Es verdad que Jesús oraba toda la noche (Mt 14, 23-25). Jesús nos dejó claro que la oración, no por ser prolongada o de mucha palabrería, va a ser más eficaz. Lo determinante no es el mucho tiempo que se reza, sino la sinceridad, la verdad, la transparencia de nuestro "deseo" hecho oración.
Jesús no sólo nos dejo claro que la oración individual es necesaria, sino que la comunitaria también. Por eso, nos enseño la oración comunitaria más hermosa, EL PADRE NUESTRO.
En El Padre Nuestro, todo está dicho en plural, de forma que el centro de cuanto se desea no es el "yo", sino el "nosotros". O sea, el orante no es una persona centrada en sí misma, en lo que a ella le conviene, lo que le interesa o lo que teme. Lo central, en la vida del discípulo de Jesús, es lo que afecta al grupo humano, a la sociedad, al mundo. Esta creciente apertura a los demás, a los otros en general, es específica de quien cree en Jesús. Esto significa que la fe en Jesús supera lo meramente instintivo, que tiene su centro en el yo. Lo determinante, en la vida del creyente, no es "lo propio", sino "lo común". Sólo cuando este espíritu se va haciendo vida, en nuestra vida, sólo entonces podemos rezar con sentido El Padre Nuestro.
Las tres primeras peticiones conciernen a Dios: tu nombre, tu reinado, tu voluntad. Es decir: 1) que el nombre de Dios sea respetado y no se use jamás para lo que no se debe usar; 2) que Dios reine de verdad, por encima de otros intereses o poderes; 3) que hagamos las cosas como Dios quiere, no como nos interesan a nosotros. Las tres peticiones siguientes conciernen a los orantes: nuestro pan, nuestras ofensas, nuestras tentaciones. La comida, las relaciones mutuas, las fuerzas que nos inclinan a hacer daño, todo eso, que se tenga, se desarrolle o se supere según lo que más necesitamos, lo que nos da vida y felicidad, lo que nos hace más buenas personas, más honrados, más utiles para lo que realmente conviene a este mundo. Estos han de ser los contenidos de lo que deseamos y le pedimos a Dios. Orar es expresar lo que se desea. Pues bien, se trata de que nuestros deseos estén siempre orientados al bien de todos y no a las conveniencias propias.(La religión de Jesús. J.M.Castillo).
martes, 22 de marzo de 2011
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