martes, 8 de marzo de 2011

VOLVAMOS UN POCO AL DESIERTO, COMO EL SEÑOR

Juan el Bautista, tuvo la misión de "preparar los caminos del Señor" (Mc 1, 3; Is 40, 3).

El padre de Juan fue el sacerdote Zacarías (Lc 1, 5-23). Y su madre, Isabel, era de la familia de Aarón (Lc 1, 5), la más ilustre de las familias sacerdotales de Israel. El sacerdocio judío era hereditario, entonces lo lógico es que Juan, heredero de una familia sacerdotal por los cuatro costados, hubiera sido él también sacerdote, dedicado al culto religioso del Templo.

Sin embargo, Juan no se fue al templo a formarse como sacerdote, sino que se fue al desierto (Lc 1, 80). Y su misión nace y comienza desde el desierto, desde los caminos, desde los campos.

Que quiero decir con todo esto que los caminos del Señor no se preparan desde el Templo y las ceremonias del Templo, sino desde la vida profética de un hombre del desierto.

Igualmente nos cuentan los Evangelios de Jesús. Jesús se retiro al desierto, para iniciar un cambio en su vida.

Esta debe de ser nuestra misión en Cuaresma, encontrar momentos de reflexión individual y comunitaria, que nos permitan dar un cambio en nuestra vida.

¿ En qué hay que cambiar ?. La llamada de Jesús no se dirige solo a los "pecadores" para que abandonen su conducta. Jesús se dirige a todos, puesto que todos tenemos que aprender a actuar de manera diferente, para poder llevar a cabo la construcción del Reino de Dios en la Tierra.

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