Ha transcurrido un lustro del llamado 15-M, cuando el movimiento "democracia real, ya"; hizo acto de presencia en nuestra sociedad. Al principio, todos pensábamos que ya era hora de que la ciudadanía se levantara y expresara su indignación ante la situación social y económica que estamos viviendo.
Transcurridos estos cinco años,
se dice, que este movimiento, ha perdido fuerza, se ha desvanecido en ciertas
fuerzas políticas, sindicales, que han apagado su ímpetu, etc…
Desde mi punto de vista, lo
que creo que ha podido pasar son dos cosas. La primera de ella, es tipo
sociológico, en el sentido que se demuestra que cualquier organización humana
debe de estar jerarquizada. Digo esto, porque el 15-M, nació con la idea de la
no existencia de organización alguna y esto ha hecho que al no existir alguien
que aglutine el grupo, el grupo se disuelva y los que optaron por organizarse
han dado lugar a esas agrupaciones políticas afines a esas ideas, en un
principio. El segundo tema, esta posiblemente en que, en dicho movimiento hayan
impulsos y aspiraciones muy diversas y han corrido el peligro de ser absorbido
por otras fuerzas más interesadas en otros objetivos.
Pero lo que sí está claro de
todo este movimiento desde mi punto de vista, es la existencia de personas que
con sus denuncias limpias, aspiran a crear una sociedad más justa y solidaria.
Por eso, independientemente
del devenir de este movimiento, una cosa si es clara, que el cabreo de quienes
padecen la crisis sin haberla causado es comprensible. Porque no se puede
admitir que existan familias y personas
que pasen grandes necesidades, personas que no pasan necesidades materiales
pero ven como su vida también ha quedado frustrada en su satisfacción
profesional, laboral y personal. Personas que han perdido lo más grande que
puede tener un ser humano, que es su casa; el lugar donde ha realizado sus
sueños familiares, sus esperanzas, sus ilusiones. Mientras que los bancos y sus
directivos, políticos de toda índole, se han forrado, han engañado a la
hacienda pública que se supone que somos todos y en algunos casos hasta se le
ha perdonado.
En España hay una distancia
creciente entre buena parte de la sociedad y sus representantes políticos. Y el
resultado se traduce en desesperanza y desencanto. Ignorar lo que está pasando en la calle y en
las redes sociales puede ser de irresponsable.
Como creyente cristiano y
miembro de la Iglesia Católica, que se siente interpelado a evangelizar y ser
testigo de la esperanza que hemos recibo y que se verá reforzada con la venida
del Espíritu en el domingo hoy. Creo que, hay motivos para apostar por una
regeneración ética de nuestra sociedad, por parte de la presencia activa de los
cristianos en la vida pública y política, donde con nuestra presencia se dé luz
a los valores que emanan del evangelio y del concilio vaticano II en su Gaudium
Spet, siendo una alternativa creíble y factible para implicarnos en esa
regeneración ética de la sociedad.
"Los gozos y las
esperanzas, las tristezas y las angustias de nuestro tiempo, sobre todo de los
pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanza, tristezas y
angustias de los discípulos de Cristo” (GS 1).
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