lunes, 2 de abril de 2012

LA FIGURA DE JUDAS EN LOS EVANGELIOS.

La liturgia de la Iglesia, en los días que preceden inmediatamente al jueves y viernes santo, insiste en recordar a Judas. Sin duda, este hombre evoca cosas muy importantes que los lectores de los evangelios deben tener siempre en cuenta. Si es que "Iscariote" significa "sicario", revolucionario violento, por más que esto no sea seguro, Judas nos recordaría que el proyecto de imponer un "bien", mediante la violencia, puede ser tan fuerte, que llegue a anular todo lo humano, bueno y entrañable que Judas había vivido juntos a Jesús.

El "caso Judas" pone en evidencia que la deshumanización puede estar presente en los momentos y en los actos que más nos humanizan. En el "caso Judas", la tradición a la amistad y a la vida puede estar en el centro mismo de la comensalía, en el momento en que compartimos la mesa y el pan, es decir, en el símbolo central de la "vida compartida".

En los evangelios sinópticos, le dan más importancia a este hecho al situarlo en la cena de la Pascua judía. Pero se sabe que esta cena no fue la "cena pascual", ya que se celebró un día antes (Jn 13,1;18,25), en el día de la Preparación, cuando se sacrificaban los corderos pascuales (Jn 19,14;cf.19,31.41). La última cena no fue un acto "religioso", sino una cena de despedida, un acto profundamente humano, cargado de intimidad, de miedos, de oscuridades. Y también de cinismos y traiciones. Todo como la vida misma. La vida de un hombre entre otros hombres. (J.M. Castillo).

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