Evangelio según San Mateo
17, 1-9
En aquel tiempo, Jesús tomó
consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una
montaña alta. Se transfiguró delante de ellos y su rostro resplandecía como el
sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron
Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a
Jesús: "Señor, ¡qué hermoso es estar aquí! Si quieres, haré tres chozas:
una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". Todavía estaba hablando
cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube
decía: "Este es mi Hijo, el amado, el predilecto. Escuchadle". Al
oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y
tocándoles les dijo: " Levantaos, no temáis". Al alzar los ojos no
vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les
mandó: "No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del Hombre resucite
de entre los muertos".
COMENTARIO.-
La transfiguración del
Señor, es un acontecimiento que está narrado en los evangelios sinópticos, en
Mt 17, 1-6; Mc 9, 1-8 y Lc 9, 28-36. La Iglesia recuerda este hecho (cuya fecha
no está confirmada y verificada) el 6 de agosto y el segundo domingo de
cuaresma.
Debemos tener presente al
leer este pasaje evangélico; que los evangelios se escribieron 50 o 60 años
después de la muerte de Jesús y lógicamente bajo la experiencia religiosa
vivida por los apóstoles y del resucitado en las primeras comunidades. Por eso
es imposible saber con seguridad lo que, en este episodio, hay de historia real
o de experiencia religiosa. En todo caso, lo que debemos es sin duda alguna
extraer alguna enseñanza.
La primera enseñanza que
debemos sacar es la importancia, que para Jesús tiene la ORACION, como fuente
de unión con el Padre. Esto intenta enseñárselo también a sus discípulos, por
eso nos dice el evangelio: " Jesús se llevó a Pedro, a Juan y A Santiago a
lo alto de una montaña para orar ". El evangelista, nos quiere hacer ver
la importancia de la oración en Jesús, de forma que está lo transfiguraba. Es
decir, realizaba en él un cambio de forma de modo tal, que revela su verdadera
naturaleza. Jesús revela el Dios del Amor, Moisés representa el Dios de la Ley.
Jesús es la transformación de lo antiguo a lo nuevo. Esa armonización de lo
antiguo a lo nuevo está reflejada en la voz de Dios: " Éste es mi hijo, el
escogido; escuchadle”. Quedando más claramente explicado después por el
evangelista en la expresión: " Jesús se encontró sólo”. Ósea, que sólo el
seguimiento de Jesús es lo que basta.
La segunda enseña, que
debemos extraer, de este pasaje evangélico y de la fiesta que celebramos hoy,
es si nuestra oración nos transfigura también como a Jesús.
Hay personas que le da más
importancia a las leyes religiosas, al templo, al culto religioso, a las
imágenes, a los sacerdotes, al papa, olvidándose que lo determinante en nuestra
vida es Jesús, y el seguimiento a Jesús, ya que él es la luz y el motor de
nuestra vida. Solo él.
También la Iglesia como
pueblo, debe escuchar a Jesús, y sentirse llamada a la transfiguración, e
invitada a salir de su conformismo, romper con un estilo de vida que sea ha ido
conformando con los tiempos y empezar a abrirse y estar atenta a la
interpelación que nos llega de los signos de los tiempos.
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