Hoy traigo a reflexión
nuevamente un tema del cual ya he dado varias veces mi argumentación al
respecto. El tema surge con una posible llamada del Papa Francisco a una
conocida de Argentina; la cual le dice que estaba divorciada y que desea
comulgar. Al parecer, por parte de la pareja de esta mujer, el Papa Francisco
le dijo que podía comulgar.
¿Llamó el Papa Francisco a
Jaquelina? Y si así fue, ¿le dio permiso para comulgar pese a estar
casada con un divorciado? Las reacciones a la noticia, confirmada por el
marido de esta argentina, no se han hecho esperar. Y han obligado a
que la Santa Sede saliera a la palestra con una breve nota que, más que
aclarar, causa más confusión.
En una breve nota,
el padre Lombardi evitar confirmar, o desmentir, ambos aspectos, y se
limita a señalar que "ha habido numerosas llamadas telefónicas"
que han de inscribirse "en el marco de las relaciones personales
pastorales del Papa Francisco". Como tales, "no se deben esperar
informaciones o comentarios" por parte del Vaticano, al no tratarse
"de actividades públicas del Papa".
Roma sí muestra su
preocupación por la "amplificación por parte los medios de
comunicación" de informaciones que "no tienen confirmación de
fiabilidad (tampoco dicen que sean inciertas o falsas) y son fuente de
malentendidos y confusión".
"Hay que evitar deducir
de esta circunstancia consecuencias relativas a la enseñanza de la Iglesia",
culmina la nota, lo que hace pensar que, efectivamente, la llamada se produjo,
y que el "permiso" papal también se dio, si bien en el ámbito de lo
personal y, al sentir de los fontaneros de San Pedro, "sin querer que
trascendiera", y sin que sentara doctrina pues, como es bien
sabido, el de la comunión de los divorciados vueltos a casar (en todo caso, la mujer no
es la que está divorciada, sino su marido) es uno de los temas que se abordarán
en el Sínodo de Obispos.
¿Ha metido la pata el Papa?
¿Ha sido consciente de que sus palabras iban a ser "amplificadas" por
los medios, como señala la nota de Lombardi? ¿Es un modo más de continuar el
debate abierto por el propio pontífice hace meses? Lo único que parece claro es
que Francisco no parece estar por la labor de dejar que el férreo corsé
curial impida su cercanía a los fieles, ya sea mediante encuentros personales,
presencia público, llamadas o cartas personales.
Ante
este nuevo revuelo en esta cuestión, quiero hacer mi reflexión de
hoy.
Lo primero que
deberíamos preguntarnos, es de donde nace el problema.
Lógico es pensar, que el problema, está en dos pilares desde mi punto de vista. Uno de ello y principal, es el arrastre de unos pensamientos e ideas fijadas de otros tiempos. Y el otro, es la lectura de los evangelios desde un punto de vista literal, olvidándonos que los evangelios, fueron escritos en un contexto donde los estatus del hombre y la mujer, son muy distinto a lo de nuestros tiempos.
Lógico es pensar, que el problema, está en dos pilares desde mi punto de vista. Uno de ello y principal, es el arrastre de unos pensamientos e ideas fijadas de otros tiempos. Y el otro, es la lectura de los evangelios desde un punto de vista literal, olvidándonos que los evangelios, fueron escritos en un contexto donde los estatus del hombre y la mujer, son muy distinto a lo de nuestros tiempos.
Recordando el comienzo del
evangelio de Marcos, él cual empieza diciendo: " Comienzo del
evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios". Que nos quiere decir Marcos, que
el comienzo, el punto de partida, para conocer a Jesús es el
"Evangelio", que significa literalmente "Buena Noticia".
Osea, que el evangelio nos debe de abrir a una nueva noticia, a una nueva
esperanza, a una nueva fraternidad, a un nuevo encuentro con Cristo y nuestros
hermanos, lógicamente en los tiempos en que vivimos. Es decir, que la lectura
de los evangelios, nos deben de ayudar a encontrar nuestro camino de
salvación en nuestros momentos y no en tiempos y circunstancias pasadas. El no
hacerlo así, es posiblemente no encontrar nuestra felicidad y lógicamente no encontrar
la felicidad de los demás. Y consecuencia de todo esto, es no encontrar a
Dios, porque a Dios lo encontraremos en nuestra felicidad y en la felicidad de
los demás.
Digo todo esto, porque
posiblemente realicemos una lectura algo literal y fundamentalista de
los pasajes evangélicos que tratan el tema del divorcio.
Siguiendo con el evangelio
de Marcos, que es el primero que se escribe y el más cercano por
tanto a la tradición de Jesús.
En aquel tiempo se
acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús para ponerlo a prueba: -¿Le es
lícito a un hombre divorciarse de su mujer?.
Él les replicó:-¿Qué
os ha mandado Moisés?.
Contestaron: -Moisés
permitió divorciarse dándole a la mujer un acta de repudio.
Jesús les dijo: -Por vuestra
terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación,
Dios los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su
madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. Lo que Dios ha
unido, que no lo separe el hombre.
En casa, los discípulos
volvieron a preguntarle sobre lo mismo.
Él les dijo: -Si uno se
divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la
primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete
adulterio. (Marcos 10, 2-16).
Es curioso, como Jesús
empieza a explicar:"Por vuestra terquedad...". Si dejamos esa
terquedad atrás posiblemente podremos encontrar la buena noticia del
evangelio a nuestro tiempo.
Jesús comienza recordando,
que al principio de la creación, Dios los creó hombre y mujer. Es decir, los
creo de la misma carne, los creo iguales en todas las condiciones. Y
esta igualdad debe permanecer por siempre y no debe de ser destruida, negada,
despreciada por ningún hombre o mujer. Está igualdad que nace de Dios, el
hombre no la puede separar. Recordemos, que en el tiempo en que Jesús pronuncia
estas palabras, la mujer no tenía ningún derecho, ni libertades e igualdades
con respecto al hombre. Por eso Jesús, les deja dicho, que la verdadera unión
entre el hombre y la mujer debe de nacer desde la igualdad, desde los mismos
derechos y libertades. Desde que esto no es así, la unión no es perfecta. Por
eso los discípulos al llegar a casa volvieron a preguntarle: "Si uno se
divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y
si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio".
Posiblemente volvieron a preguntar, porque su mentalidad de la época, no le
permitía comprender que la mujer tenía que ser igual al hombre en todo. Es
decir, que cuando la separación no se realiza desde la igualdad, comprensión,
compasión, respeto y misericordia, si no que, por el contrario se lleva desde
la humillación, desprecio, hundimiento del otro, se está actuando fuera de la
ley de Dios.
No trato de poner en
discusión la visión cristiana del matrimonio, lo que intento es pensar: ¿qué
actitud debemos de adoptar ante tantos hombres y mujeres, muchas veces amigos y
familiares nuestros, que han roto su unión matrimonial y viven en la actualidad
otra unión, que no está bien considerada por la Iglesia?
Debemos de recordar que los
divorciados que se han vuelto casar civilmente siguen siendo miembros de
la Iglesia. No están excomulgados; no han sido expulsados de la Iglesia. Luego
si esto es así, no tiene sentido participar en una comunidad eclesial, que no
deja sentarte a la mesa compartida de Cristo. Mesa compartida, que es el pleno
encuentro de la comunidad.
Por eso, les digo a todos
los divorciados que, cuando nosotros no os comprendemos, Dios Padre seguro que
os comprende y os habla en la voz de vuestra conciencia desde su infinita
misericordia, amor, comprensión y compasión. Desde vuestra conciencia, estáis
llamados a sentaros o no, en la mesa compartida del amor de Cristo.
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