Después, de este año de la
fe que hemos vivido y que ha debido de suponer un año de gracia y de compromiso
a Dios, donde hemos reforzado nuestra fe en Él y el compromiso de anunciarlo
con gozo a los hombres de nuestro tiempo, abrimos la puerta a un nuevo tiempo
litúrgico que es el Adviento, para anunciar esa alegría de la fe renovada en
este año, si no como diría el apóstol
Pablo “vana es nuestra fe”.
La puerta a vivir la alegría
de la fe, se nos abre ya, con el anuncio de la alegría de la venida y llegada
de Jesús que vamos a celebrar en este tiempo litúrgico de Adviento.
El tiempo de Adviento consta
de cuatro semanas que están pensadas para que los cristianos nos preparemos
para conmemorar la venida de Jesús al mundo.
Y ¿de qué se trata esto?
En primer lugar se trata de
ir pensando que el día de Navidad recordaremos que Dios, en Jesús, se hizo
presente en la historia de la humanidad. Y que desde el mismo instante en que
Dios entra a formar parte de la historia de la humanidad en la persona de
Jesús, esto debe de desencadenar en nosotros los seguidores de Jesús, una nueva
forma de entender la religión y la vida.
La religión con Jesús no está en los templos solamente, sino que la religión con Jesús está y debe de estar presente en el mundo, siendo testigos de la esperanza que vamos a recibir en Él, actuando con honradez y responsabilidad en todos los ámbitos sociales. Ésta es verdaderamente, la realidad que Jesús nos va a pedir.
Por eso, dentro de esa
realidad deberíamos preguntarnos:
- ¿Es posible contagiar la fe en este mundo, sin
estar nosotros en el mundo?
-
¿Es posible llevar el Evangelio al mundo, ignorando los pensamientos, los
sentimientos de los hombres y mujeres que nos rodean en este mundo?
- ¿No será un error dar respuestas de otros
tiempos y momentos?
No está mal, que en estos
tiempos de cambios y de grandes perturbaciones sociales y culturales que estamos
viviendo; y que lógicamente están configurando una forma de pensamiento y que a su vez está generando una nueva forma
de vivir, dediquemos un tiempo a reflexionar sobre la fe, nuestra fe.
Pues todas estas
perturbaciones y circunstancias que nos rodean, hace que cada día que pasa, se
haga más difícil esto de la fe. Y cada día que pasa, hay más gente que anda
hecha un lío con esto de la fe.
Para ello, lo primero que
deberíamos tener claro para salir de este lío y dificultades que se nos
presenta sobre la fe, es una cosa. Y es que, una cosa es “lo que” se cree; y
otra cosa es “en quien” se cree. Y aunque a simple vista parece lo mismo, pues
no es lo mismo.
“Lo que” se cree, se refiere
a verdades, normas, mandamientos, ritos, ceremonias….Es, por tanto, un acto
intelectual, de razonamiento esencialmente.
“En quién” se cree, se
refiere a personas. Esto quiere decir, que tener fe en alguien, es fiarse de
esa persona, es decir, confiar, ser fiel. En este caso la fe, ya no es un acto
intelectual, sino una experiencia, que nos lleva a tener confianza, a fiarnos y
ser fiel.
Que quiero decir con todo
esto, que no es lo mismo relacionarse con” verdades” que relacionarse con
“personas”. A las verdades se las acepta con la cabeza y la razón. A las
personas se las acepta con el corazón y la vida.
Aquí, es donde empieza desde
mi punto de vista, nuestros grandes problemas y dificultades de nuestra fe, de
su transmisión y de nuestro conocimiento de Dios.
Y es que hemos querido saber,
conocer, creer y transmitir a Dios, desde las verdades de la razón y no desde
la experiencia, confianza y fidelidad a Jesús. Olvidándosenos lo que el evangelio de Juan
dice con respecto a esta afirmación fundamental
“A Dios nadie lo ha visto jamás; es el Hijo
único, que es Dios y está al lado del Padre, quien lo ha explicado” (Jn 1,18).
Lógicamente, esto quiere
decir dos cosas. En primer lugar, quiere decir que Dios es inalcanzable e
incomprensible para el entendimiento humano. Dios está muy por encima de todo
lo que nuestra inteligencia puede alcanzar y comprender. En segundo lugar,
quiere decir que ese Dios, inalcanzable e incomprensible, se ha dado a conocer
en la persona y en la obra de Jesús de Nazaret.
Por lo tanto, no se trata de
conocer a Dios para saber de esa manera quién es Jesús y cómo es Jesús, sino
que se trata exactamente de todo lo contrario, de saber cómo fue Jesús, para
saber de esa manera quién es Dios y cómo es Dios. O sea, que es viendo a Jesús,
cómo vemos a Dios. Y conociendo las costumbres, las preferencias, el estilo de vida
de Jesús, así es cómo conocemos a Dios y nos enteramos de lo que Dios quiere y
lo que a Dios le agrada.
Pero no se trata sólo de
esto. Hay en todo esto algo que es lo más decisivo y que empezamos a vivir en
este tiempo de Adviento. Se trata de caer en la cuenta de que a Dios lo
conocemos y lo encontramos en la humanidad de Jesús. Por lo tanto, cuando
hablamos de la humanidad de Jesús y elogiamos la entrañable humanidad de Jesús,
lo más importante que hay en todo eso no es sólo la ejemplaridad de Jesús. Lo
decisivo es que, en la humanidad de Jesús se nos da a conocer Dios mismo y,
además de eso, también en esa humanidad descubrimos el proyecto de Dios.
Porque, en última instancia, lo que Jesús nos enseña es que el proyecto de Dios
y lo que Dios quiere de nosotros, no es que nos divinicemos, sino que nos
humanicemos.
Resumiendo todo lo anterior,
podemos decir que, en nuestra educación religiosa, se produjo un
desplazamiento, de la “fe personal” en Jesús, a la “fe racional” en los dogmas.
Lo cual ha representado una dificultad enorme, casi insuperable, en los tiempos
que corren. Porque la “fe racional” son verdades que la razón no entiende, ni
puede entender, y es algo que sólo se puede aceptar si el que enseña eso tiene
una gran credibilidad. Y eso, es lo que
posiblemente, nos haya pasado a la gran mayoría de los que formamos parte de la
Iglesia, que nuestras enseñanzas no han sido creíbles, porque nuestro estilo de
vida ha sido muy distinto a nuestras enseñanzas.
Por todo esto, resulta
evidente que, para comprender la fe cristiana, tenemos que empezar por la fe de
Jesús y la fe en Jesús. Ya que de esta manera, es la única de que podamos
conocer al Dios de Jesús, y por lo tanto comprender a Dios. Porque según
nuestra fe, Jesús es Hijo de Dios y es Dios, por que Jesús vivía y actuaba como
Dios.
Cuando uno piensa un poco
detenidamente estas cuestiones, se plantea si la cuestión está en que
posiblemente, hemos hecho más un estudio y conocimiento de Jesús, de su
evangelio y su comunidad la Iglesia, que una vida del seguimiento de Jesús, de
su Evangelio y de vivir en comunidad Eclesial.
Por eso, cuando el domingo
pasado el Papa Francisco nos exhortaba apostólicamente con el documento
Evangelii Gaudium (La alegría del Evangelio) sobre el anuncio del evangelio al
mundo. Uno se plantea las siguientes cuestiones:
¿Cuándo
nos vamos a sentar para aunar fuerzas, reflexionar juntos y buscar entre todos
el camino que hemos de seguir?
¿No necesitamos dedicar más tiempo, más
escucha del evangelio y más meditación para descubrir llamadas, despertar
carismas y cultivar un estilo renovado de seguimiento a Jesús?
Las respuestas a estos
interrogantes, meditémosla y démosla sin duda alguna en este tiempo de Adviento
-
desde la alegría de nuestra fe en la llegada
de Dios que se humanizo en Jesús.
-
desde la alegría de nuestro espíritu
salesianos en nuestro entorno, nuestra familia, nuestro trabajo, teniendo en
cuenta que “ los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de
los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren,
son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de
Cristo”(GS).
-
desde la alegría de María, Madre de
Jesucristo, como “prototipo y modelo para la Iglesia”, y como mujer humilde que
escucha a Dios con confianza y alegría. Desde esa misma actitud hemos de
escuchar a Dios en la Iglesia actual.
-
”Alégrate”. Es lo primero que María escucha
de Dios y lo primero que hemos de escuchar también hoy. Por eso, desde la
alegría de la fe en María de Auxiliadora, madre de Jesús, que nos enseño “haced
lo que Él os diga” como verdadera fuente
de confianza y fidelidad a Jesús, FELIZ ADVIENTO, Y COMENZEMOS A VIVIR
LA ALEGRÍA DE LA FE, teniendo en cuenta ““ los gozos y las esperanzas, las
tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los
pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y
angustias de los discípulos de Cristo”(GS)
. COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
ResponderEliminarEN LA CONDUCCION DIARIA
Cada señalización luminosa es un acto de conciencia
Ejemplo:
Ceder el paso a un peatón.
Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.
Poner un intermitente
Cada vez que cedes el paso a un peatón
o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.
Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.
Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.
Atentamente:
Joaquin Gorreta 55 años