Queridos amigos: estoy
enviando para divulgación este texto de apoyo al Papa Francisco que nació
dentro del II Congreso de Teología Continental realizado entre los días 26-30
de octubre en la ciudad de Belo Horizonte, Brasil bajo el título: “Iglesia que camina
con Espíritu y desde los pobres" con la presencia de cerca de 300
representantes del Continente, de Europa, de Canadá y de Estados Unidos.
Querido Papa Francisco:
En América Latina, en Brasil
y en el Caribe y en otras partes del mundo somos muchos los que seguimos con
preocupación la cerrada oposición y los ataques que le hacen minorías
conservadoras, pero poderosas, desde dentro y fuera de la Iglesia. Perplejos, hemos
presenciado algo inusitado en los últimos siglos: la rebelión de cardenales conservadores contra su modo de
conducir el Sínodo y, sobre todo, la Iglesia Universal.
La carta estrictamente personal, de un grupo de Cardenales dirigida a Usted, fue
pasada a la imprenta anticipadamente a la encíclica Laudato Si' en clara
violación los principios de un periodismo ético.
Tales grupos conservadores
postulan una vuelta al modelo de Iglesia del pasado, concebida como una
fortaleza cerrada más que como «un hospital de campaña con las puertas abiertas
para acoger a quien llama»; Iglesia que deberá «buscar y acompañar a la
humanidad de hoy, con las puertas abiertas, ya que con las puertas cerradas se
traiciona a sí misma y a su misión y, en vez de ser puente, se convierte en
barrera». Estas fueron sus valientes palabras.
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Recordamos a los que se le oponen las cosas
más obvias del mensaje de Jesús
Las actitudes pastorales del
tipo de Iglesia propuesto en sus discursos y en sus gestos simbólicos se
caracterizan por el amor cálido, por el encuentro vivo entre las personas y con
Cristo presente entre nosotros, por la misericordia sin límites, por la
"revolución de la ternura" y por la conversión pastoral. Esto implica
que el pastor tenga "olor a oveja", porque convive con ella y la
acompaña a lo largo del camino.
Lamentamos que tales grupos
conservadores, lo que más hacen, es decir no. No a la comunión de los
divorciados vueltos a casar; no al reconocimiento de los homoafectivos; no a
cualquier apertura al mundo que implique cambios sustantivos.
Tenemos que recordar a estos
hermanos las cosas más obvias del mensaje de Jesús. Él no vino a decir no. Al
contrario, él vino a decir sí. San Pablo, en la segunda epístola a los
Corintios, nos recuerda que "en el Hijo de Dios todo ha sido sí... porque
todas las promesas de Dios son sí en Jesús" (2Cor 1,20).
En el Evangelio de San Juan,
Jesús dice explícitamente: "Si alguno viene a mí, yo no le rechazaré
nunca" (Jn 6,37). Podía ser una prostituta, un leproso, un teólogo temeroso
como Nicodemo: a todos acogió con su amor y su misericordia.
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La característica fundamental del Dios de
Jesús
La característica
fundamental del Dios de Jesús, "Abba", es su misericordia sin límites
(Lc 6,36) y su amor preferencial por los pobres, los enfermos y los pecadores
(Lc 5,32; 6,21). Más que fundar una nueva religión con feligreses piadosos,
Jesús vino a enseñarnos a vivir y a realizar los bienes de su mensaje central,
el Reino de Dios, que son: el amor, la compasión, el perdón, la solidaridad, el
hambre y sed de justicia y el hacernos sentir hijos e hijas amados de Dios.
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Cuando prevalece el poder, desaparece el amor
Los intentos de deslegitimar
su modo de ser Obispo de Roma y Papa de la Iglesia universal serán vanos,
porque nada se resiste a la bondad y a la ternura de las que Usted nos da un
ejemplo espléndido. Por la historia sabemos que cuando prevalece el poder, como
a ellos les gustaría que prevaleciese, desaparece el amor y se extingue la
misericordia, valores centrales de su predicación y de la de Jesús.
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Queremos mostrar total apoyo a su persona y
ministerio
En este contexto, nosotros
cristianos abiertos a los desafíos del mundo actual, ante la nueva fase
planetaria de la historia y las amenazas que pesan sobre el sistema-vida y el
sistema-Tierra, valientemente señaladas en su encíclica Laudato Si' sobre
"el cuidado de la Casa Común", queremos cerrar filas a su alrededor y
mostrar nuestro total apoyo a su persona y a su ministerio, a su visión
pastoral abierta de Iglesia y a la forma carismática por la cual hace que
sintamos nuevamente a la Iglesia como nuestro hogar espiritual. Y tanta gente
de otras Iglesias y religiones y del mundo secular lo apoya y lo admiran por su
manera de hablar y de actuar.
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La Iglesia católica es hoy del Tercer Mundo,
no euerocéntrica ni vaticanocéntrica.
No está desprovisto de
significación el hecho de que la gran mayoría de los católicos viva en las
Américas, en África y en Asia, donde se constata una gran vitalidad y
creatividad en diálogo con las distintas culturas, mostrando múltiples rostros
de la misma Iglesia de Cristo. La Iglesia católica es hoy una Iglesia del
Tercer Mundo, pues sólo el 25% de católicos vive en Europa. El futuro de la
Iglesia se juega en estas regiones donde el Espíritu sopla con fuerza. No darse
cuenta de este hecho es seguir siendo eurocéntrico y vaticanocéntrico.
La Iglesia Católica no puede
ser rehén de la cultura occidental, que es una cultura regional, por grandes
que sean los méritos que haya acumulado. Es necesario que se desoccidentalice,
abriéndose al proceso de mundialización que favorece el encuentro de culturas y
caminos espirituales.
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A Vd. le toca lo que al Maestro y los
apóstoles: ser malentendido, calumniado y perseguido.
Querido Papa Francisco:
Usted participa del destino del Maestro y de los apóstoles, que también fueron
malentendidos, calumniados y perseguidos.
Pero estamos tranquilos
porque sabemos que Usted asume tales tribulaciones según el espíritu de las
bienaventuranzas. Las soporta con humildad. Pide perdón por los pecados de la
Iglesia y sigue los pasos del Nazareno.
Queremos estar a su lado,
apoyarle en su visión evangélica y liberadora de la Iglesia, darle coraje y
fuerza interior para actualizarnos, con palabras y gestos, la tradición de
Jesús hecha de amor, de misericordia, de compasión, de intimidad con Dios y de
solidaridad con la humanidad que sufre.
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Con Vd. queremos seguir mostrando que el
Evangelio es una propuesta buena para toda la humanidad. Estamos a su lado.
En fin, querido Papa
Francisco, siga mostrándonos a todos que el evangelio es una propuesta buena
para toda la humanidad, que el mensaje cristiano es una fuerza inspiradora en
el "cuidado de la Casa Común" y generadora de una pequeña
anticipación de una Tierra reconciliada consigo misma, con todos los seres
humanos, con la naturaleza, y en especial con el Padre que mostró tener características
de Madre de infinita bondad y ternura. Al final, juntos podremos decir:
"todo es muy bueno" (Gn 1,31).
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