En el Evangelio de hoy, Mateo nos relata la siguiente parábola en la que Jesús dice: " Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó, y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano; unos ciento, otros setenta; otros treinta. El que tenga oídos, que oiga ".
En el Evangelio del domingo pasado Maria, la hermana de Lázaro, nos enseñaba la necesidad de escuchar la palabra. En el Evangelio de hoy, Jesús nos recuerda la OBLIGACIÓN que tenemos todos de sembrar la palabra. Sembrar la palabra no es misión sólo de los curas y las monjas; sembrar la palabra es la misión de todos los seguidores de Cristo, como continuadores de la misión del Reino de Dios en la tierra. Como podemos comprobar el próximo viernes en el evangelio, donde Mateo da su explicación de la parábola. Donde en su explicación pone el acento en la responsabilidad del oyente de la Palabra.
Pero; ¿ como debemos de sembrar la palabra para que de fruto ?.
El discurso religioso puede ser maravilloso, pero solo queda en palabra maravillosas, que vinieron los pájaros y se la comieron. El discurso religioso puede ser coherente en el fondo, pero sólo queda en la exposición teológica. El discurso religioso puede ser comprometedor, pero sólo queda la intención de hacer.
El discurso religioso puede dar fruto, en nuestro tiempo, solamente cuando las personas que transmiten la palabra, viven de tal forma y de tal manera, que el mensaje que transmiten. Solamente en la medida en que somos capaces de vivir lo que predicamos, en esa misma medida la palabra que predicamos, se convierte en semilla que puede dar buen fruto.
Existen demasiados sembradores de la Palabra, pero solamente de la palabra, por eso su semilla es estéril. Y el problema está muchas veces en que los sembradores de la semilla y el Evangelio no siempre coinciden.
miércoles, 21 de julio de 2010
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