Han transcurrido dos años
del llamado 15-M, cuando el movimiento "democracia real, ya"; hizo
acto de presencia en nuestra sociedad. Al principio, todos pensábamos que ya
era hora de que la ciudadanía se levantara y expresara su indignación ante la
situación social y económica que estamos viviendo.
Transcurridos estos dos años, se dice, que este movimiento, ha
perdido fuerza, se ha desvanecido en otras acciones, que está liderado por
ciertas fuerzas políticas, sindicales, que han apagado su ímpetu, etc… Desde mi
punto de vista, lo que creo que ha podido pasar son dos cosas. La primera de
ella, es tipo sociológico, en el sentido que se demuestra que cualquier
organización humana debe de estar jerarquizada. Digo esto, porque el 15-M,
nació con la idea de la no existencia de organización alguna y esto ha hecho
que al no existir alguien que aglutine el grupo, el grupo se disuelva. El
segundo tema, esta posiblemente en que, en dicho movimiento hayan impulsos y
aspiraciones muy diversas y han corrido el peligro de ser absorbido por otras
fuerzas más interesadas en otros objetivos.
Pero lo que sí está claro de
todo este movimiento desde mi punto de vista, es que también nos ha enseñado las
existencias denuncias limpias de personas, que creen y aspiran a crear una
sociedad más justa y solidaria.
Por eso, independientemente
del devenir de este movimiento, una cosa si es clara, que el cabreo de quienes
padecen la crisis sin haberla causado es comprensible. Porque no se puede admitir
que existan familias y personas que
pasen grandes necesidades, personas que no pasan necesidades materiales pero
ven como su vida también ha quedado frustrada en su satisfacción profesional,
laboral y personal. Personas que han perdido lo más grande que puede tener un
ser humano, que es su casa; el lugar donde ha realizado sus sueños familiares,
sus esperanzas, sus ilusiones. Mientras que los bancos y sus directivos se han
forrado y han sido saneados con el dinero público.
En España hay una distancia
creciente entre buena parte de la sociedad y sus representantes. Y el resultado
se traduce en desesperanza y desencanto.
Ignorar lo que está pasando en la calle y en las redes sociales puede
ser irresponsable.
Como creyente cristiano y
miembro de la Iglesia Católica, que se siente interpelado a evangelizar y ser
testigo de la esperanza que hemos recibo y que se verá reforzada con la venida
del Espíritu en el próximo domingo. Creo que, hay motivos para apostar por una
regeneración ética de nuestra sociedad, por parte de la presencia activa de los
cristianos en la vida pública y política, donde con nuestra presencia se den
luz, los valores que emanan del evangelio y del concilio vaticano II en su
Gaudium Spet, son una alternativa creíble y factible para implicarnos en esa
regeneración ética.
"Los gozos y las
esperanzas, las tristezas y las angustias de nuestro tiempo, sobre todo de los
pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanza, tristezas y
angustias de los discípulos de Cristo” (GS 1).
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