sábado, 25 de agosto de 2012

EVANGELIO DOMINGO 26 DE AGOSTO DE 2012. 21ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO.

Evangelio según san Juan 6,60-69.


En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: -«Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?».
Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: -«¿Esto os hace vacilar?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen.».
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo: - «Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede.». Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.
Entonces Jesús les dijo a los Doce: - «¿También vosotros queréis marcharos?»
Simon Pedro le contestó: - «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.»


COMENTARIO.

El evangelio que nos presenta la liturgia de este domingo, es la continuación al del domingo pasado, el cual terminaba diciendo:” Éste es el pan que ha bajado del cielo; no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que como este pan vivirá para siempre”. Lógicamente, estas palabras pronunciadas en la sinagoga de Cafarnaúm, resultaban dura de oír, por el pueblo judío, ya que Jesús les recordaba que sus padres comieron el maná en el desierto y murieron. Y, es que ellos no entendieron, que en Jesús no iban a encontrar la teología de los escribas, ni una religión fundamentada en la Ley. Por eso, el evangelio, a continuación nos recoge y nos transmite también, como Jesús siente el primer rechazo y abandono por parte de algunos de los discípulos.

El evangelista, en este pasaje de su evangelio, nos quiere dejar también muy claro la experiencia de esas primeras comunidades cristianas que continuaran siguiendo a Jesús. Y continuaron, porque ellas en Jesús, se encontraron con alguien lleno de la experiencia de Dios, de un Dios lleno de misericordia y amor, capaz de alimentar nuestras vidas y de darle sentido a la vida.

Esa experiencia cristiana de las primeras comunidades, debe de ser la experiencia de nosotros y de nuestras comunidades también en nuestros días. La experiencia consiste en alimentar nuestras vidas en Jesús, descubriendo la fuerza que encierra para transformarnos poco a poco a lo largo de nuestros días. Haciendo de nuestras vidas un inmenso deseo de vivir y hacer vivir a los demás.

ÁBRETE Y DEJATE ALIMENTAR DE LA EXPERIENCIA DE JESÚS. PÁSALO

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