar donde se cree, sino también verdadero objeto de nuestra fe; por eso decimos en el Credo: «Creo en la Iglesia».

La llamada de Dios se realiza por medio de la mediación comunitaria. Dios nos llama a pertenecer a la Iglesia y, después de madurar en su seno, nos concede una vocación específica. El camino vocacional se hace al lado de otros hermanos y hermanas que el Señor nos regala: es una con-vocación. El dinamismo eclesial de la vocación es un antídoto contra el veneno de la indiferencia y el individualismo. Establece esa comunión en la cual la indiferencia ha sido vencida por el amor, porque nos exige salir de nosotros mismos, poniendo nuestra vida al servicio del designio de Dios y asumiendo la situación histórica de su pueblo santo.

En esta jornada, dedicada a la oración por las vocaciones, deseo invitar a todos los fieles a asumir su responsabilidad en el cuidado y el discernimiento vocacional. Cuando los apóstoles buscaban uno que ocupase el puesto de Judas Iscariote, san Pedro convocó a ciento veinte hermanos (Hch. 1,15); para elegir a los Siete, convocaron el pleno de los discípulos (Hch. 6,2). San Pablo da a Tito criterios específicos para seleccionar a los presbíteros (Tt 1,5-9). También hoy la comunidad cristiana está siempre presente en el surgimiento, formación y perseverancia de las vocaciones (cfr. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 107).

La vocación nace en la Iglesia. Desde el nacimiento de una vocación es necesario un adecuado «sentido» de Iglesia. Nadie es llamado exclusivamente para una región, ni para un grupo o movimiento eclesial, sino al servicio de la Iglesia y del mundo. Un signo claro de la autenticidad de un carisma es su eclesialidad, su capacidad para integrarse armónicamente en la vida del santo Pueblo fiel de Dios para el bien de todos (ibíd., 130). Respondiendo a la llamada de Dios, el joven ve cómo se amplía el horizonte eclesial, puede considerar los diferentes carismas y vocaciones y alcanzar así un discernimiento más objetivo. La comunidad se convierte de este modo en el hogar y la familia en la que nace la vocación. El candidato contempla agradecido esta mediación comunitaria como un elemento irrenunciable para su futuro. Aprende a conocer y a amar a otros hermanos y hermanas que recorren diversos caminos; y estos vínculos fortalecen en todos la comunión.

La vocación crece en la Iglesia. Durante el proceso formativo, los candidatos a las distintas vocaciones necesitan conocer mejor la comunidad eclesial, superando las percepciones limitadas que todos tenemos al principio. Para ello, es oportuno realizar experiencias apostólicas junto a otros miembros de la comunidad, por ejemplo: comunicar el mensaje evangélico junto a un buen catequista; experimentar la evangelización de las periferias con una comunidad religiosa; descubrir y apreciar el tesoro de la contemplación compartiendo la vida de clausura; conocer mejor la misión ad gentes por el contacto con los misioneros; profundizar en la experiencia de la pastoral en la parroquia y en la diócesis con los sacerdotes diocesanos. Para quienes ya están en formación, la comunidad cristiana permanece siempre como el ámbito educativo fundamental, ante la cual experimentan gratitud.

La vocación está sostenida por la Iglesia. Después del compromiso definitivo, el camino vocacional en la Iglesia no termina, continúa en la disponibilidad para el servicio, en la perseverancia y en la formación permanente. Quien ha consagrado su vida al Señor está dispuesto a servir a la Iglesia donde esta le necesite. La misión de Pablo y Bernabé es un ejemplo de esta disponibilidad eclesial. Enviados por el Espíritu Santo desde la comunidad de Antioquía a una misión (Hch 13,1-4), volvieron a la comunidad y compartieron lo que el Señor había realizado por medio de ellos (Hch 14,27). Los misioneros están acompañados y sostenidos por la comunidad cristiana, que continúa siendo para ellos un referente vital, como la patria visible que da seguridad a quienes peregrinan hacia la vida eterna.

Entre los agentes pastorales tienen una importancia especial los sacerdotes. A través de su ministerio se hace presente la palabra de Jesús que ha declarado: Yo soy la puerta de las ovejas… Yo soy el buen pastor (Jn 10, 7.11). El cuidado pastoral de las vocaciones es una parte fundamental de su ministerio pastoral. Los sacerdotes acompañan a quienes están en buscan de la propia vocación y a los que ya han entregado su vida al servicio de Dios y de la comunidad.

Todos los fieles están llamados a tomar conciencia del dinamismo eclesial de la vocación, para que las comunidades de fe lleguen a ser, a ejemplo de la Virgen María, seno materno que acoge el don del Espíritu Santo (cf Lc 1,35-38). La maternidad de la Iglesia se expresa a través de la oración perseverante por las vocaciones, de su acción educativa y del acompañamiento que brinda a quienes perciben la llamada de Dios. También lo hace a través de una cuidadosa selección de los candidatos al ministerio ordenado y a la vida consagrada. Finalmente es madre de las vocaciones al sostener continuamente a aquellos que han consagrado su vida al servicio de los demás.

Pidamos al Señor que conceda a quienes han emprendido un camino vocacional una profunda adhesión a la Iglesia; y que el Espíritu Santo refuerce en los Pastores y en todos los fieles la comunión eclesial, el discernimiento y la paternidad y maternidad espirituales:

Padre de misericordia, que has entregado a tu Hijo por nuestra salvación y nos sostienes continuamente con los dones de tu Espíritu, concédenos comunidades cristianas vivas, fervorosas y alegres, que sean fuentes de vida fraterna y que despierten entre los jóvenes el deseo de consagrarse a Ti y a la evangelización. Sostenlas en el empeño de proponer a los jóvenes una adecuada catequesis vocacional y caminos de especial consagración. Dales sabiduría para el necesario discernimiento de las vocaciones de modo que en todo brille la grandeza de tu amor misericordioso. Que María, Madre y educadora de Jesús, interceda por cada una de las comunidades cristianas, para que, hechas fecundas por el Espíritu Santo, sean fuente de auténticas vocaciones al servicio del pueblo santo de Dios.

Franciscus


sábado, 9 de abril de 2016

EVANGELIO DOMINGO 10 DE ABRIL 2016. TERCER DOMINGO DE PASCUA.

Evangelio según San Juan (21,1-19):

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar.» Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo.» Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?» Ellos contestaron: «No.» Él les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.» La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: «Es el Señor.» Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: «Traed de los peces que acabáis de coger.» Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: «Vamos, almorzad.» Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos. Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Jesús le dice: «Apacienta mis corderos.» Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Él le dice: «Pastorea mis ovejas.» Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.» Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.» Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: «Sígueme.»

COMENTARIO.-

Pedro, vive nuevamente la experiencia de hace tres años. Cuando en el lago Galilea, Pedro y su hermano Andrés, estaban echando la red. Y Jesús les dijo. “Veníos detrás de mí y os haré pescadores de hombres”. Ellos dejaron al instante las redes y le siguieron. (Mt. 4, 18-22)

El evangelista con la narración de este acontecimiento de la tercera aparición de Jesús en el lago, nos quiere recordar que los seguidores de Jesús y especialmente Pedro, estaban donde estaban; es decir, estaban donde Jesús los llamo por primera vez en la playa, pescando. Esto quiere decir, que todo ha vuelto a la rutina diaria, a su trabajo, amigos, familia.

Lo importante de este relato está en que da a entender claramente que, para los primeros discípulos, el recuerdo de Jesús, incluso cuando de Jesús Resucitado, es un recuerdo asociado a la convicción de que Jesús seguía cerca de ellos: en el trabajo, en las comidas, en sus oscuridades.

¿Qué nos enseña este evangelio? Que Jesús, no es un mero recuerdo histórico, sino una experiencia de fe. Una experiencia de fe, que tiene que estar presente en la vida diaria de cada uno de nosotros, en nuestro trabajo, nuestra familia, nuestro grupo de amigo, nuestra comunidad, el grupo de creyentes, la Iglesia. Pero una experiencia que, tiene que nacer primeramente en nosotros de una forma individual. Como nació en Pedro, cuando Jesús le pregunta tres veces si le quiere de verdad. Si le quiere más que a los demás. Jesús no busca hombres sumisos: lo que le importa es que tengan un corazón sensible y bueno. Y esta es desde mi punto de vista la condición necesaria para ser “pastor” en la Iglesia.

Jesús, lo dejó muy claro al comer el pan nuevamente con ellos. Ese gesto de partir el pan, que Jesús nos dejó encargado que repitiéramos en su memoria, significa que Jesús estaba convencido de que la felicidad de la vida, no se obtiene mediante el boato y la pompa, sino en la intimidad y en la sencillez de la cercanía humana.

Prueba de ello es que los gestos sencillos, humildes, cercanos del Papa Francisco gustan a los seguidores de la Iglesia, como a los no seguidores de la Iglesia.

VIVE A JESÚS EN LAS COSAS SENCILLAS DE TU VIDA DIARIA.
DIFUNDID EL EVANGELIO. PÁSALO.



FRANCISCO DARÁ VÍA LIBRE A LOS OBISPOS PARA IMPARTIR LA COMUNIÓN A LOS DIVORCIADOS VUELTOS A CASAR.

Es uno de los temas que han marcado mayor controversia en el interior de la Iglesia católica en los últimos años. El acceso a la comunión de los divorciados vueltos a casar podrá, al fin, ser una realidad para los católicos, según algunas filtraciones de la exhortación postsinodal "La Alegría del Amor" (Amores Laetitia), que será presentada mañana al mediodía.

Así, según afirma el diario Clarín, el Papa pondrá en manos de los obispos de todo el mundo la responsabilidad de elegir o no un "camino penitencial" que por un lado ratificará que el matrimonio católico es indisoluble por voluntad divina, y por el otro brindará la posibilidad de que los divorciados y vueltos casar por el rito civil puedan recuperar la comunión que les ha sido quitada, debido a que viven en situación de grave irregularidad con sus nuevas parejas.

Para Juan Vicente Boo, vaticanista del diario ABC,«La alegría del amor», que será presentado el viernes a mediodía en el Vaticano, es un texto muy largo que recoge los dos Sínodos de la Familia y, por lo tanto, mantendrá la línea de revalorizar la toma de decisiones en conciencia, en diálogos privados entre los divorciados vueltos a casar, su párroco o acompañante espiritual, y el respectivo obispo.

El hecho de que Francisco haya encargado realizar la presentación al cardenal de Viena, Christoph Schoenborn, uno de los teólogos más activos en el grupo de trabajo de lengua alemana en el último sínodo, sugiere que el documento recogerá, probablemente, sus sugerencias de estudiar cada caso en privado y en el «foro interno», es decir, el de la conciencia personal. El propio Schonborn es hijo de padres divorciados.

«Amoris Laetitia», como se llama en latín la exhortación postsinodal, añadirá un nuevo impulso a la integración de todas las personas en situaciones irregulares desde el punto de vista del derecho canónico, que en bastantes lugares son más de la mitad de los católicos.

En ese cuadro, los divorciados vueltos a casar son una minoría muy pequeña en comparación con las parejas que simplemente conviven sin casarse o bien que, en África, están pasando por las diversas fases de matrimonios a prueba negociados entre las familias y no entre los novios.

Los dos sínodos trataron cuestiones delicadas como la preparación de los novios al matrimonio, la transmisión de la vida, el acompañamiento pastoral de las familias, el acceso a los sacramentos de las personas divorciadas y vueltas a casar o la acogida de las personas homosexuales, entre otros importantes temas.

Tras las numerosísimas propuestas que el Papa recibió de los padres sinodales y de destacadísimos expertos de todo el mundo, Francisco fija ahora en este esperado documento las líneas a seguir en la pastoral familiar que algunos consideran debilitada.

Para algunos, hay muchos indicios de que el Papa pondrá en manos de los obispos de todo el mundo la responsabilidad de elegir o no un "camino penitencial" que por un lado ratificará que el matrimonio católico es indisoluble, y por el otro brindará la posibilidad de que los divorciados y vueltos casar por el rito civil puedan recuperar la comunión.

La mayoría de los obispos alemanes coinciden en que el "camino penitencial" debe culminar en la restitución de los sacramentos. Y lo aplicarán. Pero el cardenal alemán Gerhard Mueller, prefecto para la doctrina de la Fe, y el influyente cardenal de Guinea, Robert Sarah, que arrastra a la mayoría de las iglesias africanas, sostienen que el "camino penitencial" no puede terminar en la "segunda oportunidad" matrimonial que acepta la Iglesia Ortodoxa y que evocó el argentino Francisco en una charla con periodistas meses atrás. Es por esto que en la Iglesia católica pueden vivirse momentos tormentosos en un futuro que cada vez es menos lejano.


R.D. 8-4-2016

viernes, 8 de abril de 2016

EXHORTACIÓN PASTORAL AMORIS LAETITIA. LA ALEGRIA DEL AMOR

La alegría del amor que se vive en las familias es también el júbilo de la Iglesia. Como han indicado los Padres sinodales, a pesar de las numerosas señales de crisis del matrimonio, «el deseo de familia permanece vivo, especialmente entre los jóvenes, y esto motiva a la Iglesia». Como respuesta a ese anhelo «el anuncio cristiano relativo a la familia es verdaderamente una buena noticia».


2. El camino sinodal permitió poner sobre la mesa la situación de las familias en el mundo actual, ampliar nuestra mirada y reavivar nuestra conciencia sobre la importancia del matrimonio y la familia. Al mismo tiempo, la complejidad de los temas planteados nos mostró la necesidad de seguir profundizando con libertad algunas cuestiones doctrinales, morales, espirituales y pastorales. La reflexión de los pastores y teólogos, si es fiel a la Iglesia, honesta, realista y creativa, nos ayudará a encontrar mayor claridad. Los debates que se dan en los medios de comunicación o en publicaciones, y aun entre ministros de la Iglesia, van desde un deseo desenfrenado de cambiar todo sin suficiente reflexión o fundamentación, a la actitud de pretender resolver todo aplicando normativas generales o derivando conclusiones excesivas de algunas reflexiones teológicas.


3. Recordando que el tiempo es superior al espacio, quiero reafirmar que no todas las discusiones doctrinales, morales o pastorales deben ser resueltas con intervenciones magisteriales. Naturalmente, en la Iglesia es necesaria una unidad de doctrina y de praxis, pero ello no impide que subsistan diferentes maneras de interpretar algunos aspectos de la doctrina o algunas consecuencias que se derivan de ella. Esto sucederá hasta que el Espíritu nos lleve a la verdad completa (cf. Jn 16,13), es decir, cuando nos introduzca perfectamente en el misterio de Cristo y podamos ver todo con su mirada. Además, en cada país o región se pueden buscar soluciones más inculturadas, atentas a las tradiciones y a los desafíos locales, porque «las culturas son muy diferentes entre sí y todo principio general [...] necesita ser inculturado si quiere ser observado y aplicado»[3].


4. De cualquier manera, debo decir que el camino sinodal ha contenido una gran belleza y ha brindado mucha luz. Agradezco tantos aportes que me han ayudado a contemplar los problemas de las familias del mundo en toda su amplitud. El conjunto de las intervenciones de los Padres, que escuché con constante atención, me ha parecido un precioso poliedro, conformado por muchas legítimas preocupaciones y por preguntas honestas y sinceras. Por ello consideré adecuado redactar una Exhortación apostólica postsinodal que recoja los aportes de los dos recientes Sínodos sobre la familia, agregando otras consideraciones que puedan orientar la reflexión, el diálogo o la praxis pastoral y, a la vez, ofrezcan aliento, estímulo y ayuda a las familias en su entrega y en sus dificultades.


5. Esta Exhortación adquiere un sentido especial en el contexto de este Año Jubilar de la Misericordia. En primer lugar, porque la entiendo como una propuesta para las familias cristianas, que las estimule a valorar los dones del matrimonio y de la familia, y a sostener un amor fuerte y lleno de valores como la generosidad, el compromiso, la fidelidad o la paciencia. En segundo lugar, porque procura alentar a todos para que sean signos de misericordia y cercanía allí donde la vida familiar no se realiza perfectamente o no se desarrolla con paz y gozo.


6. En el desarrollo del texto, comenzaré con una apertura inspirada en las Sagradas Escrituras, que otorgue un tono adecuado. A partir de allí, consideraré la situación actual de las familias en orden a mantener los pies en la tierra. Después recordaré algunas cuestiones elementales de la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia, para dar lugar así a los dos capítulos centrales, dedicados al amor. A continuación destacaré algunos caminos pastorales que nos orienten a construir hogares sólidos y fecundos según el plan de Dios, y dedicaré un capítulo a la educación de los hijos. Luego me detendré en una invitación a la misericordia y al discernimiento pastoral ante situaciones que no responden plenamente a lo que el Señor nos propone, y por último plantearé breves líneas de espiritualidad familiar.


7. Debido a la riqueza de los dos años de reflexión que aportó el camino sinodal, esta Exhortación aborda, con diferentes estilos, muchos y variados temas. Eso explica su inevitable extensión. Por eso no recomiendo una lectura general apresurada. Podrá ser mejor aprovechada, tanto por las familias como por los agentes de pastoral familiar, si la profundizan pacientemente parte por parte o si buscan en ella lo que puedan necesitar en cada circunstancia concreta. Es probable, por ejemplo, que los matrimonios se identifiquen más con los capítulos cuarto y quinto, que los agentes de pastoral tengan especial interés en el capítulo sexto, y que todos se vean muy interpelados por el capítulo octavo. Espero que cada uno, a través de la lectura, se sienta llamado a cuidar con amor la vida de las familias, porque ellas «no son un problema, son principalmente una oportunidad»[4].


TEXTO COMPLETO EN

jueves, 7 de abril de 2016

DAR LA COMUNIÓN A LOS DIVORCIADOS Y VUELTO A CASAR.

Ya, el jueves 16 de Octubre del 2014, reflexionábamos en este blog sobre este tema bajo el título DAR LA COMUNIÓN A LOS DIVORCIADOS Y VUELTO A CASAR. Hoy, dejo nuevamente en el blog ese post, pues será un tema que tendremos nuevamente sobre la palestra como consecuencia de la publicación de la exhortación pastoral  AMORIS LAETITIA. LA ALEGRIA DEL AMOR del Papa Francisco donde se recoge las aportaciones del Sínodo de las Familias.

Así decía el post DAR LA COMUNIÓN A LOS DIVORCIADOS Y VUELTOS A CASAR.


La prohibición de la comunión eucarística a los católicos divorciados y vueltos a casar, forma parte de uno de los debates del Sínodo de las Familias que se celebra de forma extraordinaria en Roma.

Ante este nuevo revuelo en esta cuestión, quiero hacer mi reflexión de hoy, reflexión que ya ha quedado varias veces expresada en este blog.

Lo primero que deberíamos preguntarnos, es de donde nace el problema.
Lógico es pensar, que el problema, está en dos pilares desde mi punto de vista. Uno de ello y principal, es el arrastre de unos pensamientos e ideas fijadas de otros tiempos. Y el otro, es la lectura de los evangelios desde un punto de vista literal, olvidándonos que los evangelios, fueron escritos en un contexto donde los estatus del hombre y la mujer, son muy distinto a lo de nuestros tiempos.

Recordando el comienzo del evangelio de Marcos, él cual empezaba diciendo: " Comienzo del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios". Que nos quiere decir Marcos, que el comienzo, el punto de partida, para conocer a Jesús es el "Evangelio", que significa literalmente "Buena Noticia". Ósea, que el evangelio nos debe de abrir a una nueva noticia, a una nueva esperanza, a una nueva fraternidad, a un nuevo encuentro con Cristo y nuestros hermanos, lógicamente en los tiempos en que vivimos. Es decir, que la lectura de los evangelios, nos deben de ayudar a encontrar nuestro camino de salvación en nuestros momentos y no en tiempos y circunstancias pasadas. El no hacerlo así, es posiblemente no encontrar nuestra felicidad y lógicamente no encontrar la felicidad de los demás. Y consecuencia de todo esto, es no encontrar a Dios, porque a Dios lo encontraremos en nuestra felicidad y en la felicidad de los demás.

Digo todo esto, porque posiblemente realicemos una lectura algo literal y fundamentalista de los pasajes evangélicos que tratan el tema del divorcio.

Vamos para ello a coger el evangelio de Marcos, que es el primero que se escribe y el más cercano por tanto a la tradición de Jesús, y que a la vez sirvió de apoyo a los demás evangelistas, vamos a realizar una reflexión sobre él.

En aquel tiempo se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús para ponerlo a prueba: - ¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?
Él les replicó: - ¿Qué os ha mandado Moisés?
Contestaron: - Moisés permitió divorciarse dándole a la mujer un acta de repudio.
Jesús les dijo: - Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación, Dios los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.
Él les dijo: - Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.
Le presentaron unos niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: - Dejad que los niños se acerquen a mí; no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él. (Marcos 10, 2-16).

Es curioso, como Jesús empieza a explicar, "Por vuestra terquedad...". Si dejamos esa terquedad atrás posiblemente podremos encontrar la buena noticia del evangelio a nuestro tiempo.

Jesús comienza recordando, que al principio de la creación, Dios los creó hombre y mujer. Es decir, los creo de la misma carne, los creo iguales en todas las condiciones. Y esta igualdad debe permanecer por siempre y no debe de ser destruida, negada, despreciada por ningún hombre o mujer. Está igualdad que nace de Dios, el hombre no la puede separar. Recordemos, que en tiempo en que Jesús pronuncia estas palabras, la mujer no tenía ningún derecho, ni libertades e igualdades con respecto al hombre. Por eso Jesús, les deja dicho, que la verdadera unión entre el hombre y la mujer debe de nacer desde la igualdad, desde los mismos derechos y libertades. Desde que esto no es así, la unión no es perfecta. Por eso los discípulos al llegar a casa volvieron a preguntarle: "Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio". Posiblemente volvieron a preguntar, porque su mentalidad de la época, no le permitía comprender que la mujer tenía que ser igual al hombre en todo. Es decir, que cuando la separación no se realiza desde la igualdad, comprensión, compasión, respeto y misericordia, sino que, por el contrario se lleva desde la humillación, desprecio, hundimiento del otro, se está actuando fuera de la ley de Dios.

No trato de poner en discusión la visión cristiana del matrimonio, lo que intento es pensar: ¿qué actitud debemos de adoptar ante tantos hombres y mujeres, muchas veces amigos y familiares nuestros, que han roto su unión matrimonial y viven en la actualidad otra unión, que no está bien considerada por la Iglesia?

Debemos de recordar que los divorciados que se han vuelto casar civilmente siguen siendo miembros de la Iglesia. No están excomulgados; no han sido expulsados de la Iglesia. Luego si esto es así, no tiene sentido participar en una comunidad eclesial, que no deja sentarte a la mesa compartida de Cristo. Mesa compartida, que es el pleno encuentro de la comunidad.


Por eso, les digo a todos los divorciados que, cuando nosotros no os comprendemos, Dios Padre seguro que os comprende y os habla en la voz de vuestra conciencia desde su infinita misericordia, amor, comprensión y compasión. Desde vuestra conciencia, estáis llamados a sentaros o no, en la mesa compartida del amor de Cristo.

sábado, 2 de abril de 2016

EVANGELIO DOMINGO 3 DE ABRIL 2016. SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA

Evangelio según San Juan 20,19-31

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: " Paz a vosotros”. Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: " Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: " Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados, a quienes se los retengáis les quedan retenidos”. Tomás, uno de los doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: " Hemos visto al señor”. Pero él les contestó: " Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo”. A los ocho días, estaban otra vez los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: " Paz a vosotros”. Luego dijo a Tomás: " Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente”. Contestó Tomás: " ¡Señor mío y Dios mío!” Jesús le dijo: " ¿Por qué me has visto has creído? Dichosos lo que crean sin haber visto”.
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre”.

COMENTARIO.-

¿Qué nos enseña este evangelio? Que Jesús no es un mero recuerdo histórico, sino una experiencia de fe. Una experiencia de fe que tiene que estar presente en la comunidad, en el grupo de creyentes, en la Iglesia. Pero una experiencia comunitaria que tiene que nacer primeramente en nosotros de una forma individual, como Tomás.

Por el oído entran las "verdades". Por los ojos y el tacto, vemos y palpamos los "hechos". Para Tomás y para el común de los mortales, tienen más credibilidad los hechos que vemos y palpamos, que las verdades que oímos. La desgracia es que, con frecuencia, la Iglesia y los cristianos le predicamos a la gente muchas teorías, que pueden ser verdades que a nosotros nos parecen absolutas, pero que a los ciudadanos no les convencen. El día que podamos enseñar nuestras manos, marcadas por el trabajo (como hizo Pablo: Hech 20,34) o por el sufrimiento (como hizo Jesús: Jn 20,27), ese día la gente de buena voluntad reconocerá en Jesús a su Señor y a su Dios.

Tomás pidió palpar las llagas. No se conformó con tocar las manos. En el Resucitado, Tomás seguía teniendo presente al Crucificado. Porque, para aquellos hombres, la gran dificultad para creer en la resurrección era precisamente la cruz y las llagas que dejó la cruz. Y es que, en aquella cultura, un crucificado tenía que ser un "maldito". Lo que representaba la mayor dificultad para ver en Jesús la presencia de Dios. Y la plenitud de la Vida, que es Dios.

El evangelista nos descubre la experiencia individual que cada uno debemos de tener, para llevarla a cabo en la comunidad, en la figura de Tomás, con el diálogo de Jesús y Tomás. Tomás había vivido con el Jesús histórico, es decir conocía todo el mensaje de Jesús, sus prodigios y su dolor. Y conociendo todo eso, no creía que Jesús estuviera presente. A los ocho días - dice el evangelio - Jesús le dice: " No seas incrédulo, sino creyente " y Tomás le contesta: " ¡Señor mío y Dios mío!”.

Estamos nosotros como Tomás resistiéndonos a creer. Necesitamos nosotros palpar también las heridas de Jesús, para creer. Pues, palpar las llagas de Jesús después de la muerte es palpar la humanidad de Jesús en los que sufren y en los necesitados de este mundo.


NO SEAS INCRÉDULO, SINO CREYENTE. DIFUNDID EL EVANGELIO. PÁSALO.