Nos encontramos en el
ecuador de la cuaresma, camino de preparación para celebrar la Pascua de
Resurrección. Nos quedan dos semanas para celebrar, el momento culmen de la
vida y del pensamiento cristiano.
Creo, que es un momento,
para hacer una pequeña parada en este camino y reflexionar un poco sobre lo que
llevamos andado y sobre lo que nos queda por andar. Es momento quizás de
preguntarnos:
¿Qué sentimos los seguidores
de Jesús cuando nos atrevemos a creer de verdad que Dios ha
resucitado a Jesús? ¿Qué vivimos mientras seguimos caminando tras sus pasos?
¿Cómo nos comunicamos con él cuando lo experimentamos lleno de vida?
Indiscutiblemente, el tema
central y como resulta evidente, es la vida. Más exactamente, el triunfo de la
vida sobre la muerte. Y es el triunfo de la vida sobre muerte, como efecto de
un cariño intenso.
Es bien probable que en la
cabeza de la mayor parte de nosotros, la idea de «resurrección» sea una idea
equivocada.
Lo primero que debemos de
tener claro es que no es lo mismo revivir que resucitar. Revivir, es volver al
mismo tiempo y espacio en el que estás viviendo y luego
volvió a morir. La Resurrección, debemos de entenderla dentro de la superación del
espacio y del tiempo y que trasciende todas las dimensiones de la
historia, es el trascender de esta vida. De aquí la enorme dificultad que
tenemos para comprender y aceptar la resurrección de Jesús. Y también nuestra
resurrección.
Si la resurrección no
acontece dentro de la historia, sino más allá de ella, resulta lógico
decir que la resurrección se acepta, no por la evidencia que se impone, sino
por la fe que se acepta. Pero sabemos que la fe es siempre un acto libre,
que se basa en una decisión en libertad. Y la libertad nunca da seguridad
total. Por eso es correcto decir que el Resucitado es una fuente de esperanza.(Castillo).
En definitiva podemos decir,
que la resurrección, significa que Jesús es el gran argumento, que el cristiano
ofrece a la humanidad, para mostrar que la vida es más fuerte
que la muerte. La resurrección, es cuando nosotros confesamos que somos
seguidores de Jesús y nuestro destino no es la muerte, sino la vida y, la vida
en el mundo que nos ha tocado vivir, en la medida que hacemos felices a todos
los que nos rodean.
Porque nunca deberíamos
olvidar que la resurrección en la otra vida, comienza en esta. Ya que existen
personas que por ser fieles a sus creencias en la eternidad, menosprecian otras
creencias, menosprecian a las personas, y crean en su alrededor una vida totalmente
deshumanizada, olvidándose que, en el Resucitado nació la humanización de Dios.
La eternidad comienza cuando
humanizamos a Dios en esta vida y no cuando solamente divinizamos a Jesús en la
otra vida.
El Evangelio del próximo
domingo –que pondré mañana- nos ayudará a concretar más todo este camino que
seguimos andando de nuevo hacia la Pascua de Resurrección.
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