Ante este acontecimiento, han nacido diversidad de opiniones, pensamientos y por que no decirlo enfrentamientos, entre los que son partidarios de que se produjera el desalojo y de los que piensan que la Iglesia debía de acoger a esos desahuciados. Entre los que piensan que quién dio la orden para que la policía entrara en la Catedral y de los que dicen que defienden al Sr. Obispo que seguro no dio esa orden.
Posiblemente no digo que esas personas que ocuparon la Catedral, no pretendieran encontrarse con la comunidad ni apoyarse en ella, sino sólo utilizar, no sé si decir instrumentalizar, el edificio que le representa, como han dicho ciertas voces jerárquicas de la Iglesia. Como bien recordó también el Arzobispo Castrense que la Iglesia no cierra las puertas a nadie y menos a los desahuciados. Lógicamente ha todo esto están los que piensan que toda la demagogia del mundo es poca contra quienes resuelven el encierro de desahuciados en una Iglesia, con la policía.
Pero desde mi punto de vista y como miembro de la Iglesia que me considero y con el máximo respeto a los Pastores eclesiales, lo que clama al cielo es que el Obispo de la diócesis, no se acercará a escuchar, simplemente a escuchar a esas personas, independientemente de los acontecimientos que se tuvieran que llevar a cabo después. Pero el Obispo pienso que tuvo que ir a escuchar y compartir con esas personas sus inquietudes y sus problemas.
Lo que si debemos de tener claro todos es que la religión, nunca debe de servir para dividirnos, sino para unirnos en un mismo proyecto, ser portadores del Amor de Dios, siguiendo el estilo de vida de Jesús.
La iglesia y la política van unida de la mano, el poder es lo que tiene y esto es lo que corrompe, desde el momento en que te preocupas más por un bien material que por la persona, te has vuelto un ser sin valores con todo lo que ello implica.
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