El Evangelio que se
proclamará el próximo domingo tiene muchas reflexiones que atender. Entre una
de ellas es, como será ese pequeño rebaño de los discípulos de Jesús y porque
no deben de temer.
Después de siglos de
“imperialismo cristiano”, los discípulos de Jesús hemos de aprender a vivir en
minoría. Es un error añorar una Iglesia poderosa y fuerte. Es un engaño buscar
poder mundano o pretender dominar la sociedad. El evangelio no se impone por la
fuerza. Lo contagian quienes viven al estilo de Jesús haciendo la vida más
humana.
La década de los años 60 del
siglo pasado, fue sin duda alguna, una década del inicio de una nueva formar de
ver el mundo y la realidad. Y la Iglesia no fue ajena a todo ello. Por ello,
desde los años 1962 al 1965 se lleva acabo unos de los Concilios Ecuménicos más
importante de la Iglesia Católica, que debió poner nuevos horizontes a la
Iglesia. Tanto es así, que en 1969, el hoy Papa Benedicto XVI, entonces teólogo
Ratzinger, de 42 años, hacía unas muy interesantes manifestaciones. Que merecen
la pena volver a leerlas hoy.
Decía Ratzinger:
“Después de las actuales
crisis, la Iglesia que surgirá mañana tendrá que ser despojada de muchas cosas
que ahora todavía mantiene. Será una Iglesia bien más pequeña. Y tendrá que
recomenzar como lo hizo en sus principios. Ya no tendrá condiciones de llenar
los edificios que han sido construidos en sus periodos de gran esplendor.
Con un número bien menor de
seguidores, perderá muchos de los privilegios que ha acumulado en la sociedad.
Al contrario de lo que viene aconteciendo hasta el presente momento, ella
surgirá mucho más como una comunidad de libre opción… Siendo entonces una
Iglesia menor, va a exigir mayor participación y creatividad de cada uno de sus
miembros.
Ciertamente aprobará formas
nuevas de ministerios; convocará al presbiterado cristianos comprobados que
ejercen simultáneamente otras profesiones… Todo eso va a tornarla más pobre;
será una Iglesia de gente común. Claro está que todo eso no va acontecer de un
momento a otro. Va a ser un proceso lento y doloroso”.
(Titulo artículo: EL JUICIO
AL PAPA BENEDICTO XVI Autores: Jeff Israely y Howard Chua-Eoan.Fuente: Time
Magasin ).
Han transcurrido 50 años de
esas manifestaciones del teólogo Ratzinger - Perito teólogo del Concilio
Vaticano II -.
Sin embargo, hoy, estas
mismas personas con poder de decisión en la Iglesia, no niegan que las
pronunciaran, pero tan poco son capaces de poner solución a esta situación
endémica que se ha enquistado y que requiere mucha voluntad por parte de la
jerarquía para ir dando soluciones y aceptar la línea comprometida con el mundo
actual y “los signos de los tiempos” que protagonizó el Concilio Vaticano II.
La Iglesia vuelve una y otra
vez sobre sí misma mirándose el ombligo cuando su centro debiera ser “el Reino
de Dios” y no el eclesiocentrismo. Mientras tanto en la sociedad se está dando
un gran cambio y la Iglesia no ve, no intuye “los signos de los tiempos”.
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