martes, 15 de junio de 2010

ANTE EL TEMOR POR EL FUTURO DE LA IGLESIA.....

Mons. Juan José Asenjo reflexiona en su carta semanal ( ver carta completa en http://www.archisevilla.org/index.phpoption=com_content&view=category&layout=blog&id=156&Itemid=217 ) del pasado domingo ( 13-6-2010 ), sobre el temor que algunas personas albergan sobre el futuro de la Iglesia ante los ataques de que es objeto en los últimos meses. El arzobispo sostiene que "en la coyuntura por la que está atravesando la Iglesia, el Señor nos invita a avivar nuestra fe en Él, sobre todo en los momentos en los que la barca de la Iglesia o la propia barquilla de nuestra vida es zarandeada y sacudida por el sufrimiento y el dolor. También entonces el Señor nos sigue queriendo y sigue velando sobre su Iglesia con su Providencia amorosa. Confiemos, pues, en Él, que no permitirá que seamos probados por encima de nuetras fuerzas. Él permite que el mal nos visite para nuestro bien, para nuestra purificación. Él nunca nos abandona, pues incluso en el momento de la muerte, nos está esperando para acogernos y abrazarnos", destaca.


Ante esta carta quisiera empezar diciendo que creo que debemos ya, de abandonar una lectura del momento actual en términos de crisis, secularización, desaparición de la fe…

Es verdad Monseñor que, " Dios nunca abandona a su Iglesia ". Pero si es verdad también, que nos envía a su Espíritu para que lo escuchemos y así no nos sintamos abandonados.

Por eso creo yo, que posiblemente necesitamos hacer una lectura más profética, introduciendo en nuestro horizonte otras preguntas:

-¿Qué caminos está tratando de abrir hoy Dios para encontrarse con sus hijos e hijas de esta cultura moderna?

-¿Qué relación quiere instaurar con tantos hombres y mujeres que han abandonado la Iglesia?

-¿Qué llamadas está haciendo Dios a la Iglesia de hoy para transformar nuestra manera tradicional de pensar, vivir, celebrar y comunicar la fe, de modo que propiciemos su acción en la sociedad moderna?

A veces, me sorprende nuestra agudeza para ver el pecado en la sociedad moderna y nuestra ceguera para verlo en nuestra Iglesia.

Necesitamos centrar a la Iglesia con más verdad y fidelidad en la persona de Jesús y en su proyecto del Reino de Dios. Muchas cosas habrá que hacer, pero ninguna más decisiva que esta conversión, la de volver al mensaje de Jesús. Una Iglesia más sencilla, fraterna y buena, humilde y vulnerable, que comparte las preguntas, conflictos, alegrías y desgracias de la gente. Creando nuevas formas y lenguajes de evangelización, basado en el diálogo y en nuevos carismas que nos permitan comunicar la experiencia viva de Jesucristo.

Nuestra formar de vivir va condicionando nuestra forma de pensar, pero el cambio en nuestra forma de pensar condiciona nuestra forma de vivir.

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