El próximo domingo día 22 de
Marzo, todos los andaluces mayores de edad, estamos convocados a las urnas para
elegir a quienes nos representarán y gobernarán en los próximos cuatro años, en
el gobierno regional.
En estos últimos meses,
estamos viviendo la aparición de ciertos movimientos y respuestas ciudadanas,
al descontento de la vida política andaluza. Parte de este movimiento aconseja
el no ir a votar.
Ante esto, yo quiero decir,
que posiblemente la democracia que tenemos, no sea la perfecta; pero sí es la
que nos permite a todos expresarnos y manifestarnos no sólo el día de las
votaciones, sino días antes de las votaciones. Es verdad que la clase política
está desprestigiada, y esto hace que posiblemente, no tengamos políticos de más
altura. Es verdad, que existe un gran desencanto en el pueblo, por su clase
política, pensando que todos son iguales. Pero no debemos de olvidar, que la
política es, en principio, una actividad digna y noble, a pesar de todos los pesares
y es obligación nuestra ayudar a su regeneración en los casos en que se haya
degradado.
Por ello, la participación
en unas elecciones, es un deber cívico ineludible y un acto de responsabilidad
a favor del bien común.
En las actuales circunstancias
no es fácil saber para muchos a quién se debe votar. En todo caso, es algo que
pertenece a la conciencia personal. Lo que no podemos es estos momentos tan
difíciles para muchos de nuestros vecinos, familiares, amigos, etc.., es
dejarnos llevar por la rutina, por el cansancio o la minusvaloración del
ejercicio del voto. Ni mucho menos votar a un determinado partido por razones
injustificadas: “siempre he votado a...”, “es que yo soy de derechas...”, “es
que yo soy de izquierdas...”, “a mí el que me gusta es...”. Yo sé, que muchos
dicen, que esto es Coca Cola o Pepsi Cola, y es verdad, pero son nuestras
reglas de juego en estos momentos.
Teniendo en cuenta desde mi
punto de vista que, en estos tiempos, el concepto de izquierda o derecha, son conceptos
ya trasnochados y antiguos, pues la realidad nos lo demuestra.
Hoy debemos de hablar y
centrarnos en personas que buscan el progreso de la humanidad desde el mismo
concepto humano, que en función de las circunstancias sociales, económicas y
políticas, actúan con verdadera justicia e igualdad.
Una persona o grupo político
es progresista, cuando actúan como unos buenos gestores de la comunidad, en
todos sus ámbitos económicos, sociales, culturales, éticos y religiosos.
No se puede tolerar la
tardanza en los gobernantes en reconocer y asumir crisis y adoptar medidas
tardías, que con su engaño y mentira perjudican a los más indefensos de la
sociedad. Pues, mientras que con dinero público, el de todos, hemos lavado a
uno de los causante de esta crisis económica como ha sido el sector bancario.
El cual, después de ser ayudado, en estos momentos, son incapaces de perdonar a
aquellos que no pueden pagar su hipoteca, y que le devuelven el piso, la casa,
el local o la nave industrial, y no consideran con ello extinguida su deuda.
Está crisis, ha sido el
claro reflejo de la codicia humana. De la codicia de unos cuantos, que no han
sufrido la oposición de unos gobernantes, que tendrían que haber velado por el
interés de la mayoría, en lugar del de una minoría.
Me desconcierta unos
gobernantes que dicen defender a los más desfavorecidos de la sociedad y que
recortan ayudas sociales. Además de no valorar el esfuerzo social de esos más
desfavorecidos, que pierden derechos a cambio de mantenerse grandes puestos en
la clase política.
Lo bueno de la democracia,
es que cuando uno no cumple, existe la posibilidad de quitarlo y dejar paso a
otro, aunque sea Coca Cola en lugar de Pepsi Cola.
La votación, en una sociedad
democrática, es un acto cargado de responsabilidad ética personal. Por eso, los
cristianos católicos tenemos el deber y la obligación de ir a VOTAR el próximo
domingo día 22.
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