Los pasos aperturistas que el
Papa Francisco, está llevando a cabo en el seno de la Iglesia, sobre todo su
revolucionaria sencillez y austeridad, además del tono cuasi revolucionario de
algunos de sus discursos, empiezan a chirriar en sectores ultras de la Iglesia.
No es casualidad que la
primera reacción pública proceda del más alto eclesiástico del Opus, el
cardenal de Lima. La chispa tampoco es baladí: la audiencia que Francisco
concedió el miércoles al teólogo Gustavo Gutiérrez, el fundador de la Teología
de la Liberación.
El cardenal Cipriani
calificó de “ingenuo” al prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe,
el alemán Gerhard Müller, por haber promovido ese encuentro y por acoger en
Roma a Gutiérrez como si fuese un gran pensador ortodoxo.
Lógicamente, a estas manifestaciones,
son muchos los que creen que en esto puede estar el fermento de un posible
cisma de la Iglesia en nuestra era. Porque, la verdad sea dicha, este es el
ambiente que se vive cada vez más, en nuestra Iglesia. Motivado posiblemente,
en la creencia, de que la Iglesia sacramentalista de tiempos pasados ha dado
más feligresía, que las posturas de la Iglesia del Concilio Vaticano II.
Pero a todo esto, tengo que
añadir que, -uno que comulga con “conservadores“ y “progresistas“-, si existe
un problema, es más a veces, por la parte “conservadora“, que por la
“progresista“. Y esto, es debido desde mi punto de vista a que los
“conservadores“ suelen ser muy dogmáticos. Y el dogmatismo, como es bien
sabido, ciega la luz del Evangelio en función de los signos de los tiempos. Porque,
el dogmático auténtico, lo que en realidad hace, es despreciar a todo el que no
piensa como él, y a todo el que, se atreve a decir lo que disiente de lo que él
piensa y habla.
Y el ejemplo más claro lo
tenemos en Jesús. Jesús, no creo un cisma en el judaísmo. Fueron los sumos
sacerdotes, fariseos, los que no escucharon su voz profética, hasta el extremo
que decidieron matarlo. Por eso, Jesús no perteneció al Templo de Jerusalén,
porque en primer lugar, no pertenecía a la clase sacerdotal y, en segundo lugar
no fue una persona dogmática, como los fariseos y los letrados.
En conclusión, el
progresismo de Jesús, no dio lugar al cristianismo, si no la ceguera de los
hombres de la religión judía, sacerdotes, letrados y fariseos, con respecto al
mensaje profético de Jesús, fueron los que hicieron que Jesús fuera perseguido.
Igual, pasa en nuestra
Iglesia, el problema no está en los progresistas, sino en aquellos que quieren
ver la luz del Evangelio, con la mentalidad de tiempos pasados y no en función
de los signos de los tiempos.
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