viernes, 14 de marzo de 2014

LA CUARESMA TIEMPO DE ORACIÓN, PARA LA CONVERSIÓN.

Jesús dijo a sus discípulos: Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. ¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pez, le da una serpiente? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará cosas buenas a aquellos que se las pidan! Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas (Mt 7, 7-12).

Aunque, la interpretación y la utilización, que hacemos de este texto evangélico, es para dar fundamento a la oración de petición, que posiblemente es la más utilizada por todo nosotros, y las más frecuentes, que se producen en cualquier experiencia religiosa, como lo demuestra, los estudiosos de la historia y la fenomenología de las religiones.

Pero en los textos evangélicos que leeremos en esta cuaresma, empezando por el domingo próximo, veremos que la ORACIÓN, en Jesús tiene otro fin. Los Evangelios, nos narran, como Jesús dedicaba ciertas noches al diálogo con El Padre, (Mt 14, 23-25). Jesús pasaba las noches en oración. Y rezó intensamente antes de la pasión y en el momento mismo de morir.

Jesús nos dejó claro que la oración, no por ser prolongada o de mucha palabrería, va a ser más eficaz. Lo determinante no es el mucho tiempo que se reza, sino la sinceridad, la verdad, la transparencia de nuestro "deseo" hecho oración, de manera que nos conduzca a una transfiguración, como Jesús.

Por eso, es frecuente en Cuaresma, ver en la comunidad cristiana, las oraciones comunitarias, de via-crucis, rosarios, triduos y quinarios. Y eso, está también, ya que, Jesús no sólo nos dejo claro que la oración individual es necesaria, sino que la comunitaria también. Por eso, nos enseño la oración comunitaria más hermosa, EL PADRE NUESTRO. Pero tan cierto como eso, podemos decir también, que no puede existir oración comunitaria, si no existe la oración individual. Ya que en la oración individual, es donde llevamos a cabo, el verdadero diálogo entre Dios y nosotros. Cómo Jesús, nos enseñará en el evangelio del próximo domingo.

El fruto, el éxito y la eficacia de la oración está en la oración misma, en la escucha abierta y sin límites. El fruto de la oración es la fuerza y la paz del Espíritu sobre nosotros. Ese es el aliento que el Padre siempre nos da. Porque es el que más necesitamos.

En la Cuaresma, Cristo nos invita a cambiar de vida, en la ORACIÖN individual. La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma, en la ORACIÓN comunitaria, como un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras buenas.

Complementaremos esta reflexión con el comentario del Evangelio del próximo domingo, segundo de cuaresma, que escribiré mañana.


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