Los cristianos hacemos de nuestra cuaresma y sobre todo de la Semana Santa, el mayor de los elogios triunfales del dolor, del tormento y del fracaso de la vida de Jesucristo en la Cruz.
Por que eso, y no otra cosa, es lo que hacemos cuando paseamos por nuestras calles, nuestras imágenes de amargura, soledad, tortura, agonía y muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Y todo ello curiosamente acompañado con el más lujoso de nuestros “ pasos “. Dando así un verdadero culto al dolor y al sufrimiento de Jesús en su paso por este mundo, buscando con ello seguramente nuestro acercamiento más sincero a Dios Padre y a Jesús, de manera que se nos permita nuestra ansiada salvación.
Sin duda alguna, ningún trozo evangélico ha sido tan distorsionado en su mensaje a lo largo de nuestras enseñanzas, que la llamada de Jesús a “ tomar la cruz “
He aquí la clave de mi meditación.
ES LA CRUZ SOLAMENTE PUNTO DE ENCUENTRO DE NUESTRA SALVACIÓN Y DE LA DEL MUNDO A TRAVÉS DEL SUFRIMIENTO Y EL DOLOR; O POR EL CONTRARIO EN LA CRUZ EMPIEZA PARA NOSTROS UNA NUEVA VIDA DONDE PODEMOS ENCONTRAR NUESTRA SALVACIÓN A TRAVÉS TAMBIÉN DE NUESTRA FELICIDAD; ES DECIR ES LA CRUZ ENCUENTRO DE FELICIDAD PARA EL CRISTIANO O ES SOLAMENTE ENCUENTRO DE TRISTEZA, DOLOR Y SUFRIMIENTO.
LA SALVACIÓN DEL CRISTIANO NO VIENE DEL SUFRIMIENTO DE LA CRUZ, SINO DE LA VIDA QUE NACE EN LA CRUZ.
Cómo leeremos el viernes en la pasión de Jesús, cuando escuchemos que al morir Jesús, el templo del cielo se abrió en dos. Es decir, se rompió la vida vieja, para empezar una nueva vida.
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