Ayer domingo, tuvo lugar en Madrid, la tradicional misa de las familias.
Celebración, que desgraciadamente no tuvo la repercusión social que debería de tener. Todos los medios de comunicación hablan de miles de personas, sin concretar la cantidad aproximada, ya que la organización tampoco se atrevió a dar cifras concretas. Lo que refleja indiscutiblemente la poca afluencia y repercusión social que dicho evento está teniendo en la actualidad.
Esto debería de llevarnos a preguntarnos, si es este el camino que se ha de seguir. Y no lo digo en el sentido de esta celebración, que ya se esta viendo que no. Si no en el sentido del concepto de familia.
Que la familia es una institución a valorar y proteger, esto no tiene discusión ninguna. Porqué está demostrado por la experiencia que cuando en una sociedad, la estabilidad de la institución familiar se deshace, todo el tejido social se descompone. Y cuando este tejido social de un país, un pueblo, se descompone da lugar a conflictos entre los géneros, violencia de de los hombres contra las mujeres; y de éstas contra los hombres. Y, lo que es más preocupante, la violencia contra los hijos, contra los niños, en todas las formas imaginables.
Se trata del concepto o modelo de familia tradicional: "un hombre y una mujer que se unen indisolublemente para tener todos los hijos que Dios les mande", que es el defendido en dicha celebración de Madrid y el avalado por el episcopado español.
Lógicamente esto quiere decir que los divorciados, que han estado casado canónicamente y que por circunstancias de la vida, han tenido que decir separarse, por el bien de todos los miembros familiares, y que ambos cuidan de los hijos según sus acuerdos, ya no tienen cabida aquí. Las madres solteras, victimas de la infidelidad de un hombre, o aquellas mujeres llenas de caridad, que han decido recoger a uno de esos miles de niños abandonados, para darle lo mejor de su vida, tampoco tendrían sitio en el modelo de familia. Y como no, los padres solteros, hombres que con sus hijos se ven también abandonados por su mujer y su madre, o el hombre que recoge a un niño llegado de una patera, y que se ofrece generosamente para cuidarlo como padre, tampoco formarían una familia.
Y, por supuesto, los padres y madres que deciden tener sólo un hijo o, a lo sumo dos, por responsabilidad paternal. Tampoco entran en el concepto de familia tradicional, cuyo fin es La procreación.
Todas estas circunstancias y todas estas personas forman parte nuestra sociedad actual, y como no, de la Iglesia actual.
Por eso, cuando la Iglesia no actúa como madre acogedora, como madre abierta a las circunstancias de las personas y a los signos de los tiempos, viene el rechazo de los hijos a su madre.
De aquí, que la misa de las familias, no va en aumento, sino al contrario. Y es por que posiblemente actué más como elemento excluyente, que como acontecimiento de acogida y encuentro.
No debemos de olvidar que la institución familiar está más valorada por la sociedad española, que la institución eclesial según las últimas encuestas del CIS.
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Esto es un análisis, del modelo de familia muy objetivo y muy coherente de un cristiano abierto al mundo desde el mensaje de Jesucrsito.
ResponderEliminarSr. Rafael, no le conozco personalmente, sus comentarios me llegan através de un amigo mio, y los leeos todos. Pero hoy no me he podido resistir a escribirle para felicitarle, por su gran apertura al encuentro humano.
Lleva Ud. muchisima razón, pues yo he vivido el caso, de mi hermana, como madre soltera. Muy buena observación.
Si los pensamientos de la jerarquia eclesiástica fuera por donde Ud. indica otra cosa seria.