lunes, 14 de abril de 2014

LOS CRUCIFIJOS EN LAS CALLES.

Durante esta semana santa nuestra religiosidad popular, procesionará una multitud de imágenes de Cristo crucificado, haciendo de ello, el mayor de los elogios triunfales del dolor, del tormento y del fracaso de la vida de Jesucristo en la Cruz.

Porque eso, y no otra cosa, es lo que hacemos cuando paseamos por nuestras calles, nuestras imágenes de amargura, soledad, tortura, agonía y muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Y todo ello curiosamente acompañado con el más lujoso de nuestros “pasos “. Dando así un verdadero culto al dolor y al sufrimiento de Jesús en su paso por este mundo, buscando con ello seguramente nuestro acercamiento más sincero a Dios Padre y a Jesús, de manera que se nos permita nuestra ansiada salvación.

Sin duda alguna, ningún trozo evangélico ha sido tan distorsionado en su mensaje a lo largo de nuestras enseñanzas, que la llamada de Jesús a “tomar la cruz “.

Cuando veamos esta semana a nuestros crucificados, recordemos que la cruz nos enseña que Dios es el primero que se ve afectado por el amor en libertad que él mismo nos ha dado. Nos descubre hasta dónde llega el pecado, pero al mismo tiempo nos descubre hasta donde llega el amor. La cruz de Cristo nos enseña que no se trata de cerrar los ojos a la realidad negativa del mundo, sino de transformar la realidad con los ojos bien abiertos. Saber ver hoy la presencia sufriente de Cristo en los enfermos mal atendidos, en los jóvenes desesperados y maltratados por las drogas, en los ancianos ante la soledad, en las familias destrozadas donde los niños viven las mayores consecuencias, los pobres de espíritu y los pobres materiales, que no tienen pan, agua, casa. Estando junto a estas innumerables cruces actuales, es donde el sábado por la noche podremos encontrar al Resucitado en la vigilia pascual.


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