La Constitución Española que
fue ratificada en referéndum el 6 de diciembre de 1978, en su artículo 16 dice:
1. Se garantiza la libertad
ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más
limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del
orden público protegido por la Ley.
2. Nadie podrá ser obligado
a declarar sobre su ideología, religión o creencias.
3. Ninguna confesión tendrá
carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias
religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de
cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.
En estos años he podido
comprobar que sea llevado a cabo una gran transición política en nuestro país,
pero no a la vez, desde mi punto de vista, se ha producido la misma transición
religiosa.
El hecho es que la sociedad
española se ha secularizado a una velocidad de vértigo. Mientras que la
jerarquía eclesiástica española, en ese mismo tiempo sea planificado en
criterios excesivamente conservadores, lo que ha tenido como consecuencia que
en España coinciden en este momento una creciente progresión de nuevas ideas,
con una alarmante regresión religiosa. Acontecimiento, que está llevando a un
abandono de los mismos católicos de su Iglesia. Y es que la Jerarquía Eclesial,
olvida que a medida que vivimos, vamos transformando nuestra forma de pensar.
Pero esa nueva forma de pensar, nos llevará a una nueva forma de vivir. Por eso
el Concilio Vaticano II nos dejo muy claro: " Para realizar este cometido
pesa sobre la Iglesia el deber permanente de escrutar a fondo los signos de los
tiempos e interpretarlos a la luz de Evangelio, de forma que, acomodándose a
cada generación, pueda la Iglesia responder a los perennes interrogantes
humanos sobre el sentido de la vida presente y futura, y sobre la mutua
relación entre una y otra. " ( Gaudium et Spes, 4 ).
Posiblemente, si la Iglesia,
llevara a cabo esa transición religiosa, no se vería tan perseguida, margina y
ofendida. No olvidemos que es la Iglesia la que está en el mundo, y no el mundo
en la Iglesia.
Es verdad, que la mayoría de
la población española se declara católica, según la última encuesta del CSI, el
74 %; pero también es verdad que solo de ese porcentaje que se declara católico
es practicante el 14 %. Por eso el Estado debe de colaborar con la Iglesia
Católica como reconoce la Constitución, pero también reconoce antes que ninguna
confesión tendrá carácter estatal. Y nosotros como verdaderos creyentes, somos
los que no debemos consentir tener privilegios legales con el Estado, pues
estos privilegios llevarán posiblemente a un cierto amarre en nuestra libertad.
Nosotros lo que si debemos es ayudar y favorecer a las demás creencias de
manifestar su fe, en las misma condiciones que nosotros.
NO SEREMOS MÁS, POR NEGAR
OTRAS CONFECCIONES, SINO QUE SEREMOS MÁS POR NUESTRO ESTILO DE VIDA, EN TODOS
LOS ÁMBITOS SOCIALES.
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