El
Papa Francisco aboga por una "sana laicidad" que respete la libertad
religiosa y la objeción de conciencia.
Para
bien o para mal, el Papa Francisco nunca deja de sorprender. Justo después de
haber solicitado, durante su discurso a los obispos italianos, que abandonen
las propiedades materiales no dedicadas al culto, una entrevista con el diario
francés La Croix arremete contra la confesionalidad del Estado y reclama una
"sana laicidad" acompañada de "una sólida ley que garantice la
libertad religiosa".
"Un
Estado debe ser laico. Los estados confesionales terminan mal. Esto va contra
la Historia", subrayó el Papa al diario católico francés. Preguntado por
el modelo francés, Bergoglio apuntó que "cada uno debe tener la libertad
de expresar su propia fe, y si una mujer musulmana quiere llevar el velo, debe
poder llevarlo. De la misma manera que si un católico quiere ponerse una
cruz".
Para
el Papa, "las personas deben ser libres de profesar su fe en el corazón de
sus propias culturas y no en los márgenes". Pese a todo, Francisco matiza
y dirige una "modesta crítica" a Francia, a la que acusa de
"exagerar con el laicismo", lo que "lleva a considerar las
religiones como subculturas en lugar de culturas a título pleno y con sus
derechos. Temo que este enfoque, un comprensible patrimonio de la Ilustración,
sigue existiendo. Francia necesita dar un paso hacia adelante sobre este tema
para aceptar el hecho de que la apertura a la trascendencia es un derecho para
todos".
En
la entrevista, el Papa defiende la autonomía de los estados para establecer las
leyes que considere oportunas, pero también la libertad de los creyentes de
hacer objeción de conciencia. "El Parlamento es el que debe discutir,
argumentar, explicar, dar razones. Es así como crece una sociedad. Sin embargo,
una vez que la ley ha sido aprobada, el Estado también debe respetar las
conciencias. El derecho a la objeción de conciencia debe ser reconocido dentro
de la estructura jurídica, porque es un derecho humano. También para un
funcionario público, que es una persona humana".
Francisco
también fue interrogado por el drama de los refugiados en Europa. Para
Francisco, "la pregunta de fondo es por qué hay tantos migrantes
ahora". La respuesta arremete contra el consumismo radical de Occidente:
"Los problemas iniciales son las guerras en el Medio Oriente y en África,
y el subdesarrollo del continente africano, que provoca el hambre. Si hay
guerras es porque hay fabricantes de armas. Si existe todo este desempleo, no
es por falta de inversiones capaces de llevar el trabajo que África tanto
necesita".
"Más
en general -insistió Francisco- esto plantea el problema de un sistema
económico mundial que ha caído en la idolatría del dinero. Más del 80 por
ciento de las riquezas de la humanidad está en manos del 16 por ciento de la
población. Un mercado completamente libre no funciona. Los mercados en sí son
un bien, pero exigen una parte tercera o un estado que los monitoree y
equilibre. En otras palabras, lo que sirve es una economía social de
mercado".
"Volviendo
a los migrantes -continuó el Pontífice- la peor forma de acogida es la
guetización. Al contrario, es necesario integrarlos. En Bruselas, los
terroristas eran belgas, hijos de inmigrantes, pero que crecieron en un gueto.
En Londres, el nuevo alcalde (Sadiq Khan, hijo de musulmanes paquistaníes,
ndr.) prestó juramento en una catedral y seguramente se reunirá con la reina.
Esto demuestra la necesidad de que Europa vuelva a descubrir su capacidad de
integrar"
"Frente
al terrorismo islámico, será mejor interrogarnos sobre la manera en la que un
modelo demasiado occidental de democracia ha sido exportado a países como Iraq,
en donde existía un gobierno fuerte anteriormente. O bien en Libia, en donde
existía una estructura tribal. No podemos seguir adelante sin tomar en
consideración estas culturas. Como dijo un libio recientemente: 'Estábamos
acostumbrados a tener un Gadafi, ahora tenemos cincuenta'. La coexistencia
entre cristianos y musulmanes todavía es posible. Yo provengo de un país en el
que cohabitaban bien", concluye el Papa.
JB. RD 17/05/2016
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