El Evangelio que leemos el Viernes Santo nos narra la
Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan 18,1–19,42. Al ser un texto
muy extenso, no puedo reproducirlo por lo que sólo dejo una breve reflexión.
REFLEXIÓN.-
Cuando leemos la pasión de Jesús, nos encontramos ante una
gran dificultad de interpretación. Pues leído el texto fuera de nuestra fe, lo
que se narra en él, es la crucifixión de un hombre. Acto que, en el entorno
romano, era destinado a los rebeldes y desacatadores de las leyes romanas.
Castigo que además de su crueldad, reflejaba la más humillante y discriminación
del ser humano. Pero por el contrario, desde la fe cristiana, lo que se narra
en el evangelio que sucedió, se interpreta como un acontecimiento sagrado y
divino que, es predicado como un triunfo y una devoción.
De lo dicho se sigue que la muerte de Jesús no se puede
entender desde la religión; porque no fue un acto religioso, sino la ejecución
de un condenado por la autoridad civil. Ni se entiende desde la devoción,
porque un crucificado no es una imagen de piedad, sino el símbolo más fuerte de
la exclusión social. Tampoco se entiende desde la política, porque Jesús no fue
un subversivo nacionalista, sino que acabó así su vida por fidelidad al
designio del Padre del cielo. La muerte de Jesús sólo se puede comprender como
exponente cumbre de la lucha por la libertad, es decir, la lucha por la
humanización que supera la deshumanización.
DIFUNDID EL
EVANGELIO. PÁSALO
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