La persecución del libro de Pagola se ha producido en un momento especial de la Iglesia española, que intenta hacer un giro hacia atrás, creyendo que tiempos pasados fueron mejores, llevandoles a vigilar desde grandes atalayas la doctrina oficial y persiguiendo a los autores más críticos y libres, en un acoso sin precedentes al pluralismo teológico.
A pesar de que Jesús, reconocia de que nadie es profeta en su tierra. Jesús es y actúa como profeta. No es un sacerdote del templo ni un maestro de la ley. Su autoridad proviene de Dios, empeñado en alentar y guiar con su Espíritu a su pueblo querido cuando los dirigentes políticos y religiosos no saben hacerlo.
Los rasgos del profeta son inconfundibles. En medio de una sociedad injusta donde los poderosos buscan su bienestar silenciando el sufrimiento de los que lloran, el profeta se atreve a leer y a vivir la realidad desde la compasión de Dios por los últimos. Su vida entera se convierte en “presencia alternativa” que critica las injusticias y llama a la conversión y el cambio.
Por otra parte, cuando la misma religión se acomoda a un orden de cosas injusto y sus intereses ya no responden a los de Dios, el profeta sacude la indiferencia y el autoengaño, critica la ilusión de eternidad y absoluto que amenaza a toda religión y recuerda a todos que sólo Dios salva. Su presencia introduce una esperanza nueva pues invita a pensar el futuro desde la libertad y el amor de Dios.
Una Iglesia que ignora la dimensión profética de Jesús y de sus seguidores, corre el riesgo de quedarse sin profetas. Nos preocupa mucho la escased de sacerdotes y pedimos vocaciones para el servicio presbiteral. ¿Por qué no pedimos que Dios suscite profetas? ¿No los necesitamos? ¿No sentimos necesidad de suscitar el espíritu profético en nuestras comunidades?.
Una Iglesia sin profetas, ¿no corre el riesgo de caminar sorda a las llamadas de Dios a la conversión y el cambio? Un cristianismo sin espíritu profético, ¿ no tiene el peligro de quedar controlado por el orden, la tradición o el miedo a la novedad de Dios?.
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Hola Rafa. Estoy de acuerdo, en parte, con tu exposición, pero me asaltan varios interrogantes.¿No somos por nuestro Bautismo, sacerdote, profeta y rey?. Lo que quiere decir que esa dimensión que mencionas -la profética- por nuestro Bautismo está adherida a cada bautizado. Lo que, tal vez, -solo tal vez- esté fallando es que no comprendemos (mejor, no sabemos descubrir) esos tres aspectos. Y en cuanto a lo que mencionas de los auténticos profetas de nuestra tiempo, también tengo alguna dudas; mas de 50 movimientos eclesiales nuevos después del Concilio Vaticano II han sido reconocidos por su ortodoxia y fidelidad a la Iglesia. 50 Profetas, cada uno con su carisma, que ha suscitado el Espíritu para el bien de su Iglesia...
ResponderEliminarVamos es solo mi opinión...
Un abrazo. Francis.