viernes, 13 de abril de 2012

DE LA ENCARNACIÓN A LA RESURRECCIÓN

Concluyendo esta octava de pascua, en la que hemos ido leyendo los distintos testimonios de las apariciones de Jesús a los discípulos y que las primeras comunidades fueron recogiendo y transmitiendo, es conveniente que dejemos una breve reflexión que nos lleve hacia Pentecoste con las ideas claras.

Lo más importante que contienen los relatos de la resurrección es que muestra que la vida y la presencia de Jesús, en este mundo y en esta vida, no se acabó con la muerte en la cruz. De Jesús no nos queda sólo la memoria de sus enseñanzas y el ejemplo de su vida. Además de eso, nos queda sobre todo su presencia. Por su Encarnación, Dios en el hombre Jesús de Nazaret, se fundió y se confundió con lo humano (JMCastillo). Por la Resurrección, Jesús prolonga su presencia en cada ser humano, hasta el fin de los tiempos. La cristología tradicional, tenía su centro en la Encarnación. La cristología moderna tiene su centro en la Resurrección. El centro está en el hombre Jesús, en el que Dios se encarna y se revela (Encarnación) y que fue constituido Hijo de Dios, siendo para siempre el Viviente (Resurrección).

La figura de Jesús, no fue solamente admirada por las gentes de su época, sino que ha sido admirada a todo lo largo de la historia. Hoy en día, también sigue siendo admirada, no solamente entre las personas mayores, sino entre las personas de todas las edades y especialmente entre los jóvenes.

Ahora bien, la cuestión es saber, si Jesús lo que quiere es admiradores o seguidores

Lógicamente a nada más que hagamos una lectura superficial de los Evangelios deducimos que Jesús lo que quiere son seguidores y no admiradores.

La pregunta es obvia: ¿ por qué entre los creyentes existen entonces más admiradores que seguidores ?.

Por que la admiración, se queda en lo maravilloso del personaje, posiblemente en su divinidad y esto no requiere compromiso ninguno con Jesús. El seguimiento requiere un encuentro con lo humano para encontrar lo divino, es decir imitar a Jesús, vivir como Jesús y esto es ir en contra de muchos principios dogmáticos sociales y eclesiales.

Lo que hace más humano y construye el Reino de Dios en este mundo, son las personas que se parecen e intentan vivir como Jesús y no las gentes que sólo lo admiran y veneran.

Nuestra fe será plena cuando seamos seguidores y no admiradores de Jesús.

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