Querida Hermana.
Me siento que escribirte es
como lanzar una botella al mar. ¿Llegará? ¿Se perderá? No sé.
Hace un año ahora de tu
muerte. Y las cosas han cambiando mucho y no han variado nada. Soy ese hombre
de fe que, dejaste con sus dudas, en la vida eterna. No sé. Sí creo que, debe
haber algo. Pero ¿debe porque yo lo necesito porque no soporto la idea de la
muerte?. Pienso que debe haber algo, aunque seguro que no tiene nada que ver
con lo que nos imaginamos.
Tengo ganas de hacer cosas.
Tengo ganas de vivir. Pero duele igual que ayer no tenerte. Ha sido un año
lleno de preguntas. Donde mi mente se ha tenido que ir adaptando a la nueva
situación. Lo peor de este año son los momentos en que te das cuenta que no
estás. La ausencia me duele mucho. Pero sigo sintiendo la presencia, como si no
te hubieras ido del todo, especialmente cuando me reúno con tus hijos.
La manera de ver la vida me
ha cambiado. La aprecio más. Me he hecho mucho más solidario de lo que era en
la lucha contra el cáncer.
Te quiero hermana y sueño
con la esperanza de poder volver a estar alguna vez contigo otra vez.
Y ahora tiro la botella al
mar, que llegue a donde Dios quiera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario