Evangelio según San Mateo 3,
13-17.
En aquel tiempo, fue Jesús
desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara. Pero Juan
intentaba disuadirlo diciéndole: "Soy yo el que necesita que tú me
bautices, ¿y tú acudes a mí?" Jesús le contestó: " Déjalo ahora. Está
bien que cumplamos así todo lo que Dios quiere". Entonces Juan se lo
permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vio que
el Espíritu Santo bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz
del cielo que decía: "Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto".
COMENTARIO.-
El bautismo era un baño de
inmersión en el agua, no para quedar puro y limpio, sino para nacer de nuevo y
encontrar un nuevo sentido a la vida, gracias al arrepentimiento y el perdón de
los pecados.
Pero si analizamos, el texto
evangélico bien, podremos observar que lo importante en el bautismo de Jesús no
es, su inmersión en el agua, buscando el arrepentimiento predicado por Juan.
Sino la salida del agua, pues en ese momento es donde Jesús acoge el Espíritu
del Padre. Es a partir de este momento cuando Jesús asume el proyecto del Reino
de Dios. Jesús anunciaba el Reino de Dios curando enfermos, aliviando el
hambre, el dolor y haciendo felices a los demás.
Estos días atrás el Papa
Francisco nos preguntaba si nos acordábamos de la fecha de nuestro bautizo. ¿Por
qué nos bautizamos? No nos bautizamos porque seamos culpables desde el origen,
sino porque somos amados desde el origen y porque creemos en la gracia
original. No somos hijas e hijos de Dios porque nos bautizamos, sino que nos
bautizamos porque somos hijas e hijos de Dios.
Nos bautizamos porque
creemos que el bien es más originario que el mal, y porque queremos renovar el
mundo en la bondad originaria de Dios. Nos bautizamos porque creemos en la
bondad del ser humano, y esperamos un mundo mejor. Nos bautizamos porque esta
crisis económica que padecemos la queremos resolver no desde el interés de los
más ricos sino desde el interés de los más pobres, y porque queremos dar una
salida diferente al angustioso problema de los inmigrantes, porque no queremos
que haya ningún imperio en el mundo.
Nos bautizamos porque
creemos que todos podemos ser hermanas y hermanos, y porque queremos que la
Iglesia de Jesús sea hogar y signo de la fraternidad universal.
Por eso, hoy debemos de
reflexionar sobre cuál es nuestra relación con Dios. Estamos abiertos a la
acogida del Espíritu de Dios, como Jesús. Asumimos el proyecto que Dios nos
dejó marcado en la vida de Jesús. Oh, bien por el contrario cerramos nuestra
puerta a la renovación del Espíritu, porque nos resulta más fácil conservar lo
que tenemos, que lo que debemos renovar.
DIFUNDID EL EVANGELIO. PÁSALO.
DIFUNDID EL EVANGELIO. PÁSALO.
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