sábado, 28 de abril de 2012

EVANGELIO DOMINGO 29 DE ABRIL 2012. CUARTO DE PASCUA

Evangelio según San Juan 10,11-18.

 Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas. El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa. Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas. Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí -como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre- y doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor. El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla. Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre".

 COMENTARIO.-

 En un pueblo de cultura agraria, como lo fue Israel, los rebaños y sus pastores tuvieron siempre una notable importancia práctica y una significación simbólica. De aquí que este simbolismo, este muy presente en los evangelios. Y especialmente cuando en las primeras comunidades cristianas, comenzaron los conflictos y diferencias entre grupos y líderes diferentes, alguien de esa comunidad, sintió la necesidad de recordar que, en la comunidad de Jesús, sólo él es el Pastor bueno, al que todos debemos imitar. No un pastor más, sino el auténtico, el verdadero, el modelo a seguir por todos.

 Esta imagen de Jesús, es una llamada a todos aquellos que son llamados «pastores» en la comunidad cristiana. El pastor que intenta parecerse a Jesús, sólo piensa en sus ovejas, no las «abandona» nunca, por muy grande que sean sus diferencias y necesidades. Al contrario, está junto a ellas, las defiende, se desvive por ellas, «expone su vida» buscando su bien. Por que desde la cercanía y desde el conocimiento mutuo podremos formar un gran rebaño, una gran comunidad cristiana. Pero, por desgracia, lo que vemos hoy en día en la Iglesia es un gran distanciamiento entre la jerarquía "pastores" y el pueblo cristiano "rebaño". Pues son muchos los Obispos y Presbíteros que no están en el plano de la realidad social y necesidades de los creyentes, creando un gran distanciamiento entre el pueblo y sus pastores. Diferencias y descalificaciones que son reflejadas dentro de los distintos movimientos y grupos que han nacido últimamente dentro de la comunidad eclesial.

 Por eso en estos momentos tan difíciles para la fe, que nos planteamos con la nueva evangelización, es necesario que pastores y pueblo, busquemos juntos los nuevos signos de los tiempos y nuevos criterios evangélicos, para saber caminar juntos en la construcción del Reino de Dios aquí en la tierra. Sólo cuando todos los que formamos partes de la comunidad eclesial, nos llenamos del Espíritu de Jesús como buen Pastor, el rebaño crecerá en el amor, respeto, diálogo y escucha de todos los que estamos dentro de él y de todos los que se encuentran alejados.

 DIFUNDID EL EVANGELIO COMO LA FUENTE REAL DEL BUEN PASTOR. PÁSALO.

viernes, 27 de abril de 2012

CUANDO LOS POLÍTICOS ESTÁN SOMETIDOS A LOS MERCADERES.

Pasadas todas las elecciones a ciertas comunidades autonómicas, generales y municipales de hace un año. Es momento de realizar una pequeña reflexión.

La primera de ella, es indiscutiblemente la profesionalidad de la política. Cuando la política se convierte en una profesión de ciertas personas, se corre el peligro, como está ocurriendo, de que el político, pierde el norte del bien de la política como el servicio a la comunidad. Y, se convierte la política, en su forma de vivir. No solamente del político de turno, sino de todos sus allegados, convirtiéndose la cuestión, en un clan cerrado y controlado, de manera que nadie altere el orden establecido. Como mucho, quede todo en pequeñas discusiones familiares. Y digo todo esto, porque yo creo que ciertos políticos después de estas elecciones, deberían plantarse su lugar en la política; pero claro donde va el señor...

La consecuencia de todo esto, es la segunda conclusión que yo tengo. El poder económico, le interesa esta profesionalización de la política, pues es la única manera de ellos poder garantizarse sus grandes beneficios. Ya que, al tener siempre los mismos políticos, estos pueden ser llegados a comprarse. Pues si hubiera la alternancia política y la rotación de políticos cada ocho años, el tema de la corrupción sería muy difícil de sembrar en el tiempo dentro de una idea política.

Esto es para toda la clase política de un signo y de otro.

Posiblemente, hay que realizar un esfuerzo para profundizar en la democracia. La democracia es el mejor camino para superar los problemas humanos y sociales por la vía del diálogo y de la participación de los ciudadanos en la gestión de la sociedad. Sin embargo la democracia no ha de ser solamente formal sino real.

¿Cuándo se van a enterar de que lo importante son las personas?.

Por eso, más que nunca quizás, los cristianos católicos debemos de participar con mayor compromiso en la vida política, al igual que lo hacemos en la vida universitaria, empresarial, profesional, cultural.

Los valores cristianos deben de ser en una sociedad laica exigencia de ejemplaridad y servicio a la comunidad.

sábado, 21 de abril de 2012

EVANGELIO DOMINGO 22 DE ABRIL 2012. TERCER DOMINGO DE PASCUA.

Evangelio según San Lucas 24,35-48.

Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu, pero Jesús les preguntó: "¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas?.
Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo". Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies.
Era tal la alegría y la admiración de los discípulos, que se resistían a creer. Pero Jesús les preguntó: "¿Tienen aquí algo para comer?". Ellos le presentaron un trozo de pescado asado; él lo tomó y lo comió delante de todos.
Después les dijo: "Cuando todavía estaba con ustedes, yo les decía: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos". Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras, y añadió: "Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto.

COMENTARIO.-

El evangelio de este domingo nos presenta en primer lugar, la perdida de ilusión y esperanza de los discípulos de Jesús, ya que no soportaron el fracaso de Jesús y el de ellos con el de Jesús, " Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador ...". Lógicamente si no esperaban nada, como iban a ver a Jesús.

Nos podríamos preguntar nosotros hoy también, como discípulos de Jesús, si hemos perdido la ilusión y la esperanza en Jesús. ¿Cual es nuestra relación con Jesús?.

Reconocemos a Jesús vivo y presente en la actualidad. Y sobre todo en estos momentos de gran dificultades sociales, económicas y políticas.

Lógicamente nos puede pasar igual que los discípulos de Jesús camino de Emaús. Si nosotros, no tenemos nuestro corazon abierto a la esperanza de Cristo, no podemos ver a Cristo. Cristo está presente en nuestro mundo, en todos aquellos que nos necesitan. Y en la medida que nosotros acompañamos a los que nos necesitan estamos acompañando a Jesús.

Y digo esto, porque en función de nuestro encuentro con Jesús en la vida y en la actualidad que nos rodea, podemos como los discípulos encontrarlo también en el compartir la mesa, al partir y compartir el pan. En la eucaristia reconocemos a Jesús, cuando lo hemos reconocido fuera de ella. En la eucaristia partimos y compartimos el pan, cuando lo hemos partido y compartido fuera de ella. Pues somos muchos cristianos lo que vamos a misa y salimos de ella como entramos, tan ciegos para ver a Jesús y reconocer a Jesús, no sólo en la eucaristia, sino principalmente fuera de ella.

LOS DISCÍPULOS DE JESÚS LO ENCONTRARON EN EL SER HUMANO QUE PARTIÓ EL PAN CON ELLOS. COMPARTE NO SOLO TÚ PAN, SINO TÚ TIEMPO.

DIFUNDID EL EVANGELIO. PÁSALO.

viernes, 20 de abril de 2012

CARTA A UN AMIGO SEMINARISTA.

Todas las mañanas a las 7,40 horas, participo de la Eucaristía en la Comunidad de la Hermanas de la Cruz de Écija. Junto con la Comunidad de las Hermanas, estamos un grupo reducido de seglares, que somos llamados "los mañaneros", por nuestro sacerdote D.Manuel Blanco. D. Manuel, con su estilo sencillo, humilde y sus cosas, ha sabido crear en nosotros amistad, compañerismo y comunidad.

Hace un año aproximadamente, una mañana nos encontramos en nuestra celebración eucarística con un joven, que nos llamo la atención. Primero por su juventud, segundo porque no era del pueblo. Procedente de Bilbao, cae en esta tierra para trabajar en el mundo de la ingieneria. Poco a poco, entro en nuestro grupo y en nuestras vidas. Ayer, nos dio una alegría a todos los del grupo, nos comunicaba que se va al seminario. Este amigo es David; y a él, quiero dedicar en nombre de "los mañaneros + el cura", la reflexión en el día de hoy en el blog.

Querido amigo David.

Por desgracia, tal como es vivido hoy por la mayoría de nosotros el cristianismo, no suscitamos "seguidores" de Jesús, sino más bien "admiradores", personas religiosas, fieles a costumbres populares, que intentan cumplir mejor o peor con esas obligaciones religiosas.
Indiscutiblemente, y desde mi punto de vista, la renovación de la Iglesia, pasa más hoy en día por el seguimiento a Jesús, que por las normas y costumbres religiosas ya establecidas.

Por eso querido amigo David, en este día tan especial para tí y para todos nosotros que formamos parte de la comunidad eclesial, en el que nos comunica tu marcha al seminario, quisiera hacerte recordar el comienzo del evangelio de Marcos, él cual empieza diciendo: "Comienzo del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios". Que nos quiere decir Marcos, que el comienzo, el punto de partida, para conocer a Jesús es el "Evangelio", que significa literalmente "Buena Noticia". Osea, que el evangelio nos debe de abrir a una nueva noticia, a una nueva esperanza, a una nueva fraternidad, a un nuevo encuentro con Cristo y nuestro hermanos, lógicamente en los tiempos en que vivimos.

Cuando recibas tu ministerio, que te llevará a proclamar la palabra de Dios y su predicación, quiero que recuerdes para siempre, este día en que un amigo de Écija, al cual no conocías de nada, te recordaba com mucho tiempo de antelación, las palabras que escucharas en la liturgia de tú ordenación, cuando el Obispo te haga entrega el Evangelio: "VIVE, LO QUE PREDICAS".

Que tu ministerio, este verdaderamente al servicio y entrega de la construcción del Reino de Dios en la tierra, de tu amigo.

Rafael

jueves, 19 de abril de 2012

SÉPTIMO ANIVERSARIO DEL PAPADO DE BENEDICTO XVI

Hoy, 19 de Abril, se cumple el séptimo aniversario, en el que el cardenal Joseph Ratzinger, fue elevado a ocupar como el 265º Papa de la Iglesia Católica la silla de Pedro.

Un pontificado, que se ha declarado de transición y de espalda al Concilio Vaticano II. Yo hoy no voy a entrar en esta cuestión. En este aniversario, lo que si quiero hacer destacar, son varias reflexiones del teólogo Joseph Ratzinger, desde sus inicios hasta su pontificado.

En la década de los años 60 del siglo pasado, fue sin duda alguna, una década del inicio de una nueva formar de ver el mundo y la realidad. Y la Iglesia no fue ajena a todo ello. Por ello, desde los años 1962 al 1965 se lleva acabo unos de los Concilios Ecuménicos más importante de la Iglesia Católica, que debió poner nuevos horizontes a la Iglesia. Tanto es así, que en 1969, el hoy Papa Benedicto XVI, entonces teólogo Ratzinger, de 42 años, hacía unas muy interesantes manifestaciones. Que merecen la pena volver a leerlas hoy.

Decía Ratzinger:
“Después de las actuales crisis, la Iglesia que surgirá mañana tendrá que ser despojada de muchas cosas que ahora todavía mantiene. Será una Iglesia bien más pequeña. Y tendrá que recomenzar como lo hizo en sus principios. Ya no tendrá condiciones de llenar los edificios que han sido construidos en sus periodos de gran esplendor.
Con un número bien menor de seguidores, perderá muchos de los privilegios que ha acumulado en la sociedad. Al contrario de lo que viene aconteciendo hasta el presente momento, ella surgirá mucho más como una comunidad de libre opción… Siendo entonces una Iglesia menor, va a exigir mayor participación y creatividad de cada uno de sus miembros.
Ciertamente aprobará formas nuevas de ministerios; convocará al presbiterado cristianos comprobados que ejercen simultáneamente otras profesiones… Todo eso va a tornarla más pobre; será una Iglesia de gente común. Claro está que todo eso no va acontecer de un momento a otro. Va a ser un proceso lento y doloroso”.
(Titulo artículo: EL JUICIO AL PAPA BENITO XVI Autores: Jeff Israely y Howard Chua-Eoan.Fuente: Time Magasin ).

Han transcurrido 50 años de esas manifestaciones del teólogo Ratzinger - Perito teólogo del Concilio Vaticano II -, de las realizadas en el libro "Luz del Mundo", que el periodista Peter Seewald.

Existen para mí dos declaraciones, demuestran al gran teólogo e intelectual Benedicto XVI. Y que de ser asi es para mí UN GRAN PASO REVOLUCIONARIO EN LA IGLESIA.

Una de ellas es referente a la dimisión del Papa por cuestiones de enfermedad. Ratzinger, de 84 años, confiesa que renunciaría a su puesto si «físicamente, psíquicamente y espiritualmente no estuviera ya en condiciones de desempeñar mi tarea».

La cuestión de la dimisión se planteó repetidamente durante los últimos años de Juan Pablo II, ante el evidente deterioro de su forma física, y fue continua fuente de rumores y especulaciones.

De este modo Benedicto XVI se adelanta a futuras polémicas, pero no deja de ser sorprendente que hable de ello. Además, reconoce que sus fuerzas «están disminuyendo».

El otro aspecto delicado y candente para mi, que aborda el libro es el de la infalibilidad papal, establecida por Pío IX en 1870 en pleno choque con la modernidad. Benedicto XVI, en línea con la doctrina, niega que el pontífice sea infalible en todo momento.

«El concepto nace ante la cuestión de que haya un último órgano que decide. (...) En determinadas circunstancias el Papa pude tomar decisiones gracias a las cuales queda claro lo que es fe de la Iglesia y lo que no. Pero no significa que el Papa produzca continuamente infalibilidad. (...) Obviamente puede tener opiniones personales equivocadas».

Debo de reconocer públicamente de que tenía mis grandes dudas sobre este pontificado y prueba de ello ha sido siempre mi disconformidad con aquello que desde mi punto de vista suponía un gran retroceso de la Iglesia con respecto a la sociedad. Pero si estas declaraciones que aparecen en el libro " Luz del Mundo " es asi, tal como se presenta, y Benedicto XVI las hubiera cumplido, BENEDICTO XVI HUBIERA PASADO A LA HISTORIA DE LA IGLESIA, NO SOLAMENTE COMO EL PAPA INTELECTUAL Y TEOLOGO, SINO COMO EL PAPA QUE DIO UN PASO REVOLUCIONARIO EN LOS PENSAMIENTOS DE LA IGLESIA, MIRANDO LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS. Un Papa, que ha podido con la curia romana y que ha dicho que sus palabras sobre algunas declaraciones realizadas en el libro, NO NECESITAN CORRECCIÓN por parte de la curia.

FELIZ ANIVERSARIO Y MUCHAS GRACIAS POR SU LABOR EN LA IGLESIA.

miércoles, 18 de abril de 2012

LA FE, EN LA COMUNIDAD CRISTIANA.

Coincidiendo con el 50 aniversario del inicio del Concilio Vaticano II, el próximo 11 de Octubre del 2012 y hasta el 24 de Noviembre del 2013, festividad de Cristo Rey, se llevará acabo por iniciativa del Papa Benedicto XVI, un Año de la fe.
Este Año de la Fe, ha dicho el Santo Padre, "será un momento de gracia y de compromiso por una cada vez más plena conversión a Dios, para reforzar nuestra fe en Él y para anunciarlo con gozo al hombre de nuestro tiempo".
Y no está mal, que en estos tiempos de cambios y de grandes perturbaciones, que están configurando una nueva formar de pensamiento y, por lo tanto de comprender el sentido de la vida, dediquemos un tiempo a reflexionar sobre nuestra fe religiosa.
Pues todas estas circunstancias, hace que cada día que pasa, se haga más difícil el tema de la fe religiosa. Cada día, podemos percibir que hay más gente, que anda hecha un lío con esto de la fe religiosa.
Por eso, lo primero, que debemos aclarar y dejar claro, es lo que entendemos por fe, o mejor dicho, el concepto fe.
En la cultura griega, el asunto el concepto de fe, significaba confianza. La fe era, pues, una actitud de profundo respeto y credibilidad ante alguien o hacia alguien (hombres o dioses). Se creía en aquella persona a la que se le concedía crédito. Por eso, la falta de fe era lo mismo que desconfianza.
En la actualidad el concepto de fe sigue siendo el mismo, la confianza total que una persona tiene en algo o alguien, por ejemplo: ”Mis padres tienen mucha confianza en mi”, refleja la fe, como valor humano, confianza en la persona.
Pero, cuando hablamos de la fe, no nos referimos solamente a esa actitud de confianza en alguien personal, si no que la palabra fe, tiene un concepto también ampliamente religioso. Desde este ámbito, la fe, es el hecho de creer en Dios. De aquí las distintas creencias religiosas, que conocemos según su fe.
En la religión católica, que es la que profesamos nosotros, definimos la fe como "la primera de las virtudes teologales: luz y conocimiento sobrenatural con que un ser se cree lo que Dios dice y la Iglesia propone".
Pero la fe, tal como a nosotros, se nos ha enseñado, se refiere, más bien, a “tener por verdadero lo que Dios nos ha revelado”. Esto es lo que nos enseñaron en las clases de religión, en los catecismos y en los sermones.
Lógicamente, aquí empiezan los interrogantes, que muchos encontramos en el concepto de la fe religiosa. Ya que convertimos la fe, en un esfuerzo por parte de la inteligencia humana por penetrar en la Revelación. Pues la fe, no es, sólo verdades que se afirman, la fe, es ante todo, una postura existencial, la fe es una actitud, es un compromiso con Dios y con los hombres.
Teniendo en cuenta lo anteriormente dicho, lo primero que, deberíamos tener claro, es una cosa. Y es que, una cosa es “lo que” se cree; y otra cosa es “en quién” se cree. Y aunque a simple vista parece lo mismo, pues no es lo mismo.
“Lo que” se cree: se refiere a verdades, dogmas, normas, mandamientos, ritos, ceremonias… Es, por tanto, un acto intelectual esencialmente.

“En quién” se cree: se refiere a personas. Que quiere decir esto, que tener fe en alguien, es fiarse de esa persona, es decir, confiar, ser fiel (tener fidelidad). Claro aquí la fe, ya no es esencialmente un acto intelectual, sino una experiencia, que nos lleva a tener confianza, a fiarnos y ser fiel.

Lo que, quiero decir con todo esto, es que, no es lo mismo relacionarse con “verdades”, que relacionarse con “personas”. A las verdades se las acepta con la cabeza y la razón. A las personas se las acepta con el corazón y la vida.

Llevado este razonamiento a nuestra fe cristiana, debemos de deducir, que antes que la fidelidad a la “verdades” que enseñó Jesús, está la fidelidad a la vida que llevó Jesús. Es decir, que nuestra fidelidad, nuestra fe, no nos debe de llevar sólo a lo que dijo Jesús, sino, antes que eso, a la persona misma de Jesús.

Por todo esto se comprende que, en los evangelios, la fe se entiende como confianza en Jesús y como fidelidad hacia Jesús. Pero no sólo del Jesús Resucitado, si no que antes de nada, del Jesús, que recorrió los caminos y las aldeas de Galilea, y murió crucificado en Jerusalén. Es decir, que la fe cristiana no puede prescindir de la vida y de la historia de Jesús.

Así nos los demuestran y, nos lo resuelven los estudios teológicos. Estos estudios, nos plantean que el problema que ha presentando la propagación de la fe cristiana, es que esa fe cristiana fue explicada, primero, por san Pablo (entre los años 50 al 55). Y mucho más tarde (entre los años 70 al 80) fue explicada por los evangelios. Y aquí, lógicamente empezó el dilema, ya que Pablo, no conoció al Jesús terreno. Pablo sólo conoció al Cristo Resucitado. Y, por consiguiente, explicó la fe, no como una experiencia que se refiere a algo que se vive en esta vida, sino como una experiencia que se refiere a verdades que trascienden de este mundo y tienen su centro en el otro mundo. Por eso, cuando Jesús les decía a los enfermos: "Tu fe te ha salvado", se refería obviamente a que la confianza y la fidelidad, que aquellas pobres gentes ponían a Jesús, las liberaba de sufrimientos, penas y otras desgracias de esta vida. Mientras que, cuando Pablo dice "estamos salvados por la fe", se refiere a la salvación sobrenatural y eterna, algo que trasciende este mundo. Pero además, la cuestión, se complica cuando caemos en la cuenta, de que Pablo presenta la fe como fe en Cristo crucificado, que sufrió y murió por nuestros pecados, y que así, con su pasión y su muerte, se constituyó en "sacrificio" de "expiación", que aplacó la ira de Dios contra los pecadores. Hasta el punto de que Pablo llega a decir que Dios "no perdonó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros" (Rom 8, 32). (JM Castillo).

A nada más que realicemos un reposado estudio de lo expuesto anteriormente, podemos concluir que, la fe que resulta de todo esto, es una fe que:

1.- Consiste en aceptar verdades que no podemos conocer porque no están a nuestro alcance.

2.- Consiste en aceptar a un Dios que necesita el sufrimiento y la muerte de su propio Hijo, para perdonar a los que le ofenden.

3.- Consiste, por tanto, en creer lo que no podemos comprobar, ni demostrar, creer algo increíble, absurdo, que parece, más una patología mental, que una virtud o excelencia que merezca recompensa alguna.

Por todo esto, resulta evidente que, para comprender la fe cristiana, tenemos que empezar por la fe de Jesús y la fe en Jesús. Ya que de está manera, es la única de que podamos conocer al Dios de Jesús, y por lo tanto comprender a Dios.

Porque según nuestra fe, Jesús es el Hijo de Dios y es Dios, porque Jesús vivía y actuaba como Dios.

Por lo tanto, viendo y comprendiendo a Jesús, se ve y se comprende a Dios. Que es justamente lo que el mismo Jesús le dijo a Felipe en la última cena: "Quien me ve a mí está viendo al Padre" (Jn 14,9). También en la carta a los Colosenses dice que Jesús el Mesías es "imagen de Dios invisible" (Col 1,15), es decir, el Dios escondido (Is 45,15) y oculto, absolutamente inefable (Sal 139,6; Job 36,26) y que habita en una luz inaccesible (1Tim 1,17), se ha hecho presente y patente entre los hombres por medio de Jesús; o más exactamente en la persona y en la obra de Jesús.

Lógicamente, todo este razonamiento nos lleva, a plantearnos otras de las cuestiones de nuestra fe. Nuestro conocimiento de Dios.

Y es que, hemos querido saber y conocer y creer en Dios, sin conocer a Jesús. Como nos lo dejo, el prólogo del evangelio de Juan, cuando nos hace esta afirmación tan fundamental: "A Dios nadie lo ha vista jamás; es el Hijo único, que es Dios y está al lado del Padre, quien lo ha explicado" (Jn 1,18).

Esto quiere decir dos cosas. En primer lugar, quiere decir que Dios es inalcanzable e incomprensible para el entendimiento humano. Dios está muy por encima de todo lo que nuestra inteligencia puede alcanzar y comprender. En segundo lugar, quiere decir que ese Dios, inalcanzable e incomprensible, se ha dado a conocer en la persona y en la obra de Jesús de Nazaret.

Por lo tanto, no se trata de conocer a Dios para saber de esa manera quién es Jesús y cómo es Jesús, sino que se trata exactamente de todo lo contrario, de saber cómo fue Jesús, para saber de esa manera quién es Dios y cómo es Dios. O sea, es que viendo a Jesús, es cómo vemos a Dios. Y conociendo las costumbres, las preferencias, el estilo de vida de Jesús, así es cómo conocemos a Dios y nos enteramos de lo que Dios quiere y lo que a Dios le agrada.

Pero no se trata sólo de esto. Hay en todo esto algo que es lo más decisivo. Se trata de caer en la cuenta de que a Dios lo conocemos y lo encontramos en la humanidad de Jesús. Por lo tanto, cuando hablamos de la humanidad de Jesús y elogiamos la entrañable humanidad de Jesús, lo más importante que hay en todo eso no es sólo la ejemplaridad de Jesús. Lo decisivo es que, en la humanidad de Jesús se nos da a conocer Dios mismo y, además de eso, también en esa humanidad descubrimos el proyecto de Dios. Porque, en última instancia, lo que Jesús nos enseña es que el proyecto de Dios y lo que Dios quiere de nosotros, no es que nos divinicemos (y menos aún que nos "endiosemos"), sino que nos humanicemos.

Por lo consiguiente, en la medida en que nuestra fidelidad es patente a Jesús, nosotros nos hacemos también Hijos de Dios, como recoge el apóstol Pablo, en la carta a los Romanos: "Hijos de Dios son todos y sólo aquellos que se dejan llevar por el Espíritu de Dios. Miren, no recibieron ustedes un espíritu que los haga esclavos y los vuelva al temor; recibieron un Espíritu que los hace hijos y que les permite gritar: ¡Abbá! ¡Padre! Ese mismo Espíritu le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios; ahora, si somos hijos, somos también herederos: herederos de Dios, coherederos con el Mesías" (Rom 8,14-16). Y en la carta a los Gálatas se repite el mismo pensamiento: "Cuando se cumplió el plazo envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, sometido a la ley, para rescatar a los que estaban sometidos a la ley, para que recibiéramos la condición de hijos. Y la prueba de que ustedes son hijos es que Dios envió a ustedes el Espíritu de su Hijo, que grita: ¡Abbá! ¡Padre! De modo que ya no eres esclavo, sino hijo, y si eres hijo eres también heredero, por obra de Dios" (Gál 4,4-7).Somos hijos de Dios porque el mismo Dios nos ha dado su Espíritu. Es decir, nos ha dado su misma vida; y con su vida nos ha dado su amor (Rom 5,5). Por consiguiente, se trata de que la vida misma de Dios ha sido dada al hombre (Jn 6,57; 1Jn 4,9; 5,11; ver Rom 6,23). Existe, pues, una comunión de vida, como entre un hijo y su padre. Somos, por tanto, de la misma familia de Dios.

Resumiendo todo lo anterior, podemos decir que, en nuestra educación religiosa, se produjo un desplazamiento, de la “fe personal” en Jesús, a la “fe racional” en los dogmas. Lo cual ha representado una dificultad enorme, casi insuperable, en los tiempos que corren. Porque la “fe racional” son verdades que la razón no entiende, ni puede entender, es algo que sólo se puede aceptar si el que enseña eso merece un crédito y tiene una credibilidad.

Y eso, es lo que posiblemente, nos haya pasado a la gran mayoría de los que formamos la Iglesia, que nuestras enseñanzas no han sido creíbles, porque nuestro estilo de vida, ha sido muy distinto a nuestras enseñanzas. Por eso, la fe se ha ido quedando cada vez más arrinconada y marginada. De aquí que la fe, se ha quedado como un sentimiento que (por parte de los que pueden) se vive en la intimidad individual de cada uno, entre dudas, oscuridades, confusiones.

Por eso, el Papa, al anunciar este Año de la Fe, nos llama también a todos a: “ dar un renovado impulso a la misión de toda la Iglesia”.
Y desde mi punto de vista, esto debe de ser así. Ya que nuestra fe se basa en la tradición comunitaria de los seguidores de Cristo, y es desde esta comunidad de los seguidores de Cristo, es decir, la Iglesia, donde conocemos y maduramos la fe. Es desde esta comunidad, de los seguidores de Cristo, donde podemos conducir a los hombres alejados de nuestra fe, que nos dejaron más motivados en la mayoría de las veces, por vivir una fe más dogmática, que una fe personal en Jesucristo y en el Dios de Jesucristo.
Este llamamiento del Santo Padre de: “dar un renovado impulso a la misión de toda la Iglesia”, coincidirá con la apertura de este Año de la Fe, con la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre el tema "La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana", para los días 7 al 28 de octubre de 2012.
La asamblea sinodal tendrá como finalidad examinar la situación actual en las Iglesias particulares, para señalar, en comunión con el Papa, nuevos modos y expresiones de la Buena Noticia, que ha de ser trasmitida al hombre contemporáneo con renovado entusiasmo.

Debemos recordar que llevamos décadas hablando de la urgencia de la nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana. De esa nueva evangelización dirigida más bien a aquellos que se han alejado de la Iglesia en los países de antigua cristiandad, olvidando posiblemente la evangelización de los que estamos dentro. Fenómeno que, existe con diversos matices también en los países donde la Buena Noticia ha sido anunciada en los últimos siglos, pero todavía no ha sido suficientemente acogida hasta transformar la vida personal, familiar y social de los cristianos.

Cuando uno piensa un poco detenidamente estas cuestiones, se plantea si la cuestión está en que posiblemente nos olvidamos, que para evangelizar, antes debemos de ser evangelizados.
Y debemos de ser evangelizados, en el seguimiento de Jesús, de su Evangelio y de vivir en Comunidad Eclesial, más que en un conocimiento de las normas que hemos establecido dentro de la Comunidad Eclesial.

Lógicamente la pregunta es inminente. ¿Qué nos ha preocupado a lo largo del tiempo a los " hombres de la religión ", que al cabo de dos mil años, llegan a la conclusión de que nos falta el anuncio del evangelio?. No será posiblemente, que nos ha faltado vivir el Evangelio.
En los evangelios, la fe se entiende como confianza en Jesús y como fidelidad hacia Jesús. Pero no sólo del Jesús Resucitado, si no antes de nada del Jesús, que recorrió los caminos y las aldeas de Galilea, y murió crucificado en Jerusalén.
Mientras, nos llega la oportunidad de participar, en el Año de la Fe, que el Papa convocará en Octubre de este año, aprovechemos este tiempo mientras, para reflexionar que la le fe de la comunidad cristiana, no puede prescindir de la vida y de la historia de Jesús.

sábado, 14 de abril de 2012

EVANGELIO DOMINGO 15 DE ABRIL 2012. SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA

Evangelio según San Juan 20,19-31

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: " Paza a vosotros ". Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: " Paz a vosotros . Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo ". Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: " Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados, a quienes se los retengáis les quedan retenidos ". Tomás, uno de los doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: " Hemos visto al señor ". Pero él les contestó: " Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo ". A los ocho días, estaban otra vez los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: " Paz a vosotros ". Luego dijo a Tomás: " Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente ". Contestó Tomás: " ¡ Señor mío y Dios mío ! " Jesús le dijo: " ¿ Por que me has visto has creído ? Dichosos lo que crean sin haber visto ".
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre ".

COMENTARIO.-

Para comprender el evangelio de este 2º Domingo de Pascua, debemos tener en cuenta la teología de Juan, que está basada ya en la experiencia de fe en Cristo Resucitado. Además en este texto, podemos observar como para Juan y su comunidad, la Pascua de Resurrección y Pentecostés acontecen en el mismo día en que Jesús Resucito; no ocurriendo lo mismo en el evangelista Lucas, que descubre Pentecostés a los cincuenta días de la Resurrección.

Pero que nos enseña este evangelio. Que Jesús no es un mero recuerdo histórico, si no una experiencia de fe. Una experiencia de fe que tiene que estar presente en la comunidad, en el grupo de creyentes, en la Iglesia. Pero una experiencia comunitaria que tiene que nacer primeramente en nosotros de una forma individual, como Tomás. Por eso el evangelio consta de dos partes.

La primera la experiencia del Resucitado en la comunidad. Jesús se coloca en medio y dice: " Paz a vosotros ". Una experiencia de fe que se demuestra en la vida; por eso tenemos que buscar a Jesús en la vida. Y buscar a Jesús en la vida, es encontrarlo en medio de nosotros y estando en medio de nosotros es cuando existe la Paz en nosotros. Cuando Jesús no está en el centro se pierde el mensaje y la apertura del Espíritu. Por eso, si no existe la Paz en nosotros, es en la comunidad donde también recibimos el perdón.

En la segunda parte, el evangelista nos descubre la experiencia indivual que cada uno debemos de tener, para llevarla acabo en la comunidad, en la figura de Tomás, con el diálogo de Jesús y Tomás. Tomás había vivido con el Jesús histórico, es decir conocía todo el mensaje de Jesús , sus prodigios y su dolor. Y conociendo todo eso, no creía que Jesús estuviera presente. A los ocho días - dice el evangelio - Jesús le dice: " No seas incrédulo, sino creyente " y Tomás le contesta: " ¡ Señor mío y Dios mío ! ".

También han transcurrido ocho días para nosotros desde la Pascua de Resurrección, estamos nosotros como Tomás resistiéndonos a creer. Necesitamos nosotros palpar también las heridas de Jesús, para creer. Pues, palpar las llagas de Jesús después de la muerte es palpar la humanidad de Jesús en los que sufren y en los necesitados de este mundo.

Para creer que Dios se ha fundido con lo humano no basta palpar la " encarnación ". Además de eso, hay que palpar también la " resurrección ".

LEED EL EVANGELIO COMO FUENTE DE PAZ ENTRE NOSOTROS.DIFUNDID EL EVANGELIO. PÁSALO.

viernes, 13 de abril de 2012

DE LA ENCARNACIÓN A LA RESURRECCIÓN

Concluyendo esta octava de pascua, en la que hemos ido leyendo los distintos testimonios de las apariciones de Jesús a los discípulos y que las primeras comunidades fueron recogiendo y transmitiendo, es conveniente que dejemos una breve reflexión que nos lleve hacia Pentecoste con las ideas claras.

Lo más importante que contienen los relatos de la resurrección es que muestra que la vida y la presencia de Jesús, en este mundo y en esta vida, no se acabó con la muerte en la cruz. De Jesús no nos queda sólo la memoria de sus enseñanzas y el ejemplo de su vida. Además de eso, nos queda sobre todo su presencia. Por su Encarnación, Dios en el hombre Jesús de Nazaret, se fundió y se confundió con lo humano (JMCastillo). Por la Resurrección, Jesús prolonga su presencia en cada ser humano, hasta el fin de los tiempos. La cristología tradicional, tenía su centro en la Encarnación. La cristología moderna tiene su centro en la Resurrección. El centro está en el hombre Jesús, en el que Dios se encarna y se revela (Encarnación) y que fue constituido Hijo de Dios, siendo para siempre el Viviente (Resurrección).

La figura de Jesús, no fue solamente admirada por las gentes de su época, sino que ha sido admirada a todo lo largo de la historia. Hoy en día, también sigue siendo admirada, no solamente entre las personas mayores, sino entre las personas de todas las edades y especialmente entre los jóvenes.

Ahora bien, la cuestión es saber, si Jesús lo que quiere es admiradores o seguidores

Lógicamente a nada más que hagamos una lectura superficial de los Evangelios deducimos que Jesús lo que quiere son seguidores y no admiradores.

La pregunta es obvia: ¿ por qué entre los creyentes existen entonces más admiradores que seguidores ?.

Por que la admiración, se queda en lo maravilloso del personaje, posiblemente en su divinidad y esto no requiere compromiso ninguno con Jesús. El seguimiento requiere un encuentro con lo humano para encontrar lo divino, es decir imitar a Jesús, vivir como Jesús y esto es ir en contra de muchos principios dogmáticos sociales y eclesiales.

Lo que hace más humano y construye el Reino de Dios en este mundo, son las personas que se parecen e intentan vivir como Jesús y no las gentes que sólo lo admiran y veneran.

Nuestra fe será plena cuando seamos seguidores y no admiradores de Jesús.

jueves, 12 de abril de 2012

REFLEXIONES SOBRE LA SEMANA SANTA

Transcurrida la semana santa, es frecuente, escuchar voces de la jerarquía eclesial y de ciertos grupos laicales sobre la poca asistencia de los fieles a los oficios del triduo sacro y especialmente a la celebración más importante para un cristiano, que debe ser la vigilia pascual.

Lógicamente, salen a relucir los comentarios clásicos de que todo es motivado por una sociedad; que tiene un verdadero abandono de Dios, de las campañas de destrucción de lo religioso y en contra de la Iglesia por parte del gobierno, etc.... Y posiblemente, todo esto influya. Pero lo que si creo, que es incomprensible, es que en parroquias donde tenemos dos o tres hermandades de penitencia y algunas de gloria; que a la hora de realizar sus desfiles procesionales pueden congregar a unos 300 hermanos y que después ni las juntas de gobiernos de esas hermandades participan en los oficios del triduo sacro y ni decir en las celebraciones dominicales de todo el año.

Yo creo, que no estaría mal, que la Iglesia - que somos todos los bautizados en Cristo - con una gran humildad, realizará un examen de conciencia interior de ella misma. Por qué, siempre tendemos a buscar los problemas en el exterior, cuando a lo mejor pueden estar más en el interior, que en el exterior.

Pues una Iglesia formada por cristianos que se relaciona con un Jesús mal conocido, confesado solo de manera abstracta, un Jesús mudo del que no se escucha nada de interés para el mundo de hoy, de un Jesús apagado que no seduce, que no llama y toca los corazones..., es una Iglesia que corre el riesgo de irse apagando, envejeciendo y olvidando.

Ante esto, sale también el clásico tema de la falta de formación religiosa en todos los niveles. Y es verdad; pero aquí también podemos caer en un grave error, y es creernos que la formación consiste en tratar de iniciar la fe o alimentarla, dando primacía a la exposición doctrinal, explicada casi siempre en claves pre-modernas.

Cuando a mi juicio, lo que debemos es de dar relevancia a la experiencia fundante que vivieron junto a Jesús los primeros discípulos, y, sobre todo, a la enseñanza de su estilo de vida. Es decir, como diría el teólogo Jose A. Págola: "poner el Evangelio, en contacto con las preguntas, miedos, sufrimientos, aspiraciones y gozo de los tiempos que nos han tocado vivir. Hemos de despedir lo que ya no evangeliza y no abre caminos al Reino de Dios, para estar más atentos a lo que nace y abre hoy con más facilidad los corazones a la Buena Noticia. "

Desde mi punto de vista, creo que debemos dedicar hoy en día más tiempo a la escucha del evangelio, a la oración y a la apertura de nuevos carismas, que nos permitan comunicar hoy la experiencia de JESÚS RESUCITADO.

No tomen, esto como una crítica; si no como un amor a la Iglesia, en la cual todos hemos encontrado nuestra fe y en la cual todos maduramos dicha fe. Es por que si ella nos da tanto, nosotros pensemos en ella, para ayudarla.

miércoles, 11 de abril de 2012

EN LA ALEGRÍA DE CRISTO RESUCITADO. ¿CUAL ES NUESTRA RELACIÓN CON JESÚS?

En este tercer día de la octava de pascua, la liturgia de hoy, nos presenta el relato del evangelio de Juan, de los dos discípulos, que caminan a un aldea llamada Emaús.

Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conservaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. El les dijo: "¿Qué conversación es ésa que traéis mientras vais de camino?". Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: "¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí esotos días?". El les preguntó: "¿Qué?". Ellos le contestaron: "Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras ypalabras ante Dios y todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera futuro liberador de Israel. Y ya ves, hace dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo e incluso vinieren diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que esta vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no le vieron". Entonces Jesús les dijo: "¡Qué necios y torpes sois para no creer lo que anunciaron los profetas!¿No era necesario que el Mesás padeciera esto para entrar en su gloria?". Y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas les explicó lo que se refería a El en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, El hizo ademán de seguir adelante, pero ellos le apremiaron diciendo:"Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída". Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero El desapareció. Ellos comentaron:"¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?. Y levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:"Era verdad, ha resucitado el Señor. Y se ha aparecido a Simón". Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. (Lucas 24 13-35).

El relato de este acontecimiento, me lleva a pensar en el día de hoy en la gran pastoral que tenemos que realizar sobre los hermanos que nos han abandonado.

Como podemos comprobar Juan sitúa las apariciones en Jerusalén, a diferencia de Marcos y Mateo que la sitúan en Galilea.

Sea cual sea el "valor histórico" que se le conceda a este relato, lo que si esta claro es su significado religioso para la fe. Es el relato que explica el retorno de los que se van de la comunidad. Por qué se van. Y por que retornan. Todo esto es lo que explica el episodio de los discípulos de Emaús.

Este Evangelio nos presenta en primer lugar, la perdida de ilusión y esperanza de los discípulos de Jesús, ya que no soportaron el fracaso de Jesús y el de ellos con el de Jesús, " Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador ...". Lógicamente si no esperaban nada, como iban a ver a Jesús.

Nos podríamos preguntar nosotros hoy también, como discípulos de Jesús, si hemos perdido la ilusión y la esperanza en Jesús. ¿Cual es nuestra relación con Jesús?.

Reconocemos a Jesús vivo y presente en la actualidad. Y sobre todo en estos momentos de gran dificultades sociales, económicas y políticas.

Lógicamente nos puede pasar igual que los discípulos de Jesús camino de Emaús. Si nosotros, no tenemos nuestro corazon abierto a la esperanza de Cristo, no podemos ver a Cristo. Cristo está presente en nuestro mundo, en todos aquellos que nos necesitan. Y en la medida que nosotros acompañamos a los que nos necesitan estamos acompañando a Jesús.

Y digo esto, porque en función de nuestro encuentro con Jesús en la vida y en la actualidad que nos rodea, podemos como los discípulos encontrarlo también en el compartir la mesa, al partir y compartir el pan. En la eucaristia reconocemos a Jesús, cuando lo hemos reconocido fuera de ella. En la eucaristia partimos y compartimos el pan, cuando lo hemos partido y compartido fuera de ella. Pues somos muchos cristianos lo que vamos a misa y salimos de ella como entramos, tan ciegos para ver a Jesús y reconocer a Jesús, no sólo en la eucaristia, sino principalmente fuera de ella.

lunes, 9 de abril de 2012

REFLEXIONES EN LA RESURRECCIÓN DE JESÚS, PARA VIVIR LA EXPERIENCIA DEL RESUCITADO.

Comenzamos la octava de Pascua. Aprovechemos esta semana los evangelios que la liturgia de la Iglesia nos va a ir presentando cada día de esta octava de Pascua, para vivir la experiencia del Resucitado desde la fe de las primeras comunidades en las distintas apariciones de Jesús Resucitado, a sus primeros seguidores.

Desde el evangelio de Marcos, en la vigilia pascual donde se le aparece a las tres María (María Magdalena, María la de Santiago y María Salomé), al evangelio de la liturgia de hoy de Mateo, en el que se nos narra la aparición a las mujeres y le comunica que vaya a Galilea. Para continuar con el evangelista Juan, que nos narrará: "que estaba María Magdalena sola junto al sepulcro, fuera, llorando. Mientras lloraba se acercó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco...". El evangelista Juan nos narrará también como Jesús se apareció otra vez a los díscipulos junto al lago de Tiberíades. Lucas en su evangelio en esta octava de Pascua nos relatará que: "Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día a una aldea llamada Emaús, distante una dos leguas de Jerusalén.....".

Como podemos comprobar en Marcos y Mateo, las apariciones de Jesús se centrará en Galilea, posiblemente para hacernos saber, que para seguir al Resucitado, debemos de volver a donde el empezó su camino, que lógicamente es el camino que nosotros debemos seguir, si queremos ser discípulos del Maestro. Lucas por el contrario centra las apariciones de Jesús en Jerusalén. Esto nos demuestra una vez más que los evangelios nos narra las experiencias de fe de las primeras comunidades cristianas, más que su desarrollo histórico.

Ahora bien, que quede claro y muy claro, que aquí no estoy dudando de la fe en el Resucitado. Pues como he dejado muy claro anteriormente, nuestra fe se basa en el testimonio que nos dejaron los primeros discípulos y ellos tuvieron la experiencia cierta de que Jesús había resucitado. Y la Iglesia cree desde entonces firmemente en esta experiencia que ha transmitido de generación en generación.

Yo, lo que quiero dejar aquí reflejado, es que lo más importante que debemos buscar en los relatos de la resurrección es que la vida y la presencia de Jesús, en este mundo y en esta vida no se acabó con la muerte de Él en la cruz. Si no que por su Resurrección, Jesús prolonga en todos nosotros, en la medida que vivimos como Él, su presencia hasta el fin de todos los tiempos.

Aprovecharemos esta octava para reflexionar desde la fe y la experiencia de Jesús Resucitado en el acontecimiento de la Resurrección.

domingo, 8 de abril de 2012

EVANGELIO DOMINGO 8 DE ABRIL.2012. DOMINGO DE RESURRECCIÓN.

Evangelio según San Juan 20, 1-9

"El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro, y el otro discípulo, a quien quería Jesús, y les dijo:"Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto. Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro, se adelantó y llegó primero al sepulcro y asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro. Vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que Él había de resucitar de entre los muertos".

COMENTARIO.-

Celebramos la Resurrección de Jesús. Los especialistas en el estudio de los evangelios discuten si los relatos que cuentan las apariciones del Resucitado, tienen valor histórico. La Iglesia cree firmemente que Jesús venció la muerte y fue resucitado. Lógicamente no se duda de la fe en la Resurrección. Es claro que nuestra fe se basa en el testimonio que nos dejaron los discípulos de Jesús y que las primeras comunidades fueron transmitiendo; y fue la experiencia cierta de que Jesús resucitó. Pero lo que si es verdad es que las experiencias fueron distintas, pues para Marcos y Mateo las apariciones se sitúan en Galilea, mientras que para Lucas en Jerusalén. En Marcos las mujeres tienen miedo, en Mateo y Lucas se alegran y van a contarlo a los discípulos.

La resurrección, significa que Jesús es el gran argumento, que el cristiano ofrece a la humanidad, para mostrar que la vida es más fuerte que la muerte. La resurrección, es cuando nosotros confesamos que somos seguidores de Jesús y nuestro destino no es la muerte, sino la vida y, la vida en el mundo que nos ha tocado vivir, en la medida que hacemos felices a todos los que nos rodean.

Porque nunca deberíamos olvidar que la resurrección en la otra vida, comienza en esta. Ya que existen personas que por ser fieles a sus creencias en la eternidad, menosprecian otras creencias, menosprecian a las personas, y crean en su alrededor una vida totalmente deshumanizada, olvidándose que, en el Resucitado nació la humanización de Dios.

La eternidad comienza cuando humanizamos a Dios en esta vida y no cuando solamente divinizamos a Jesús en la otra vida.

Celebramos la Resurrección de Jesús; nos identificamos, creemos, nos alegramos y necesitamos de ella recordando a San Pablo: “si no resucitó Cristo, vana es nuestra predicación, vana también nuestra fe” (1 Co. 15, 14).

JESUCRISTO HA RESUCITADO. EMPEZEMOS A SER TESTIGOS DE LA ESPERANZA QUE HEMOS RECIBIDO.

FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN.

DIFUNDID EL EVANGELIO,DONDE SE RECOGE LA ESPERANZA QUE HEMOS RECIBIDO.PÁSALO.

sábado, 7 de abril de 2012

EVANGELIO VIGILIA PASCUAL DEL SÁBADO SANTO DEL 2012.

Evangelio según San Marcos 15, 1-7

"Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé, compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol, fueron al sepulcro. Y decían unas a otras:"¿Quién nos correrá la piedra a la entrada del sepulcro?" Al mirar vieron que la piedra estaba corrida, y eso que era muy grande. Entraron en el sepulcro y vieron un joven sentado a la derecha, vestido de blanco. Y se asustaron. El les dijo:"No os asustéis. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado?. No está aquí. Ha resucitado. Mirad el sitio donde lo pusieron. Ahora id a decir a sus discípulos y a Pedro: El va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis, como os dijo".

COMENTARIO.-

Lo primero que debemos de tener claro es que no es lo mismo revivir que resucitar. Lázaro revivió, es decir; Lázaro volvió al tiempo y espacio de su historia y luego volvió a morir. El que resucita, Jesús, supera el espacio y el tiempo, y trasciende todas las dimensiones de la historia, y no vuelve a morir, sino que vive para siempre, porque la resurrección es el trascender de esta vida. De aquí la enorme dificultad que tenemos para comprender y aceptar la resurrección de Jesús. Y también nuestra resurrección.

Si la resurrección no acontece dentro de la historia, sino más allá de ella, resulta lógico decir que la resurrección se acepta, no por la evidencia que se impone, sino por la fe que se acepta. Pero sabemos que la fe es siempre un acto libre, que se basa en una decisión en libertad. Y la libertad nunca da seguridad total. Por eso es correcto decir que el Resucitado es una fuente de esperanza.(JM.Castillo).

En definitiva podemos decir, que la resurrección, significa que Jesús es el gran argumento, que el cristiano ofrece a la humanidad, para mostrar que la vida es más fuerte que la muerte. La resurrección, es cuando nosotros confesamos que somos seguidores de Jesús y nuestro destino no es la muerte, sino la vida y, la vida en el mundo que nos ha tocado vivir, en la medida que hacemos felices a todos los que nos rodean.

Porque nunca deberíamos olvidar que la resurrección en la otra vida, comienza en esta. Ya que existen personas que por ser fieles a sus creencias en la eternidad, menosprecian otras creencias, menosprecian a las personas, y crean en su alrededor una vida totalmente deshumanizada, olvidándose que, en el Resucitado nació la humanización de Dios.

La eternidad comienza cuando humanizamos a Dios en esta vida y no cuando solamente divinizamos a Jesús en la otra vida.

JESUCRISTO HA RESUCITADO. EMPEZEMOS A SER TESTIGOS DE LA ESPERANZA QUE HEMOS RECIBIDO.

FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN.

DIFUNDID EL EVANGELIO,DONDE SE RECOGE LA ESPERANZA QUE HEMOS RECIBIDO.PÁSALO.

viernes, 6 de abril de 2012

EVANGELIO DEL VIERNES SANTO 6 DE ABRIL 2012.

Evangelio según San Juan 18,1-40.19,1-42.

Después de haber dicho esto, Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón. Había en ese lugar una huerta y allí entró con ellos.
Judas, el traidor, también conocía el lugar porque Jesús y sus discípulos se reunían allí con frecuencia.
Entonces Judas, al frente de un destacamento de soldados y de los guardias designados por los sumos sacerdotes y los fariseos, llegó allí con faroles, antorchas y armas.
Jesús, sabiendo todo lo que le iba a suceder, se adelantó y les preguntó: "¿A quién buscan?".
Le respondieron: "A Jesús, el Nazareno". El les dijo: "Soy yo". Judas, el que lo entregaba, estaba con ellos.
Cuando Jesús les dijo: "Soy yo", ellos retrocedieron y cayeron en tierra.
Les preguntó nuevamente: "¿A quién buscan?". Le dijeron: "A Jesús, el Nazareno".
Jesús repitió: "Ya les dije que soy yo. Si es a mí a quien buscan, dejEn que estos se vayan".
Así debía cumplirse la palabra que él había dicho: "No he perdido a ninguno de los que me confiaste".
Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha. El servidor se llamaba Malco.
Jesús dijo a Simón Pedro: "Envaina tu espada. ¿ Acaso no beberé el cáliz que me ha dado el Padre?".
El destacamento de soldados, con el tribuno y los guardias judíos, se apoderaron de Jesús y lo ataron.
Lo llevaron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, Sumo Sacerdote aquel año.
Caifás era el que había aconsejado a los judíos: "Es preferible que un solo hombre muera por el pueblo".
Entre tanto, Simón Pedro, acompañado de otro discípulo, seguía a Jesús. Este discípulo, que era conocido del Sumo Sacerdote, entró con Jesús en el patio del Pontífice, mientras Pedro permanecía afuera, en la puerta. El otro discípulo, el que era conocido del Sumo Sacerdote, salió, habló a la portera e hizo entrar a Pedro.
La portera dijo entonces a Pedro: "¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?". El le respondió: "No lo soy".
Los servidores y los guardias se calentaban junto al fuego, que habían encendido porque hacía frío. Pedro también estaba con ellos, junto al fuego.
El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su enseñanza.
Jesús le respondió: "He hablado abiertamente al mundo; siempre enseñé en la sinagoga y en el Templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada en secreto.
¿Por qué me interrogas a mí? Pregunta a los que me han oído qué les enseñé. Ellos saben bien lo que he dicho".
Apenas Jesús dijo esto, uno de los guardias allí presentes le dio una bofetada, diciéndole: "¿Así respondes al Sumo Sacerdote?".
Jesús le respondió: "Si he hablado mal, muestra en qué ha sido; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?".
Entonces Anás lo envió atado ante el Sumo Sacerdote Caifás.
Simón Pedro permanecía junto al fuego. Los que estaban con él le dijeron: "¿No eres tú también uno de sus discípulos?". El lo negó y dijo: "No lo soy".
Uno de los servidores del Sumo Sacerdote, pariente de aquel al que Pedro había cortado la oreja, insistió: "¿Acaso no te vi con él en la huerta?".
Pedro volvió a negarlo, y en seguida cantó el gallo.
Desde la casa de Caifás llevaron a Jesús al pretorio. Era de madrugada. Pero ellos no entraron en el pretorio, para no contaminarse y poder así participar en la comida de Pascua.
Pilato salió a donde estaban ellos y les preguntó: "¿Qué acusación traen contra este hombre?". Ellos respondieron: "Si no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos entregado".
Pilato les dijo: "Tómenlo y júzguenlo ustedes mismos, según la Ley que tienen". Los judíos le dijeron: "A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie".
Así debía cumplirse lo que había dicho Jesús cuando indicó cómo iba a morir.
Pilato volvió a entrar en el pretorio, llamó a Jesús y le preguntó: "¿Eres tú el rey de los judíos?".
Jesús le respondió: "¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?".
Pilato replicó: "¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho?".
Jesús respondió: "Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí".
Pilato le dijo: "¿Entonces tú eres rey?". Jesús respondió: "Tú lo dices: yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz".
Pilato le preguntó: "¿Qué es la verdad?". Al decir esto, salió nuevamente a donde estaban los judíos y les dijo: "Yo no encuentro en él ningún motivo para condenarlo.
Y ya que ustedes tienen la costumbre de que ponga en libertad a alguien, en ocasión de la Pascua, ¿quieren que suelte al rey de los judíos?".
Ellos comenzaron a gritar, diciendo: "¡A él no, a Barrabás!". Barrabás era un bandido.
Pilato mandó entonces azotar a Jesús.
Los soldados tejieron una corona de espinas y se la pusieron sobre la cabeza. Lo revistieron con un manto rojo,
y acercándose, le decían: "¡Salud, rey de los judíos!", y lo abofeteaban.
Pilato volvió a salir y les dijo: "Miren, lo traigo afuera para que sepan que no encuentro en él ningún motivo de condena".
Jesús salió, llevando la corona de espinas y el manto rojo. Pilato les dijo: "¡Aquí tienen al hombre!".
Cuando los sumos sacerdotes y los guardias lo vieron, gritaron: "¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!". Pilato les dijo: "Tómenlo ustedes y crucifíquenlo. Yo no encuentro en él ningún motivo para condenarlo".
Los judíos respondieron: "Nosotros tenemos una Ley, y según esa Ley debe morir porque él pretende ser Hijo de Dios".
Al oír estas palabras, Pilato se alarmó más todavía.
Volvió a entrar en el pretorio y preguntó a Jesús: "¿De dónde eres tú?". Pero Jesús no le respondió nada.
Pilato le dijo: "¿No quieres hablarme? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y también para crucificarte?".
Jesús le respondió: " Tú no tendrías sobre mí ninguna autoridad, si no la hubieras recibido de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti ha cometido un pecado más grave".
Desde ese momento, Pilato trataba de ponerlo en libertad. Pero los judíos gritaban: "Si lo sueltas, no eres amigo del César, porque el que se hace rey se opone al César".
Al oír esto, Pilato sacó afuera a Jesús y lo hizo sentar sobre un estrado, en el lugar llamado "el Empedrado", en hebreo, "Gábata".
Era el día de la Preparación de la Pascua, alrededor del mediodía. Pilato dijo a los judíos: "Aquí tienen a su rey".
Ellos vociferaban: "¡Que muera! ¡Que muera! ¡Crucifícalo!". Pilato les dijo: "¿Voy a crucificar a su rey?". Los sumos sacerdotes respondieron: "No tenemos otro rey que el César".
Entonces Pilato se lo entregó para que lo crucificaran, y ellos se lo llevaron.
Jesús, cargando sobre sí la cruz, salió de la ciudad para dirigirse al lugar llamado "del Cráneo", en hebreo "Gólgota".
Allí lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado y Jesús en el medio.
Pilato redactó una inscripción que decía: "Jesús el Nazareno, rey de los judíos", y la hizo poner sobre la cruz.
Muchos judíos leyeron esta inscripción, porque el lugar donde Jesús fue crucificado quedaba cerca de la ciudad y la inscripción estaba en hebreo, latín y griego.
Los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: "No escribas: 'El rey de los judíos', sino: 'Este ha dicho: Yo soy el rey de los judíos'.
Pilato respondió: "Lo escrito, escrito está".
Después que los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestiduras y las dividieron en cuatro partes, una para cada uno. Tomaron también la túnica, y como no tenía costura, porque estaba hecha de una sola pieza de arriba abajo,
se dijeron entre sí: "No la rompamos. Vamos a sortearla, para ver a quién le toca". Así se cumplió la Escritura que dice: Se repartieron mis vestiduras y sortearon mi túnica. Esto fue lo que hicieron los soldados.
Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.
Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: "Mujer, aquí tienes a tu hijo".
Luego dijo al discípulo: "Aquí tienes a tu madre". Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.
Después, sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera hasta el final, Jesús dijo: Tengo sed.
Había allí un recipiente lleno de vinagre; empaparon en él una esponja, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca.
Después de beber el vinagre, dijo Jesús: "Todo se ha cumplido". E inclinando la cabeza, entregó su espíritu.
Era el día de la Preparación de la Pascua. Los judíos pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y mandara retirar sus cuerpos, para que no quedaran en la cruz durante el sábado, porque ese sábado era muy solemne.
Los soldados fueron y quebraron las piernas a los dos que habían sido crucificados con Jesús.
Cuando llegaron a él, al ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas,
sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua.
El que vio esto lo atestigua: su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean.
Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice: No le quebrarán ninguno de sus huesos.
Y otro pasaje de la Escritura, dice: Verán al que ellos mismos traspasaron.
Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús -pero secretamente, por temor a los judíos- pidió autorización a Pilato para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se la concedió, y él fue a retirarlo.
Fue también Nicodemo, el mismo que anteriormente había ido a verlo de noche, y trajo una mezcla de mirra y áloe, que pesaba unos treinta kilos.
Tomaron entonces el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con vendas, agregándole la mezcla de perfumes, según la costumbre de sepultar que tienen los judíos.
En el lugar donde lo crucificaron había una huerta y en ella, una tumba nueva, en la que todavía nadie había sido sepultado.
Como era para los judíos el día de la Preparación y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

REFLEXIÓN.-

La narración de la pasión según San Juan nos presenta la imagen de Jesús que el evangelista ha querido forjar a través de todo su evangelio: un Jesús que es la revelación del Padre, al mismo tiempo que en él se revela la plenitud del amor. Aún pendiente de la cruz su vida y su muerte es una victoria, porque “todo se ha cumplido” como era la voluntad del Padre.

La muerte ha sido el gran misterio que ha preocupado al hombre a través de toda su historia. Porque aunque éste ha pretendido negar todas las verdades, sin embargo hay una que siempre le persigue y nunca ha podido rechazar: la realidad de la muerte. Ni siquiera los ateos más recalcitrantes se han atrevido a negar que ellos también han de morir.

Para el pagano la muerte era toda una tragedia; no tenían ideas claras sobre el más allá, por eso no obstante que admitían una existencia más allá de la tumba, dicha existencia estaba rodeada de oscuridad y enigmas. Además no todos admitían una vida después de la muerte porque ésta era un desaparecer total, el fin de todas las esperanzas, la frustración de todos los anhelos. Los mismos judíos aceptaban la resurrección pero la dilataban hasta el fin de la historia.

Para los discípulos la situación era muy desalentadora; ellos esperaban un Mesías terreno que iba a revivir las glorias del reinado de David y Salomón y he aquí que sus ilusiones se desvanecieron como la espuma. Esa sensación de desaliento está claramente expresada en uno de los discípulos de Emaús:

Nosotros esperábamos que sería él quien rescataría a Israel; más con todo, van ya tres días desde que sucedió esto. (Lc 24,21)
La muerte de Jesús había sido un acontecimiento trágico; sus enemigos habían logrado lo que querían: quitarlo de en medio; los fariseos, porque había desenmascarado su hipocresía, los sacerdotes porque había denunciado la vaciedad de un culto formalista; los saduceos porque había refutado la negación de la resurrección; los ricos porque les había echado en cara la injusticia de sus actuaciones; los romanos porque pensaron que era un sedicioso.

Jesús murió abandonado por todos; sus discípulos huyeron, los judíos lo despreciaban; el Padre se hizo sordo a su clamor; esa tarde en la cruz colgaba el cuerpo de un ajusticiado, condenado por la justicia humana y rechazado por su pueblo. Parecía que el odio hubiera vencido sobre el amor; el poder sobre la debilidad de un hombre; la tinieblas sobre la luz; la muerte sobre la vida. Aquella tarde cuando las tinieblas cayeron sobre el monte Calvario parecía que todo había terminado y los enemigos de Jesús podían por fin descansar tranquilos.

Pero he aquí que en lo más profundo de los acontecimientos, la realidad era distinta. Jesús no era un vencido, sino un triunfador; no lo aprisionaba la muerte, sino que se había liberado de su abrazo mortal; lo que parecía ignominia se transformó en gloria; lo que muchos pensaban que era el fin, no era sino el comienzo de una nueva etapa de la historia de la salvación. La cruz dejó de ser un instrumento de tortura, para convertirse en el trono de gloria del nuevo rey y la corona de espinas que ciñó su cabeza es ahora una diadema de honor.

Al morir Jesús dio un nuevo sentido a la muerte, a la vida, al dolor. La pregunta desesperada del hombre sobre la muerte encontró una respuesta. Pero esto no significa que podamos cruzarnos de brazos y contentarnos con enseñar que la muerte de Jesús significó un cambio en la vida de la humanidad. Ese cambio debe manifestarse en nuestra existencia porque él no aceptó su muerte con la resignación de quien se somete a un destino ineludible, sino como quien acepta una misión de Dios. Por eso su muerte condena la injusticia de los crímenes y asesinatos, pero nos pide hacer algo contra la injusticia porque no solo condena la explotación de los oprimidos, sino que nos pide mejorar su situación; la muerte de Jesús no solo es un rechazo del abandono de las muchedumbres, sino que nos exige que nos acerquemos al desvalido.

Su muerte no es solamente un recuerdo que revivimos cada año, sino un llamado a mejorar el mundo, a destruir las estructuras de pecado; a restablecer las condiciones de paz; a construir una sociedad basada en la concordia, la colaboración y la justicia.

Jesús sigue muriendo en nuestros barrios marginados, en los soldados y guerrilleros que yacen en las selvas, en los secuestrados y prisioneros, en los enfermos y en los ignorantes. A nosotros nos toca hacer que se grito de desesperación que Jesús pronunció cuando dijo “Padre, por qué me has abandonado” se convierta en el grito de esperanza: “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu”.

jueves, 5 de abril de 2012

EVANGELIO DEL JUEVES SANTO 5 DE ABRIL 2012.

Evangelio según San Juan 13,1-15.

Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin.
Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo,
sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había venido de Dios y volvía a Dios,
se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura.
Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura.
Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo: "¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?".
Jesús le respondió: "No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás".
"No, le dijo Pedro, ¡tú jamás me lavarás los pies a mí!". Jesús le respondió: "Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte".
"Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!".
Jesús le dijo: "El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio. Ustedes también están limpios, aunque no todos".
El sabía quién lo iba a entregar, y por eso había dicho: "No todos ustedes están limpios".
Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: "¿comprenden lo que acabo de hacer con ustedes?
Ustedes me llaman Maestro y Señor; y tienen razón, porque lo soy.
Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros.
Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes.

REFLEXIÓN.-

Jesús antes de partir de esta vida, quiere que sus discípulos comprendan, con un gesto simbólico, lo que significa su misión: el lavatorio de los pies es la expresión del compromiso por el servicio a la comunidad que se le ha encargado. Es muy significativo que en el lugar en que los evangelios sinópticos colocan la última cena, Juan, sin decir una palabra sobre esta cena, describe el signo más diciente del amor y del servicio, porque cuando había llegado la hora, en el momento en que su misión termina, Jesús quiere demostrar su compromiso definitivo con la humanidad por medio del servicio.

El lavado de los pies era un gesto que en la antigüedad mostraba acogida y hospitalidad; de ordinario lo hacía un esclavo o una mujer, la esposa a su marido, los hijos o las hijas al padre un gesto de deferencia o de consideración excepcional para con los huéspedes. Jesús rompe con la tradición: no pide ayuda. Él, que preside la cena y dentro de ella, realiza el lavatorio de los pies, demostrando que no hay alguno mayor que pudiera ser el primero; la comunidad de sus discípulos se conforma en la igualdad y en la libertad como fruto del amor; y el Señor se convierte en el servidor, porque la verdadera grandeza no está en el honor humano sino en el amor que transforma a los hombres y mujeres en la presencia de Dios en el mundo.

Dicho gesto se comprende bien dentro de la teología de la encarnación del mismo Juan y también en el sentido de la misma en Pablo (cfr. Flp 2,5-8). Pero el gesto no apunta simplemente a presentarnos una teología propia de Juan, puesto que no es difícil encontrar en la otra tradición evangélica, la de los sinópticos, la misma inspiración naturalmente no dramatizada: por ejemplo en Lc 22,27, en el contexto de la cena, nos son transmitidas palabras muy significativas de Jesús en el mismo sentido: Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.

Por otra parte, el mismo relato indica que el lavatorio de los pies es un medio por el cual los discípulos “tienen parte con” su Maestro (Tendrás parte conmigo: 13,8), lo que nos hace comprender que dicho gesto pertenece al cuerpo general de los preceptos destinados a los discípulos como comunidad cristiana, aunque no sea difícil referirlo a la actitud de quienes son asociados a la misión del Maestro en cuanto tal.

Estaba cenando con sus discípulos, nos dice el evangelista Juan que se levantó de la mesa, dejó el manto y, tomando un paño, se lo ató a la cintura. Minuciosamente nos describe la escena porque cada uno de estos detalles revelan el verdadero sentido de la acción que Jesús va a ejecutar: el verdadero amor se traduce en acciones concretas de servicio. Cuando se dice que Jesús dejó el manto se expresa cómo deja de lado su vida, la vida que él da por sus amigos. Luego toma un paño, como el que usaban los sirvientes que es, por lo tanto, símbolo del servicio.

Jesús niega la validez de los valores que el mundo ha creado; al ponerse de rodillas ante sus discípulos, Jesús, Dios entre los hombres, destruye la imagen de Dios creada por la religión: Dios recupera su verdadero rostro con el servicio. Dios no actúa como un soberano celeste, sino como un servidor del hombre porque el Padre que no ejerce dominio sino que comunica vida y amor, no legitima ningún poder ni dominio. Lo que Dios hace por el hombre es levantarlo a su propio nivel; Jesús es el Señor, pero al lavar los pies a los suyos haciéndose su servidor, les da también a ellos la categoría de señores. Su servicio por tanto elimina todo rango porque en la comunidad que él funda cada uno ha de ser libre; son todos señores por ser todos servidores, y el amor produce libertad.

Sus discípulos tendrán la misma misión: crear una comunidad de hombres y mujeres iguales y libres porque el poder que se pone por encima del hombre, se pone por encima de Dios. Jesús destruye toda pretensión de poder, ya que la grandeza y el poderío humanos no son valores a los que él renuncia por humildad, sino una injusticia que no puede aceptar.

Pedro rechaza que el Señor le lave los pies lo que indica que éste no ha entendido la acción de Jesús. Él piensa en un Mesías glorioso, lleno de poder y de riqueza y no admite la igualdad. Aún no sabe lo que significa amor, pues no deja que Jesús le manifieste la grandeza de su amor y su medida: igual que yo he hecho con vosotros, hagáis también vosotros. La medida de nuestro amor a los demás es la medida en que Jesús nos ha amado y esto que parece imposible, se puede hacer realidad si nos identificamos con él. Deberíamos poder decir como Pablo: No soy yo quien vive, sino Cristo quien vive en mí (Gal 2,20).

En cuanto a su significación, cada vez tenemos que repetir con el mismo entusiasmo que este relato del evangelio de San Juan nos transmite un mensaje verdaderamente central de la existencia en Jesucristo: la vida del Maestro ha sido un testimonio constante de la inversión de valores que hay que establecer para poder hacer parte del Reino de Dios. No es el poder, ni la dignidad accidental, ni ningún otro motivo de dominación lo que constituye el secreto de la verdadera sabiduría de Dios. El gran valor que ennoblece al hombre es el de tener la disposición permanente para servir. Jesús lo ha proclamado, según el evangelio de Juan, por medio de una parábola que tiene fuerza incomparable: el Maestro se ha convertido en un esclavo. El verdadero sentido profundo de la existencia del Maestro es el de ser servidor. Una lógica así se convierte en el secreto para edificar un mundo, cuya razón de ser no nos puede ser revelada sino por Dios mismo.

No celebramos la ceremonia del lavatorio de los pies simplemente para recordar un episodio interesante y conmovedor de la vida de Jesús, sino para reconocer en una expresión sacramental la única manera posible de ser discípulos del Maestro.

También Jesús nos enseñó que hay más gozo en dar que en recibir; hermosamente lo expresó Rabindranath Tagore: “Dormí y soñaba que la vida era alegría. Me desperté y vi que la vida era servicio. Serví y vi que el servicio era alegría”.

También hoy es la fiesta de los ministros en la Iglesia. Es el día de recordar el espíritu del Señor en el servicio. El no vino para ser servido sino para servir. Una Iglesia pobre, que sirve, estará siempre cerca de los que aspiran a una liberación material y espiritual, de los que han emprendido el camino del éxodo.

miércoles, 4 de abril de 2012

REFLEXIONES PARA EL TRIDUO SACRO.

No está de más que en estos días, independientemente de cómo y dónde los vivamos dediquemos algunos minutos al día, para profundizar en el sentido de lo que como cristianos celebramos. Teniendo como base el pasaje evangélico de Juan 18, 1-42 donde nos redacta la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesús, hago unas reflexiones que recorrerán el triduo sacro, esperando que nos ayude a vivir con un sentido cristiano estos días centrales de la liturgia cristiana.

Vivir este triduo sacro es muchos más, o debe ser; muchos más, que recordar el sufrimiento y el dolor de Nuestro Señor Jesucristo, y reunirnos para actos celebrativos y desfiles procesionales.

En estos días debemos de intentar encontrar y descubrir esos sentimientos de Cristo. Encontrar los sentimientos de Cristo, es ver el drama del hombre, que actuando como tal, se rebajo hasta la muerte y muerte de cruz. Tener los mismos sentimientos, es abrazarnos a la cruz de la vida, sabiendo defender el derecho a la vida de todos los seres humanos nacidos y concebidos y no nacidos; es abrazar la cruz que ya hace dos mil años proclamo todos los derechos de la humanidad; abrazar la cruz es defender la dignidad de todos los marginados; abrazar la cruz es defender la justicia, es dar de comer al hambriento y de beber al sediento, de vestir al desnudo y de llevar el consuelo al enfermo, es abrazar la cruz que lleva la felicidad, el amor y la paz que Jesús nos enseñas.

Todo ello, nos debe llevar al Jueves Santo donde celebraremos el día del Amor Fraterno y la institución de la Eucaristía. Como preámbulo a su primera Eucaristía Jesús lavó los pies a sus discípulos, como señal de que la mejor preparación de la Eucaristía es el servicio humilde y el perdón de los hermanos. Jesús explica que la ley del amor es la Eucaristía. Y es, en ella donde Jesús marca los afectos filiales al Padre y a los hermanos. Por eso cada Eucaristía para nosotros debe ser el compromiso de entregar nuestro propio cuerpo y nuestra sangre - nuestra persona y nuestra vida - por los mismos motivos que Él y con la misma fidelidad.

El Viernes Santo, viviremos la muerte de Nuestro Señor en la Cruz; por eso en la liturgia de este día, la realizaremos en la adoración a la cruz. Donde todos seremos llamados a mirarla y adorarla, " MIRAD, MIRAD TODOS EL ARBOL DE LA CRUZ DONDE ESTUVO CLAVADA LA SALVACIÓN DEL MUNDO. VENID ADORARLA ". La cruz nos enseña que Dios es el primero que se ve afectado por el amor en libertad que él mismo nos ha dado. Nos descubre hasta dónde llega el pecado, pero al mismo tiempo nos descubre hasta donde llega el amor. La cruz de Cristo nos enseña que no se trata de cerrar los ojos a la realidad negativa del mundo, sino de transformar la realidad con los ojos bien abiertos. Saber ver hoy la presencia sufriente de Cristo en los enfermos mal atendidos, en los jóvenes desesperados y maltratados por las drogas, en los ancianos ante la soledad, en las familias destrozadas donde los niños viven las mayores consecuencias, los pobres de espíritu y los pobres materiales, que no tienen pan, agua, casa. Estando junto a estas innumerables cruces actuales, es donde el sábado por la noche podremos encontrar al Resucitado en la vigilia pascual.

CRISTO VIVE, CRISTO VIVE. Es el anuncio gozosos de la noche de Pascua: " ¿ Por qué buscáis entre los muertos entre los muertos al que vive ?". Jesús no es un mero recuerdo histórico, sino es una experiencia de fe. Es decir esta experiencia debe orientar nuestro comportamiento al hombre nuevo, que nace del bautismo, es vivir ahora como Cristo y comprometidos con su evangelio en la construcción del Reino de Dios que Él empezó.

Lo que si es verdad que con este paso de la muerte a la vida, si queremos encontrar a Jesús no lo encontraremos en la tristeza, sino en la felicidad, el gozo y el disfrute de la vida y sobre todo en nuestro paso por esta vida, haciendo el bien a todos, como fue lo que hizo Nuestro Señor Jesucristo.

Pues bien, que estos días de Semana Santa, acudamos al encuentro con Jesús y con nuestros hermanos en la fe y que estas celebraciones litúrgicas a las cuales debemos asistir, si nos consideramos cristianos comprometidos nos ayuden a renovar nuestra vida para ser constructores de una nueva sociedad marca por la solidaridad, la libertad y el respeto a todos los derechos de los hombres y mujeres.

martes, 3 de abril de 2012

CAMINAMOS HACIA LA PASCUA DE LA RESURRECCION

¿Qué sentimos los seguidores de Jesús cuando nos atrevemos a creer de verdad que Dios ha resucitado a Jesús? ¿Qué vivimos mientras seguimos caminando tras sus pasos? ¿Cómo nos comunicamos con él cuando lo experimentamos lleno de vida?

Jesús resucitado, tenías razón. Es verdad cuanto nos has dicho de Dios. Ahora sabemos que es un Padre fiel, digno de toda confianza. Un Dios que nos ama más allá de la muerte. Le seguiremos llamando “Padre” con más fe que nunca, como tú nos enseñaste. Sabemos que no nos defraudará.

Jesús resucitado, tenías razón. Ahora sabemos que Dios es amigo de la vida. Ahora empezamos a entender mejor tu pasión por una vida más sana, justa y dichosa para todos. Ahora comprendemos por qué anteponías la salud de los enfermos a cualquier norma o tradición religiosa. Siguiendo tus pasos, viviremos curando la vida y aliviando el sufrimiento. Pondremos siempre la religión al servicio de las personas.

Jesús resucitado, tenías razón. Ahora sabemos que Dios hace justicia a las víctimas inocentes: hace triunfar la vida sobre la muerte, el bien sobre el mal, la verdad sobre la mentira, el amor sobre el odio. Seguiremos luchando contra el mal, la mentira y el odio. Buscaremos siempre el reino de ese Dios y su justicia. Sabemos que es lo primero que el Padre quiere de nosotros.

Jesús resucitado, tenías razón. Ahora sabemos que Dios se identifica con los crucificados, nunca con los verdugos. Empezamos a entender por qué estabas siempre con los dolientes y por qué defendías tanto a los pobres, los hambrientos y despreciados. Defenderemos a los más débiles y vulnerables, a los maltratados por la sociedad y olvidados por la religión. En adelante, escucharemos mejor tu llamada a ser compasivos como el Padre del cielo.

Jesús resucitado, tenías razón. Ahora empezamos a entender un poco tus palabras más duras y extrañas. Comenzamos a intuir que el que pierda su vida por ti y por tu Evangelio, la va a salvar. Ahora comprendemos por qué nos invitas a seguirte hasta el final cargando cada día con la cruz. Seguiremos sufriendo un poco por ti y por tu Evangelio, pero muy pronto compartiremos contigo el abrazo del Padre.

Jesús resucitado, tenías razón. Ahora estás vivo para siempre y te haces presente en medio de nosotros cuando nos reunimos dos o tres en tu nombre. Ahora sabemos que no estamos solos, que tú nos acompañas mientras caminamos hacia el Padre. Escucharemos tu voz cuando leamos tu evangelio. Nos alimentaremos de ti cuando celebremos tu Cena. Estarás con nosotros hasta el final de los tiempos.

José Antonio Pagola

lunes, 2 de abril de 2012

LA FIGURA DE JUDAS EN LOS EVANGELIOS.

La liturgia de la Iglesia, en los días que preceden inmediatamente al jueves y viernes santo, insiste en recordar a Judas. Sin duda, este hombre evoca cosas muy importantes que los lectores de los evangelios deben tener siempre en cuenta. Si es que "Iscariote" significa "sicario", revolucionario violento, por más que esto no sea seguro, Judas nos recordaría que el proyecto de imponer un "bien", mediante la violencia, puede ser tan fuerte, que llegue a anular todo lo humano, bueno y entrañable que Judas había vivido juntos a Jesús.

El "caso Judas" pone en evidencia que la deshumanización puede estar presente en los momentos y en los actos que más nos humanizan. En el "caso Judas", la tradición a la amistad y a la vida puede estar en el centro mismo de la comensalía, en el momento en que compartimos la mesa y el pan, es decir, en el símbolo central de la "vida compartida".

En los evangelios sinópticos, le dan más importancia a este hecho al situarlo en la cena de la Pascua judía. Pero se sabe que esta cena no fue la "cena pascual", ya que se celebró un día antes (Jn 13,1;18,25), en el día de la Preparación, cuando se sacrificaban los corderos pascuales (Jn 19,14;cf.19,31.41). La última cena no fue un acto "religioso", sino una cena de despedida, un acto profundamente humano, cargado de intimidad, de miedos, de oscuridades. Y también de cinismos y traiciones. Todo como la vida misma. La vida de un hombre entre otros hombres. (J.M. Castillo).

domingo, 1 de abril de 2012

EVANGELIO DOMINGO 1 DE ABRIL 2012. DOMINGO DE RAMOS. CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA.

En la liturgia del Domingo de Ramos nos encontramos con dos Evangelios. El primero de ellos, es el que leeremos en la procesión de las palmas. En este Evangelio se nos narra la entrada de Jesús en Jerusalén. El segundo que leeremos en la Eucaristia, es el de Marcos 14, 1-15,47, la Pasión y Muerte de Jesús. Acontecimiento, que se llevará a cabo en la ciudad de Jerusalén.

Hoy, reflexionaremos sobre el evangelio de la celebración Eucarística, ayer hicimos el de la entrada de Jesús en Jerusalén. Leer post de ayer.


Evangelio según San Marcos 14,1-72.15,1-47.

Faltaban dos días para la fiesta de la Pascua y de los panes Acimos. Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban la manera de arrestar a Jesús con astucia, para darle muerte.
Porque decían: "No lo hagamos durante la fiesta, para que no se produzca un tumulto en el pueblo".
Mientras Jesús estaba en Betania, comiendo en casa de Simón el leproso, llegó una mujer con un frasco lleno de un valioso perfume de nardo puro, y rompiendo el frasco, derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús.
Entonces algunos de los que estaban allí se indignaron y comentaban entre sí: "¿Para qué este derroche de perfume?
Se hubiera podido vender por más de trescientos denarios para repartir el dinero entre los pobres". Y la criticaban.
Pero Jesús dijo: "Déjenla, ¿por qué la molestan? Ha hecho una buena obra conmigo.
A los pobres los tendrán siempre con ustedes y podrán hacerles bien cuando quieran, pero a mí no me tendrán siempre.
Ella hizo lo que podía; ungió mi cuerpo anticipadamente para la sepultura.
Les aseguro que allí donde se proclame la Buena Noticia, en todo el mundo, se contará también en su memoria lo que ella hizo".
Judas Iscariote, uno de los Doce, fue a ver a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús.
Al oírlo, ellos se alegraron y prometieron darle dinero. Y Judas buscaba una ocasión propicia para entregarlo.
El primer día de la fiesta de los panes Acimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús: "¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?".
El envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: "Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo,
y díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: '¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?'.
El les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario".
Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua.
Al atardecer, Jesús llegó con los Doce.
Y mientras estaban comiendo, dijo: "Les aseguro que uno de ustedes me entregará, uno que come conmigo".
Ellos se entristecieron y comenzaron a preguntarle, uno tras otro: "¿Seré yo?".
El les respondió: "Es uno de los Doce, uno que se sirve de la misma fuente que yo.
El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!".
Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen, esto es mi Cuerpo".
Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella.
Y les dijo: "Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos.
Les aseguro que no beberé más del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios".
Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos.
Y Jesús les dijo: "Todos ustedes se van a escandalizar, porque dice la Escritura: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas.
Pero después que yo resucite, iré antes que ustedes a Galilea".
Pedro le dijo: "Aunque todos se escandalicen, yo no me escandalizaré".
Jesús le respondió: "Te aseguro que hoy, esta misma noche, antes que cante el gallo por segunda vez, me habrás negado tres veces".
Pero él insistía: "Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré". Y todos decían lo mismo.
Llegaron a una propiedad llamada Getsemaní, y Jesús dijo a sus discípulos: "Quédense aquí, mientras yo voy a orar".
Después llevó con él a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir temor y a angustiarse.
Entonces les dijo: "Mi alma siente una tristeza de muerte. Quédense aquí velando".
Y adelantándose un poco, se postró en tierra y rogaba que, de ser posible, no tuviera que pasar por esa hora.
Y decía: "Abba -Padre- todo te es posible: aleja de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya".
Después volvió y encontró a sus discípulos dormidos. Y Jesús dijo a Pedro: "Simón, ¿duermes? ¿No has podido quedarte despierto ni siquiera una hora?
Permanezcan despiertos y oren para no caer en la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil".
Luego se alejó nuevamente y oró, repitiendo las mismas palabras.
Al regresar, los encontró otra vez dormidos, porque sus ojos se cerraban de sueño, y no sabían qué responderle.
Volvió por tercera vez y les dijo: "Ahora pueden dormir y descansar. Esto se acabó. Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores.
¡Levántense! ¡Vamos! Ya se acerca el que me va a entregar".
Jesús estaba hablando todavía, cuando se presentó Judas, uno de los Doce, acompañado de un grupo con espadas y palos, enviado por los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos.
El traidor les había dado esta señal: "Es aquel a quien voy a besar. Deténganlo y llévenlo bien custodiado".
Apenas llegó, se le acercó y le dijo: "Maestro", y lo besó.
Los otros se abalanzaron sobre él y lo arrestaron.
Uno de los que estaban allí sacó la espada e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja.
Jesús les dijo: "Como si fuera un bandido, han salido a arrestarme con espadas y palos.
Todos los días estaba entre ustedes enseñando en el Templo y no me arrestaron. Pero esto sucede para que se cumplan las Escrituras".
Entonces todos lo abandonaron y huyeron.
Lo seguía un joven, envuelto solamente con una sábana, y lo sujetaron;
pero él, dejando la sábana, se escapó desnudo.
Llevaron a Jesús ante el Sumo Sacerdote, y allí se reunieron todos los sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas.
Pedro lo había seguido de lejos hasta el interior del palacio del Sumo Sacerdote y estaba sentado con los servidores, calentándose junto al fuego.
Los sumos sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban un testimonio contra Jesús, para poder condenarlo a muerte, pero no lo encontraban.
Porque se presentaron muchos con falsas acusaciones contra él, pero sus testimonios no concordaban.
Algunos declaraban falsamente contra Jesús:
"Nosotros lo hemos oído decir: 'Yo destruiré este Templo hecho por la mano del hombre, y en tres días volveré a construir otro que no será hecho por la mano del hombre'".
Pero tampoco en esto concordaban sus declaraciones.
El Sumo Sacerdote, poniéndose de pie ante la asamblea, interrogó a Jesús: "¿No respondes nada a lo que estos atestiguan contra ti?".
El permanecía en silencio y no respondía nada. El Sumo Sacerdote lo interrogó nuevamente: "¿Eres el Mesías, el Hijo de Dios bendito?".
Jesús respondió: "Sí, yo lo soy: y ustedes verán al Hijo del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso y venir entre las nubes del cielo".
Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras y exclamó: "¿Qué necesidad tenemos ya de testigos?
Ustedes acaban de oír la blasfemia. ¿Qué les parece?". Y todos sentenciaron que merecía la muerte.
Después algunos comenzaron a escupirlo y, tapándole el rostro, lo golpeaban, mientras le decían: "¡Profetiza!". Y también los servidores le daban bofetadas.
Mientras Pedro estaba abajo, en el patio, llegó una de las sirvientas del Sumo Sacerdote
y, al ver a Pedro junto al fuego, lo miró fijamente y le dijo: "Tú también estabas con Jesús, el Nazareno".
El lo negó, diciendo: "No sé nada; no entiendo de qué estás hablando". Luego salió al vestíbulo.
La sirvienta, al verlo, volvió a decir a los presentes: "Este es uno de ellos".
Pero él lo negó nuevamente. Un poco más tarde, los que estaban allí dijeron a Pedro: "Seguro que eres uno de ellos, porque tú también eres galileo".
Entonces él se puso a maldecir y a jurar que no conocía a ese hombre del que estaban hablando.
En seguida cantó el gallo por segunda vez. Pedro recordó las palabras que Jesús le había dicho: "Antes que cante el gallo por segunda vez, tú me habrás negado tres veces". Y se puso a llorar.
En cuanto amaneció, los sumos sacerdotes se reunieron en Consejo con los ancianos, los escribas y todo el Sanedrín. Y después de atar a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato.
Este lo interrogó: "¿Tú eres el rey de los judíos?". Jesús le respondió: "Tú lo dices".
Los sumos sacerdotes multiplicaban las acusaciones contra él.
Pilato lo interrogó nuevamente: "¿No respondes nada? ¡Mira de todo lo que te acusan!".
Pero Jesús ya no respondió a nada más, y esto dejó muy admirado a Pilato.
En cada Fiesta, Pilato ponía en libertad a un preso, a elección del pueblo.
Había en la cárcel uno llamado Barrabás, arrestado con otros revoltosos que habían cometido un homicidio durante la sedición.
La multitud subió y comenzó a pedir el indulto acostumbrado.
Pilato les dijo: "¿Quieren que les ponga en libertad al rey de los judíos?".
El sabía, en efecto, que los sumos sacerdotes lo habían entregado por envidia.
Pero los sumos sacerdotes incitaron a la multitud a pedir la libertad de Barrabás.
Pilato continuó diciendo: "¿Qué debo hacer, entonces, con el que ustedes llaman rey de los judíos?".
Ellos gritaron de nuevo: "¡Crucifícalo!".
Pilato les dijo: "¿Qué mal ha hecho?". Pero ellos gritaban cada vez más fuerte: "¡Crucifícalo!".
Pilato, para contentar a la multitud, les puso en libertad a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó para que fuera crucificado.
Los soldados lo llevaron dentro del palacio, al pretorio, y convocaron a toda la guardia.
Lo vistieron con un manto de púrpura, hicieron una corona de espinas y se la colocaron.
Y comenzaron a saludarlo: "¡Salud, rey de los judíos!".
Y le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y, doblando la rodilla, le rendían homenaje.
Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto de púrpura y le pusieron de nuevo sus vestiduras. Luego lo hicieron salir para crucificarlo.
Como pasaba por allí Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que regresaba del campo, lo obligaron a llevar la cruz de Jesús.
Y condujeron a Jesús a un lugar llamado Gólgota, que significa: "lugar del Cráneo".
Le ofrecieron vino mezclado con mirra, pero él no lo tomó.
Después lo crucificaron. Los soldados se repartieron sus vestiduras, sorteándolas para ver qué le tocaba a cada uno.
Ya mediaba la mañana cuando lo crucificaron.
La inscripción que indicaba la causa de su condena decía: "El rey de los judíos".
Con él crucificaron a dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda.

Los que pasaban lo insultaban, movían la cabeza y decían: "¡Eh, tú, que destruyes el Templo y en tres días lo vuelves a edificar,
sálvate a ti mismo y baja de la cruz!".
De la misma manera, los sumos sacerdotes y los escribas se burlaban y decían entre sí: "¡Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo!
Es el Mesías, el rey de Israel, ¡que baje ahora de la cruz, para que veamos y creamos!". También lo insultaban los que habían sido crucificados con él.
Al mediodía, se oscureció toda la tierra hasta las tres de la tarde;
y a esa hora, Jesús exclamó en alta voz: "Eloi, Eloi, lamá sabactani", que significa: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?".
Algunos de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron: "Está llamando a Elías".
Uno corrió a mojar una esponja en vinagre y, poniéndola en la punta de una caña le dio de beber, diciendo: "Vamos a ver si Elías viene a bajarlo".
Entonces Jesús, dando un gran grito, expiró.
El velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
Al verlo expirar así, el centurión que estaba frente a él, exclamó: "¡Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios!".
Había también allí algunas mujeres que miraban de lejos. Entre ellas estaban María Magdalena, María, la madre de Santiago el menor y de José, y Salomé,
que seguían a Jesús y lo habían servido cuando estaba en Galilea; y muchas otras que habían subido con él a Jerusalén.
Era día de Preparación, es decir, víspera de sábado. Por eso, al atardecer,
José de Arimatea -miembro notable del Sanedrín, que también esperaba el Reino de Dios- tuvo la audacia de presentarse ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús.
Pilato se asombró de que ya hubiera muerto; hizo llamar al centurión y le preguntó si hacía mucho que había muerto.
Informado por el centurión, entregó el cadáver a José.
Este compró una sábana, bajó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en ella y lo depositó en un sepulcro cavado en la roca. Después, hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro.
María Magdalena y María, la madre de José, miraban dónde lo habían puesto.

REFLEXIÓN.-

Una cosa es la historia de la muerte de Jesús y otra cosa es su interpretación teológica que se le ha dado a esta muerte. La historia de la muerte de Jesús, nos dice que los sumos sacerdotes se dieron cuenta de que Jesús y la Religión (tal como ellos la entendían) son incompatibles: "Nosotros tenemos una ley y según esa ley tiene que morir". Jesús es irreconciliable con la Religión cuando en ella unos hombres (los dirigentes) se sirven de Dios para dominar, someter y ejercer violencia sobre los demás seres humanos.

La interpretación teológica de la muerte de Jesús no puede hacerse de forma que, en definitiva, se termine diciendo que "sin derramamiento de sangre no hay perdón"(Heb 9,22). Porque ese criterio está rechazado en la carta a los hebreos. Y porque semejante principio lleva derechamente a la idea del "dios vampiro", que necesita sangre y muerte para perdonar. Una blasfemia.

De lo dicho se sigue que la muerte de Jesús no se puede entender desde la religión; porque no fue un acto religioso, sino la ejecución de un condenado por la autoridad civil. Ni se entiende desde la devoción, porque un crucificado no es una imagen de piedad, sino el símbolo más fuerte de la exclusión social. Tampoco se entiende desde la política, porque Jesús nofue un subversivo nacionalista, sino que acabó así su vida por fidelidad al designio del Padre del cielo. La muerte de Jesús sólo se puede comprender como exponente cumbre de la lucha por la libertad, es decir, la lucha por la humanización que supera la deshumanización.( El seguimiento a Jesús de J.M.Castillo).

REFLEXIÓN PARA LA SEMANA SANTA

No está de más que en estos días, independientemente de cómo y dónde los vivamos, dediquemos algunos minutos al día durante esta semana, para profundizar en el sentido de lo que como cristianos celebramos.

Celebrar la Semana Santa es muchos más, o debe ser; muchos más, que recordar el sufrimiento y el dolor de Nuestro Señor Jesucristo, y reunirnos para actos celebrativos y desfiles procesionales.

Pues todo ello, es inútil, si no tratamos de revivir hoy a Cristo que cambia los esquemas humanos y que nos señala una nueva forma de la existencia. Como nos recuerda el Apóstol San Pablo, " Procurad tener los mismos sentimientos que Cristo... "( Flp.2, 5). Y tener esos sentimientos de Cristo, es ver el drama del hombre, que actuando como tal, se rebajo hasta la muerte y muerte de cruz. Tener los mismos sentimientos, es abrazarnos a la cruz de la vida, sabiendo defender el derecho a la vida de todos los seres humanos nacidos y concebidos y no nacidos; es abrazar la cruz que ya hace dos mil años proclamo todos los derechos de la humanidad; abrazar la cruz es defender la dignidad de todos los marginados; abrazar la cruz es defender la justicia, es dar de comer al hambriento y de beber al sediento, de vestir al desnudo y de llevar el consuelo al enfermo, abrazar la cruz es llevar la felicidad, el amor y la paz que Jesús nos enseñas.

LEED Y DIFUNDID EL EVANGELIO, COMO PALABRA QUE LUCHA POR LA HUMANIZACIÓN QUE SUPERA LA DESHUMANIZACIÓN.