Al anochecer de aquel día,
el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las
puertas cerradas, por miedo a los judíos. En esto entró Jesús, se puso en medio
y les dijo: “Paz a vosotros”. Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado.
Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: “Paz a
vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. Y dicho esto,
exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo; a quienes
les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis,
les quedan retenidos”.
COMENTARIO.-
Tras la ida del Señor, el
domingo pasado, los discípulos tienen miedo y se encuentran desconcertados. No
son conscientes de la nueva buena que tienen en sus manos. Por eso, el Señor lo
visita y les dice, vamos fuera de aquí. Id, a proclamar al mundo la buena
noticia. Para ello, el Señor exhaló su aliento sobre ellos. Es decir, los creo
de vida y les hizo ver, que ahora son ellos los que tienen que continuar la
construcción del Reino de Dios, inspirados en su Espíritu.
A partir de Pentecostés,
inicia su andadura la comunidad de creyentes en Jesús, que, con el paso de los
años, se auto-denominó Iglesia. Esta Iglesia vive sobre la base de tres
principios que la constituyen; la primera,
es la memoria de Jesús, del crucificado y resucitado; la segunda es la
presencia del Espíritu, que la conduce y le enseña progresivamente la verdad; y
la tercera la trasmisión apostólica, testigos del recuerdo de la vida y las
enseñanzas de Jesús.
En Iglesia a lo largo de su
historia, han existido momentos que la comunidad creyente no ha sabido escuchar
la voz y el mensaje del Espíritu en función de los signos de los tiempos. Como
consecuencia de todo ello, hemos tenido posiblemente la incomprensión de muchos
de los miembros de la comunidad, y de la sociedad que nos rodea; al no saber
expresar el mensaje de Cristo renovado por el Espíritu. Porque, Pentecostés,
es en definitiva, no es otra cosa que la
gran fiesta de la nueva creación y reconciliación.
Posiblemente, en estos
momentos de nuestra vida eclesial; estamos viviendo un nuevo Pentecostés, con
el Papa Francisco, una nueva comunidad que intenta abrirse al mundo, salir de
sus fronteras, en las cuales se encontraba cerrada, para intentar reconciliarse
con ese mundo, del cual estaba apartado por que no estaba en función de los
tiempos que le ha tocado vivir.
En la alegría de este Papa
Francisco e iluminados por el Espíritu, necesitamos posiblemente hacer una
lectura más profética de nuestro horizonte y preguntarnos:
-¿Qué caminos está tratando
de abrir hoy Dios para encontrarse con sus hijos e hijas en esta cultura moderna?
-¿Qué llamadas está haciendo
Dios a la Iglesia de hoy para transformar nuestra manera tradicional de pensar,
vivir, celebrar y comunicar la fe, de modo que propiciemos su acción en la
sociedad moderna ?
DIFUNDID EL EVANGELIO.
PÁSALO.
El día 15 de mayo de 2016 se
celebra la Solemnidad de Pentecostés y día de la Acción Católica y Apostolado Seglar.
Bajo el lema “Laicos, testigos de la misericordia” la Jornada invita a
inspirarnos durante este Año Santo en la bienaventuranza “Dichosos los
misericordiosos, porque encontrarán misericordia” (Mt. 5,7). Llevar nosotros la
misericordia de Dios a través de un compromiso de vida, que es testimonio de
nuestra fe en Cristo.
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