viernes, 13 de mayo de 2016

EL PAPA ABRE LA PUERTA AL DIACONADO A LAS MUJERES


El Papa Francisco afirmó hoy que creará una comisión de estudio para analizar la posibilidad de permitir a las mujeres ejercer el servicio del diaconado en la Iglesia católica, actualmente reservado de manera exclusiva a hombres.

Esto durante un encuentro -en el Aula Pablo VI del Vaticano- con unas 900 líderes de congregaciones religiosas femeninas del mundo, asistentes a la asamblea trienal de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG).

Actualmente la Iglesia católica reserva el diaconado exclusivamente a los hombres. Los seminaristas son ordenados "diáconos temporales" un tiempo antes de recibir la ordenación sacerdotal.

Pero no sólo pueden ser diáconos quienes serán presbíteros, también existe una categoría distinta de "diáconos permanentes" que incluso pueden ser casados. Estos son considerados el "grado inferior de la jerarquía eclesiástica".

Entre las funciones permitidas a los diáconos destacan la proclamación del evangelio, la predicación y la asistencia en el altar, la administración del sacramento del bautismo y el presidir matrimonios, dar bendiciones. Ellos no pueden celebrar misa ni confesar o dar la unción de los enfermos.

La discusión sobre el diaconado femenino no es nueva. Durante la pasada asamblea del Sínodo de los Obispos, que tuvo lugar en el Vaticano en octubre de 2015, el arzobispo canadiense Paul-André Durocher avanzó el tema.

Verdaderamente escuchamos el Espíritu de Dios.

Digo esto, porque, desde cuando nos estamos lamentado de la escasez de vocaciones sacerdotales.

Hemos pensado, cuantos pueblos, cuantas personas, hemos dejado abandonadas sin que le llegue la palabra de Jesús y de la experiencia del Dios de Jesús. ¡ Si !, la hemos dejado abandonadas por la sencilla razón, de no abrir la mano a nuevos ministerios y carismas en la Iglesia. Ahora, cuando nos vemos con el gran pecado, que hemos cometido, por nuestros intereses jerárquicos eclesiales, abrimos y extendemos las manos con nuevas formas.

¿Cuánto tiempo hemos perdido?

Me explico, en el primer milenio de la Iglesia la vocación se entendía como una llamada de la comunidad. Es decir, la comunidad elegía a una persona de ella, a la cual consideraba idónea para el ministerio. Aquí la única objeción, era que no quisiera ser ministro por que no se veía con cualidades. ¡Claro!, ¿dónde está el problema hoy en día?. Está en que entendemos la vocación, solamente como una llamada de Dios y no como una llamada también de la comunidad.

Y para comprender un poco lo que quiero decir, traigo aquí una breve historia que ocurría en una parroquia.

Hace algunos años, durante la celebración de la Misa, un sacerdote estaba usando el rito penitencial para bendecir a la asamblea con agua bendita. Apenas comenzaba el rito cuando el sacerdote se dio cuenta que el sacramentario (el libro que se usa para las oraciones durante la liturgia, hoy conocido como el Nuevo Misal Romano), se había quedado en la sacristía. Sin decir una sola palabra, el sacerdote inmediatamente se fue a traer el libro de la sacristía.

Mientras tanto el pequeño monaguillo sin saber que era lo que le había sucedido al Sacerdote, tomó el recipiente con el agua bendita y se fue caminando por la nave central de la iglesia ¡bendiciendo y rociando a la asamblea con el agua bendita! La gente se sonreía y se persignaba y se consideraban bendecidos. Tal fue así que, cuando regresó el sacerdote, se rio y dijo: “Yo no pudiera haberlo hecho mejor”, y continuó con la celebración de la Misa, considerando también por digna y buena la bendición realizada por el monaguillo.

En esta historia de la vida real, nos damos cuenta de cómo un pequeño monaguillo vio la necesidad y se sintió llamado a responder y hacer algo al respecto. El niño había visto este rito litúrgico antes –aquel que nos recuerda nuestro bautismo – y estaba preparado para ser partícipe. En definitiva, en la Iglesia faltan sacerdotes o vocaciones ministeriales, porque las autoridades de la Iglesia han puesto unas condiciones que no permiten otra cosa, pues Jesús no impuso tantas condiciones, solamente le pidió a los discípulos que le siguieran. Tenemos lo que la Iglesia jerarca ha optado que tengamos.

No se trata de modernizarse, sino de actualizarse. Por eso, este día deberíamos dedicarlo a renovar el concepto primero de vocación y en segundo lugar dejarnos iluminar por el Espíritu Santo, para encontrar los caminos propios de los ministerios en la Iglesia de hoy.

- ¿Qué caminos está tratando de abrir hoy Dios para encontrarse con sus hijos e hijas en esta sociedad?

- En función de estos caminos, ¿Qué vocaciones debemos abrir y fomentar?

- En este AÑO DE LA MISERICORDIA ¿ Qué llamadas está haciendo Dios a la Iglesia de hoy para transformar nuestra manera tradicional de pensar, vivir, celebrar y comunicar la fe, de modo que propiciemos su acción en la sociedad moderna ?.

Yo creo que, nuestra tarea no es ser fieles a una figura de Iglesia y a un estilo de cristianismo desarrollados en otros tiempos y para otra cultura. Lo que nos ha de preocupar es hacer posible hoy el nacimiento humilde de una Iglesia, capaz de actualizar en la sociedad moderna el espíritu y el proyecto de Jesús, como luz del mundo.

Por eso, pienso que se debería reflexionar seriamente sobre la posibilidad de permitir el diaconado femenino, porque abriría el camino a mayores oportunidades para las mujeres en la vida de la Iglesia.


Ahora bien, lo que no debemos de olvidar, es que de esta forma o de otra forma, la misión nuestra como testigos de Jesucristo, es la de continuar lo que él inició, CONSTRUIR EL REINO DE DIOS EN LA TIERRA.




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