jueves, 2 de agosto de 2012

EL MISMO ESPÍRITU DE ABNEGACIÓN, EL MISMO DE SACRIFICIO...DESPUÉS DE 137 AÑOS. COMPAÑIA DE LAS HERMANAS DE LA CRUZ.

El post de hoy, lo dedico a la comunidad de la Hermanas de la Cruz en su 137 aniversario de su fundación.


El 2 de agosto de 1875, se inauguraba la vida de comunidad de lo que hoy es el la Compañía de las Hermanas de la Cruz, en un cuartito con derecho a cocina, de la casa nº 3 de la calle San Luis, alquilado con el dinero que dejaba la mayor de las tres primeras compañeras de Angelita (hoy Santa Ángela de la Cruz). Desde aquel día comenzaron sus visitas y asistencias a los pobres, con tal fervor que aquel día se olvidaron de preparar la propia comida. Fervor que continúan hoy en día, como ese primer día.

Cuando en 1925 se cumplieron los primeros cincuenta años de la fundación del Instituto Sor Ángela escribió en su "Carta de año" a las Hermanas cuál era su anhelo para este tiempo nuestro:

Y después de los cien años, la (persona) que vea una Hermana de la Cruz pueda decir:

Se ve a las primeras, el mismo hábito exterior y el mismo interior; el mismo espíritu de abnegación, el mismo de sacrificio...

Son las mismas, la providencia para los pobres; dan de comer al hambriento, visten al desnudo, buscan casa a los peregrinos, visitan a los enfermos, los limpian, los asean, los velan sacrificando su reposo.

Son todas para los pobres, mirándolos no sólo como hermanos, sino como señores, y los acompañan y están con ellos a su lado......

No han transcurrido cien años, sino 137 años y puedo asegurar que son las mismas, la providencia para los pobres; dan de comer al hambriento, visten al desnudo, buscan casa a los peregrinos, visitan a los enfermos, los limpian, los asean, los velan sacrificando su vida en ellos, enseñándonos que en la humanidad encontramos a Dios.

Queridas Hermanas en la fe, que me acogéis diariamente en la Eucaristía que celebramos en vuestra casa, al comenzar el día. Espero que hoy, vuestro rostro lleno de felicidad, sea un impulso más para Uds. y para nosotros en el verdadero compromiso por la construcción del Reino de Dios. Ser sal en el mundo, testimonio de desprendimiento, de pobreza, de humildad, de vida religiosa íntegra y coherente.

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