El pasado miércoles vivimos
los españoles un trágico día, con el accidente ferroviario que tuvo lugar en
Santiago de Compostela, con el balance de 80 muertos y un centenar de heridos,
entre los que se encuentran algunos niños.
Cuando vivimos estos trágicos
acontecimientos a lo largo de nuestra vida, nos hacen preguntarnos, lo que
muchas personas se preguntaron, y posiblemente se siguen preguntando, y nos
interpelan a los que nos llamamos creyentes, si Dios existe, ¿cómo permite que
suceda estas cosas?.
Ante este interrogante, debo de decir, que Dios no permite esas cosas. Porque si el Dios en el que creemos, quiere eso para nosotros, lógicamente es un Dios malo, enfermo, cruel en el que desde luego no debemos de creer.
El problema no está en Dios, sino en el Dios, que nosotros nos imaginamos. Un Dios con un poder inmenso. Y, posiblemente el poder de Dios no es, como nosotros nos imaginamos. Nunca debemos de olvidar, que Dios no está a nuestro alcance, y que por lo tanto, no podemos saber como es. Dios nos transciende a todo.
El Dios que nosotros conocemos, el Dios de nuestra religión, no es más que el Dios de Jesucristo. Y al Dios de Jesucristo, solamente lo podemos conocer a través del estilo de vida de Jesús. Viviendo, como Jesús, podremos encontrar a un Dios que es amor y compresión del ser humano. Este es el verdadero poder de nuestro Dios, el amor que nace entre los seres humanos.
Por lo tanto, lo único que nosotros podemos conocer es que el mundo, nuestro planeta y la naturaleza son como son y es como es; y que pasan las cosas que pasan. Y lo cierto es, que no sabemos, si existe algún responsable de lo que ocurre. Lo que podemos decir, es que el mundo es como es, y nada más.
Muchos seguirán creyendo, que
Dios es el culpable de todo y no los culpo de nada. Primero porque cada uno es
libre de creer y comprender la vida a su manera y en segundo lugar porque
posiblemente el a conocido el Dios que muchas veces nosotros los cristianos
hemos transmitido. Por eso, yo sólo puedo remitirme a comprender el mensaje de
Jesús, lo que nos toca a nosotros es procurar remediar o aliviar el sufrimiento
humano lo más rápido y mejor posible. De esta manera Dios se hace presente en
este mundo.
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