viernes, 2 de mayo de 2014

MAYO, EL MES DEDICADO A MARIA

Hubo un tiempo no muy lejano y que aún perdura en la mente de muchos buenos cristianos; en que la enseñanza de la Iglesias, a través de la predicación de los sacerdotes, en donde la Buena Noticia impregnada en el Evangelio había desaparecido. Volvimos a presentar, al Dios terrible del Antiguo Testamento, al que castiga severamente, al que manda a sus hijos al infierno, al Dios que da miedo.

Pero el pueblo cristiano fue mucho más inteligente, mucho más cristiano que sus jefes y sus teólogos, y desplazó lo más cristiano de los atributos de Dios y de Jesús a la madre de Jesús, a María. Madre de misericordia, refugio de pecadores, consuelo de afligidos, auxilio de los cristianos...

Naturalmente, a María se le transfirieron también otros atributos divinos, para corroborar la fiabilidad de nuestra confianza: medianera de todas las gracias, sin pecado original, asumpta al cielo, reina de todo lo creado; (hasta seguimos invocándola como "madre del Creador", sin que nadie que yo sepa haya reparado en la formidable contradicción de esos dos términos juntos).

No hay palabras ni sentimientos capaces de agradecer suficientemente a María, la madre de Jesús, la salvación de todo lo que más caracteriza a la religión de Jesús, a la Buena Noticia: sentirse querido, saber que alguien siempre te comprende, te perdona y te acoge, alguien a quien no temer, alguien que no lleva cuentas de mal, que lo olvida todo, que lo espera todo...

Y Uds. dirán, que porque digo esto. Mayo es el mes por excelencia dedicado a María. Pero sigue, siendo el mes también que guarda más tradiciones populares en torno a María. Acontecimientos que posiblemente quedan estancados y no actualizan el concepto de María en el misterio de Cristo y de la Iglesia.

Cuando el Concilio Vaticano II, no sin dificultades, hizo el esfuerzo de situar la figura de María no solamente a la luz del misterio de Cristo, sino también y muy particularmente a la luz del misterio de la Iglesia, no hizo otra cosa que volver a la mejor tradición eclesial, cuando María ocupaba ya en la comunidad creyente " el lugar más alto y a la vez más próximo a nosotros " ( LG 54 ). Por eso, cuando presentamos a María como " prototipo de la Iglesia ", no se hace en un sentido pasivo como el que hace una copia. Sino que se hace con un sentido profundamente activo. Por ello, creo que podríamos hoy preguntarnos ¿Cuáles podrían ser los rasgos de una Iglesia más mariana en nuestros días?

- Una Iglesia que fomenta la " ternura maternal " como María. Es decir, una Iglesia de brazos abiertos, que no rechaza a nadie, sino que acoge.

- Una Iglesia que como María proclama la grandeza de Dios y su misericordia.

- Una Iglesia que como María se convierte en signo de esperanza por su capacidad de dar y transmitir la vida.

- Una Iglesia humilde como María, siempre a la escucha de su Señor.

- Una Iglesia del " Magníficat ", que no se complace en los soberbios, potentados y ricos de este mundo, sino que busca pan y dignidad para los pobres y hambrientos de la tierra, sabiendo que Dios está de su parte.

- Una Iglesia atenta al sufrimiento de todo ser humano, que sabe, como María olvidarse de sí misma y " marchar de prisa " para estar cerca del que necesita
esta ayudado.

En María tenemos un hermoso ejemplo. María modelo de fe, modelo de esperanza, modelo de vida con los signos de los tiempos.


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