Más de 25.000 personas
asistieron a la macrobeatificación de Tarragona, de 522 españoles "asesinados
por su fe durante la Guerra Civil española".
La ceremonia fue presidida
por el cardenal Amato en nombre del Papa. Pero donde el Papa Francisco se hizo
presente con un videomensaje, en el que, entre otras cosas, señaló
que los mártires son el claro ejemplo de que "Cristo nos primerea en el
amor". Su enviado, el cardenal Angelo Amato denunció que los mártires no
son "caídos de la guerra civil", sino "víctimas de una radical
persecución religiosa, que se proponía el exterminio programado de la
Iglesia".
Mi reflexión de hoy, no va
encaminada a dudar por ningún momento de la beatificación de de los 522 beatos, ni del
blindaje que esta beatificación puede suponer para algunos en la reciente
historia de España, que como cualquier obra humana está llena de luces y
sombras. Mi reflexión va sobre los eventos mediáticos de la Iglesia Católica.
Debe ser notable, que Europa
se descristianiza y son cada vez menos los seguidores de la Iglesia Católica y
esto preocupa en Roma. Pues ya en el Pontificado de Juan Pablo II, fue
sorprendente el número de eventos masivos organizados de forma mediática, con
el fin de seguir mostrando al mundo que la religión católica está viva, de que
el Papa es importante, de que los Obispos tienen una presencia social a tener
en cuenta. Concentraciones que se preparan cuidadosamente y en las cuales se
invierte una asombrosa cantidad de dinero. Posiblemente con el fin de que el
mundo nos vea, más que como proceso evangelizador.
Creo que deberíamos realizar
un profundo análisis sobre cómo estamos orientando la presencia de la Iglesia
en el mundo. El Evangelio no consiste en concentrar a personas en un
espectáculo de masa, si no en vivir el Espíritu que se desprende de él. Pues el
resultado está después en nuestra vida cotidiana al contemplar como nuestros
templos se encuentran cada vez más vacíos.
Necesitamos centrar a la
Iglesia con más verdad y fidelidad en la persona de Jesús y en su proyecto del
Reino de Dios. Muchas cosas habrá que hacer, pero ninguna más decisiva que esta
conversión, la de volver al mensaje de Jesús. Una Iglesia más sencilla,
fraterna y buena, humilde y vulnerable, que comparte las preguntas, conflictos,
alegrías y desgracias de la gente. Creando nuevas formas y lenguajes de
evangelización, basado en el diálogo y en nuevos carismas que nos permitan
comunicar la experiencia viva de Jesucristo. No sé, la verdad, si con estos
eventos tan masivos conseguimos construir la Iglesia que nació del mensaje de
Jesucristo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario