El Evangelio del próximo domingo, nos invitará a la gran
aventura de seguir a Jesús. Por eso, creo que debemos reflexionar un poco sobre
la gran misión profética de Jesús, para poder así comprender mejor su vida
pública y su contagio a seguirlo.
Lo que en primer lugar debemos dejar muy claro, es que Jesús
fue un hombre plenamente religioso, abierto al Espíritu del Padre desde el
bautismo, y que desde esa experiencia desarrollo un nuevo concepto de Dios.
Este nuevo concepto de Dios, Jesús lo desarrolla como
profeta y no como sacerdote. Ya que Jesús no fue sacerdote. Aunque en la Carta
a los Hebreos, se le aplica este título varias veces a Jesús. Exceptuando la
carta a los Hebreos, en ningún escrito del N. T. se designa a Jesús como
sacerdote. Además, es importante recordar que en los evangelios, lo que se
recoge es el convencimiento de que Jesús fue un Profeta.
"¿Quién es éste", se preguntaba la gente, los
discípulos, los maestros de la Ley. ¿Quién decís vosotros que soy yo", les
pregunta el mismo Jesús a los Doce. La respuesta fue siempre la misma: Jesús
era un profeta. Lo decía la gente (Mc 6, 15; 8, 27-28; Lc 7, 39, etc).
Por lo tanto, el proyecto de Jesús no fue un proyecto
sacerdotal, asociado al Templo, al altar, al culto litúrgico. El proyecto de
Jesús fue un proyecto profético, asociado a la vida, al ser humano. Por eso, en
el Evangelio queda patente, una vez más, la antigua y tradicional tensión entre
el "sacerdote" y el "profeta".
De aquí, que los evangelistas recojan muy bien como el
mensaje de Jesús es acogido en Galilea y como es controversia en Jerusalén.
Galilea era una región pobre, de personas humildes y sencillas, alejadas del
poder y la religión, que se encontraba en Jerusalén. Es en Jerusalén cuando
Jesús, tiene problemas y especialmente con los hombres de la religión. Que
podemos deducir de aquí, que el proyecto de Jesús fue mejor acogido en las
personas sencillas y humildes, que en las personas acomodadas y poderosas,
entre los que se encontraban los sacerdotes.
Dos mil años después, podemos comprobar, que el mensaje de
Jesús, es más acogido entre las personas que no tienen nada, de las cuales
algunas ni son creyentes, que de las personas que nos encontramos bien
acomodadas y en entornos altamente religioso.
Posiblemente debemos pedir a Dios más sacerdotes para su
Pueblo, pero también debemos pedir vocaciones proféticas.
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