martes, 1 de mayo de 2012

UNO DE MAYO. DÍA DEL TRABAJO.

Hoy primer día del Mes de Mayo, se celebra el DÍA DEL TRABAJO. Mi pensamiento está hoy puesto en esos 5.639.500 personas y desgraciadamente en los que perderán sus puestos de trabajo antes de que termine este año, según las predicciones económicas, rozaremos la barrera psicológica de los 6 millones de parado.
Este gran problema social y humano que nos rodea debe de ser para nosotros los cristianos, un hecho de reflexión desde nuestra fe, y desde un discernimiento de los evangelios, que nos lleven a una nueva renovación de nuestro compromiso social, en función de los signos de los tiempos.
Así lo recogía también el Papa Juan Pablo II, en su Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, en su apartado El Derecho al Trabajo:
"El trabajo es un derecho fundamental y un bien para el hombreun bien útil, digno de él, porque es idóneo para expresar y acrecentar la dignidad humana. La Iglesia enseña el valor del trabajo no sólo porque es siempre personal, sino también por el carácter de necesidad. El trabajo es necesario para formar y mantener una familia,adquirir el derecho a la propiedad y contribuir al bien común de la familia humana".
"El trabajo es un bien de todos, que debe estar disponible para todos aquellos capaces de él. La « plena ocupación » es, por tanto, un objetivo obligado para todo ordenamiento económico orientado a la justicia y al bien común. Una sociedad donde el derecho al trabajo sea anulado o sistemáticamente negado y donde las medidas de política económica no permitan a los trabajadores alcanzar niveles satisfactorios de ocupación, « no puede conseguir su legitimación ética ni la justa paz social ».Una función importante y, por ello, una responsabilidad específica y grave, tienen en este ámbito los « empresarios indirectos »,es decir aquellos sujetos —personas o instituciones de diverso tipo— que son capaces de orientar, a nivel nacional o internacional, la política del trabajo y de la economía.

Esta gran crisis económica que padecemos desde hace años, no sólo afecta al mundo laboral, si no que como consecuencia de ello, viene profundizando en desigualdades sociales, que como siempre sufren los más débiles.

Por eso, este primero de Mayo, debe de ser para nosotros un tiempo de acción evangelizadora y de compromiso transformador. Los valores cristianos deben de ser en una sociedad laica exigencia de ejemplaridad y servicio a la comunidad.


Más que nunca quizás, los cristianos católicos debemos de participar con mayor compromiso en la vida política, al igual que lo hacemos en la vida universitaria, empresarial, profesional, cultural.

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