Es frecuente escuchar cada vez más voces, tanto desde dentro o desde fuera, de que
nuestros templos se encuentran cada vez más vacío. El descenso de los fieles en
las misas dominicales es abismal. Que incluso los cultos, que en este mes de
mayo, realizamos a María y que siempre ha gozado de gran afluencia de fieles,
también se resienten. Que los jóvenes tampoco se ven, en un país, donde el 45%
de la enseñanza esta en mano de instituciones de la Iglesia católica.
Por el contrario, según las encuestas el 73,7 por ciento de
los españoles se declaran católicos. El resto de la población, un 14,5 por
ciento se dice no creyente, un 7,1 por ciento, ateo; y un 2,4 por ciento,
creyente de otra religión. De entre los creyentes, un 15,9 por ciento afirma
asistir a misa u oficios religiosos "todos o casi todos" los
domingos, mientras que el 56,8 por ciento ha respondido que "casi
nunca". Del 15,9 por ciento que asisten a misa, sólo el 8,3 por ciento
dice ir varias veces al año, el 5,2 por ciento varias veces al mes; y un 2,4
por ciento, varias veces a la semana.
La primera conclusión que yo saco de está información es
que, posiblemente nuestros templos no son ya hoy, el lugar de encuentro con
Dios y los hermanos. Posiblemente por que en esos templos no existen encuentros
humanos, ya que hemos convertido nuestros templos en el punto de encuentro
sacramental solamente y no en el punto de encuentro y acogida de todos los
hijos de Dios. Es decir, el lugar de encuentro con Dios no es un espacio
geográfico (el templo), sino el espacio humano que se crea del encuentro entre
las personas. Donde los humanos nos encontramos, nos comunicamos, convivimos y
nos unimos, ahí es donde se encuentra Dios, " Donde dos o más están
reunidos en mi nombre ahí estoy Yo ". Pero si en nuestros templos no
existe esa relación humana, no existe una comunidad, es posible que no
encontremos a Dios y se busque en otro lado. Por eso seria importante
plantarse, muy bien: " LA PARROQUIA LA CASA DE LA FAMILIA CRISTIANA
", no solo como el lugar donde celebramos nuestra fe, sino el lugar
abierto al diálogo, al estudio, a la reflexión, a la comunicación, a la
ayuda....
La segunda conclusión es relacionada con la celebración
litúrgica. Pues deberíamos reflexionar por que solamente el 15,9 por ciento de
los 73,7 por ciento de los creyentes asisten a misa. Posiblemente hemos perdido
la vivencia sacramental, motivada por la expedición de los sacramentos como un
billete de lotería, previo pago del servicio religioso, y no como un encuentro
vivenciar de nuestra fe. Además de crear la conciencia de una obligación, bajo
la culpa del pecado en lugar de un encuentro voluntario y comprometido.
Lógicamente esto me lleva a preguntarme:
- ¿ Es la liturgia que venimos repitiendo desde siglos la
que mejor puede ayudar en estos tiempos a los creyentes a vivir lo que vivó
Jesús, y recapitular para que vivó y murió ?
- ¿ Estamos seguros de estar haciendo hoy bien lo que Jesús
quiso que hiciéramos en memoria suya ?.
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