miércoles, 18 de mayo de 2011

EN LOS HECHOS DE JESÚS SE VEÍA LO QUE DIOS QUERÍA. Y POR LO TANTO LO QUE DIOS QUIERE DE NOSOTROS.

He recibido varios email de amigos mios, que se ven que leen este blog. Aconsejándome, que siga por la linea espiritual hacia la mística y, que no entre en temas de política y asuntos sociales.

Y la verdad, es que la palabra de Dios en la persona de Jesús de Nazaret, siempre tiene algo que decir.

Decía el evangelio de ayer de San Juan: "En aquel tiempo, se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del Templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el Templo por el pórtico de Salomón. Los judios, rodeándolo, le preguntaban: "¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dísnolo francamente". Jesús les respondió: "Os lo he dicho y no creéis: las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ésas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois ovejas mías. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen, yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. Yo y el somos uno".

Si leemos detenidamente la respuesta de Jesús, ante tal situación, fue apelar a sus "obras": es decir, a lo que hacía. Jesús nos está diciendo, a todos los que queremos ser seguidores de Él, que lo importante no es lo que se dice, sino lo que se hace. La coherencia y la transparencia de la propia vida es lo que convence a las gentes; porque las cosas de Dios se demuestran con ejemplos de una vida al servicio de la dignidad de los demás y de la felicidad de las personas.

Por eso, como cristianos debemos no sólo hablar sino actuar. Y actuar, no en la Iglesia, sino a través de la Iglesia como comunidad de los creyentes en Cristo, en el mundo. Por eso creo que es necesario ya, una presencia valiente, confesante y sin complejos de toda la comunidad católica en la vida pública, y no sólo de los seglares, sino todos los miembros de la comunidad. El Señor nos pide no encender la luz debajo del celemín, sino ponerla sobre el candelero para que alumbre a nuestro alrededor.

La levadura del Evangelio debe penetrar en el mundo de la acción política, en el mundo de la economía, del trabjo, de la cultura y del arte, el ocio, el mundo universitario,y de los medios de comunicación social… para orientar las realidades temporales según el corazón de Dios. Cristo vino para salvar al hombre, a toda la humanidad, en todos los tiempos y circunstancias.

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